Francisco Ibáñez nació el 16 de Marzo de 1936, en Barcelona, de madre andaluza y padre alicantino. En su época de colegial ya dibujaba de memoria a Roberto Alcázar y Pedrín, el Guerrero del Antifaz, Juan Centella y otros, y consiguió publicar su primer dibujo a los 7 años, en la sección “Colaboraciones de nuestros lectores" de la revista Chicos; por ello percibió la nada despreciable suma de cinco pesetas. Después de estudiar contabilidad, banca y peritaje mercantil, ingresó como botones en el Banco Español de Crédito en el año 1950, con un sueldo de 146 pesetas mensuales. Luego, ocuparía el puesto de ayudante de cartera y riesgos, pero continuó dibujando historietas y en 1954 vendió, por 40 pesetas, una página a la revista El Chicolino; al poco, una tira en el suplemento de los miércoles del diario La Prensa, por 25; las historietas de Don Usura en La Risa, por 60 pesetas, etc.
En 1957, con veintiún años, Ibáñez dejó su trabajo de bancario para dedicarse totalmente al dibujo de historieta. Comenzó entonces a trabajar en exclusiva para Editorial Bruguera, primero en sustitución de los grandes Peñarroya, Escobar, Conti y Cifré, todos ellos dibujantes que habían empezado en los años cuarenta y que en ese momento intentaban desgajarse del sello Bruguera. Tras su incorporación, formaría parte de una generación de autores que renovó por completo la historieta de humor española, contándose entre ellos: Raf, Segura, Gin, Figueras, Martz Schmidt y Rojas de la Cámara.
Ibáñez creó para Bruguera muchas series, entre las que destacó, sin duda, Mortadelo y Filemón, estrenada en 1958 en la revista Pulgarcito. También fueron series muy populares: Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, El botones Sacarino, 13, rúe del Percebe, La familia Trapisonda y bastantes más. Sus divertidísimas historias circularon por todas las revistas de la casa: El DDT contra las Penas, Selecciones de Humor de El DDT, Tío Vivo, Gran Pulgarcito, Din Dan, con tanto éxito que pronto surgieron tebeos que llevaron por título creaciones de F. Ibáñez, como Mortadelo (se convertiría en una de las cabeceras más vendidas de Bruguera), Sacarino o Rompetechos, por citar algunas. Se caracterizaba su trabajo por un estilo de dibujo rotundo y fluido, con el que daba vida a personajes que se movían entre la determinación y la frustración, terminando sus historietas generalmente con un chasco rotundo o un soponcio extremo, cuando no con una persecución violenta, lo que arrancaba fácilmente la risa de niños y adultos en la España del franquismo.
Su éxito y su gran capacidad creativa fue explotada al máximo por sus empleadores, que lograron que dibujase a un ritmo inusual, de ocho páginas de historieta por día, más ilustraciones para cubiertas. El autor mantuvo este ritmo durante años, sobre todo en los setenta, cuando el éxito de Mortadelo y Filemón llegó a su cumbre gracias a las historietas largas que luego se recopilaban en álbumes. El autor terminaría centrándose casi exclusivamente en esta serie paródica de espionaje, que también fue dibujada por otros autores (sin firmar) para poder sacar adelante la producción planificada por los editores de Bruguera, propietarios de los personajes, como era habitual en todos los mercados del cómic por entonces.
En 1985, harto de las condiciones laborales y de la explotación, F. Ibáñez deja Bruguera y comienza a dibujar para el sello Grijalbo, creando dos nuevas series para la revista Guai!: la titulada Chicha, Tato y Clodoveo, tres jóvenes desempleados, con la que trató de retratar a la juventud de los ochenta, y 7, Rebolling Street, un remedo de 13, rúe del Percebe. Al cabo de un año, recuperada en parte la propiedad de los derechos sobre sus creaciones en Bruguera, volvió a trabajar con ellas bajo el sello recién creado Ediciones B, vinculado al Grupo Z. Desde entonces, siguió creando historietas largas de Mortadelo y Filemón exclusivamente, dos por año, siempre al tanto de la actualidad y con un gran sentido de la oportunidad, recuperando parte de su lacerante ironía de los setenta y vinculando a sus personajes con otros reales de la España de su tiempo, convirtiéndose en la única serie humorística que iba dando fe de acontecimientos deportivos, celebraciones nacionales o escándalos políticos. En el siglo XXI, B pasaría a ser propiedad del grupo Penguin Random House e Ibáñez se convirtió en uno de sus principales activos.
Ha sido uno de los autores que más cómics ha vendido en la historia del tebeo en España. También es el autor más reeditado. Obtuvo en 1994 el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona por toda su trayectoria y en 2002 se le condedió el Premio Oso a la labor de una vida en Expocómic. Fue condecorado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2002, y aunque se le propuso varias veces para el premio Príncipe / Princesa de Asturias, no lo llegó a obtener. Recibió numerosos reconocimientos de la profesión, siendo el último el Premio Lealtad, que se le otorgó durante la Feria del Libro de 2023 tras cumplir 87 años.