Estructuras simbólicas
Moore tiene una capacidad poco usual para el manejo
y disposición de los símbolos, que en sus obras conforman una
matriz semiótica donde todo queda entrelazado (léase Watchmen,
donde además los juegos y recurrencias de símbolos están
entretejidos en la propia estructura narrativa de la historia) y
apenas hay elementos gratuitos o casuales: en las viñetas de los
cómics de Moore, cada elemento contribuye al significado total.
A Small Killing está plagada de símbolos que, en última
instancia, convergen isotópicamente en un punto central: la
conciencia escindida y en lucha de Tim Hole.
Algunos de esos símbolos proceden de referencias
intertextuales. Por ejemplo, el libro de Nabokov que lee Hole,
Lolita, también trata sobre una turbia relación entre un
personaje infantil y otro adulto. Además, el origen ruso de Nabokov está en conexión con el anuncio que Hole tiene que hacer
para el mercado ruso, así como con el contexto general del
hundimiento de la Unión Soviética. Otra referencia intertextual es
la canción “Psycho Killer” del grupo Talking Heads; concretamente,
Moore cita la frase «I can´t seem to face up to the facts…», que
podríamos traducir como «Parece que no puedo afrontar los
hechos…», lo cual equivale a una descripción de la vida de Hole.
Más adelante, cuando éste ya ha hablado con el niño, hay otra
mención al “psycho killer”, pues Hole cree que el niño es
un enano asesino en serie (64).
Otros símbolos son propios de A Small Killing.
La botella en que encierra a los insectos en el “crimen”
originario es de “Haliborange”, y la “H” de la tapa puede
entenderse como la “H” de Hole, articulándose así un símbolo muy
sugerente: la botella con los insectos encerrados sería una
metáfora de la mente de Hole, con sus fantasmas encerrados. A
estas dos “H” se añade la doble “H” de Humbert Humbert, el
protagonista de la citada Lolita de Nabokov. La riqueza simbólica
se incrementa de forma pasmosa si reflexionamos que, en inglés,
“hole” significa “agujero”, significado que a su vez puede
desdoblarse y referirse a (1) el vacío que es su vida o (2) el
agujero donde mete la botella con los insectos. Esta última
interpretación es avalada por la propia historieta: la lucha entre
los dos Holes tiene lugar precisamente en un agujero (véase la
página 92). Otro símbolo de tipo lingüístico es el nombre del
refresco que Hole debe publicitar, “Flite”, que puede venir del
verbo to flite, cuyo significado es moverse con rapidez,
sin permanecer mucho tiempo en el mismo sitio. Precisamente lo
opuesto al Hole original, el Hole A, que de alguna forma ha
permanecido inmutable, anclado en los old buildings. De
hecho, el final de la obra es un canto a lo permanente, a lo que
nos identifica, frente al cambio. Llegado al punto en que no usa
ningún medio de transporte, la capacidad para los grandes
desplazamientos (capacidad de cambio, en suma) parece ajena a Hole.
Otro ejemplo de correspondencia entre el lenguaje y
el significado global del texto se produce cuando su jefe le dice
que es un «Exit-stencilist», parodiando el término
existentialist, existencialista. Ahora bien, no se trata de un
mero juego de palabras: “Exit-stencilist” está
compuesto por “Exit” (salida) y “stencilist”, que
podría traducirse como “el que hace plantillas” o “el que hace
clichés” (“stencil” es plantilla). De forma que “Exit-stencilist”
podría referirse a alguien que es diestro en la creación de
clichés en lo relativo a salidas y escapes, o a alguien que está
especializado en repetir y calcar salidas. Alguien (y aquí está la
dimensión simbólica) como Hole, que continuamente huye de los
problemas, que abandona a la gente en cuanto hay tensiones. De
esta forma, el término va mucho más allá del chiste lingüístico
sobre el existencialismo. Pero, probablemente, el aspecto
simbólico más interesante del lenguaje de A Small Killing
radica en el propio uso del lenguaje, es decir, la transformación
estilística del discurso de Tim Hole. Conforme avanza la novela
gráfica, los pensamientos de Hole se van haciendo menos
entrecortados, con menos interjecciones y con frases más largas y
elaboradas, incluso con un estilo más lírico. Todo lo cual puede
interpretarse como un símbolo de su transformación psicológica.
También hay símbolos visuales. El anuncio que
diseña Hole para Ryoku Raider, con la mujer que huye de los
coches, es un comentario del propio Hole sobre su situación
psicológica tras ser abandonado por su amante, que también ha
huido de él. Por otro lado, las gafas que lleva el protagonista
podrían simbolizar al Hole B, al Hole falso. Tim dice que tuvo un
sueño donde todo era claro, donde «podía verlo todo» (8); en el
momento de ese sueño, se ha quitado las gafas y, no por
casualidad, es cuando comienza a ver que su personalidad se
ha escindido. Al fin y al cabo, unas gafas no dejan de ser un
objeto que ponemos entre nosotros y lo visible, entre nuestra
percepción sensible y los objetos, lo cual se lee en A Small
Killing como un impedimento para ver la realidad. Tampoco es
casual que cuando termina la obra y Hole ha hallado el equilibrio,
ya no se pone más las gafas. Otro elemento simbólico que puede
citarse en relación a la mirada es el hecho de que, tanto en el
caso de la traición a Barry Forbes (el hombre que le dio su
primera oportunidad importante en publicidad) como en la evasión
de la responsabilidad con Sylvia (su amante), no mira a la cara
de la gente a la que defrauda (Sylvia le da la espalda, y él se la
da a Forbes; dos escenas que, además, se muestran en páginas
consecutivas). Otro dato que simboliza la falsedad de la vida del
protagonista viene dado por la representación de la irrealidad de
su matrimonio, tanto por los textos del monólogo interior de Hole
como por las imágenes del flashback de la página 57: el
interior de una sala de estar que, en las primeras viñetas, parece
ser el hogar de Hole y su esposa, Maggie, pero que en realidad es
el interior de una casa de muñecas. El diálogo de Hole en este
flashback tampoco tiene desperdicio: «Hola, Magoo [por Maggie].
¡Estoooy en casa!» (57), palabras con un toque burgués y
artificial más que notable.
Las bebidas que pide el personaje también adquieren
una carga simbólica, y no sólo porque su trabajo en esos momentos
verse sobre la publicidad de una bebida. El Hole adulto bebe
cerveza; el Hole niño, un refresco, y le echa en cara al adulto
ese cambio: «¿De verdad te gusta la cerveza?» (60). Cuando el niño
le dice al adulto que quiere matarlo, coge la cerveza de éste. Es
decir, lo que quiere matar es el hombre en que se ha convertido,
sus nuevos gustos y su nueva personalidad, y la bebida actúa como
un símbolo de todo ello. También hay símbolos geográficos, como la
elección de Sheffield como ciudad natal del socialista Hole, que
en este caso se debe al dibujante Oscar Zárate: «Vuelve al pueblo
donde nació para ver si puede recuperar algo de lo que alguna vez
fue [, a un lugar que] yo quería que fuera Sheffield porque,
dentro del contexto de Inglaterra, es una ciudad socialista»
(Zárate, en Rodríguez, 2002: 106).
En otras ocasiones, los símbolos alcanzan niveles
de sutileza bastante elevados. Una de las ilustraciones que Hole
presenta para entrar en la agencia de Barry Forbes muestra, en la
parte superior, una hamburguesa sobre la que se lee «War»,
«Guerra»; en la parte inferior, un vaso con el producto
publicitado (unas pastillas contra la acidez) y el rótulo «Peace»,
«Paz». Lo que en apariencia es una “guerra” en torno a la buena
digestión de alimentos, adquiere, en una lectura más atenta,
connotaciones mayores: la hamburguesa, que parece sacada de
cualquier anuncio de las grandes empresas de comida rápida, es un
símbolo de Estados Unidos, que el Hole pacifista y socialista de
entonces asocia con la guerra. La sutilidad con que Moore y Zárate
insinúan que ese Tim Hole aún socialista y pacifista plasma su
ideología hasta en la publicidad está también reflejada en otra
viñeta de la misma página (39), mediante un anuncio antinuclear.
La fobia antinuclear había sido, por cierto, uno de los elementos
ideológicos de Moore durante la década de 1980, desde V for
Vendetta a Watchmen, pasando por Swamp Thing y,
más puntualmente, en Miracleman o The Killing Joke.
Una vez más, y como apuntábamos al inicio de este texto, A
Small Killing sigue casi programáticamente las tendencias del
Moore de los ochenta.
Con todo, el símbolo más importante de A Small
Killing es el de la luz. Moore ya lo utilizó en las
referencias prometeicas de Watchmen, por ejemplo, pero en
esta graphic novel adquiere una condición absolutamente
estructural. En el primer segmento se juega con el motivo
recurrente del cartel luminoso del W.C. del avión, que se
yuxtapone a otro espacio también cerrado e iluminado: el ascensor
(cfr. 19). En ambos, por cierto, se encuentra el Hole niño.
Y ambos se relacionan con el rayo (otro elemento luminoso) que
irrumpe en el primer sueño que Hole tiene con su Doppelgänger.
La claridad del cielo en ese sueño es otra referencia a la luz. En
definitiva, desde el principio es bastante evidente que existe una
asociación entre el niño y los objetos luminosos. De hecho, hay un
momento en que las piernas del niño, coloreadas con un amarillo
blanquecino, funcionan como focos de luz. En otro momento, el niño
es iluminado por los focos del coche de Hole.
El significado de este símbolo y su asociación con
el niño tampoco precisan demasiadas cábalas. En teoría, el niño
debería suponer un misterio, es decir, un elemento oscuro
que debe ser iluminado. No obstante, lo que se asocia al
niño no es precisamente la oscuridad, sino su contrario, la luz.
El razonamiento nos lleva a concluir que, en realidad, el elemento
luminoso es el niño. ¿Y qué implica simbólicamente este elemento?
Sencillamente la verdad. Hasta el momento en que encuentra a su
alter ego, la vida de Hole es una maraña de mentiras
acumuladas una sobre otra; la presencia del niño es lo que le
obliga a revisar esa maraña, contemplar sus mentiras una por una
y, finalmente, deshacer la maraña con la aceptación de la verdad y
con un cambio radical de actitud.
Se trata de una versión invertida del tratamiento
dado a la luz y la oscuridad en obras como V for Vendetta o
Watchmen: si en la primera el personaje prometeico e
ilustrado vivía en “The Shadow Gallery”, “La Galería de las
Sombras”, y en la segunda el presunto personaje prometeico
–Adrian
Veidt–, era el autor de una de las mayores mentiras de la Historia,
en A Small Killing los términos son algo más claros. El
Hole infantil es la luz, la verdad; el adulto es la oscuridad, la
mentira. El último se encuentra continuamente en la sombra más
absoluta: «Me siento como si pisara en la oscuridad… intentando
sacar la cabeza a la superficie de esta noche, sin lograrlo…
hundiéndome…» (77), dice algunas páginas antes del desenlace.
En la escena, ya citada, del tren que se introduce
en un oscuro túnel mientras Hole establece paralelismos entre
dicha oscuridad y su vida, hay una referencia directa e impactante
a la identidad del niño, de forma que la escena sirve para (a)
insertar la dialéctica luz / oscuridad en torno a la identidad de
éste y (b) conectar explícitamente esa identidad con los problemas
de Tim Hole. Otros elementos luminosos que sirven de contexto
estructural a la búsqueda de Hole, y que confirman empíricamente
la conexión entre el niño y la luz, son: el bar en el que se mete
persiguiendo al niño por Londres, la luz de los faros del coche en
el anuncio que diseña, la luz de la ventana en la casa de su ex
mujer, o la luz de las puertas y ventanas de The Duke of York,
un pub donde Hole habla con el niño. ¿Es coincidencia que
cuando Hole averigua la identidad del niño hay junto a él una
brillante lámpara de mesa? En la escena de la lucha final -escena
de estética surrealista y alucinatoria-, el bote de los insectos
(recuérdese que en la tapa lleva escrita una “H”,
lo que vuelve a conectar al personaje con la luz), enorme, también
desprende una potente luz (léase, la verdad, la revelación).
El símbolo de la luz adquiere igualmente una
cualidad metafórica, más allá de los referentes físicos, si
pensamos que Hole busca durante toda la graphic novel una solución creativa
para el anuncio que le han encargado, es decir, busca la
iluminación. «Quizá las cosas no estén tan negras» (52), dice Hole
mientras comienza a tener ideas para el anuncio. Esta luz creativa
confluye al final de la obra con la luz que ve en relación a su
problema personal, confluencia que se fundamenta empíricamente, de
nuevo, en el enorme foco de luz, justo cuando descubre la forma de
enfocar la campaña publicitaria. Así pues, el enorme bote luminoso
también representa la creatividad del protagonista: cuando empieza
a luchar, se le ocurre la solución publicitaria. Pero, dado que el
propio Moore ha señalado la futilidad de esta solución para su
porvenir publicitario («ha resuelto el problema que le atenazaba a
lo largo de todo el libro, pero lo ha hecho de modo que el
problema se ha convertido en totalmente irrelevante para la
persona en la que se ha convertido» –en Rodríguez, 2002: 107–), la
lectura correcta del anuncio es de tipo político, a añadir al
primer apartado de este escrito: el contenido del anuncio, tal y
como lo prescribe Hole, es una metáfora del olvido de las ideas
soviéticas por parte de la nueva juventud consumista rusa. Así
idea Hole el espot:
«Escena: Moscú,
Plaza Roja, una tarde calurosa. Un chico descansa apoyado contra
un muro; su abuelo. En el muro, gigantesca, la cara de Lenin. A la
derecha de la escena, una máquina expendedora, nuestro logo
destacado. Tranquilo, despreocupado, el chico bebe Flite. Para él,
no implica ningún dilema. Sofocado, sediento, el abuelo
reflexiona; lanza miradas rápidas, molestas y culpables, a Lenin,
quien, con ojos retocados, devuelve su mirada acusadora. Eso es
todo. Sin palabras. Sin palabras.» (91)
«Miradas rápidas, molestas y culpables»…
precisamente las que lanza Tim durante toda la historia, y que en
cierto modo, como en el anuncio, se dirigen a su pasado
socialista. En este contexto, una posible lectura metafórica del
anuncio sería la siguiente: el chico ruso que bebe Flite sería el
Hole B, el integrado; Lenin y su gesto acusador serían el Hole A
(o el Hole niño, o la conciencia, que es decir lo mismo); y el
abuelo representaría a un tercer Hole, el auténtico protagonista
de A Small Killing, atrapado entre dos fuerzas contrarias:
la tendencia a seguir con su vida de mentiras (Hole A) y la
presión de sus remordimientos (Hole B).
La última escena de esta novela gráfica es un
aftermath muy parecido al de Watchmen: tras lo que en
ambas obras se plantea como una especie de asesinato definitivo,
Moore muestra las consecuencias de la transformación que ha
ocasionado el “crimen”; transformación que en Watchmen es
de tipo social, y aquí individual. Y es un aftermath,
también como en Watchmen, plagado de información condensada
y de los símbolos que han articulado la narración. En esta escena
se revela el significado de las gafas, que Hole ya no lleva
puestas (es decir, renuncia a un símbolo de su vida falsa y
yuppie), y se retoma el símbolo de las bebidas, ya que Hole
compra una botella de Vimto (el refresco que bebía de niño)
en una pequeña tienda donde la mayoría de refrescos a la venta son
de Flite (el refresco que debía comercializar y que
representa a su Yo adulto). El símbolo de la luz está presente en
los rayos de sol que bañan al nuevo Hole una vez que la lucha con
su
Doppelgänger (que transcurrió de noche: otra oposición luz /
oscuridad) ha concluido. El símbolo del Hole A que suponía
la colección de huevos de pájaro de su infancia también es aludido
en estas viñetas finales mediante el pájaro que sale volando
cuando Hole se levanta tras la “batalla”; en la página 94, la
alusión se hace evidencia cuando el pájaro (o uno muy parecido)
aparece junto a un nido con huevos. Y la ilustración (o viñeta,
según se mire) que cierra A Small Killing muestra ese nido
con uno de los huevos rompiéndose; es decir, un pájaro está
naciendo, lo que equivale a una metáfora del renacer del
personaje. Por otro lado, Hole comienza a buscar un nuevo trabajo
en su ciudad natal, abandonando la publicidad y el trabajo en las
grandes ciudades. En conjunto, toda la escena final tiene la
atmósfera de un renacer, plasmada a la perfección por los dibujos
de Zárate, mientras Moore escribe que «Todo está preñado» (94). El
texto de la (pen)última viñeta, bañada con la luz del sol, incide
en esa idea: «En la mañana, sin llamar la atención, me deslizo de
la escena del crimen» (95). Una nueva vida («la mañana») para
alguien que ya no tiene nada que ver con la publicidad y la
ostentación yuppie («sin llamar la atención») y que parece
moverse con total libertad, casi de forma secreta («me deslizo»).
Conclusiones
Hemos dejado fuera de este estudio aspectos
fundamentales de A Small Killing, como el análisis más
detallado de los recursos narrativos de tipo técnico que Moore
emplea en esta obra. A este respecto, diremos simplemente que A
Small Killing continúa y, en cierto modo, dosifica y depura
los recursos que Moore desarrolló exhaustivamente en trabajos
anteriores como Watchmen o The Killing Joke.
Nos hemos centrado, más bien, en las ideas
políticas y las estructuras simbólicas de la obra. En el aspecto
temático debe resaltarse que A Small Killing presenta los
temas fundamentales de Moore, aparte de la crítica política: la
responsabilidad individual, el Tiempo (con reflexiones que parten
de Watchmen y se adelantan a From Hell), la
correspondencia individuo / sociedad (por ejemplo, la idea de que
los actos del individuo son un reflejo de los de la sociedad, de
la misma manera en que Timothy Hole refleja la cultura yuppie)
o la investigación de la mente humana y sus dimensiones más
ocultas (en una línea que va de Swamp Thing a From Hell).
Este cómic es también, tanto en el aspecto
temático como por la época en que se escribió, una obra “nexo”
entre el Moore más mainstream (con muchos matices) y el
autor de Lost Girls o la inconclusa Big Numbers.
Esta cualidad de nexo tiene otras implicaciones: por ejemplo, es
uno de los trabajos de los que Moore se siente más orgulloso, en
buena medida porque suponía acercarse a temas nuevos. El guionista
piensa que «es una obra muy buena. También es uno de mis trabajos
favoritos [y que] es una de mis obras más logradas» (Moore, en
Rodríguez, 1999: 32), y supone que
«es uno de mis
trabajos más literarios. Lo que es seguro es que es un trabajo muy
importante para mí como escritor porque me estaba introduciendo en
un territorio nuevo y me sentía seguro al respecto porque se
trataba de hacer alguna obra adulta, después de todos los
superhéroes que había escrito antes» (Moore, en Rodríguez, 2002:
105).
Moore también ha aclarado que «A Small Killing
fue lo primero que escribí nada más acabar Watchmen» –lo
que, por cierto, explica con facilidad la persistencia de temas y
enfoques–, y que «con el material de Gollancz [es decir, A
Small Killing], intentaba hacer una historia para un público
adulto (…)» (en Rodríguez, 1999: 32 y 33). Personalmente, no
estamos de acuerdo con Moore en disociar el concepto de “obra
adulta” de “los superhéroes”, pues consideramos que obras como
Miracleman o Watchmen son al mismo tiempo adultas y de
superhéroes. Pero sí es cierto que, temáticamente, A Small
Killing supone un paso adelante en la producción mooreana y,
como él mismo afirma, posee una intención literaria. Esto último
se relaciona con el perenne deseo de Moore de elevar el nivel del
medio, hablando de política y de ética, citando a Nabokov y el
constructivismo ruso, o reflexionando sobre transformaciones
culturales e ideológicas. Además, la obra fue publicada en Gran
Bretaña por Gollancz, una editorial de libros que a tenor del
éxito comercial de Maus, Watchmen o Batman: The
Dark Knight Returns (cfr. Macho, 2002: 1-2) se lanzó a
editar historietas. Otro indicio, pues, de la atención que Moore
ha despertado en ámbitos no estrictamente historietísticos.
A Small Killing
es también un catálogo de los recursos técnicos habituales de
Moore y del uso de la simbología como elemento fundamental de la
estructura narrativa. El guionista de From Hell es un
maestro en el uso del lenguaje y de los símbolos, con una destreza
técnica y una capacidad fuera de lo común para articular redes e
isotopías semánticas, formando un Todo entretejido de
significados. También en este caso es importante citar el carácter
de nexo que tiene A Small Killing, al ser precedida por trabajos como
Watchmen, donde estas cuestiones fueron ampliamente
investigadas.
En cuanto a las ideas políticas, A Small Killing
es una obra de considerable importancia en la producción
mooreana, en tanto que cierra la etapa antiReagan y antiThatcher
de los ochenta y es uno de los primeros trabajos más “personales”
de Alan Moore. Desde esta perspectiva, A Small Killing bien
puede ser, hasta el momento, una de las últimas declaraciones
políticas explícitas de Moore, antes de reorientar sus
intereses a aspectos más culturales (From Hell, por
ejemplo) y / o cognoscitivos, como la magia. Y si bien Moore ya no
trata el tema político con la misma asiduidad que antes, los ecos
de A Small Killing como última declaración política
explícita de Moore pueden oírse incluso hoy, ilustrando nuestro
presente. Comentando más de diez años después de su publicación
esta obra, Moore (en Macho, 2002: 4) supone que
«es posible que
ese bote lleno de bichos haya crecido, puede que incluso sea tan
grande que no valga la pena arriesgarse a abrir la tapa. En
realidad el hecho de que no nos enfrentemos con nuestro pasado, de
no haber confesado nuestros pecados, de no habernos enfrentado a
las cosas horribles que hemos llegado a hacer para alcanzar el
nivel de lujo que hoy tenemos, hace que esos problemas sean mucho
más relevantes a finales de los años noventa o a principios del
siglo XXI de lo que lo eran en el momento en que Oscar y yo
estábamos escribiendo “Un pequeño asesinato”, a finales de los
años ochenta. Creo que este es un problema mucho más relevante hoy
en día que entonces.»
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