«La
barbarie es el estado natural de la humanidad (...) La civilización, en
cambio, es artificial, es un capricho de los tiempos. La barbarie ha de
triunfar siempre al final»
Más Allá del Río Negro, de Robert E. Howard.
Especialistas en genética humana acaban de publicar un Science
que la agricultura se difundió a través de migraciones, es decir, que
las artes cultivadoras se transmitían más por deriva genética que por
magisterio de las técnicas específicas a individuos concretos.
Esto
viene a significar que la primera gran revolución y transformación del
mundo, que dio lugar a los cimientos de nuestra actual cultura, se
sostiene sobre la base de tolerar al inmigrante. O sea, que reafirma
las convicciones de los tolerantes y los abiertos de corazón sobre la
necesidad de compadecer al que viene, al otro.
Hoy, los que llegan de fuera, los extranjeros, los "bárbaros" al decir
de Roma, están asociados por lo común a lo dañino: que si nos quitan los
trabajos y las mujeres, que si nos deslustran la piel, que si nos roban
o abren un todoauneuro. Pero, ¿quiénes son los "bárbaros"? ¿Son
los que languidecen de hambre y sed en un continente castigados por su
propia economía de subsistencia que no les permite desarrollarse? ¿o
son los que en aras de Alá reventaron a 192 personas el día 11 de marzo
en Madrid? ¿Son los que vienen o son los que van al Creciente Fértil
(donde antaño nació la agricultura) para bombardear salvajemente una
boda civil? ¿Son los asesinos de Ahmed Yasín, líder espiritual de Hamás,
o son sus fieles seguidores y que también matan en la franja de tierra
"prometida"? Parece claro que hoy los bárbaros son otros, son los que
gallardean con la tecnología punta y la democracia avanzada. Son los que
vejan a sus prisioneros en Abu Ghraib (con espíritu voyeur y sorna
abyectos). Son los que golpean a sus esposas para reprimir complejos o
reafirmar una masculinidad acorralada... Pero nuestra acrisolada
sociedad moderna señala también como "bárbaro" al apóstol
Santiago que patea al moro al tiempo que señala como temible al anfitrión de Al Qaeda en el Sahel. Según otros, puede ser bárbaro el que se atreve a
merodear por las fronteras de lo permitido y planta batalla al poder
establecido con escaso armamento (como Michael Moore y su Farenheit
9/11); o, si atendemos a las tesis de Huntington, también son
bárbaros los hispanos que "invaden" los EE UU por el sur...
En ciertas ficciones, producto de la segunda gran revolución que
transformó al mundo a caballo de los siglos XIX y XX, los problemas de
tiranía y despotismo de los monarcas y emperadores se solventaban a espadazos. En aquellas narraciones fabulosas, los protagonistas eran
tipos resolutivos, sin complejos, hechos a sí mismos, que vivían un
destino desdichado por un tiempo hasta que acaban por conquistar un
amor, una plaza y un trono a sangre y fuego. Y ellos mismos se calzaban
la corona real. En la ficción de los cuentos de fantasía heroica, que es
a los que me refiero, llegaba un oscuro extranjero y deponía a los reyes
civilizados, regresando la sociedad a cierto estado "natural" de
las cosas. Hoy ya no es posible ese sueño, no hay manera de derrocar a
los monarcas de nos vienen impuestos por razón de nacimiento. No así. Ni
bombardeando sus bodas desde lo alto (No, no, qué va. Queremos una
sociedad justa y calma, sin belicosidad, y sin rudas imposiciones. Hemos
votado por vivir en la "Era del Talante" de ZP -Pàmies dixit-
donde barajamos tolerancia al tercermundismo con fascinación por la
pompa y el boato de una ceremonia católica hasta la propaganda).
No les canso con más divagaciones. En esta edición de Tebeosfera
hemos querido alejarnos un poco de la actualidad, que nos arresta los
esquemas, para sumergirnos en la más pura fantasía, en reinos heroicos
(que no católicos, que no catódicos) porque nos desalienta que, por
ejemplo, el futuro político de España dependa del azar seminal de un
gobernante que viene de serie. En la Antigüedad era así también, y el
atavismo parece que persiste. Pero no en ciertas ficciones, como en los
relatos de fantasía heroica, donde los bárbaros llegados del frío norte
renovaban monarquías. Sobre las adaptaciones al cómic de estas ficciones
trata la décima sexta edición de Tebeosfera, una obra monográfica
sobre los mundos imaginados por Robert E. Howard y otros escritores de
sword & sorcery que ha sido escrito y estructurado por un zamorano y
que ha sido completado y vestido por un gallego. Tras la imagen de nuestra
portada, dibujada por un sevillano de adopción, hallará el lector un
resquicio por el que asomarse a miles de historias, a miles de imágenes.
Un esfuerzo bárbaro de reunión de más de once mil archivos (en 944
carpetas, con casi 400 páginas web) con el que se pretende celebrar la
pervivencia de un género.
Posiblemente estén un poco aburridos de este mundo absurdo que vira
desde el rojo iraq al rosa boda real y deseen visitar momentáneamente
otros mundos que quizá hallen más auténticos que el nuestro.
Están a un clic:
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