Ha sido nuestro deseo
desde la primera edición de esta revista electrónica vincular documentos
con el aficionado, coligar pasión y afición, hermanar rigor con amenidad
y también contactar estudiosos y fans entre sí: al friqui con el
catedrático, al humorista con el historietista, y a las culturas
viñeteras españolas con las latinoamericanas. La presente edición, la
octava, es un ejemplo de este deseo de vinculación trasatlántica, pues
se trata de una edición monográfica sobre la historieta en Argentina,
posiblemente uno de los países que mejores cómics ha producido en la
historia.
Acicate para nuestro
deseo de dedicar casi al completo esta edición a los cómics de allá ha
sido la triste situación por la que Argentina atraviesa desde diciembre
de 2001. Ya conocemos todos aquellos acontecimientos, las razones que
los desencadenaron y el posterior hundimiento paulatino de la clase
media argentina (hacia la pobreza) y de la casta dirigente argentina
(hacia la corrupción). Cada vez fueron a peor, y sin embargo la atención mediática ha
ido descendiendo. Sobre todo con la efeméride del 11-S, el
mayor espectáculo de pornografía (letal, que no genital) habido en la
historia.
Mientras que se fue
definiendo el “Eje del bien” (Bush y sus súbditos, que no aliados, Blair,
Aznar, Berlusconi) contra Iraq, han pasado otras menudencias: En Nigeria
no saben si coronar a una mujer (una miss) por guapa o cargarse a otra (Amina Lawal)
por madre. En España, ora Garzón ilegaliza bien como mete la pata
restringiendo libertades de manifestación. En el norte de Europa, las izquierdas gana puestos (la de Persson en Suecia, la de Schröeder en
Alemania), y también en Brasil (Lula), mientras en África se desconoce si los exterminios pararán algún
día (en Burundi, 183 cadáveres sin nombre; en Costa de Marfil, otro
golpe militar rutinario)...
Los muertos se nos
amontonan en los rincones del mundo, en la tele, en las conciencias.
Algunos muertos de este
mes de septiembre llamaron más la atención. Como Martin Kamen, el que
descubrió la técnica del Carbono-14 que nos permite saber más sobre el
tiempo en el que éramos aún (¿aún?) bestias. Como Uzi Gal, que inventó un
famoso subfusil con el que murieron miles más. Como el matemático
uruguayo José Luis Massera. Como los que van a morir en Oriente Próximo
y Medio bajo las espadas alzadas en la Cruzada que capitanea el cateto
imperial, víctimas “para nuestro espectáculo” al decir de Haro-Tecglen.
Así las cosas, ni Bush ni la comunidad internacional parecen preocuparse
por Latinoamérica estos días, y no se puede obviar lo que pasa en
Paraguay (donde seguidores del golpista Lino Oviedo batallan contra el
gobierno de Luis González Macchi, y el guaraní se ha devaluado
demasiado), lo que ocurre en México (indígenas y zapatistas siguen
disconformes con la Ley Indígena), las protestas en Venezuela, el
recalcitrante terrorismo en Colombia, los problemas peruanos o
uruguayos. Los que se despeñaron en Guatemala y en Argentina por un
barranco...
Con respecto al país
del tango, estuvo más atenta la
prensa al hallazgo de una grabación sonora de Lorca o a la presencia
de Antonio Banderas rodando una película sobre la represión,
Imagining Argentina, que a
la muerte de una de las fundadoras de Madres de la Plaza de Mayo, María
Adela Gard.
Paradójico.
Ay, Argentina ¿Qué
fue de la inmensa pampa, rural y fertilísima, del siglo XIX? ¿dónde
quedaron aquéllos valores de renta per cápita que superaban los de
Francia, Japón, Alemania e Italia? ¡Qué estabilidad, crecimiento y
riqueza tuviste hasta el golpe de estado de Uriburu en 1930! Y pese a la
represión militar, ¡qué ímpetu intelectual, creativo, productivo, qué
inercia! No es de extrañar que durante la primera mitad del siglo XX
hubiese tan
buena historieta en ese lugar del mundo. La riqueza agrícola e
industrial no cesó durante los años cuarenta y cincuenta (en 1948 había
más teléfonos en Argentina que en Japón o Italia), pero sí que es verdad
que la economía comenzó a rebelarse frente a la política, la cual pasó a
definirse como coartada de los corruptos y guarida de facinerosos. El
peronismo fracasó y propició la crisis que fue engordando entre 1969 y
1982, siendo así que el último gobierno de Menem se ha visto como el
último tiempo de euforia porteño. Luego todo fue crisis y un declinar que arrastró a todos a la miseria, De la Rúa incluido.
El Dow Jones y el
IBEX 35 no mienten: el día 6 de mayo de 2001, las curvas cayeron
estrepitosamente. Comenzaba el colapso de la economía argentina, que
llevó a más de la mitad de la población a vivir bajo el umbral de la
pobreza, a la congelación de las cuentas, al “corralito”, a la
inseguridad jurídica, a los secuestros “express”, a la falta absoluta de
prestaciones sociales. Eso ha convertido a parte de los argentinos en
nuevos delincuentes, pero también ha convertido a la mayoría de los
argentinos en héroes que hacen frente a la desesperanza con un optimismo
perplejo; sin bocado pero con aliento, sin objetivos pero con deseos
inagotables de vivir. Una suerte de “esperanza invencible” a la que
aludía Ernesto Sábato cuando recordó el 12 de septiembre, en la
Cátedra de las Américas, el continente devastado en que se ha convertido
Sudamérica.
Hoy, mientras Lavagna
muestra su rebeldía ante las obligaciones del país con el FMI (y el
plazo termina en pocas semanas), se intenta recomponer el sistema
financiero y resolver los problemas estructurales. Pero el país podría
quedarse sin programas de asistencia social si no devuelve los dineros
que debe al BIP. Podría ser peor, aunque otros consideran que, por haber
tocado fondo ya, la Argentina comienza a emerger lentamente de nuevo
desde sus cenizas.
Posibilidades tienen,
pues es el pueblo argentino admirable. Como lo han demostrado los argentinos
que se han prestado, generosamente solícitos, a atender las peticiones
de Tebeosfera: a ceder textos, a contestar preguntas, a redactar
nuevos escritos, a reflexionar y reseñar. Gracias a ellos (y a nuestros
colaboradores habituales, claro), podemos ofrecer al lector una
panorámica de la historieta argentina desde sus inicios hasta hoy.
Para recorrer esa
senda adecuadamente se recomienda esta ruta:
1.
Léase en primer lugar el comienzo de la entrevista a la que
amablemente se ha prestado Carlos Trillo, famoso guionista pero
también historiador de los cómics de su patria y que en la primera
tanda de nuestras preguntas profundiza sobre los inicios de la
historieta. A continuación, se recomienda leer los trabajos sobre Oski,
uno firmado por el humorista Kloster y el otro por el estudioso
Reggiani. Luego convendría acompañar a nuestro colaborador uruguayo
Héctor en su repaso a Patoruzito, mítica revista juvenil.
2.
Vuélvase a Trillo, a la segunda parte de su entrevista, donde se
repasa la edad dorada de los cómics argentinos. Allí se cita Hora
Cero, revista fabulosa de la cual además hemos tenido la fortuna
de obtener un texto cedido por Accorsi, editor de Comiqueando,
que también nos ha pasado entrevistas inéditas en España practicadas a autores que
medraron durante los cincuenta y sesenta: Solano, Muñoz, Wood. Y como
quiera que las figuras de Oesterheld y Breccia son capitales para
conocer la historieta argentina de este tiempo, se les ha dedicado
atención en la edición presente. De Breccia rescatamos la entrevista
modélica que le practicaron A. Martín, C. Giménez y L. García para
Bang!;
publicamos una sentida carta de su amigo de la edad
provecta Darío Mogno; y también va dedicado a Breccia el texto
académico de esta edición, concretamente a su obra “La gallina
degollada”. De esta etapa es importante también detenerse en el humor
gráfico contestatario y reflexivo de Quino, de quien analizan toda su
obra nuestros colaboradores Lombilla e Hinojosa. Y es conveniente,
asimismo, pararse a rememorar los logros teóricos de los estudiosos
argentinos del cómics, para lo cual contamos con un documento cedido
por uno de sus máximos exponentes: Oscar Steimberg, que nos habla de
los logros de los sesenta y setenta.
3.
Trillo, en la tercera parte de su entrevista, nos habla de la
época más triste para la historieta argentina, la de la represión más
brutal. Es conveniente leer atentamente sus respuestas para luego
saltar al documento impresionante que Mora Bordel ha elaborado sobre
la figura de Oesterheld. Laura Vazquez ejercita una nueva lectura
política de El Eternauta, obra capital de aquel entonces,
también posible de relacionar con el ahora argentino. Convendría aquí disfrutar de más
entrevistas extraídas de Comiqueando: a Altuna, Sasturain, Meglia, el mismo Trillo. Y desde luego es ineludible la
lectura del excepcional repaso que nuestra colaborada Ana von Rebeur
hace del humor gráfico argentino, deteniéndose en la afamada
publicación HUM®.
4. De
los años ochenta nos habla también Carlos Trillo, así como los
entrevistados por Accorsi: Alcatena, Enrique Breccia, Giménez. Y en este momento sería ideal disfrutar con las reseñas que Nájera
y Azpitarte nos ha elaborado sobre obras de Altuna, Trillo,
Maitena y Fontanarrosa. Luego cabría introducirse en dos repasos a los
últimos 20 años de la historieta y el humor gráfico en Argentina que
han elaborado en exclusiva para Tebeosfera la estudiosa Laura
Vazquez y el humorista gráfico Diego Puglisi, respectivamente.
Estupendos trabajos ambos.
5.
Para terminar, remito a todos a la cuarta entrega de la entrevista a
Carlos Trillo, enormemente instructiva y sincera, a las reseñas que se
ofrecen de obras de Zentner y de la editorial La Productora, uno de
cuyos representantes, Diego Agrimbau, ha elaborado un texto impagable sobre la evolución de la
historieta argentina en la última década que nadie debería perderse. Y
para ilustrar esta etapa, quién mejor que un autor de los noventa como
Rubén Meriggi, a quien le dedicamos ficha por haberse prestado
amablemente a firmar nuestra portada con un motivo que creemos que
representa la presente edición: el gaucho, icono del folclor local y de
la Argentina fecunda, dispuesto para el “cacerolazo”. Orgullo siempre,
combatividad inextinguible. Algo que queda patente en la quinta parte
del cuestionario que responde Trillo, con la que el navegante de
Tebeosfera puede concluir su lectura.
Pese al carácter
monotemático de esta octava edición, no faltan las secciones
dedicadas a otros asuntos, en esta ocasión con otro descacharrante texto
científico de F.F. Belmonte, un "No sólo son tebeos" dedicado a los
cómics en las bibliotecas, y la nueva sección in memoriam,
que este mes dedicamos al fallecido teórico Emilio Cegarra.
Con estos contenidos
Tebeosfera desea seguir enlazada con el interés del lector
español y latinoamericano, al tiempo que surgen nuevas conexiones y «links» con otros
autores o estudiosos de otros países. Es lo que nos guía, vincular culturas
y viñetas.
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