Vaya mesecitos que hemos padecido entre las ediciones que hacían la
décima y la undécima de Tebeosfera. ¡Vaya mesecitos! Meses
apocalípticos en los que imperó la falta de respeto mutuo.
Me refiero a todas las vulneraciones de las libertades y de los derechos
humanos que hubo durante este tiempo; vimos cabalgando a todos los
jinetes, tanto al de la guerra (la de Iraq / Irak, la de
Palestina-Israel), como al de la peste (la neumonía asiática, esa plaga
extendida por el virus de origen animal SARS, que dejó a los orientales
tras la máscara), como al hambre (que no sólo aumentó en el África,
también se incrementó la tasa de personas anoréxicas, según nos
comunicaron los expertos) como la muerte…
La muerte es un tema caprichoso y tremebundo. Una niña nicaragüense fue
violada con 9 años de edad en febrero, ¿recuerdan?, y los adultos
discutieron sobre la idoneidad de que no abortase. Pues no sé yo... Una
cosa es lo natural y otra cosa la perversión que de lo natural hemos
hecho con la civilización ¿no? Pensemos si no en Japón, donde aumentaron
las tasas de suicidios escandalosamente en los últimos meses, si bien
donde más hay es en las repúblicas antes soviéticas (Lituania,
Bielorrusia, Estonia, Letonia, Ucrania, Eslovenia y por ahí... contando
desde 25 suicidios por 100.000 habitantes para arriba). Las cifras es lo
que tienen, que asustan, y durante estos tres meses no ganamos para
sobresaltos con tanto deceso: 250 chinos muertos en un terremoto; 41
heridos en la Biblioteca de Alejandría, que a punto estuvo de quemarse
de nuevo; asesinaron al primer ministro serbio, Djindjic; en Colombia
intentos de atentado con muertes que lamentar, y a las pocas semanas
hubo 5 muertos y 20 heridos por causa de un coche bomba; los de Israel
mataron a 9 palestinos en operaciones de represalia en Yabaliya, por el
atentado palestino previo en Haifal, que dejó 15 israelíes muertos; en
Argelia cayó un avión y murieron 102; y en Cuba varios fueron fusilados
por sus ideales y bajo el régimen de Castro, a quien ahora se repudia y
se quiere defenestrar, no sé sabe si debido a los intereses de ciertos
gobiernos, o estrategas, o comerciantes, o bien porque no se había caído
en la cuenta de que la política de Castro no ha variado tanto desde 1959
¿o sí?
…Bueno, y también se murió gente en Iraq…
El
conflicto en tierras iraquíes acaparó la atención de la prensa y de
muchos de nosotros durante los meses de marzo y abril. A pesar de que
gran parte de los analistas tenían claro que no se puede atajar una
crisis bélica permitiendo que se produzca, se impuso la “petropolítica”
(el hecho de que EE UU ha convertido en cuestión de seguridad nacional
mantener el abastecimiento exterior de barriles), y el país más poderoso
del mundo determinó reforzar su control del área del Golfo Pérsico y la
cuenca del mar Caspio. Esos intereses prevalecieron sobre los de pactar
alianzas con dictadores, coaliciones con elementos vinculados al
terrorismo internacional o muertes de miles de inocentes.
Lo preocupante vino luego, cuando las agallas de Bush comenzaron a ser
alabadas por ciertas televisiones y periódicos de su país, en lo que
Carlos Fresneda llamó, acertadamente, «periodismo patriótico», lo cual
que ya no se redujo a la Fox y los periódicos ultraconservadores
Weekly Standard o Washington Times, también se contagió al
The New York Times y al The Washington Post. El país aquel,
el del rifle en alto, hecho una piña. Ya te digo.
Tras darle unas cuantas vueltas al capicúa 1441, los países integrantes
de la comisión dependiente de la ONU se fueron definiendo: no querían
guerra ni Líbano, ni Palestina, ni Siria, ni Egipto, ni Jordania
(neutral), ni Arabia Saudí (casi a tortas con los libaneses)... Oriente
medio se desunió; casi tanto como Europa, donde se distanciaron Reino
Unido de Francia, y Francia de España. O sea, nadie estaba de acuerdo,
salvo la gente, que acordaron todos a la una salir a la calle, a
celebrar la fiesta de la manifestación popular, que se demostró global y
emocionante pero también como una forma de hacer política inútil... Todo
aquello vino a decir que la globalización había calado hasta en los
ímpetus sediciosos de las masas. Según escribía Umbral en marzo (El
Mundo, 12-III-2003) «El juego de los poderosos es un juego hipócrita
y la euforia de las multitudes es la rebelión de las masas sin un Ortega
que racionalice un poco adónde van las masas con sus pancartas.» Es
posible que haya un nuevo modelo de insurgencia, sí, entre los jóvenes,
pero eso no impidió que la guerra se desatase, unilateral, global,
ilegal y absurda, el 20 de marzo a las 03 de la mañana pasadas.
Como estaba cantado, el conflicto se recrudeció, y si Basora costó
trabajo, más crudo fue lo de Bagdad. Mientras allí iban siendo mutilados
los críos aquí nos debatíamos entre el maniqueo decidir entre el sí y el
no a la guerra. Casi todo optamos por el no y con ello pasamos a
convertirnos en otro tipo de extremistas de la guerra, incluso. José
Antonio Marina, que es filósofo de buen gusto, comentaba: «por más que
intentemos disimularlo, las guerras ponen entre paréntesis todo el
sistema ético (...) Y para justificarnos hay primero que demonizar al
enemigo, deshumanizarlo.» Aclaraba Marina que a la mayoría nos costaba
salir de la angustia que implica vivir a caballo de las dos lógicas, la
natural, consistente en defender la guerra dado que somos animales
listos y crueles, o la ética, consistente en negar la guerra, porque
somos animales dignos. Y de todos es sabido que si vivimos en la ética
podemos ser arrollados por la fuerza bruta. La ética solamente funciona
cuando todo el mundo la sigue.
No primó eso, pero como era inmoral que los iraquíes inocentes muriesen
el empecinamiento de Bush y de Colin y de Aznar, varios políticos y
ediles del PP fueron dimitiendo al ritmo que la opinión pública se
echaba más y más a la calle, portando emblemas de toda índole: banderas
rojas, republicanas, palestinas, saharahuis, incluso cubanas… de ese
país donde los derechos humanos también están faltos de aprecio.
Las preguntas más acuciantes que resultan tras la conflagración son:
¿dónde están las armas de destrucción masiva?, ¿cómo van a eliminar el
dióxido de carbono en el aire?, ¿quién financiará la reconstrucción y
repondrá los tesoros saqueados?, ¿quién es el siguiente?, ¿dónde está
Sadam?... ¿y Bin Laden?
Por cierto, que en allí, donde la guerra, por fin el rey de Uruk llamado
Gilgamesh abandonó la epopeya para incorporarse a la Historia, según han
revelado unas excavaciones practicadas al sur de Iraq, en una tumba de
Basora cuya inscripción se corresponde con la de la Epopeya de Gigamesh…
Qué paradoja: muchos tontos se pegan piñas y generan caos y confusión, y
al mismo tiempo (y en el mismo lugar) unos pocos listos se inclinan
sobre los libros y los microscopios para ver de paliar sufrimientos y
desórdenes. Por ejemplo, el brillante neurólogo de origen bilbaíno Jon-Kar
Zubieta descubrió que el grado de sufrimiento se hereda según una simple
pauta mendeliana; se hizo justicia al reconocer a Rosalind Franklin como
“madre” de la estructura del ADN junto a Watson y Crack; salió una
píldora que deja sin menstruo a las damas durante tres meses, :-);
científicos de seis países completaron la secuencia del genoma humano de
repente; y otro grupo de investigadores, de la genómica de NIH de
Bethesda, hallaron a Dios: es LUCA, una bacteria autónoma con 572 genes,
la primera con descendencia, de la que hemos salido todas las personas
con más de 30.000 genes. Este descubrimiento significa algo muy
importante, y es que el resto de seres vivos con descendencia no
prosperaron. Por ello los científicos proponen que para que eso fuese
así LUCA se los tuvo que cargar; es decir, que somos hijos de un
individuo que, para medrar, mató a sus “padres”. Así somos… Uf, gracias
a que a Dolly se la cargaron (se puso clónica del pulmón y mejor era
palmarla que dar un cadáver triste), porque por el momento no podrán
hacer copia de seguridad de sí mismos los irrespetuosos hacia su
prójimo.
Por lo demás, poca cosa y poco respeto. Apenas se respetó la obra de
Almodóvar en España, para luego dejarnos en evidencia cuando vino con
las alforjas cargadas de premios. El público respetó su puesto en la
cola y acudieron al cine a ver a dos de los personajes más emblemáticos
de nuestros tebeos, y también a ver a otros héroes de la historieta
ajena: aunque no era lo mismo, por ejemplo, en el USA Today
salía
el Daredevil de Salvador Larroca a todo color y en portada; aquí, en la
La Razón a lo mejor te sacan a David Delfín, pero ni por asomo a
Ibáñez...) España. Cañí.
Aquí, lo de siempre: ETA mató a Pagazaurtundua, Arzalluz dijo estar
“casi en guerra” con Madrid, los políticos rechazaron a Castro pero un
conjunto de tarrascones montaron la tangana y un dirigente del PSOE tuvo
que salir por patas... Era el resultado de la falta de respeto: cuatro
payasos de la extrema derecha que se oponían a la extrema izquierda. La
cuestión es estar en los extremos cuando más falta hace extremar las
precauciones.
Y hablando de ética y falta de respeto, en los medios de comunicación
también hubo carencias de ambas. Comenzamos en febrero con aquella
denuncia de la falta de ética del director del rotativo Le Monde,
Jean-Marie Colombani; luego vino lo del cierre de Egunkaria, que
constituyó un verdadero ataque a la «adierazpen askatasuna», o sea, a la
libertad de expresión; y luego llegó ese montaje vergonzoso con un
grupete de cutres metidos en un hotelucho, que ahondaban increíblemente
en la tosquedad humana mientras en otro hotel, en Bagdad, otros
profesionales ligados a los medios de comunicación morían al pié del
cañón. He aquí un tema para la reflexión: España disfruta con la
ordinariez de una convivencia fingida entre friquis a la par que
en Science 2700 científicos denuncian la falta de condiciones en
España para avanzar en las investigaciones científicas.
Lo de la telebasura no fue único de acá, ojo, que en los Estados Unidos
estuvieron 40 millones de espectadores americanos pendientes de Evan
Marriot, un farsante que se hacía pasar por millonario. Es decir, que
parece una tendencia estable: La telebasura ha conquistado la televisión
definitivamente, a lo cual han respondido varios intelectuales
estadounidenses definiendo la llamada “muerte de la cultura”. A raíz de
la gala de los Oscar de este año, un periodista de allí reflexionó que
«La posmodernidad lo absorbe todo y devuelve los signos más radicales
incorporados al sistema y envueltos en el celofán del consumo». La
verdad, no parece que fuera muy desencaminado...
Esa idea se acrecienta con el constante marcharse de los artistas que
algo hicieron: Adam Osborne (inventó el ordenador portátil), Nina Simone
(cantó rasgada y divina), Úrculo (pintó y pintó), y Terenci Moix, que
aquí es importante recordarlo no sólo por su literatura, también por ser
uno de los primeros españoles que escribió una monografía teórica sobre
historieta: Los “comics”, arte para el consumo y formas pop
(1968).
Debemos respetar su memoria. Como hemos rendido pleitesía a la memoria
de Chumy Chúmez, uno de los grandes humoristas de nuestra historia, que
se nos fue al otro barrio precipitadamente...
Este ha sido más o menos el motivo, el respeto, lo que nos ha inclinado
a dedicar la edición de este mes a los clásicos de la historieta y del
humor. Por un lado, para insistir en el respeto que merecen los
pioneros, los que fundamentaron las bases de ambos medios en los siglos
XVIII y XIX, para reverenciar a los grandes creadores del comienzo del
siglo XX (Herriman, Foster, Falk), para recordar que la historieta de
aventuras tuvo su edad dorada y encandiló a millones de mentes
infantiles y juveniles (desde las páginas de Caniff, Chic Young,
Patoruzú, Salgari, Medio Litro, Breccia...), para convenir en que
hay que recuperar una escuela de remembranza de nuestros clásicos
hispanos (Gago, Quesada, C. Freixas, El Charro Temerario, El Guerrero
del Antifaz, El Capitán Trueno), para demostrar también respecto
hacia autores de gran producción y que se van quedando ahí, ahogados en
los diccionarios y poco reverdecidos (Tomás Porto, Carlos Freixas, López
Espí, Carlos Cruz, Víctor de la Fuente), para reivindicar a clásicos
foráneos más “modernos” pero con el poso de lo eterno (Gardner Fox, Alex
Toth, Mark Schultz, Gino D’Antonio, Tiziano Sclavi), para, en fin,
recuperar publicaciones teóricas y que, a su vez, demostraron respeto
por los clásicos (Zeppelín, ¡¡Al Rescate!!, Viñetas de ayer y hoy).
Mas, no todo iba a ser “desaprovechado” en esta revista electrónica
[;-)]. También hemos querido pecar de modernos e incluimos noticias,
reseñas de actualidad (Grendel, Otras jaulas, Cuentos infantiles), repasamos la historieta de Chile previa a los años
setenta, y la historia de las viñetas costarricenses, y avanzamos un
capítulo de una futura historia de la entidad editorial Comics Forum /
Planeta-DeAgostini.
Creo que, al menos, con respeto fueron escritos estos documentos.
A juicio del lector queda respetar su valor, su aportación y su
trascendencia.
Ya me lo harán saber.
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