De formación autodidacta, Alberto Breccia –luego conocido como “El Viejo”– comenzó a publicar muy joven. Su primer gran éxito fue la serie de detectives Vito Nervio, con guión de Leonardo Wadel.
Sherlock Time (1958) marcó el comienzo de una fructífera colaboración con Oesterheld, tándem que un tiempo después alumbró en la revista Mistérix una de las series que se consideran un auténtico hito de la historia del cómic de todos los tiempos: Mort Cinder, historieta ampliamente recordada que sintetiza a la perfección la evolución a la que esta pareja sometió al medio. Juntos realizaron también una biografía del Che Guevara (secuestrada en 1968 por la dictadura militar) y una revisión de El Eternauta (1969), que tampoco estuvo exenta de polémica, aunque esta última dio a conocer la obra de Breccia en Europa.
Fue muy celebrada también Los mitos de Cthulu adaptación la obra de H. P. Lovecraft que realizó junto a Norberto Buscaglia. En 1973 obtuvo el premio Yellow Kid en el Festival de Lucca.
Su colaboración con Carlos Trillo durante los setenta es también destacable: comenzando por la serie Nadie, tristemente desconocida en España; pasando por Viajero de Gris, también denominada Los ojos y la mente (título original de la serie publicada en Comix Internacional, revista de Toutain que publicó diversas series del autor), y terminando con el humor macabro de Buscavidas. También hay que reseñar así una cantidad no despreciable de relatos de diversa procedencia, entre los que destacan las adaptaciones recopiladas en el álbum Breccia negro, de Ediciones Récord (1978) o la “puesta al día”de varios cuentos clásicos de los Hermanos Grimm.
Una característica fundamental de la carrera de Alberto Breccia fue su carácter innovador, siempre en busca de nuevas formas de representación gráfica, ya fuese con el uso del collage, en el tratamiento del blanco y negro, mediante innovadores tratamientos cromáticos o utilizando diversas técnicas.
En ¿Drácula, Drácul, Vlad?... ¡Bah! (1982), Breccia alcanzó el paroxismo en otro de sus rasgos fundamentales: la crítica social y política, presente siempre en su obra de una forma u otra, algunas veces sólo esbozada, reflejando sólo determinados condicionantes sociales; en otras, de forma explícita y casi morbosa, como en este caso.
Con Juan Sasturain realizó, entre otros trabajos, la serie Perramus, posiblemente uno de sus proyectos más ambiciosos, que destila infinidad de referencias a la cultura latinoamericana.
Su último trabajo, Informe sobre ciegos, es también una obra capital. Adaptación de un capítulo de la novela de Ernesto Sábato Sobre héroes y tumbas, es ejemplar en muchos sentidos y, seguramente puede asimilarse a una autopsia del alma, o más aún, al trabajo plástico de un tripero de la psique humana. Su tratamiento gráfico es, como en Perramus, también impactante.
Una ingente cantidad de sus relatos cortos, bien con guión original, bien adaptaciones de relatos literarios realizadas por Breccia o alguno de los numerosos guionistas con los que trabajó, esperan todavía una digna edición que permita conocer en profundidad la obra de este mito del noveno arte.