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CONAN
LIBERTADOR
El cimmerio se presenta en las Marcas Bossonias sobre el 8 de
marzo de 41, pero constata que sus leales han sido sustituidos
por tauranos recelosos y no dispuestos a respetar las órdenes
del bárbaro, ni su presencia. Así que se ve empujado a huir y no
tiene otro camino que los Yermos Pictos, los cuales atraviesa
con gran peligro para su integridad hasta que otea el Océano
Occidental dos semanas después. En la orilla, con el castillo de
Korvela como escenario, se aprovecha de la codicia de bucaneros
y piratas conocidos de antiguo, Zarono y Strombani, para
rescatar el tesoro de Tranicos, un mítico
saqueador corsario. Infortunadamente, sopla viento desde
Estigia y se manifiesta en aquel lugar con la forma del
brujo implacable Thoth-Amón, desplazado hasta esta latitud para
saldar cuentas pendientes con su antiguo contratante Valenso
de Korzeta.
Conan se considera el hombre más dichoso de su tiempo el 30 de
marzo de aquel año: terminó con las diferencias surgidas en
Korvela, había eludido la zarpa de Amón, unos nobles aquilonios
han fletado un barco para ir a buscarle a la costa picta con el
fin de convertirle en paladín de la causa contra el enajenado
Numedides, ¡y puede financiar sus próximas algaradas militares
con las riquezas del tesoro de Tranicos! Conan ve la oportunidad
de hacerse con la corona de un reino Hyborio por fin, porque
cuando la locura lleva la corona se hace necesario derrocar
el poder establecido. El objetivo es enormemente difícil:
Aquilonia, así que el primer esfuerzo pasa por reunir un gran
ejército. Inicia el enganche en Argos, tierra en la que su fama
le precede y ahora más que nunca el rumor sobre su presencia
libertadora se extiende de boca en boca. En la taberna argósea
de Tarselos, por ejemplo, los clientes intentan
reconstruir una historia de Conan, hilvanando la leyenda
con la realidad, cuando el bárbaro se halla por las
inmediaciones reclutando bribones para derrocar al rey de
Aquilonia.
El cimmerio se halla muy preocupado porque es consciente de que
en los yermos pictos sigue latiendo el problema de los salvajes
pintados, quienes desean alzarse contra los reinos civilizados
vecinos aprovechando este momento de beligerancias. Por fortuna
el joven Gault de Tandara se encuentra en Bossonia
aplacando los belicosos ánimos de los pictos, inquietos como
lobos más allá de la frontera definida por el Río Trueno.
Cuando Conan comienza a mover su improvisado ejército, Gault
detiene a los lobos pintados volviendo su propia magia
horripilante contra los demonios del pantano espectral.
No obstante desconoce la acción del de Tandara, el cimmerio se
alegra de despreocuparse por ahora de la amenaza picta.
Conan, nombrado general del ejército libertador en formación, se
asienta en el norte de Argos con la anuencia del rey Milo
durante 20 días, desde el 13 de abril, para convocar un legión
de 10.000 hombres. A partir de ese momento, Conan tarda más de
seis meses en ocupar el trono deseado ya que sufrirá un cúmulo
avatares.
Por este orden: es traicionado por un subordinado, a
consecuencia de lo cual sus hombres tienen que sacar a relucir
sus espadas cruzando el río Alimane; es envenenado por la
eventual concubina Alcina poco antes de salvar los montes
Rabirios; es observado y acosado por el brujo de la corte,
Thulandra Thuu, que provoca mágicamente un derrumbe con
ayuda de unos conjuros y de la sangre del sátiro abatido
en los bosques de Poitain. Al fin, casi con toda certeza el
mismo día en que comienza el mes de octubre del año 41, el
bárbaro irrumpe en Tarantia, estrangula al inepto
y trastornado Numedides y se ciñe la corona de la poderosa
Aquilonia.
El reinado de Numedides ha llegado a su fin, pero el mago al
servicio del rey escapa sin que Conan ni sus hombres puedan
impedirlo. Y ahora hay tres individuos en complot contra Conan,
el barón de Attalus, Dion, el conde de Karaban,
Volmana, y el comandante de la Legión Negra, Gromel,
que prefieren el reinado de Thulandra Thuu al de Conan
para así ver cumplidos sus deseos de venganza y de poder. El
brujo intenta destronar al bárbaro pero Alcina intercede por el
cimmerio oportunamente y todo se salda con un gran susto para el
consejero Publius, nada más.
Tras este atentado que abre las puertas del invierno de 41,
comienza un período de relativa apacibilidad para el nuevo rey
de Aquilonia. O eso imaginamos. Los anales nada rezan sobre
luchas intestinas o invasiones de otros reinos o atentados
mágicos contra el trono durante los siguientes meses; aunque
creemos seguro el dato de que el rey era odiado por un pueblo
reticente a tolerar su bárbaro linaje, y también estimamos muy
posible que el velo insidioso de la intriga se paseaba por su
corte. Lo único que nos dicen los viejos pergaminos es que Conan
yació con muchas de sus concubinas ese año y que fecundó a
bastantes de ellas, bien que aquellos hijos jamás fueron
reconocidos.
Se acusa la falta de acción en Tarantia hasta finales de
septiembre de 42, cuando el trío sedicioso que alimentó el afán
de Thuu por ser rey está ahora del lado del conde Ascalante,
quien fuera humillado militarmente año y medio atrás y jurase
venganza contra Conan entonces. La conjura de nobles se salda
con sangre, y no será derramada la de Conan por la interposición
del monstruo enviado por Thoth-Amón para desquitarse de
Ascalante, quien había afrentado el orgullo del brujo al darle
trato de sirviente. El rey de Aquilonia logra derrotar al
invencible engendro porque el legendario sabio Epemitreus
ha grabado el fénix en la espada del rey durante un
sueño. Y es que un dibujo del pájaro que renace de sus cenizas
sobre un arma es remedio infalible contra los seres aberrantes.
Aspecto que verifica acto seguido el rey bárbaro al contemplar
atónito cómo el Fénix y la sombra vuelven a rivalizar
ante sus ojos en representación del Bien y del Mal. Lo que
prodigó la venida de aquel monstruo casi imbatible había sido
el hechizo del anillo poderoso propiedad de Amón, el Anillo
de la Serpiente. Sobre este particular vuelve Conan a oír hablar
un mes más tarde, cuando visita a su fiel Trocero, mandatario en
la provincia de Poitain.
Durante este tiempo, la población aquilonia ha seguido
murmurando. La mayor parte del pueblo ha aceptado al nuevo rey
por ser menos loco que el anterior, no obstante otra parte de la
plebe le siguen rechazando por ser más bárbaro que el
precedente, y sus voces comienzan correr de boca en boca, a
escucharse alto en las plazas y a rebotar en las paredes de
palacio hasta llegar a oídos de Pallantides, brazo
derecho del monarca. Conan desoye todos los consejos y espera a
que se acallen los rumores de guerra civil. Cesan entre
noviembre y diciembre del año 42, momento en el que Aquilonia se
convierte en el objetivo de la alianza militar que han formado
los países vecinos Ophir y Koth. Los aquilonios se hermanan para
la defensa de su país y eso alegra a Conan, pero el cimmerio ha
de observar luego con tristeza cómo es reducido su ejército y él
es hecho preso y recluido en la capital de Koth, en la
ciudadela escarlata Khorshemish.
Con el concurso de su afán de revancha y la brujería de un
aliado de encierro, Pelias, el cimmerio destronado
recupera la corona y decapita a Tsotha-Lanti, el brujo
que le había capturado con malas artes en la batalla. En este
momento, con la alimaña picta aquietada, Ophir y Koth sometidos,
Argos imparcial y Nemedia tranquila, Conan vive los siguientes
15 meses en paz, gobernando con ecuanimidad y justicia, si bien
despacha los asuntos de Estado con cierta brusquedad. La propia
de un cimmerio.
No dura muchos meses la armonía, sin embargo. Muy cercano a
cumplir los 44 años de edad, el noble aquilonio Valerius
pretende la corona del bárbaro, por lo que se asocia con
Tarascus de Nemedia para revivir a Xaltotun en el preciso
momento designado por una antigua predicción: la Hora del
Dragón. El poderoso brujo aqueronio resucitado desata una
plaga en Nemedia que consigue sentar en el trono a Tarascus,
quien, con el pretexto de apoyar la candidatura de Valerius a la
corona aquilonia, declara la guerra al país que regenta Conan.
Las fuerzas aquilonias son derrotadas en la Batalla de Valkia al
final del invierno de 45 y, con Conan encadenado y
encerrado en la capital de Nemedia hay que dar por perdida la
tranquilidad a la que se habían acostumbrado los aquilonios. El
cimmerio escapa, pero le es dado a conocer en la torre de
Tarantia que para recuperar su trono debe conseguir la
preciada joya conocida como el Corazón de Ahrimán si quiere
atemperar la brujería de Xaltotum.
Al lado de la condesa Albiona -bajo cuyo nombre se
esconde Marala de Ophir- el cimmerio corre perseguido por
espadas sobre el sur hasta el puerto de Messantia. De suerte
que es reconocido como Amra en un bajel sustraído consigue
reunir a un grupo de corsarios contra Estigia con los que
atraca en Khemi, baluarte donde se halla escondido el "corazón
de su reino" representado por la joya que busca. Conan soslaya
la presencia de la serpiente sagrada de Set para, después de un
año de viajes, regresar y recuperar su reino.
Conan el conquistador
da muerte a aquéllos que se lo arrebataron, excepto a Tarascus
y, por fin, cumplidos los 45 años decide tomar esposa
depositando su interés en Zenobia, concubina que lo
liberó de la mazmorra de Belverus. Parte con Tarascus como rehén
a Nemedia, en lo que supone el regreso del conquistador
al rescate de su dama enamorada y así concederle el alto honor
de ser la esposa del conquistador. Entre vítores y
oriflamas se anuncia el acontecimiento, que no se celebra con
éxito hasta arrancar a la futura reina de las garras de un
redivivo Tsotha-Lanti.
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