PRÓLOGO.
Conan the Barbarian
fue una serie de comic books de fantasía heroica, casi pionera
en su género, que fue un éxito de ventas, de público, e incluso
de crítica, haciéndose merecedores la serie y sus creadores de
numerosos premios de la época. Tal y como mandan las leyes de
mercado, pronto verían la luz nuevas adaptaciones de Marvel de
otros personajes de su mismo creador literario, Robert E. Howard
(en Savage Tales, The Savage Sword of Conan, Kull and the
Barbarians, Kull the Conqueror, Red Sonja...), también
cómics de otros héroes bárbaros, en este caso tanto de Marvel (Gulliver
Jones, Thongor, Brak...) como de otras casas editoriales (Dagar,
Swords of Sorcery, Stalker, Warlord, Claw...).
Conan, el personaje salido de la mente del autor tejano Robert
E. Howard allá por 1932, ha sido uno de los hijos pródigos de la
industria del cómic en los Estados Unidos. Existen muchos otros
personajes de la historieta yanqui que le superan en edad (en
edad tebeográfica, claro, los héroes no envejecen al mismo paso
que nosotros, míseros mortales), caso de Flash Gordon, The
Phantom, Batman, Superman o Dick Tracy y, dentro de los
pertenecientes al Universo Marvel, los longevos Ka-zar, Namor,
La Antorcha Humana o cualquiera de los grandes que todavía hoy
siguen dando puñetazos: Los 4 Fantásticos, Capitán América, Thor
y un largo etcétera.
Conan tiene a su favor que luchó sólo en ese ruedo colorista de
emoción y evasión, puesto que no corría sus aventuras en el
mismo mundo que los demás, ni recibía ayuda de ellos cuando el
futuro inmediato se le ponía turbio, ni disfrutó de cameos
con otros personajes, ni observó demasiados cross overs
con otras series, ni...
Estuvo solo.
Sin embargo, logró ser el personaje Marvel cuya adaptación
cinematográfica ha cosechado más éxito de todas las habidas
hasta recientes fechas, cuando el advenimiento de la ingeniería
de efectos especiales permitió hacer filmes de superhéroes que
no resultasen ridículos. Y, él solo, repito, ha mantenido su
presencia en el mercado de los cómics yanquis durante veintitrés
años ininterrumpidamente con el comic book Conan the
Barbarian, y otro lapso de tiempo semejante en el formato de
revista en blanco y negro, con las cabeceras Savage Tales,
The Savage Sword of Conan y Conan the Savage, una
cifra que no igualada por ninguna publicación de igual índole en
los Estados Unidos.
En estos tebeos citados se han adaptado al cómic la mayor parte
de los relatos originales de REH y sus inmediatos seguidores,
tanto en color como en blanco y negro, fascinantes aventuras
instiladas de fantasía sorprendente que fueron dibujadas por
autores de la más reconocida valía: John Buscema, Gil Kane, Tim
Conrad, Barry Windsor-Smith, Neal Adams, Alex Niño, Dick
Giordano, Alfredo Alcalá, Ernie Chan, Pablo Marcos, Rudy Nebres,
Tony de Zúñiga..., a los que con el paso de los años se le
unieron nuevos valores como Gary Kwapisz, Fraja Bator, Mike
Docherty, Dale Eaglesham, Tony Salmons, Rafael Kayanan, Geoff
Isherwood...
Claro que la cosa no terminó ahí. Hubo más cabeceras con
aventuras de Conan: el magazín Conan Saga, que iba
reimprimiendo historietas del bárbaro en blanco y negro, la
revista en color Marvel Super Special, que alojó
aventuras inéditas en algunos números de su andadura, el
lanzamiento de formato gigante Marvel Treasury Edition,
que incluyó a Conan en cuatro de sus números, y los comic books
Giant Size Conan, King Size Annual Conan, Conan Classic
(que hacía un inmaculado rescate de la primera decena de números
de la serie fundadora), Conan the Adventurer y Conan.
Las dos últimas mencionadas fueron el relevo de la cancelada
Conan de Barbarian, la primera con la participación del
estimable autor filipino Kayanan a los lápices y el prodigio de
Missouri, Thomas, al guión, y la segunda fue dejada en manos de
un guionista, Larry Hama, habitualmente inteligente y eficaz
pero que aquí se dio de bruces contra la fría pared del rechazo
del público.
Algo similar le ocurrió al Conan de entre siglos, cuando Marvel
Italia / Panini intentó una remontada del héroe en el mercado
Europeo (y variantes: Turquía, Noruega, Brasil) que resultó
deslucido y torpe en resultados generales debido a una mala
coordinación editorial y a unos guiones en general flojos.
Sabemos que hubo intentos luego de rescatar la magia del mito en
Noruega, en Brasil e incluso en España con producciones
puntuales, pero quienes ostentaban los derechos del personaje,
entonces sujetos a un baile legal y de propietarios, no
permitieron que fueran apareciendo historietas con la cadencia
que hubiéramos deseado (por ejemplo, el recoloreado de “Red
Nails” que se intentó en Brasil fue impedido por Dark Horse
antes de apostar por Conan).
Marvel intentó sujetar la licencia del personaje con un puñado
de miniserie, que se vendieron mal y, finalmente, en 2002, la
empresa del caballo negro anunciaba la reaparición de Conan
mediante reediciones recoloreadas y una nueva serie de aventuras
del cimmerio para el año siguiente. Eso sí, sin los pilares de
antaño (ni Thomas, ni los dibujantes clásicos) y con el aval del
guionista Kurt Busiek y el dibujante Cary Nord. Hoy, en el
centenario del nacimiento de REH, 75 años después de haber
nacido el género en la literatura y casi transcurridos 35 años
tras el nacimiento de Conan como icono del cómic, se comprueba
que el personaje sigue vivo y bien, lleno de energía, aunque sea
otro mundo en el que pelea, uno en el que la pureza del género
se ha desvirtuado y en el que la competencia es poderosa.
Pero Conan sigue en pie, tensos los músculos. Y nos guiará en
este repaso a los cómics de espada y brujería como el mejor de
los cicerones. |