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CONAN
EXPLORADOR
La recia muralla invernal ha impedido al norteño subir a su
tierra en la fecha que tenía prevista. Así que prosigue
militando en Aquilonia ahora, cuando los últimos días de marzo
de 40 atestiguan el comienzo del deshielo, y se enrola como
batidor de las fronteras occidentales de Aquilonia,
constantemente alertadas por la presencia de sanguinarios pictos.
Su primer contacto de esta guisa con los salvajes pintados no se
produce en los Yermos Pictos sino al norte, en el Reino
Fronterizo, donde mata a uno de sus jefes en un combate cuerpo a
cuerpo, tal y como dicta el código del lobo que rige
entre las tribus pictas.
Tras esto, presumimos, Conan pasa una temporada en Cimmeria,
casi con toda seguridad hasta el comienzo de la tercera semana
de mayo del año 40, masticando las posibilidades que el destino
le ofrece. Sigue viendo como lo más juicioso seguir a sueldo con
los aquilonios, pues algo le indica que Tarantia es la ciudad en
la que se cumplirá su Sino. A finales de mes, entonces, está al
sur nuevamente alistado como explorador y cumpliendo misiones
casi suicidas. Se interna en territorio picto durante unos días,
saliendo con vida de milagro del ritual que exige tres vidas
para N’Garthl, espeluznante ídolo picto. Y parte en busca de
alguna noticia de la legión perdida por Aquilonia casi
una década atrás, misión de la que Conan regresa perseguido sin
tregua por pictos más indómitos que los relámpagos gestados en
el santuario de las tormentas.
Debido a los éxitos cosechados Conan va adquiriendo fama entre
los soldados y llega hasta el Fuerte Tuscelán, quizá el punto
estratégico más importante de todo el sector territorial
conocido como Marcas Bossonias (o Bosonias). Tras alguna campaña
sangrienta contra los pictos del clan de los Halcones en la que
tiene como improvisado aliado a Uña desgarradora, un
dinosaurio alado, Conan permanece en el fuerte. Eventualmente,
Valeria está en Tuscelán también, y con ella parte Conan a
buscar un tesoro en la guarida del Dios Lagarto oculta en
una selva cercana. Es final de junio, quizá el día 28 de ese
mes, cuando Valeria invita a Conan a que la acompañe al mar y
comparta con ella la cubierta de su barco pirata, que faena por
costas vanires. Sin duda es el estival burbujeo de hormonas el
que promedia por el cimmerio, porque tira por la borda todos los
logros conseguidos como rastreador al servicio de Aquilonia para
marchar junto a la exultante pirata. Con ella, en julio, penetra
en el jardín sangriento que crece al norte -nevado pese a
ser verano- y al poco participa del ansia de esmeraldas
que manifiesta Sonja, quien se une a la pareja.
Por si dos mujeres guerreras fueran pocas, a Conan se le termina
de amargar el día cuando comprueba que también Vanaheim es
visitado por la furia de las Damas de Hierro, sus viejas
conocidas (si llegan a aparecer Cuerva de la Nieve o Jenna, al
pobre hombre le hubiese dado un soponcio).
Demasiadas mujeres y demasiado frío para Conan, que deja a todas
ellas a finales de septiembre. Consume el mes de octubre en su
descenso a través de Vanaheim, sin sufrir incidentes en exceso,
entre los que destaca el que protagonizó junto a la muchacha
del bosque encantado de aquella comarca. Llegado en
noviembre a la tierra de nadie que hay entre Cimmeria y Bossonia,
se une a una patrulla de guerreros pertrechados de impedimenta
al máximo para hacer frente a ciertos pictos devotos de un
dios asesino.
Con tanto aparejo y pertrecho de guerra, Conan y sus hombres
pelean como bestias hasta que cae un dios, o dos, o
cuatro, o los que hagan falta. El éxito contra los menudos
hombres pintados empuja de nuevo a Conan por las marcas
bossonias hacia Tuscelán, donde la batalla contra los hijos
de la noche se presiente más virulenta y emocionante.
No está equivocado. Más allá del Río Negro se está
armando una desmadejada pero multitudinaria tropa picta que
ponen en guardia a todos los militares y pobladores de la zona.
Conan se entera de los planes de ataque y, con Balthus,
un joven y valeroso taurano junto al que casi está a punto de
ser inmolado por los hijos de Jhebbal Sag, intenta salvar
cuantas vidas pueda de los colonos de la zona. Conan alcanza a
escabullirse, pero Balthus cae y los pictos ganan esa batalla
dibujando con su avance el nuevo contorno de la frontera con
Aquilonia, que ahora se detiene en el curso del Río Trueno.
Parece ser que “Mitra nos proteja” ya no es una
plegaria que funcione en las proximidades de Conahojara, zona
bossonia vapuleada por la violencia y la iniquidad picta. La
reciente muerte de Balthus hace de Conan un hombre salvajemente
pendenciero hacia la etnia pintada y promete cobrarse unas
cuantas cabezas por el alma del valiente; honor y sangre
están en juego. Conan cumple 40 años de edad en la frontera
donde se ha tomado muy en serio seguir la pista al sacerdote
hechicero Sagayetha, aspirante a unir todas las tribus
pictas bajo un solo lábaro. Nombrado capitán por sus proezas en
defensa de las fronteras, el cimmerio triunfa en su empresa de
matar al dirigente salvaje bajo la luna de sangre de
Velitrium con una victoria que parecía imposible. También
descubre que el general en jefe de la región, Luciano,
iba a entregar la provincia de Schohira a los pictos y lo
denuncia ante sus tropas y ante el imperio.
Buen movimiento estratégico el del bárbaro, no en vano a
primeros de febrero de su cuadragésimo primer año de vida (el
año 41 en la escala que hemos adoptado) es nombrado general e
invitado a la corte de Aquilonia para celebrar sus logros
militares al lado de Numedides. Dejar atrás la luna de muerte
que gobierna sobre pictos y otras bestias le alegra, pero
cuando llega a Tarantia, a mediados de mes, se encuentra con que
la corte está concurrida por dementes, conspiradores y
traidores, por eso el cimmerio termina por dar con sus huesos en
una mazmorra de la infranqueable Torre de Hierro acusado de
felonía por el celoso rey. Un grupo de nobles hartos de la
demencia monárquica contratan a un mercenario para que saque de
su apuro a Conan. El hombre de la Torre de Hierro se
sorprende enormemente al comprobar que el mercenario que le
libera es una mujer que él conoce, Valeria, recién venida del
frío norte. Acechado por mil peligros como está, Conan se aleja
de Tarantia al galope deseoso de venganza contra Numedides,
desde luego, pero falto de fuerzas y de hombres que le respalden
en este preciso momento.
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