Libro de 72 páginas de historieta, encuadernado en rústica.
La historia de una pistola que cuenta Eduardo, es la de mis abuelos, mi padre y también la mía, pero el arte para contarla en viñetas es solamente suyo. Eduardo no ha reescrito, ni reinterpretado, ni añadido nada que yo no sienta como absolutamente mío, pero la narrativa de este pequeño retazo de vida y el dibujo primoroso, evocador y fiel a los hechos, que ha usado para contarnos esa historia minúscula de tres hombres grandes, y traerlos de nuevo aquí, son sola y exclusivamente fruto de su extraordinario talento.
Eduardo es un dibujante magnífico, pero quizá eso no es lo esencial para que este cómic suyo funcione como una pequeña caja de música en la que cada uno puede escuchar una melodía que le resulta familiar. Eduardo intuye el alma de la gente, conoce lo que piensan y siente sus personajes -incluso los que no inventó- y esa es sin duda su mejor virtud, como escritor y dibujante.
Eduardo ha publicado algunos cómics realmente espléndidos, algunos más ambiciosos que éste. Mentiría si no dijera con orgullo, que éste me parece su mejor y más personal trabajo.