Cifré comenzó su carrera como animador en los Estudios Chamartín, donde participó en la producción de series como Civilón y Garabatos, por ejemplo. Esta labor como intercalador y diseñador de animación la alternó con diseños publicitarios y con algunas eventuales historietas dibujadas para las publicaciones de Esteller y Sangés, ya desde el final de los años treinta.
Comenzó a colaborar en las publicaciones del sello Bruguera después de la guerra, aproximadamente hacia 1943, primeramente en tebeos de aventuras (AVENTURAS Y VIAJES, CINE AVENTURA, CUENTO POPULAR, etc.). Como autor de historietas, destacó por su gran prolificidad e ingenio y escaló rapidamente posiciones en la empresa hasta ganarse la confianza de sus editores. En 1945 su impronta era clara en los PULGARCITO no numerados publicados por entonces, y en 1946 fue el responsable de la dirección artística de un remozado PULGARCITO, el que instauraría toda una estética plástica y humorística en los tebeos de los años cuarenta y en la factoría de historietas de editorial Bruguera.
Sus series más recordadas nacieron a partir del año 1946: El repórter Tribulete, que en todas partes se mete y Las tremebundas fazañas de Don Furcio Buscabollos, y otras irían apareciendo durante la segunda mitad de la década de los años cuarenta, la mayoría sin personaje fijo (aunque todos con nombres rimbombantes extraídos de la lista de los reyes godos), de los cuales destacarían algunos tipos apocados, enamoradizos y sin posibles, como Cucufato Pi (1949) o Amapolo Nevera (1952), éste ya creado para la revista EL DDT CONTRA LAS PENAS.
Tras haber creado cientos de páginas y series para los editores de Bruguera, en las cuales inoculó gran parte de sus aprecios y conocimientos de cinefilia, montaje cinematográfico y cultura en general -junto al redactor Rafael González-, y aquejado por la crisis inflacionista que tuvo lugar en España a finales de los años cincuenta, Cifré emprendió la aventura de crear un tebeo propio junto con otros compañeros de la empresa. Fue en 1957, junto con Peñarroya, Escobar, Conti y Giner, y el título fue TIO VIVO. Para esta revista, Cifré creó personajes como Golondrino Pérez, Rosalía o El sabio Megatón, que luego serían absorbidos por Bruguera tras la mala gestión económica del nuevo editor responsable de TIO VIVO. Cifré regresó a Bruguera, donde continuó dibujando historietas sin pausa hasta los primeros años sesenta, destacando sus creaciones de entonces Pepe Despiste (1959), Cepillo Chivátez, Dr. Fix o Don Tele (1960).
También participó en otras cabeceras ajenas a Bruguera, como el diario deportivo DICEN, a cuyas páginas destinó la tira humorística Don Césped. En el arranque de los años sesenta realizó también algunos trabajos para revistas de historietas británicas, pero no pudo continuar en esa nueva etapa de su carrera porque falleció en 1962.
Fue padre del también historietista Guillem Cifré.