Andamos vacilantes, inciertos, porque tras el triquitraque mediático que
nos trajimos hace un par de meses, ahora resulta que todo se atemperó,
que dicen que se acabó la guerra, que cesaron los gritos en la noche de
los corresponsales de la CNN y que volvió la calma.
Pues yo para mí de que no.
Debe ser el verano, que aplaca todo ruido y deja un zumbido lánguido en
el cuerpo al sol, ido de todo, alejado del mundanal.
Nosotros, sin embargo, en Tebeosfera seguimos alerta y
permanecemos con una falta absoluta de certezas sobre la resolución de
los conflictos. Porque, las armas de destrucción masiva aquellas no
estaban allí ¿no? ¿Dónde estaban? Sí, de acuerdo, Al Qaida por un lado
vuelve a pinchar a EE UU en RIAD, y mientras chilla el chií Ayatolá
Hakim por la independencia, los rebeldes iraquíes dirigidos en la sombra
por Sadam no vacilan en atacar puntos concretos de la “ocupada” Iraq.
Pero las terribles armas químicas y las ojivas no me las muestra nadie;
ni Powell. Lo gordo es que mientras que los ingleses han sembrado en su
corazoncito el germen de la desconfianza hacia su presidente Blair, en
EE UU el impávido Bush ha recobrado el apoyo de sus ciudadanos, que han
incrementado el porcentaje de banderas con barras y estrellas ondeantes
en sus tejados. ¿Y el turbión de protestas contra Aznar por apoyar la
intervención? ¿No debería haberse traducido en las urnas municipales?
Yo es que no acabo de ver las relaciones causa / efecto esas que
vaticinábamos en el fragor y arrebato de la manifestación popular.
En Latinoamérica parecen tenerlo más claro, hay menos titubeos en el
proceder de quienes les gobiernan. Kirchner, el menos malo, asustó al
cobardica Menem y se dispone a recuperar Argentina, lo cual que los
inversores no ven con malos ojos. Por su parte, Lula, a quien algunos
vimos como una suerte de metáfora del epicureísmo, parece que ha
producido unas expectativas positivas para Brasil, una repercusión
económica que se traducirá en legitimidad democrática. No lo pongamos en
duda. Pelas dan vivir.
Es que el dinero clarifica mucho las cosas, ¿verdad? Despeja dudas. Por
ejemplo, ahí está el caso de Lara, un franquista pragmático con entierro
multitudinario (a los franquistas con menos dinero se les enterró más
profundo y más en el olvido). Ahí está el Real Madrid, un equipo de
fútbol al que Hacienda le viene reclamando 61 millones de euros pero que
“compra” a un futbolista inglés de peluquero caprichoso por 35 millones
de euros. Ahí está el caso del periodista mendaz del New York Times,
que se va a hacer millonario por referir cómo urdió las falsedades,
frente al caso del periodista marroquí encarcelado y famélico por causa
de haber contado verdades como puños. Ahí está Harry Potter, que por más
que sea literatura decente eclipsa todo raciocinio cuando revisas las
listas de ventas, las cuales desdibujan la frontera entre el hecho
literario y el hecho fenoménico. Ahí están los intereses inmobiliarios,
que a poco que los incentives logras que la abstención de un par de
tránsfugas desbarate los pilares del partido en la oposición. Y ahí está
la telebasura, que algunos analistas reaccionarios no han dudado en
calificar ya directamente como “telemierda”, evidenciada entre debates
éticos de flojo sostén intelectual y algunos titulares lelos en prensa,
pero que sigue reportando sustanciosos dividendos a productores sin
escrúpulos, comunicadores sin dotes y famosetes de medio pelo que, a lo
tonto a lo tonto, se siguen embolsando los miles de euros que tan bien
les vendrían a unos cuantos negritos flacuchos del África Tropical.
Digo.
No lo duden: las desgracias no cesan. También padecimos algunas durante
estas últimas semanas. El día 23 de mayo un terremoto sacudió Argel y
causó más de 1.500 muertos y cerca de 8.000 heridos, y las casas
quedaron todas ladeadas, como en las viñetas de Ágreda. Comenzamos junio
con un sonoro choque de trenes en Albacete. El conflicto
Palestino-Israelí no cesó de darnos sustos con sangre. El paro en los EE
UU siguió subiendo (ya un 6,2%). Murió Serafín casi en el olvido, el
pobre; y Georges Pichard casi igual, porque en España le recordábamos
pocos. Hubo un conato de golpe de estado en Mauritania que dejó
muchísimos heridos. Prosiguió la poco noticiada guerra de Indonesia,
donde por causa de la ofensiva del Gobierno contra el Movimiento para la
Liberación de Aceh van casi 250 muertos y 35.000 desplazados. Y otra
cosa mala: el único país en el que gobernaban todo mujeres, va y dimite
la Jaatteenmaki.
Pero para qué preocuparse. Ni titubeen. Tranquis. Que las cosas esas que
dicen por televisión no han de ser necesariamente reales. Imaginemos que
estamos en Matrix y que todo ocurre virtual. Ya está; podemos ir a la
playa con la conciencia inmaculada. Además, de todo ese zumbido de caos
nos abroquela la presencia de un futbolista que viene con cantante pija
de serie, también nos escudan las canciones del verano, el Tour, los
estrenos cinematográficos de la temporada muy de acción, y los
suplementos anejos al periódico del fin de semana, que colman nuestros
afanes culturales con deuvedés y tebeos mínimos.
Los medios es lo que tienen, que reconfiguran la realidad. Por ejemplo,
tú pones un afán electoralista teñido de falso feminismo en una crítica
de tintes censores y hasta Vargas Llosa te llena una columna hablando de
Todas putas (El País, 8-VI-2003; Capmany lo hizo en
ABC, en 9-VI-2003). A este respecto, el de la avilantez mediática,
decía Umbral que «No han empeorado los medios ni la avilantez del
personal. Sólo ha crecido la difusión del marujeo», lo cual parece
corroborar la alerta lanzada por un conjunto de psicólogos británicos
sobre la expansión de las obsesiones patológicas con la vida de las
celebridades.
No veas, los científicos. Es que ellos no dudan nada. No vacilan. En
estas últimas semanas han descubierto que los españoles comemos cada vez
peor y más deprisa; que los niños que roncan se deprimen mucho; que las
mujeres sueltan entre 7.000 y 8.000 palabras diarias por cada 3.000 ó
4.000 de los hombres (por eso cuando llegamos a casa tenemos poco que
contarles, pero... ¡cielos, a ellas les quedan aún 5000 palabras!); dos
misiones espaciales nos aportarán datos sobre el universo frío desde la
órbita de Lagrange; y unos científicos descubrieron que el cromosoma Y
consiste solamente en 78 genes chiquitajos que son resultado de una
degeneración de material del cromosoma X.
Pues vaya, sí que no alegran la vida masculina los científicos.
En fin, para alegrarnos queda Tebeosfera, cuya edición previa al
verano ha estado en duda por causas logísticas. Finalmente hemos
decidido actuar sin titubeos y construir una edición especial en la que,
si bien hacemos reseñas de actualidad y rendimos efeméride a Tintín,
también hablamos de autores de lujo (Yann y Berthet, Foster y Gould,
Mordillo), de otros algo olvidados (Rojas de la Cámara, Serafín,
Quinterno, Roso), de dibujantes casi por completo desconocidos (Juan
Carlos), de obras como Sol Poniente, Áureo, Flamenco, o de la
amarillenta prensa del siglo XIX, presa del tiempo y del olvido.
Aquí hubo convicción: tenemos el honor de abrir un nuevo espacio con la
presente edición, “Libris”, donde publicaremos textos teóricos de
envergadura como el que nos ha brindado el historiador de la prensa
Enrique Peláez-Malagón: su Catálogo de las revistas ilustradas y
satíricas valencianas del siglo XIX, que permanecía inédito de la
forma en que nosotros lo servimos y que constituye un documento de
primer orden para los investigadores de la historia de la prensa
española en general y para los interesados en la historia del humor
gráfico y la historieta en Valencia, en particular.
Tebeosfera
de
vez en cuando vacila, sí, pero “vacila” de edición de lujo. |