PITUSO.
Al poco del nacimiento
de Chaveas y también con el modelo de Chicos como espejo
en el que mirarse apareció en Huelva el suplemento Pituso, semanario
infantil de Odiel, una publicación cuyo núm. 1 esta fechado el 8 de
noviembre de 1945.
Odiel
era
un diario onubense que, tras la desaparición de Diario de Huelva
en 1942, se mantuvo como único periódico de la provincia durante todo el
franquismo y más allá, hasta 1983. No era un periódico muy leído, ya que
no superó los 5.000 ejemplares de tirada en ningún momento durante el franquismo (desde
finales de los setenta sí que aumentó su tirada; cif. Checa Godoy, 1991:
378) y estaba claramente beneficiado por el Estado.
El caso es pues similar
al de La Tarde: un diario deficitario, con pocos lectores y
sujeto a los mecanismos de censura, pero con alguien en la redacción
muy interesado por producir un suplemento dirigido a los presumibles
–escasos siempre- lectores infantiles. Ese fue el caso de Pituso,
cuyo formato era el de la misma hoja del diario, que admitía ser plegada
una vez para confeccionarlo, dando como resultado un pobre “tebeo” de
sólo cuatro páginas en blanco y negro e impreso sobre papel deleznable.
Pero a primera vista
resultaba ligeramente más espectacular que Chaveas, por cuanto
servía en la primera página una historieta de acción,
“La Ruta Peligrosa”, que formaba parte de un serial dibujado por el autor Piñana, el cual se continuaba en la página 2 del semanario y en
subsiguientes entregas. Pituso dedicaba la página tercera a
textos variados, romances, secciones de juegos, adivinanzas, etc., entre
las que se ubicaba algún dibujo de personajes extranjeros (como Mickey o
Popeye). La página 4 y última está dedicada a “Los Héroes de España”,
cuyos atributos más destacados por el redactor del semanario eran la
acción combinada con la contemplación;
los héroes de las
Cruzadas y la efigie de Franco
eran los ejemplos más habituales. El carácter
admonitorio de este suplemento se hallaba claramente más interesado sobre los
aspectos propagandísticos que el de su homólogo malagueño.
La historieta de
aventuras siguió siendo el reclamo principal de Pituso. En el
núm. 3, de 29 de noviembre de 1945, se inició otra serie de Piñana: “El
Secreto del Profesor”, igualmente resuelta con escaso mérito. Además, se
añadió una sección interesante, que consistía en tomar chistes gráficos
de otros diarios, a los que se les borraba el pie para que los jóvenes
onubenses improvisasen nuevos pies graciosos.
En
Pituso
4, de 6-XII-1945,
aparece el segundo capítulo de la serie “El Secreto del Profesor” por
Piñana y el resto de las secciones consistían en textos. Luego, si bien
el núm. 6 (fechado el 3 de enero de 1946) no llevaba en cubierta una
historieta, sino ilustraciones alusivas a la Navidad y a los juguetes, y
la aventura “El Secreto del Profesor” proseguía en la página 2, en el
núm. 7 (de 10-I-1946) una nueva aventura realizada por Piñana era de
nuevo portada. En efecto, “Un Drama en el Circo” ocupaba las páginas 1
y 2, y “El Secreto del Profesor” proseguía en la tercera y cuarta
páginas, destinando una mínima parte del suplemento a los textos, en
consecuencia. En Pituso, núm.
8 (17-I-1946) Piñana inició otra aventura, policíaca, “La
Capitana de los gangsters”. Ahora la relegada a página 2 fue “Un Drama
en el Circo” y en la página cuarta Piñana inició “La última batalla”. En
el número siguiente (31-I-1946) se continuaban las tres anteriores
ocupando casi la totalidad del suplemento. La aventura policial, la
circense y la última batalla seguían en el núm. 10, en el que sí que
reservó una página para publicar textos, concretamente “España es así”,
un escrito que resaltaba los valores de la bandera, la Patria y la
Falange. Es éste el último
número que hemos podido consultar.
En conjunto, Pituso fue un
suplemento de bastante menor calidad que Chaveas, de menos
páginas, peor impresión y edición (el ajuste a caja a veces estaba
desplazado, o las viñetas mal montadas) y cuyo equipo se limitaba a una
persona, o eso parece indicar la presencia única de Piñana, que muy
probablemente montase él mismo el suplemento para Odiel.
Más similitudes que
con el tebeíto malagueño presenta Pituso con el suplemento
Peques del diario Córdoba. No sólo por razón de su formato,
sobre todo por la presidencia de un sólo autor sobre el conjunto de
textos y dibujos que aparecieron en sus páginas. Piñana fue a Pituso
lo que el cordobés Alcaide sería a Peques y a su hermano
pequeño A los peques poco más tarde. Además, podemos hablar ahora
de aquella circunstancia de trasvase de viñetas entre suplementos de
periódicos de la Prensa del Movimiento, puesto que varias de las
aventuras realistas de Piñana aparecidas en el suplemento de Odiel
luego serían reutilizadas en el de Córdoba por Alcaide,
coordinador del suplemento cordobés y su principal artífice.
ALCAIDE
Y A LOS PEQUES.
No nos extenderemos
aquí sobre los datos biográficos de José Alcaide Irlán, dado que en la
presente edición y en la anterior de Tebeosfera José María
Varona nos ha ilustrado sobre su trayectoria mediante entrevistas y
textos de homenaje que se pueden consultar si el interesado se remite a
los enlaces dispuestos en la base de la presente página web. Aquí nos
cerniremos exclusivamente sobre sus primeras producciones y sobre su
trabajo en Córdoba, que no sólo se adscribió al suplemento
infantil puesto que el humor gráfico producido por este dibujante para
el ámbito local fue muy abundante
En su infancia Alcaide
se sintió enormemente atraído por dos aspectos relacionados con los
muchachos: la historieta y el movimiento scout. El segundo punto
nos lo corrobora el conocimiento de su afiliación desde muy joven a este
colectivo disciplinado de niños (por no decir militarizado) y, debido a
su fascinación por lo que él llamaba “monos”, en cuanto vio la
oportunidad se ofreció como dibujante al director de El Explorador,
una revista dedicada a los boy-scouts.
El Explorador
había nacido en 1913 como revista de extracción
eclesiástica que iba dedicada a la exploración, inspirada en otras
publicaciones europeas especializada en las aficiones de scouts y
jamborees. El modelo sobrevivió tras la guerra civil por comprender el
régimen franquista que tener a los ciudadanos disciplinados desde la
infancia podía ser un buen
sistema para infundirles ciertos valores
castrenses y religiosos. La revista, así, estaba coordinada desde la
Comisaría General del Instituto de los Exploradores de España (Boy-Scouts
Españoles) y mantuvo su trayectoria con una filosofía editorial
abiertamente monárquica. Se publicaba con periodicidad mensual y con
redacción en Sacramento, 5, de Madrid, siendo impresa en la Imprenta
Hijo de C. León, Mariano Catalina, 7, de Cuenca.
Desde sus inicios fue
revista eminentemente de texto, bien que trufada de fotografías que con
el paso del tiempo fueron abundando más y más en sus páginas. La
revista, suspendió su andadura en 1931, en buena lógica si era desafecta
a la República, para retornar en octubre de 1934. Fue entonces, a los 21
años de su nacimiento, en el núm. 269 (de octubre de 1934), cuando
modificó su apariencia de seriedad al incorporar a su cubierta un
logotipo de caracteres más infantiles y por usar los toscos dibujos de
un tal F. Fernández como portada en varios números
a partir de entonces. El objetivo parecía
ser acercar la publicación al lector infantil. En esta etapa (la tercera
de la cabecera, según se indica en los créditos) predomina el dibujo
sobre la fotografía y aparecen también historietas, como las “Aventuras
de Brodónez”, del mismo Fernández.
La primera vez que
encontramos a Alcaide en El Explorador es en la página 13 del
núm. 272, de enero de 1935. Y su primera cubierta sería la del núm. 274,
de marzo de 1935, en cuyo interior también publicó un chiste. Los
chistes gráficos, siempre firmados por “J. Alcaide”, siguieron
ofreciéndose en alguna página de la revista, que destinaba casi el 80%
de su contenido a textos sobre viajes o consejos cristianos o alguna
epopeya redactada a modo de lección. Desde el número 276 (de mayo de
1935) comenzaron a aparecer historietas -aquí una de Mendoza- y Alcaide
iniciaría la saga de “Aventuras de Bok y el Lobato y el Viejo Lobo” en
la página 164 de El Explorador num. 279-280, de agosto y
septiembre de 1935. El viejo y el joven scout de Alcaide
prosiguieron sus aventuras en siguientes números de El Explorador,
aunque no de forma continuada: en el 282, de noviembre, solamente
hubo algunos chistes, en el número de enero de 1936 no hubo ni chistes,
y en febrero, en el núm. 285, volvían las aventuras de Bok y el Lobato.
Y continuarían en siguientes números, al menos hasta el núm. 289, último
de los que hemos podido consultar de El Explorador.
Hemos de suponer que
Alcaide luchó durante la guerra civil en el bando de los rebeldes, los
que se proclamaron nacionales; las entrevistas practicadas no han
arrojado luz sobre ese período, pero parece ser que en 1937 ya había
retornado a la vida civil para dedicarse a su oficio, que no abandonó
hasta los finales años ochenta, el de delineante. Fue en 1937, antes del cese
de las hostilidades dado que Córdoba ya era tierra de Franco, que Alcaide se dispuso a seguir trabajando en la producción de historietas
para los tebeos más importantes de entonces. Pelayos, Flechas
y Pelayos, Chicos, Chiquitito y Mis Chicas acogieron sus
trabajos hasta poco más allá de mediados de los años cuarenta,
destacando entre sus creaciones: Capitán Acuña, Cocolín, Din el
duendecillo del bosque, Fakir Fakhundo, Macuto o Jamoncito el vagabundo,
Marga, Ovalo detective, Paco el Minero, Pituca, Poli el artista
distraído, Poli el guardia, Polito, Rafi, Nono el peque, Topito
Cabezadura, Topo el sabueso, Don Veremundo… pero sobre todos ellos
destacó Pepe
Carapato,
personaje creado para el diario Córdoba que también llegó a
aparecer en el tebeo Chicos.
Algunos de esos
personajes fueron usados a la viceversa: primero los creó Alcaide para
el tebeo Chicos y luego los utilizó para el suplemento de
historietas que a partir de 1943 se publicó como aliciente de los niños
cordobeses. Ya en 1941 Alcaide se había integrado en el diario
Córdoba para realizar labores de diseño y maquetación, y no tardó en colaborar
con viñetas políticas en sus páginas.
Córdoba
era, como rezaba su
subtítulo, un Diario de Falange Española tradicionalista y de las
J.O.N.S., que en a comienzos de los años cuarenta seguía siendo un
periódico con larga tradición (procedía del siglo XIX) pero que se había
vuelto flaco en consonancia con los tiempos de penuria. Sus tiradas
rondaban los 5.000 ejemplares, alcanzando los 9.000 en sus mejores
momentos en la década de los setenta (según datos de Checa Godoy, 1991:
378). Desde el final de la guerra y hasta 1942 tan sólo contaba
Córdoba con cuatro páginas, pero en ellas cabía el chiste
gráfico de Alcaide. En el diario este autor se encargó de renovar la cabecera, que
diseñó de nuevo, e hizo ilustración editorial sin recatarse a la hora de
ensalzar a Franco o realzar los símbolos del gallardo Movimiento
Nacional y, sobre todo a partir de 1942, dibujó viñetas claramente
ácidas contra los regímenes comunistas o los intereses contrarios al
Régimen (fue galardonado con el Premio Nacional de Caricatura Política
en 1944, con 500 pesetas de la época).
También practicó el humor blanco sobre la realidad cotidiana, sin
permitirse jamás reflejar el mundo gris de la posguerra; al contrario,
él reconstruyó en sus viñetas una España alegre y una Córdoba
jacarandosa.
El primer chiste
político que hemos hallado del autor apareció el 3-I-1942, “Churchill
habla en el Senado”, pero entonces Alcaide no dibujaba a diario y sus trabajos aparecían
esporádicamente en un principio, como las caricaturas de César Abin
-éstas sin duda procedentes de Madrid-, y de Santos, un ilustrador con
quien se alternaba en el dibujo de figurines de modas o retratos de
costumbres cordobesas. A partir del ejemplar de Córdoba del 14 de
abril de ese mismo año, Alcaide comenzó a publicar una tira sin título
genérico (la primera de ellas fue “Cara y cruz del extraperlo”[sic]), pero
eso sí, situada en cubierta. Esta labor la fue combinando con chistes
gráficos de diferentes tamaños que servía sin periodicidad marcada y a
veces cediendo su lugar al dibujante Herreros o a los mapas y
fotografías que reclamaba el lector del diario interesado por los
acontecimientos de la guerra desatada entonces en Europa. Durante
siguientes meses, de hecho, Alcaide continuó haciendo chistes para
Córdoba, contribuyendo con ellos a la propaganda franquista en la
intervención militar exterior, pues ridiculizaba con sus dibujos a los
bolcheviques y loaba a los militares alemanas.
Es durante 1943 que la
obra de Alcaide tomó mayor protagonismo en el diario, cediendo ímpetu
satírico para preocuparse de dirigir su humorismo hacia un lector más
menudo. Su actividad como creador era incesante. Mientras dibujaba para
los tebeos que se editaban en Madrid y hacía “monos” cada vez con más
frecuencia, a mitad del año formuló al al director del diario la
posibilidad de crear una sección de historietas dirigida a los niños que
acabó titulándose A los Peques. Ésta apareció el primer viernes
de septiembre de 1943, y por entonces ocupaba la parte inferior
de una página del diario, a modo de faldón, y con el tímido aliciente
del bitono.
Hemos podido consultar
entregas de 1944, concretamente a partir del núm. 24, fechada el 7 de
enero de 1944. Donde aparece el personaje Polito como mascota de la
publicación. A los peques aparecía con el yugo y las flechas bien
cerca de la cabecera, y ofrecía historietas de Polito y Paco el minero,
cuentos maravillosos, chistes gráficos, caricaturas y retratos de
cordobeses famosos, tiras de historieta de corte realista como “El Reino
Amarillo” o “El misterio del valle”, textos didácticos… todo ello
realizado por Alcaide, que mutaba su estilo y desbordaba creatividad.
Además,
entregaba sus aportaciones literarias y gráficas con esmero aunque no
con puntualidad: tras la entrega 26, del viernes 28 de enero; la entrega
32 no apareció hasta el sábado 8 de abril de 1944; la 33, el 15 de
abril; la 35, el 29 de abril; el núm. 43 de este “suplemento”, último
que hemos podido ver, viene fechado el 10 de agosto de 1944. Durante ese
año no aparecen más en el diario,
aunque sí prosiguió su autor elaborando chistes, que aparecen ya más a menudo a
partir de junio de 1944.
Pero la gran creación
de Alcaide, en el humor gráfico local, fue Pepe Carapato, que comenzó a
aparecer en tiras en 1945 bajo el título “De cómo pasa el rato… Pepe
Carapato”.
El personaje era una
suerte de alter ego del dibujante, narizón, muy cordobés (con
camisa de topos y el sombrero típico de la provincia), protestón sobre los problemas
locales pero perezoso para hacer otra cosa salvo señalarlos. Ingenioso y
a veces algo irreverente, exagerado, altruista, ocurrente… un personaje
bonachón, plácido, sencillo, modélico, con el que terminó
identificándose su autor, a quien con el tiempo llamarían su atención sus
vecinos con el remoquete “Carapato”.
El personaje era una
suerte de senequista en versión quijotesca. Según su autor declaraba a
Córdoba en 1948, cuando sostenía que el personaje era ya más popular entre los
cordobeses que el ratón Mickey, Carapato era un guasón
«de
tomo y lomo, y cordobés 325,50 por 100, que aprendió de Séneca que la
vida hay que tomársela con cariño y refrescos»
(Medina
González, 1948). Con el personaje Alcaide no pretendía hacer
gracia, ni quería molestar a nadie con su presencia; únicamente lo
lanzaba a la vía pública a vivir su vida.
Alcaide
no dejó de dibujar al mudo Carapato durante toda la década de los años
1940, y prosiguió haciéndolo durante los 1950. En esta década, el
dibujante hizo historietas para tebeos de Madrid o de
Valencia (como Jaimito), dibujó para alguna revista andaluza esporádicamente
(Contraste) y creó nuevas obras para Manuel Rodríguez del Toro, editor malagueño
del sello Ediciones Manraf Publicaciones Infantiles,
y además continuó dibujando para Córdoba, sobre todo caricaturas de los
literatos, políticos y personas célebres cordobesas.
Carapato acaparó la
popularidad de su autor y le robó el protagonismo. No sabemos si se
expresó a través de él, pero lo que sí parece claro es que el personaje se demostró ligeramente
xenófobo, muy amigo de lo taurino, del fútbol, de la vida tranquila y la
cervecita al fresco. Muy andaluz, según el canon de los tipismos
españoles, pero eficaz: ni las “Aventuras del Pato Donald”, que
Córdoba adquiría a King Features Syndicate, ni los chistes de
Conti llegados de Madrid lograron jamás arrancarle el liderazgo en el
periódico al cordobés.
PEQUES.
El rescate de un
suplemento de historietas para Córdoba al uso de lo que fue A
los peques pudo deberse a que la Prensa del Movimiento tomó nota de
las preferencias del público lector por ciertos temas o géneros
periodísticos, como dejaba claro el artículo aparecido en Córdoba
el día 25 de enero de 1946 titulado: “Los puestos de periódicos y las
predilecciones de público lector. Las novelas policíacas y las
publicaciones deportivas e infantiles a la orden del día” [ véase la
imagen anexa, cuya ilustración firmó Alcaide ]. En el se indicaba que lo
más vendido en los quioscos de Córdoba era, por este orden, El Ruedo,
Dígame, Córdoba, Aventuras del Oeste, Dumbo y Chicos, y
subrayaba: «Las publicaciones taurinas, de aventuras y las revistas
infantiles son las que más busca este mundo heterogéneo y nervioso que
se agita alrededor de los puestos de periódicos.»
Ciertamente Córdoba
demostró interés por la historieta porque la sección de media página
A los peques fue recuperada para adoptar ahora la categoría de
suplemento en 1946, habiéndose comprobado su aceptación por parte del
público y cambiando su título en el proceso.
Peques, suplemento
infantil de Córdoba
era el resultado de plegar el diario cordobés, obteniendo de
esta manera una cuartilla. Data el núm. 1 del viernes 18 de enero de
1946 y se abría con “Una aventura de Cocolín”, personaje habitual en
Chicos desde 1938. Bajo esa tira aparecía una creación de Alcaide
improvisada para Peques, “Historieta muda de «Piquito el
gitano»”. El suplemento ofrecía textos, además, como el de la
página 2 que Alcaide ilustraba con delicados
dibujos, “La Reina de las Sirenas”. En la tercera página se combinaban textos
e imágenes en las secciones: “Aquí Radio Peques”, “Carapato en Sierra
Morena” y varios sueltos, todo ello ilustrado por Alcaide, con dibujos y
chistes gráficos. En la cuarta y última página del semanario se
disponían secciones de noticias y didácticas, como “Mickey Mouse en
España”, “El hombre y el águila”, un jeroglífico, un crucigrama y otros
chistes o escritos jocosos. Lo sorprendente es que todo estaba dibujado
y, aparentemente, escrito por un mismo autor.
Sabemos el día de
aparición de Peques porque en su número 2 el subtítulo pasó a ser
Suplemento infantil de los jueves. Salió este número con fecha de
24 de enero de 1946 y en su primera página ofrecía varias historietas y
chistes todas de Alcaide: “Aventuras de Polito y Paco el minero”, “Un
susto morrocotudo”, “Vinieron las lluvias”. Luego continuaban las
secciones escritas “La Reina de las Sirenas”, “Aquí Radio Peques”, “Pepe
Carapato en Sierra Morena”, más chistes y un texto didáctico sobre
animales.
Peques,
3, de 31-I-1946
incorporaba nuevos personajes de historieta en su portada: “Aventuras
del sabio profesor Bola con su discípulo Boliche”. La inventiva de
Alcaide no cesaba en páginas siguientes. Inició el relato ilustrado “El
reyecito enfermo”, abrió secciones como “Quisicosas”, mantuvo “Aquí
Radio Peques” y “Pepe Carapato en Sierra-Morena” y la cuarta de
cubiertas muy similar a la del anterior número. La calidad de los textos
era variable, pero el producto final se alejaba del tono instructivo de
Pituso y superaba el infantilismo de Chaveas; Alcaide
conseguía deleitar instruyendo sin detenerse en la mera promoción de los
postulados del Movimiento. Y siguió creando personajes, como “Cuquito el
Mexicano”, por ejemplo, en el número 5 (14-II-1946).
El personaje de
mayor presencia e importancia de Peques fue el personaje
genuinamente cordobés Cara Pato. El núm. 7 de Peques, de 28 de
febrero de 1946, hacía a éste el representante de la redacción del
suplemento frente a los lectores, en la gran viñeta que servía de
cubierta “Ante la gente menuda, el gran Cara Pato suda”, donde Alcaide
dibujaba para el público lector el interior de la redacción de Córdoba. En la página final del mismo
ejemplar encontramos un puñado de historietas dibujadas por niños
cordobeses, todas ellas presentadas a un premio y protagonizadas por
Cara Pato.
Alcaide
prosiguió incansable produciendo el suplemento infantil de Córdoba
durante 1946. Por lo visto era una actividad que le deleitaba. Si
hacemos caso de las declaraciones de su hija, la omnipresencia de su
firma en Peques obedecía a que resultaba más caro para el
periódico editar materiales procedentes de Madrid que producirlos en la
propia redacción de Córdoba. No hemos podido contrastar
este dato, pero en los ejemplares consultados es evidente que el
suplemento era una creación total de Alcaide. Al menos esa tónica
prosigue en los números 8 (7-III-1946), con las creaciones “El príncipe
desconocido” y “Artemisa y ratonín”, y 9 (14-III-1946), con “Historia
triste de unas princesitas melosas”.
Pero ya a esta altura
se acusa el cansancio del autor cordobés, porque aparece una historieta
sin firma que no responde a su estilo en la página 4 del núm. 9 de
Peques. Aquí se da inicio al serial de aventuras “La ruta
peligrosa”, que es, en efecto, la obra de Piñana aparecida el año
anterior en el suplemento Pituso, de Odiel. Alcaide la
toma, o le llega de manos del director de Córdoba, no lo sabemos,
para completar los contenidos de Peques, y la utiliza remontando
las viñetas. Esto último lo hace sin razón aparente, puesto que las
dimensiones de ambos suplementos eran similares. Las viñetas de “La ruta
peligrosa” continúan a modo de puzzle en Peques núm. 10
(28-III-1946) y 11 (4-IV-1946), compartiendo espacio con historietas de Bola y Boliche o de Cuquito el Mejicano,
y al lado de cuentos como “Las tres
camisas de maese Jorge” o “El dragón de ocho cabezas. Leyenda japonesa”.
Junto a Piñana, de
quien también se reprodujo aquí la historieta tomada de Pituso
“La última batalla” (que databa, recuérdese, del 17-I-1946), firmó
historietas en el núm. 11 y siguientes de Peques el autor Sidal,
de estilo muy similar al de Alcaide y que casi con total seguridad era él
mismo actuando bajo seudónimo, pues se hizo cargo de las historietas de
Cuquito el mejicano a partir del núm. 12 (de 11-IV-1946).
La continuidad del
suplemento infantil comenzó a peligrar a partir de Peques núm.
13, que llevó fecha de 25-IV-1946 y, por lo tanto, abandonaba la
cadencia semanal. Los contenidos eran los mismos, compartidos por
Alcaide, Piñana y Sidal. No sabemos qué ocurrió luego puesto que no hemos
podido consultar más ejemplares de Peques, al menos no existen en
los archivos municipales de Madrid. Queda por hacer ese vaciado
hemerográfico en otras hemerotecas. De sus trabajos para Peques,
Alcaide solamente mantuvo a Cara Pato en el diario y más tarde
intentaría recuperar a Abderramán III, cuya vida había comenzado a
narrar en el suplemento.
Con el cambio de rumbo
ideológico del diario a la muerte de Franco, Alcaide abandonó las
páginas de Córdoba. No volvería hasta finales de los 1980 a
dibujar en sus páginas, y para entonces ensayó una nueva creación, con
la forma de historietas de tres tiras protagonizadas por El profesor
Tostón y su discípulo Melón. El humor de Alcaide se apreciaba aquí
también, y poseía el espíritu vitalista de antaño, pero su pulso ya no
era el mismo y sus trazos habían perdido la amabilidad de Pepe Carapato.
Con el paso del tiempo, abandonó el dibujo de humor. Y, tras su
jubilación, al comprobar que la afición y los estudiosos de la historieta
y del humor españoles se habían olvidado de él, se deshizo de sus
recuerdos y originales
Fue Alcaide creador de
personajes carismáticos a la par que todo un personaje él mismo, y un
humorista gráfico que no debiera olvidar la historia del humor y la
historieta españoles. Como meritoria debiéramos calificar hoy la
labor de
algunas personas como
Gallardo, Piñana o Alcaide
quienes, en aquellos
años grises y sin producción autóctona de tebeos en ciertas regiones,
contribuyeron -aunque fuera modestamente- a alimentar la ilusión y la
alegría de los chaveas, los pitusos y los peques de sus ciudades
respectivas.
NOTAS:
|