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HUMOR E HISTORIETA EN LA PRENSA DEL MOVIMIENTO DE ANDALUCÍA, 1940-50. EL CASO DE ALCAIDE ( y 2 )

  Artículo por Manuel Barrero

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[ Portada de A los peques núm. 40, de 1944. Haga clic para ampliar, al igual que sobre el resto de imágenes de esta y siguientes páginas web ]


PITUSO.

Al poco del nacimiento de Chaveas y también con el modelo de Chicos como espejo en el que mirarse apareció en Huelva el suplemento Pituso, semanario infantil de Odiel, una publicación cuyo núm. 1 esta fechado el 8 de noviembre de 1945.

Odiel era un diario onubense que, tras la desaparición de Diario de Huelva en 1942, se mantuvo como único periódico de la provincia durante todo el franquismo y más allá, hasta 1983. No era un periódico muy leído, ya que no superó los 5.000 ejemplares de tirada en ningún momento durante el franquismo (desde finales de los setenta sí que aumentó su tirada; cif. Checa Godoy, 1991: 378) y estaba claramente beneficiado por el Estado.

El caso es pues similar al de La Tarde: un diario deficitario, con pocos lectores y sujeto a los mecanismos de censura, pero con alguien en la redacción muy interesado por producir un suplemento dirigido a los presumibles –escasos siempre- lectores infantiles. Ese fue el caso de Pituso, cuyo formato era el de la misma hoja del diario, que admitía ser plegada una vez para confeccionarlo, dando como resultado un pobre “tebeo” de sólo cuatro páginas en blanco y negro e impreso sobre papel deleznable.

Pero a primera vista resultaba ligeramente más espectacular que Chaveas, por cuanto servía en la primera página una historieta de acción, “La Ruta Peligrosa”, que formaba parte de un serial dibujado por el autor Piñana, el cual se continuaba en la página 2 del semanario y en subsiguientes entregas. Pituso dedicaba la página tercera a textos variados, romances, secciones de juegos, adivinanzas, etc., entre las que se ubicaba algún dibujo de personajes extranjeros (como Mickey o Popeye). La página 4 y última está dedicada a “Los Héroes de España”, cuyos atributos más destacados por el redactor del semanario eran la acción combinada con la contemplación; los héroes de las Cruzadas y la efigie de Franco eran los ejemplos más habituales. El carácter admonitorio de este suplemento se hallaba claramente más interesado sobre los aspectos propagandísticos que el de su homólogo malagueño.

La historieta de aventuras siguió siendo el reclamo principal de Pituso. En el núm. 3, de 29 de noviembre de 1945, se inició otra serie de Piñana: “El Secreto del Profesor”, igualmente resuelta con escaso mérito. Además, se añadió una sección interesante, que consistía en tomar chistes gráficos de otros diarios, a los que se les borraba el pie para que los jóvenes onubenses improvisasen nuevos pies graciosos.

En Pituso 4, de 6-XII-1945, aparece el segundo capítulo de la serie “El Secreto del Profesor” por Piñana y el resto de las secciones consistían en textos. Luego, si bien el núm. 6 (fechado el 3 de enero de 1946) no llevaba en cubierta una historieta, sino ilustraciones alusivas a la Navidad y a los juguetes, y la aventura “El Secreto del Profesor” proseguía en la página 2, en el núm. 7 (de 10-I-1946) una nueva aventura realizada por Piñana era de nuevo portada. En efecto, “Un Drama en el Circo”  ocupaba las páginas 1 y 2, y “El Secreto del Profesor” proseguía en la tercera y cuarta páginas, destinando una mínima parte del suplemento a los textos, en consecuencia. En Pituso, núm. 8 (17-I-1946) Piñana inició otra aventura, policíaca, “La Capitana de los gangsters”. Ahora la relegada a página 2 fue “Un Drama en el Circo” y en la página cuarta Piñana inició “La última batalla”. En el número siguiente (31-I-1946) se continuaban las tres anteriores ocupando casi la totalidad del suplemento. La aventura policial, la circense y la última batalla seguían en el núm. 10, en el que sí que reservó una página para publicar textos, concretamente “España es así”, un escrito que resaltaba los valores de la bandera, la Patria y la Falange. Es éste el último número que hemos podido consultar.

En conjunto, Pituso fue un suplemento de bastante menor calidad que Chaveas, de menos páginas, peor impresión y edición (el ajuste a caja a veces estaba desplazado, o las viñetas mal montadas) y cuyo equipo se limitaba a una persona, o eso parece indicar la presencia única de Piñana, que muy probablemente montase él mismo el suplemento para Odiel.

Más similitudes que con el tebeíto malagueño presenta Pituso con el suplemento Peques del diario Córdoba. No sólo por razón de su formato, sobre todo por la presidencia de un sólo autor sobre el conjunto de textos y dibujos que aparecieron en sus páginas. Piñana fue a Pituso lo que el cordobés Alcaide sería a Peques y a su hermano pequeño A los peques poco más tarde. Además, podemos hablar ahora de aquella circunstancia de trasvase de viñetas entre suplementos de periódicos de la Prensa del Movimiento, puesto que varias de las aventuras realistas de Piñana aparecidas en el suplemento de Odiel luego serían reutilizadas en el de Córdoba por Alcaide, coordinador del suplemento cordobés y su principal artífice.

ALCAIDE Y A LOS PEQUES.

No nos extenderemos aquí sobre los datos biográficos de José Alcaide Irlán, dado que en la presente edición y en la anterior de Tebeosfera José María Varona nos ha ilustrado sobre su trayectoria mediante entrevistas y textos de homenaje que se pueden consultar si el interesado se remite a los enlaces dispuestos en la base de la presente página web. Aquí nos cerniremos exclusivamente sobre sus primeras producciones y sobre su trabajo en Córdoba, que no sólo se adscribió al suplemento infantil puesto que el humor gráfico producido por este dibujante para el ámbito local fue muy abundante

En su infancia Alcaide se sintió enormemente atraído por dos aspectos relacionados con los muchachos: la historieta y el movimiento scout. El segundo punto nos lo corrobora el conocimiento de su afiliación desde muy joven a este colectivo disciplinado de niños (por no decir militarizado) y, debido a su fascinación por lo que él llamaba “monos”, en cuanto vio la oportunidad se ofreció como dibujante al director de El Explorador, una revista dedicada a los boy-scouts.

El Explorador había nacido en 1913 como revista de extracción eclesiástica que iba dedicada a la exploración, inspirada en otras publicaciones europeas especializada en las aficiones de scouts y jamborees. El modelo sobrevivió tras la guerra civil por comprender el régimen franquista que tener a los ciudadanos disciplinados desde la infancia podía ser un buen sistema para infundirles ciertos valores castrenses y religiosos. La revista, así, estaba coordinada desde la Comisaría General del Instituto de los Exploradores de España (Boy-Scouts Españoles) y mantuvo su trayectoria con una filosofía editorial abiertamente monárquica. Se publicaba con periodicidad mensual y con redacción en Sacramento, 5, de Madrid, siendo impresa en la Imprenta Hijo de C. León, Mariano Catalina, 7, de Cuenca.

Desde sus inicios fue revista eminentemente de texto, bien que trufada de fotografías que con el paso del tiempo fueron abundando más y más en sus páginas. La revista, suspendió su andadura en 1931, en buena lógica si era desafecta a la República, para retornar en octubre de 1934. Fue entonces, a los 21 años de su nacimiento, en el núm. 269 (de octubre de 1934), cuando modificó su apariencia de seriedad al incorporar a su cubierta un logotipo de caracteres más infantiles y por usar los toscos dibujos de un tal F. Fernández como portada en varios números a partir de entonces. El objetivo parecía ser acercar la publicación al lector infantil. En esta etapa (la tercera de la cabecera, según se indica en los créditos) predomina el dibujo sobre la fotografía y aparecen también historietas, como las “Aventuras de Brodónez”, del mismo Fernández.

La primera vez que encontramos a Alcaide en El Explorador es en la página 13 del núm. 272, de enero de 1935. Y su primera cubierta sería la del núm. 274, de marzo de 1935, en cuyo interior también publicó un chiste. Los chistes gráficos, siempre firmados por “J. Alcaide”, siguieron ofreciéndose en alguna página de la revista, que destinaba casi el 80% de su contenido a textos sobre viajes o consejos cristianos o alguna epopeya redactada a modo de lección. Desde el número 276 (de mayo de 1935) comenzaron a aparecer historietas -aquí una de Mendoza- y Alcaide iniciaría la saga de “Aventuras de Bok y el Lobato y el Viejo Lobo” en la página 164 de El Explorador num. 279-280, de agosto y septiembre de 1935. El viejo y el joven scout de Alcaide prosiguieron sus aventuras en siguientes números de El Explorador, aunque no de forma continuada: en el 282, de noviembre, solamente hubo algunos chistes, en el número de enero de 1936 no hubo ni chistes, y en febrero, en el núm. 285, volvían las aventuras de Bok y el Lobato. Y continuarían en siguientes números, al menos hasta el núm. 289, último de los que hemos podido consultar de El Explorador.

Hemos de suponer que Alcaide luchó durante la guerra civil en el bando de los rebeldes, los que se proclamaron nacionales; las entrevistas practicadas no han arrojado luz sobre ese período, pero parece ser que en 1937 ya había retornado a la vida civil para dedicarse a su oficio, que no abandonó hasta los finales años ochenta, el de delineante. Fue en 1937, antes del cese de las hostilidades dado que Córdoba ya era tierra de Franco, que Alcaide se dispuso a seguir trabajando en la producción de historietas para los tebeos más importantes de entonces. Pelayos, Flechas y Pelayos, Chicos, Chiquitito y Mis Chicas acogieron sus trabajos hasta poco más allá de mediados de los años cuarenta, destacando entre sus creaciones: Capitán Acuña, Cocolín, Din el duendecillo del bosque, Fakir Fakhundo, Macuto o Jamoncito el vagabundo, Marga, Ovalo detective, Paco el Minero, Pituca, Poli el artista distraído, Poli el guardia, Polito, Rafi, Nono el peque, Topito Cabezadura, Topo el sabueso, Don Veremundo… pero sobre todos ellos destacó Pepe Carapato, personaje creado para el diario Córdoba que también llegó a aparecer en el tebeo Chicos.

Algunos de esos personajes fueron usados a la viceversa: primero los creó Alcaide para el tebeo Chicos y luego los utilizó para el suplemento de historietas que a partir de 1943 se publicó como aliciente de los niños cordobeses. Ya en 1941 Alcaide se había integrado en el diario Córdoba para realizar labores de diseño y maquetación, y no tardó en colaborar con viñetas políticas en sus páginas.

Córdoba era, como rezaba su subtítulo, un Diario de Falange Española tradicionalista y de las J.O.N.S., que en a comienzos de los años cuarenta seguía siendo un periódico con larga tradición (procedía del siglo XIX) pero que se había vuelto flaco en consonancia con los tiempos de penuria. Sus tiradas rondaban los 5.000 ejemplares, alcanzando los 9.000 en sus mejores momentos en la década de los setenta (según datos de Checa Godoy, 1991: 378). Desde el final de la guerra y hasta 1942 tan sólo contaba Córdoba con cuatro páginas, pero en ellas cabía el chiste gráfico de Alcaide. En el diario este autor se encargó de renovar la cabecera, que diseñó de nuevo, e hizo ilustración editorial sin recatarse a la hora de ensalzar a Franco o realzar los símbolos del gallardo Movimiento Nacional y, sobre todo a partir de 1942, dibujó viñetas claramente ácidas contra los regímenes comunistas o los intereses contrarios al Régimen (fue galardonado con el Premio Nacional de Caricatura Política en 1944, con 500 pesetas de la época).2 También practicó el humor blanco sobre la realidad cotidiana, sin permitirse jamás reflejar el mundo gris de la posguerra; al contrario, él reconstruyó en sus viñetas una España alegre y una Córdoba jacarandosa.

El primer chiste político que hemos hallado del autor apareció el 3-I-1942, “Churchill habla en el Senado”, pero entonces Alcaide no dibujaba a diario y sus trabajos aparecían esporádicamente en un principio, como las caricaturas de César Abin -éstas sin duda procedentes de Madrid-, y de Santos, un ilustrador con quien se alternaba en el dibujo de figurines de modas o retratos de costumbres cordobesas. A partir del ejemplar de Córdoba del 14 de abril de ese mismo año, Alcaide comenzó a publicar una tira sin título genérico (la primera de ellas fue “Cara y cruz del extraperlo”[sic]), pero eso sí, situada en cubierta. Esta labor la fue combinando con chistes gráficos de diferentes tamaños que servía sin periodicidad marcada y a veces cediendo su lugar al dibujante Herreros o a los mapas y fotografías que reclamaba el lector del diario interesado por los acontecimientos de la guerra desatada entonces en Europa. Durante siguientes meses, de hecho, Alcaide continuó haciendo chistes para Córdoba, contribuyendo con ellos a la propaganda franquista en la intervención militar exterior, pues ridiculizaba con sus dibujos a los bolcheviques y loaba a los militares alemanas.

Es durante 1943 que la obra de Alcaide tomó mayor protagonismo en el diario, cediendo ímpetu satírico para preocuparse de dirigir su humorismo hacia un lector más menudo. Su actividad como creador era incesante. Mientras dibujaba para los tebeos que se editaban en Madrid y hacía “monos” cada vez con más frecuencia, a mitad del año formuló al al director del diario la posibilidad de crear una sección de historietas dirigida a los niños que acabó titulándose A los Peques. Ésta apareció el primer viernes de septiembre de 1943, y por entonces ocupaba la parte inferior de una página del diario, a modo de faldón, y con el tímido aliciente del bitono.

Hemos podido consultar entregas de 1944, concretamente a partir del núm. 24, fechada el 7 de enero de 1944. Donde aparece el personaje Polito como mascota de la publicación. A los peques aparecía con el yugo y las flechas bien cerca de la cabecera, y ofrecía historietas de Polito y Paco el minero, cuentos maravillosos, chistes gráficos, caricaturas y retratos de cordobeses famosos, tiras de historieta de corte realista como “El Reino Amarillo” o “El misterio del valle”, textos didácticos… todo ello realizado por Alcaide, que mutaba su estilo y desbordaba creatividad. Además, entregaba sus aportaciones literarias y gráficas con esmero aunque no con puntualidad: tras la entrega 26, del viernes 28 de enero; la entrega 32 no apareció hasta el sábado 8 de abril de 1944; la 33, el 15 de abril; la 35, el 29 de abril; el núm. 43 de este “suplemento”, último que hemos podido ver, viene fechado el 10 de agosto de 1944. Durante ese año no aparecen más en el diario,3 aunque sí prosiguió su autor elaborando chistes, que aparecen ya más a menudo a partir de junio de 1944.

Pero la gran creación de Alcaide, en el humor gráfico local, fue Pepe Carapato, que comenzó a aparecer en tiras en 1945 bajo el título “De cómo pasa el rato… Pepe Carapato”.

El personaje era una suerte de alter ego del dibujante, narizón, muy cordobés (con camisa de topos y el sombrero típico de la provincia), protestón sobre los problemas locales pero perezoso para hacer otra cosa salvo señalarlos. Ingenioso y a veces algo irreverente, exagerado, altruista, ocurrente… un personaje bonachón, plácido, sencillo, modélico, con el que terminó identificándose su autor, a quien con el tiempo llamarían su atención sus vecinos con el remoquete “Carapato”.

El personaje era una suerte de senequista en versión quijotesca. Según su autor declaraba a Córdoba en 1948, cuando sostenía que el personaje era ya más popular entre los cordobeses que el ratón Mickey, Carapato era un guasón «de tomo y lomo, y cordobés 325,50 por 100, que aprendió de Séneca que la vida hay que tomársela con cariño y refrescos» (Medina González, 1948). Con el personaje Alcaide no pretendía hacer gracia, ni quería molestar a nadie con su presencia; únicamente lo lanzaba a la vía pública a vivir su vida.  

Alcaide no dejó de dibujar al mudo Carapato durante toda la década de los años 1940, y prosiguió haciéndolo durante los 1950. En esta década, el dibujante hizo historietas para tebeos de Madrid o de Valencia (como Jaimito), dibujó para alguna revista andaluza esporádicamente (Contraste) y creó nuevas obras para Manuel Rodríguez del Toro, editor malagueño del sello Ediciones Manraf Publicaciones Infantiles,4 y además continuó dibujando para Córdoba, sobre todo caricaturas de los literatos, políticos y personas célebres cordobesas.

Carapato acaparó la popularidad de su autor y le robó el protagonismo. No sabemos si se expresó a través de él, pero lo que sí parece claro es que el personaje se demostró ligeramente xenófobo, muy amigo de lo taurino, del fútbol, de la vida tranquila y la cervecita al fresco. Muy andaluz, según el canon de los tipismos españoles, pero eficaz: ni las “Aventuras del Pato Donald”, que Córdoba adquiría a King Features Syndicate, ni los chistes de Conti llegados de Madrid lograron jamás arrancarle el liderazgo en el periódico al cordobés.

PEQUES.

El rescate de un suplemento de historietas para Córdoba al uso de lo que fue A los peques pudo deberse a que la Prensa del Movimiento tomó nota de las preferencias del público lector por ciertos temas o géneros periodísticos, como dejaba claro el artículo aparecido en Córdoba el día 25 de enero de 1946 titulado: “Los puestos de periódicos y las predilecciones de público lector. Las novelas policíacas y las publicaciones deportivas e infantiles a la orden del día” [ véase la imagen anexa, cuya ilustración firmó Alcaide ]. En el se indicaba que lo más vendido en los quioscos de Córdoba era, por este orden, El Ruedo, Dígame, Córdoba, Aventuras del Oeste, Dumbo y Chicos, y subrayaba: «Las publicaciones taurinas, de aventuras y las revistas infantiles son las que más busca este mundo heterogéneo y nervioso que se agita alrededor de los puestos de periódicos.»  

Ciertamente Córdoba demostró interés por la historieta porque la sección de media página A los peques fue recuperada para adoptar ahora la categoría de suplemento en 1946, habiéndose comprobado su aceptación por parte del público y cambiando su título en el proceso.

Peques, suplemento infantil de Córdoba era el resultado de plegar el diario cordobés, obteniendo de esta manera una cuartilla. Data el núm. 1 del viernes 18 de enero de 1946 y se abría con “Una aventura de Cocolín”, personaje habitual en Chicos desde 1938. Bajo esa tira aparecía una creación de Alcaide improvisada para Peques, “Historieta muda de «Piquito el gitano»”. El suplemento ofrecía textos, además, como el de la página 2 que Alcaide ilustraba con delicados dibujos, “La Reina de las Sirenas”. En la tercera página se combinaban textos e imágenes en las secciones: “Aquí Radio Peques”, “Carapato en Sierra Morena” y varios sueltos, todo ello ilustrado por Alcaide, con dibujos y chistes gráficos. En la cuarta y última página del semanario se disponían secciones de noticias y didácticas, como “Mickey Mouse en España”, “El hombre y el águila”, un jeroglífico, un crucigrama y otros chistes o escritos jocosos. Lo sorprendente es que todo estaba dibujado y, aparentemente, escrito por un mismo autor.

Sabemos el día de aparición de Peques porque en su número 2 el subtítulo pasó a ser Suplemento infantil de los jueves. Salió este número con fecha de 24 de enero de 1946 y en su primera página ofrecía varias historietas y chistes todas de Alcaide: “Aventuras de Polito y Paco el minero”, “Un susto morrocotudo”, “Vinieron las lluvias”. Luego continuaban las secciones escritas “La Reina de las Sirenas”, “Aquí Radio Peques”, “Pepe Carapato en Sierra Morena”, más chistes y un texto didáctico sobre animales. Peques, 3, de 31-I-1946 incorporaba nuevos personajes de historieta en su portada: “Aventuras del sabio profesor Bola con su discípulo Boliche”. La inventiva de Alcaide no cesaba en páginas siguientes. Inició el relato ilustrado “El reyecito enfermo”, abrió secciones como “Quisicosas”, mantuvo “Aquí Radio Peques” y “Pepe Carapato en Sierra-Morena” y la cuarta de cubiertas muy similar a la del anterior número. La calidad de los textos era variable, pero el producto final se alejaba del tono instructivo de Pituso y superaba el infantilismo de Chaveas; Alcaide conseguía deleitar instruyendo sin detenerse en la mera promoción de los postulados del Movimiento. Y siguió creando personajes, como “Cuquito el Mexicano”, por ejemplo, en el número 5 (14-II-1946).

El personaje de mayor presencia e importancia de Peques fue el personaje genuinamente cordobés Cara Pato. El núm. 7 de Peques, de 28 de febrero de 1946, hacía a éste el representante de la redacción del suplemento frente a los lectores, en la gran viñeta que servía de cubierta “Ante la gente menuda, el gran Cara Pato suda”, donde Alcaide dibujaba para el público lector el interior de la redacción de Córdoba. En la página final del mismo ejemplar encontramos un puñado de historietas dibujadas por niños cordobeses, todas ellas presentadas a un premio y protagonizadas por Cara Pato.

Alcaide prosiguió incansable produciendo el suplemento infantil de Córdoba durante 1946. Por lo visto era una actividad que le deleitaba. Si hacemos caso de las declaraciones de su hija, la omnipresencia de su firma en Peques obedecía a que resultaba más caro para el periódico editar materiales procedentes de Madrid que producirlos en la propia redacción de Córdoba. No hemos podido contrastar este dato, pero en los ejemplares consultados es evidente que el suplemento era una creación total de Alcaide. Al menos esa tónica prosigue en los números 8 (7-III-1946), con las creaciones “El príncipe desconocido” y “Artemisa y ratonín”, y 9 (14-III-1946), con “Historia triste de unas princesitas melosas”.

Pero ya a esta altura se acusa el cansancio del autor cordobés, porque aparece una historieta sin firma que no responde a su estilo en la página 4 del núm. 9 de Peques. Aquí se da inicio al serial de aventuras “La ruta peligrosa”, que es, en efecto, la obra de Piñana aparecida el año anterior en el suplemento Pituso, de Odiel. Alcaide la toma, o le llega de manos del director de Córdoba, no lo sabemos, para completar los contenidos de Peques, y la utiliza remontando las viñetas. Esto último lo hace sin razón aparente, puesto que las dimensiones de ambos suplementos eran similares. Las viñetas de “La ruta peligrosa” continúan a modo de puzzle en Peques núm. 10 (28-III-1946) y 11 (4-IV-1946), compartiendo espacio con historietas de Bola y Boliche o de Cuquito el Mejicano, y al lado de cuentos como “Las tres camisas de maese Jorge” o “El dragón de ocho cabezas. Leyenda japonesa”.

Junto a Piñana, de quien también se reprodujo aquí la historieta tomada de Pituso “La última batalla” (que databa, recuérdese, del 17-I-1946), firmó historietas en el núm. 11 y siguientes de Peques el autor Sidal, de estilo muy similar al de Alcaide y que casi con total seguridad era él mismo actuando bajo seudónimo, pues se hizo cargo de las historietas de Cuquito el mejicano a partir del núm. 12 (de 11-IV-1946).

La continuidad del suplemento infantil comenzó a peligrar a partir de Peques núm. 13, que llevó fecha de 25-IV-1946 y, por lo tanto, abandonaba la cadencia semanal. Los contenidos eran los mismos, compartidos por Alcaide, Piñana y Sidal. No sabemos qué ocurrió luego puesto que no hemos podido consultar más ejemplares de Peques, al menos no existen en los archivos municipales de Madrid. Queda por hacer ese vaciado hemerográfico en otras hemerotecas. De sus trabajos para Peques, Alcaide solamente mantuvo a Cara Pato en el diario y más tarde intentaría recuperar a Abderramán III, cuya vida había comenzado a narrar en el suplemento.

Con el cambio de rumbo ideológico del diario a la muerte de Franco, Alcaide abandonó las páginas de Córdoba. No volvería hasta finales de los 1980 a dibujar en sus páginas, y para entonces ensayó una nueva creación, con la forma de historietas de tres tiras protagonizadas por El profesor Tostón y su discípulo Melón. El humor de Alcaide se apreciaba aquí también, y poseía el espíritu vitalista de antaño, pero su pulso ya no era el mismo y sus trazos habían perdido la amabilidad de Pepe Carapato. Con el paso del tiempo, abandonó el dibujo de humor. Y, tras su jubilación, al comprobar que la afición y los estudiosos de la historieta y del humor españoles se habían olvidado de él, se deshizo de sus recuerdos y originales

Fue Alcaide creador de personajes carismáticos a la par que todo un personaje él mismo, y un humorista gráfico que no debiera olvidar la historia del humor y la historieta españoles. Como meritoria debiéramos calificar hoy la labor de algunas personas como Gallardo, Piñana o Alcaide quienes, en aquellos años grises y sin producción autóctona de tebeos en ciertas regiones, contribuyeron -aunque fuera modestamente- a alimentar la ilusión y la alegría de los chaveas, los pitusos y los peques de sus ciudades respectivas.

NOTAS:

2 Hemos tenido acceso al documento expendido por la Jefatura Superior de Servicios de la Subsecretaría de Educación Popular, perteneciente al Ministerio de Educación Nacional, desde la cual Rosendo Bové remitió cheque pagadero a Alcalde el 28 de noviembre de 1945 por el chiste “Manicomio extranjero”. También ganó un premio de los convocados por Almanaque Agromán, éste en 1965, de lo cual también nos consta documento acreditativo.

3 O bien fueron arrancados antes de ser encuadernados para su preservación en la Hemeroteca de Madrid, que es donde se ha consultado la colección de Córdoba.

4 Consta en nuestro archivo carta de Rodríguez del Toro a Alcaide en la que expresa su deseo de publicar las creaciones del cordobés: “El Tío Pepe y sus sobrinos”, “Topo el recluso” y “Polito y Paco el minero” en la revista malagueña con historieta Farolito (Manraf, 1954).

[ ver la galería de Chaveas ]

[ galería de Pituso y Peques ]


BIBLIOGRAFÍA.

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VÍNCULOS (otros documentos sobre Alcaide y Chaveas):

“Cuando en Córdoba se hacían tebeos. Alcaide, el cordobés que dibujó su ciudad”, por F. Fernández, en Córdoba, 14-XII-1986

"Pepe Carapato y su creador", por M. Medina, en Córdoba, 26-IV-1987

"Alcaide y yo", por José María Varona ( in memoriam )

"UN ARTISTA CASI OLVIDADO: EL HUMORISTA GRAFICO JOSÉ ALCALDE IRLAN", por José María Varona, en Tebeosfera, 040306

"ENTREVISTA A MARGARITA ALCAIDE", por José María Varona

"HUMOR E HISTORIETA EN LA PRENSA DEL MOVIMIENTO EN LA PRENSA ANDALUZA DE LOS AÑOS 1940. EL CASO DE ALCAIDE", por Manuel Barrero

GALERÍAS DE IMÁGENES: CHAVEAS  |  PITUSO y  PEQUES  |  ALCAIDE

BARRERO, M. (2004): "Elgar, decano del humor gráfico español", en Tebeosfera, 040306

BARRERO, M. (2003): "Clásico entre los clásicos. Entrevista a Carlos Cruz", en Tebeosfera, 030430


[ © 2004 Manuel Barrero, para Tebeosfera, 040306 ]