El veterano dibujante Elgar, o Manuel
García Duarte (El Araich, Marruecos, 14-II-1926), tras haber estudiado
el Bachiller en la localidad marroquí de Alhucemas, se afincó en Málaga
en 1944 y desde entonces trabajó como humorista allí, donde lo sigue
haciendo sesenta años después.
Optimista, diabético, felizmente casado, desempeñó un trabajo rutinario
de día (como gerente del Colegio de Aparejadores de Málaga) para
contentar al estómago, y desarrolló el humorismo de noche como alimento
del espíritu. Comenzó su carrera como humorista escribiendo junto a su
hermano en Chaveas, suplemento de La Tarde, y prosiguió
escribiendo y dibujando en el diario malagueño SUR, en los
onubenses Odiel y Huelva Información, en el pacense Hoy,
en los madrileños Arriba y ABC, y en las revistas La
Codorniz, Hermano Lobo, Diez Minutos, Noche y Día, Lecturas, El
Caso, La Farola, Dintel, Acción, Afición, y alguna más. Hoy sigue
dibujando el chiste diario en el actual
SUR.
Ha colaborado en libros como el de
Fernando González Mart Siempre Málaga (Grafima, 1986), en el de
Julián Sesmero Hechos, gentes y curiosidades de Málaga (Bobastro,
1988), y en algunos más, con caricaturas o chistes gráficos. De su
autoría son los títulos: This brief world : Spanish humor in cartoons
(Gráf. San Andrés, 1965, de 98 páginas), Mens sana in corpore
insepulto (Gráf. Sorima, 1974, 157 pp.), Vete a hacer viñetas
(Graf. San Andrés, 1979, de 191 páginas), todos ellos editados en
Málaga, y La transición en bragas (Planeta, de 232 páginas),
editado en Barcelona en 1984. Las únicas menciones que recibió fueron en
los festivales celebrados en Málaga I Salón de Humoristas de Málaga
(1946) y I Exposición de Navidad del Club de Prensa (1956).
Luego, el mundo le dejó de lado.
Bonachón y risueño, cansado pero feliz. Así está uno de los decanos del
humor español, con casi 20.000 viñetas diarias a sus espaldas, enamorado
de su esposa (aún tesorera de la belleza de antaño) y aquejado de
retinopatía diabética en un ojo pero con la sonrisa presente en los dos.
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Tebeosfera:
Una de las primeras veces que leí sobre usted fue en la alusión que hizo
Fernando Lázaro Carreter al origen de la sentencia «Mens sana, in
corpore insepulto» en el artículo titulado “«Alma mater»”, a lo que
usted por lo visto reaccionó.
Elgar:
No me trates de usted, por favor. Respondiendo a tu pregunta, sí, es
verdad que tras leer el artículo en El País le envié al académico
el comentario de que aquel atropello de Juvenal que había cometido un
presidente de una comunidad autónoma en realidad se basaba en una frase
mía por entonces conocida en los medios andaluces y en ABC.
Sí, la frase era mía y así se lo comuniqué por correo, y el muy
insensato, en otro de sus “dardos” que aquí tengo de su publicación en
Diario SUR decía:
«Ante las demandas
perentorias que se me hacen para que señale el nombre de la personalidad
que dijo aquello de «Mens sana, in corpore insepulto», debo manifestar
que no me consta la veracidad del suceso. Mi sospecha de que es apócrifo
se ha hecho más rotunda ahora que el humorista Elgar me hace llegar su
divertido libro de 1974 titulado precisamente «Mens sana, in corpore
insepulto», título que sigue encabezando sus colaboraciones en el
dominical de ABC.»
No sé de dónde se saca Lázaro Carreter que esa frase pueda ser una cosa
apócrifa. Que diga él quién antes
que
yo había dicho la frase. Pero no lo dice. ¿Apócrifa? ¿Por qué? ...
Bueno, fue una anécdota más. Yo anécdotas de esas tengo varias. Por
ejemplo, con Camilo José Cela mantuve mucha correspondencia porque
conocí al autor de Antología del disparate, que se hizo
muy famosa en España hace varios años. Su autor, Luis Díez
Jiménez, era amigo mío e ilustró su libro con mis chistes; y había dos o
tres que se referían a Camilo José Cela (en cincuenta años he hecho
chistes y chistes, y en ellos ha cabido de todo). Entonces, Camilo José
Cela, que le hizo a éste el prólogo, vio un chiste mío y me escribió
pidiéndome que le mandara el original porque él estaba haciendo una
colección y una Fundación que habría creado con cosas suyas, con libros,
dibujos, etc. Yo le mandé los chistes estos y se los di rectificados,
porque yo he ido progresando poco a poco y me parecían muy burdos los
dibujos aquellos. Así pues, se los hice de nuevo. Él los recibió y me
dijo: «Yo lo que quiero son los antiguos». «Que no los tengo, los he
perdido». «Bueno, pues me los mandas imitando exactamente cómo los
hacías antiguamente». Y eso fructificó a la larga en una correspondencia
abundante, según le iba mandando otros chistes.
T:
En tus primeros pasos en la prensa es verdad que hacías
un dibujo muy burdo. Me refiero a Chaveas, el suplemento para la
infancia de La Tarde, donde tú y tu hermano dibujabais con Tex y
Osores. ¿Qué recuerdas de esa etapa?
E:
¿Tex? Eduardo Texeira ¿no? Sí, él era un empleado de lo
que entonces se conocía por Prensa del Movimiento, concretamente de
La Tarde y diario SUR. Osores era un chico que, es verdad,
dibujaba con una línea muy limpia, muy parecida a...
T:
Recordaba mucho, muchísimo, al Cabrero Arnal de
Pocholo...
E:
Así es. Yo lo que pasa es que llegué a eso de Chaveas,
procedente de Marruecos, en 1944 y Osores publicaba en 1943 y no siguió
a partir del año siguiente, que fue cuando yo llegué. Así que no le
conocí personalmente. A lo mejor a principio de 1944 dibujó lo último
suyo, que fue cuando entró mi hermano en el suplemento. No sé qué
fue de este hombre, ni se me ocurrió preguntarle a quien dirigía el
Chaveas, que era Antonio Gallardo.
T:
El que firmaba bajo el seudónimo Pepe Pluma los
inflamados editoriales de página 2...
E:
Hum... ese no recuerdo que fuera Gallardo. Yo con Antonio
he tenido una amistad enorme, le conozco bien y no recuerdo que
utilizara seudónimo. Yo comencé trabajando para él, y luego él
trabajaría conmigo en una revista que dirigía en el Colegio de
Aparejadores, donde yo fui empleado saliendo gerente de allí. La revista
se llamaba Dintel, y allí trabajamos juntos Gallardo y yo. Él
llegó a ser director en Málaga de La Tarde y después lo
destinaron a Huelva, concretamente a Odiel, y por entonces fue
cuando yo comencé a publicar chistes en el diario onubense.
T:
Pues Pepe Pluma era el
director de Chaveas también. Fíjate en esta fotografía de una
caricatura suya
de 1944. Julián [Sesmero] lo ha identificado como el director del
suplemento ¿Lo reconoces?
E:
Sí, pues es verdad, es
él. “Pepe Pluma”..., no lo recordaba. Él fue el que me empujó a ser
humorista gráfico. Yo, en realidad, comencé a dibujar porque en
Chaveas colaboraba con mi hermano José Luis García Duarte, que
firmaba Garay sus historietas y chistes, cuyos pies los hacía yo. Cuando
él se marchó a la mili, Antonio Gallardo se empeñó en que yo hiciera los
chistes y que los dibujara yo. Me forzó a dibujar y a dibujar, y más o
menos fui defendiéndome, pero por obligación más que por otra cosa.
T:
Con respecto a tus
colegas en Chaveas, allí aparecía también Conti en 1944 y Carlos
Cruz en la etapa final, en 1949. ¿Qué me puedes decir de ellos?
E:
Yo creo que el Conti que aparecía en Chaveas era
el mismo autor catalán que salía en los tebeos. Es verdad que había
cosas cuyas en los Chaveas de 1944, pero no supe de él nunca; sin
duda sus chistes llegaban por agencia. Con respecto a Cruz, yo no lo
recuerdo, ¡me estás hablando de cosas que ocurrían hace sesenta años!
Seguramente Chaveas llegara a publicarse hasta 1948, que es
cuando pudo haber colaborado Cruz, pero no fue mucho más allá en el
tiempo. Yo no tengo recuerdos de esa etapa por una razón concreta,
porque me fui al servicio militar en el año 1947. Por entonces mantenía
relación con el periódico La Tarde porque seguía colaborando con
una revista que se llamaba La Farola, cuyo director era Rafael
Lafuente. Entonces yo todavía dibujaba, pero también escribía breves
cuentos, comentarios, hacía crucigramas. En La Farola no publiqué
chistes ni historietas, ten en cuenta que yo estaba cumpliendo el
servicio en Marruecos y desde allí lo que enviaba eran crónicas de corte
humorístico que se titulaban “Rutas del Riff”. Rafael Lafuente era muy
bohemio y mujeriego; era un hombre muy popular, y su hijo es hoy en día
el presidente de una compañía hotelera.
T:
En los años cincuenta,
¿quién hacía humor en Málaga?
E:
Estaba yo, que comencé con mi chiste diario en La
Tarde y luego en SUR, y había otro dibujante muy famoso, José
Sánchez Vázquez, que estuvo de dibujante en SUR desde el
principio. Llegó a aparecer un libro recopilatorio de sus chistes en
1958, Chispazos, que lo prologó Juan Antonio Rando [para el sello
Denis], pero luego se marchó disgustado al Informaciones de
Madrid al ver que mis chistes comenzaron a ofrecerse a dos columnas
cuando a él se lo daban a una. Era un hombre sin humor ninguno, pero era
un excelente dibujante. Al contrario que me pasaba a mí, que no sabía
dibujar, él dibujaba muy bien y era un caricaturista fenomenal, también
acuarelista. Cuando Cajiga me llevó a La Tarde, los míos eran más
actuales y este hombre [Sánchez] estaba anquilosado, tenía un humor muy
antiguo. Y se cabreó porque al entrar en el SUR yo se disgustó.
Es como si yo me disgusto hoy porque al Idígoras le publican a cuatro
columnas y a mí a una; por eso no me iba a molestar ¿no?
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