ALCAIDE
Y YO
Soy un valenciano que
nació en Córdoba en donde permanecí hasta los doce años, y en donde me
sentí feliz y compenetrado con mi mundo de entonces y que yo recuerdo
con mucho cariño, lo que permite traer constantemente a mi pensamiento
que nací en Andalucía, de cuyo universo sigo sintiéndome parte.
Dicen que los niños vienen de París con un pan bajo el brazo, pero en mi
caso yo llegué con un lápiz para dibujar y con la sensibilidad para
estimar y admirar lo que otros dibujaban.
En mis primeros años de vida mi padre compraba el diario Córdoba,
a donde, con avidez, yo iba a buscar las historietas de Pepe Carapato y
de como éste pasaba el rato. De esta forma conocí a Alcaide, no
físicamente, sino su obra, a través de la cual yo empecé a admirar al
autor que se presentaba ante mí como algo grande, pero al mismo tiempo
como algo etéreo que no estaba al alcance de mi mano.
Dejé Córdoba con toda mi familia hasta recabar en Valencia (después de
residir un tiempo en Aragón), en donde nos instalamos definitivamente,
me casé y en donde nacieron mis hijas y mis nietos, estudié una carrera,
ejercí de profesor y también de hombre de negocios lo que me llevó a
viajar por medio mundo, sin dejar por ello mi profesión de dibujante y
sin dejar por ello de darle a la pluma, a la que igualmente tengo
afición.
Una vez instalado en Valencia conseguí colaborar en publicaciones como
Jaimito, Fiesta Deportiva, Jornada, Levante, etc., y más
recientemente en otros medios, destacando principalmente lo hecho en
Mini Diario de Valencia, en el diario Ya de Madrid y en La
Golondriz, la sucesora de La Codorniz, en la que nos
refugiamos los herederos de una especial época.
Después de salir de Córdoba y por mucho tiempo, recibíamos de cuando en
cuando en mi casa de Valencia algún ejemplar del diario Córdoba
con las historietas de Carapato que yo seguía repasando ávidamente, y
que me recordaba mis buenos tiempos de niño en mi ciudad, cuando me
divertía leyendo las cosas de Alcaide, a las que añadía todo lo que de
él se publicaba en el semanario Chicos (con el que colaboré con
alguna cosilla en su última etapa), lo que me llevaba a aumentar mi
admiración por este artista cordobés, al que yo seguía viendo en la
lejanía casi como un ser irreal; casi de leyenda.
Pasado el tiempo,
mucho tiempo, la figura de Alcaide se fue diluyendo en mi mente, hasta
que un día y con motivo de un encuentro en un congreso de humor en
Alcalá de Henares, coincidí con el abogado y dibujante andaluz Carlos
Villanueva “Carlos” (parece que esto de la profesión compartida es una
constante en los humoristas gráficos), el cual al enterarse de mi origen
cordobés, me invitó a participar en una magna exposición que se estaba
preparando de artistas gráficos andaluces del pasado y del presente,
mientras me decía: «¡Hombre me vienes bien por que de Córdoba no tenemos
a nadie!» «¿Cómo que no tenéis a nadie? le contesté ... y Alcaide ¿qué?»
«¿Alcaide?», pareció dudar... «Sí, sí, Alcaide... probablemente el
dibujante de historietas más importante que haya dado Córdoba y uno de
los más importantes de Andalucía.» Le hice recordar pero como no
teníamos nada de él, aprovechamos una pequeña reseña y unos dibujos
recordatorios de su obra publicados en La Golondriz, los cuales
ampliamos, y a falta de otra cosa es lo que apareció en la exposición
acompañando a mis dibujos, con lo que así fuimos dos (¡qué honor para
mí!) y no uno los que estuvimos representando a mi querida Córdoba.
Fui invitado a acudir a la inauguración de la exposición itinerante cuya
primera etapa fue Algeciras y, una vez con Carlos, juramos localizar a
Alcaide, lo que fue conseguido por él en un tiempo corto. Por eso, antes
de regresar a Valencia decidí pasar por Córdoba a saludar a la numerosa
familia que allí tengo, y de camino, entrevistarme con mi admirado
Alcaide al que llamé por teléfono y que de inmediato mostró mucho
interés en recibirme.
Una vez en mi tierra de origen, tomé un taxi y me fui al Barrio del
Naranjo en donde él me esperaba. Fue un encuentro grato y emotivo, por
fin me hallaba delante del maestro casi sin saber qué decir, y él por su
parte se sentía feliz, porque alguien –y además del oficio- se acordaba
de su persona después de un periodo, que a su juicio, había permanecido
casi totalmente olvidado.
Le hablé de la exposición de Algeciras, con la que empezábamos a hacerle
justicia al rescatar su recuerdo, lo que le llenó de alegría. Él me
hablaba y se quejaba del tiempo en que prácticamente nadie se había
acordado de él. Aquello le había llevado, en un arranque de mal humor, a
tirar una maleta que tenía repleta de originales y de cosas suyas,
situación que nos dejaba a los que queríamos que su obra fuera conocida
sin materia prima para futuros acontecimientos. Lo entendimos todos así,
pero la cosa ya no tenía remedio.
Al encuentro acudió también Margarita su hija, la cual se mostró
emocionada, contenta y agradecida por el interés que unos colegas
estábamos demostrando por su padre y su abundante trabajo.
Volví a Valencia pero
no por ello perdí el contacto con él y con Margarita. De cuando en
cuando hablaba con ellos por teléfono, le mandé las fotos que nos
hicimos, la felicitaba las Pascuas, le mandaba alguna cartita de ánimo y
le decía que quería ir de nuevo a Córdoba para verlo de nuevo y hacerle
una entrevista. Pasó el tiempo, no fui a Córdoba y Margarita me dijo que
su padre se había ido deteriorando y que por ello tuvo que ser internado
en una residencia de ancianos. Como pasaban los meses y no deseaba que
el recuerdo de Alcaide quedara en el olvido, y a falta de entrevista
hice una crónica –con foto incluida- con un resumen de la vida de
Alcaide que muy gentilmente me publicó Mini Diario (el medio en
donde colaboro de forma habitual), y que yo envié a posteriori a
Margarita acompañada de una carta de ánimo para su padre, lo que fue
motivo de alegría para él (Margarita le llevó mi crónica enmarcada), y
también de admiración por parte de sus compañeros de residencia, «por
que Alcaide era un señor que salía en los periódicos».
Como entendíamos que Alcaide era merecedor de un homenaje por parte de
su Córdoba natal, cogí la página del periódico y escribí una sentida
carta a Doña Rosa Aguilar alcaldesa de Córdoba (a la que conocí y traté
en Madrid cuando era diputada en Cortes), hablándole del tema. En este
asunto estaba, cuando Margarita me llamó por teléfono para decirme que
su padre había dejado de existir en la madrugada del 15 de Octubre
último, cuando estaba a punto de cumplir los noventa años.
Esta triste noticia
nos dejó muy apenados pero no acabó con nuestro deseo de hacerle un
homenaje: habíamos llegado tarde a un reconocimiento en vida, pero
todavía podíamos hacerle el homenaje póstumo.
Doña Rosa se tomó interés y encargó al Sr. Ceballos jefe de su gabinete
para que tomara cartas en el asunto, el cual me llamó y al que tuve que
comunicar que Alcaide acababa de fallecer. Lamentó la noticia pero en
seguida pensó en un homenaje póstumo, con dedicación de una calle a su
nombre incluido. Comuniqué a Don Alfonso Ceballos que pensaba
trasladarme a Córdoba para hablar con ellos del asunto.
Como parte de ese homenaje hice una entrevista a Margarita que se
publicará como es habitual en Mini Diario, Y también, en la
revista Tebeosfera como parte de un extenso trabajo que aparecerá
en dicho sitio web y que ha coordinado su director el periodista
sevillano Manuel Barrero, muy interesado en que la obra de Alcaide se
conozca y para que de una vez, el trabajo de este artista deje de ser el
gran olvidado.
Un grupo de colegas, entre los que están el propio Barrero, Carlos
Villanueva y el dibujante cordobés y profesor al mismo tiempo Antonio
Povedano Marrugat, junto con el Ayuntamiento de Córdoba, seguimos con
nuestro deseo del Homenaje, en el que estará, aparte de la dedicación de
una calle, una exposición con cosas de Alcaide y otra exposición con
dibujos originales alusivos a su persona, realizados por colegas todavía
en activo. En ello estamos, y mientras esto llega sólo nos toca
dirigimos a Alcaide, que ya nos contempla en la otra vida, para decirle:
Alcaide, hermano, compañero de oficio... ¡descansa en paz! |