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La mayor risa se desató, por supuesto, con el advenimiento del
comic book de superhéroes, subgénero que germinó como un escape
colorista y relumbrón de una amalgama de las tradiciones
mitológicas ajustadas al ecotipo urbanita del siglo XX. Los
superhéroes llevaban inherente el paradigma de lo ridículo: el
colorismo chillón (necesario para distinguirlos unos de otro en
la batahola que se multiplicó en poco tiempo durante la llamada
Golden Age –y más luego, en la Silver Age-), la moralidad robada
al manual del perfecto boy-scout, la castidad como fórmula de
beatitud, la razón práctica y el racionalismo científico en sus
acciones siempre moralizantes, la asunción del deber y el amor
por las barras y estrellas, etcétera, entre otros muchos lados
más de este prisma que sí convierten algunos de esos tebeos en
cómics de culto (por su crítica social, el análisis de la
evolución de las generaciones americanas, los mensajes morales,
la denuncia, la emoción, la aventura, la fantasía, la evasión,
el didactismo...).
Tan apetitoso ha resultado siempre el chascarrillo, que los
productores de cómics se han parodiado a sí mismos desde el
principio: ya lo hizo Mad desde los años cincuenta, y
también Marvel en variadas secciones de las publicaciones de su
abanico editorial (Fred Hembeck era un maestro en eso),
diversificándose luego hasta alcanzar la maestría con la serie
de triste éxito 1963, con guiones de Alan Moore y
publicada por Image en los años noventa.
Con los cómics de espada y brujería no podía ser menos. El
género, depositario de truculencias, sexismos y apologías
varias, pedía a gritos la chanza incluso antes de que fuese
adaptado a la historieta. En América, Paul Anderson con su
relato “El Bárbaro” fue uno de los primeros en parodiar la
literatura de fantasía heroica definida por Robert E. Howard
(recordemos que en España fue Ignacio Romero con su relato
“Conan el sifilítico”, fanedición de Carlos Yáñez de 1985). Y
cuando los tebeos de Conan comenzaron a publicarse, a partir de
1970, muchos detractores de los héroes violentos y salvajes
vieron la oportunidad para desarrollar una crítica visceral
sobre un género que agotaba desde un principio su propio
planteamiento. Ya se sabe: el fortachón termina siendo a los
ojos del público más exigente un estúpido salvaje que no usa la
inteligencia, sino la fuerza bruta, para lograr sus propósitos.
Es verdad que en la
literatura, en vez de detenerse a reflexionar, en ocasiones el
héroe se lanza a la batalla pegando un grito de espanto por
aquello de decir que es el más bravío; pero también muestra la
literatura que estos héroes se mueven en un mundo demasiado
inhóspito como para tildarlos de zotes a la primera de cambio:
la experiencia que da la supervivencia, la astucia, la
inteligencia sibilina y muchos otros factores, apostarían a
Conan por encima de la media de cociente de inteligencia de la
población. Pero hete aquí que no, el semidesnudo de dos metros
es un tontaina, y normalmente está aquejado de algún déficit
sexual (es posible en este caso, que la parodia sea una venganza
froidiana). Los prototipos posteriores, la mitología popular
instalada en el imaginario general con relación a los “action
heroes” del cine como Stallone y Schwarzenegger, que en sus
películas primeras y / o por razón de sus papeles eran tipos con
mucho músculo y poco seso (su guión constaba de pocas frases,
eso es incuestionable), reforzaron el tópico y, tras incorporar
Arnold el papel de Conan, el público terminó por asociar a los
personajes de ficción de laya bárbara con un bravucón lelo y
adicto a los anabolizantes.
Echemos un vistazo a lo más representativo de las viñetas que se
han ideado con vistas a parodiar bárbaros y, de paso, a los
pastiches y aquellos homenajes revestidos de ironía o humor.
BÁRBAROS FESTIVOS AMERICANOS.
Resulta curioso que uno de los primeros que parodiaron a Conan
fuera su primer artífice gráfico, Barry Smith, quien entre 1971
y 1972 quiso probar suerte en otros mercados simultáneamente a
su trabajo en Marvel.
Una de esas tentativas fue la historieta publicada en la revista
crítico / satírica National Lampoon titulada "Gomorrah,
the World", que incidía con rajásico humor en aspectos sociales
y políticos para lo cual Smith parodió el espíritu de Conan y su
diseño para los cómics. El protagonista se llamaba Norman the
Barbarian, un bárbaro obeso que, tras ser asaltado por un grupo
de marimachos, se interna en la ciudad de Cap-ados, capital de
Mass Media, donde, con su espada / pluma despacha a los
adoradores de Unisex y vence a un monstruoso octópodo llamado La
Diosa Cabrona. El cómic es un verdadero desaguisado iconoclasta,
una sátira ácida del movimiento feminista (por las amazonas que
salen), de los iconos asexuados de los comic books (los Unisex),
de los medios de comunicación de masas y la facción conservadora
de la sociedad yanqui (simbolizada con el pulpo), a la que
humilla explícitamente (“la jode” pues derrota el pulpo con su
miembro viril).
En el seno de
Marvel también se operó en alguna ocasión la parodia del
cimmerio por medio de la caricatura (el filipino Alfredo Alcalá,
en 1973 y 1974 elaboró caricaturas de Conan para los anuncios
publicitarios de The Savage Sword of Conan y Savage
Tales). Y en los magazines publicados por Warren también se
utilizó en ocasiones a los bárbaros para protagonizar
historietas en las que salían mal parados, aunque en este caso
no debiera hablarse de parodia sino de una suerte de
“metafantasía heroica”. Por ello, ha de buscarse en las
editoriales minoritarias, las llamadas independientes, las
evidencias más preclaras de la parodia del género.
Eso nos lleva a la empresa Aardvark-Vanheim, fundada por el
canadiense Dave Sim, quien generó una parodia de Conan en su
obra Cerebus the Aardvark, cuyo protagonista es un héroe
bárbaro con el físico de un cerdo. Su creador utilizó el
zoomorfismo para ello basándose en la creación de Steve Gerber
Howard the Duck a la vez que utilizaba para su grafismo
los estilemas del mencionado Smith. Así, Sim, en diciembre de
1977, lanzó Cerebus the Aardvark en Canadá, fanzine cuyas
primeras entregas no eran otra cosa que un pastiche de las
primeras aventuras ofrecidas en la serie de Marvel Conan
the Barbarian.
Sim declaró abiertamente que se decidió a dibujar su propia
serie, en un mercado tan vulnerable en su tiempo como el
independiente, meramente porque le gustó como Smith había
dibujado la nieve en el episodio "Frost Giant's Daughter". Así,
el número uno de Cerebus, sustrajo parte del argumento de
la historieta de Conan "The Tower of the Elephant" y, el dos,
supuso una especie de secuela de "The Frost Giant's Daughter", y
en ella calcó el ambiente que había propuesto Smith. Durante los
siguientes Cerebus, siguió incorporando parodias de la
cantera de bárbaros howardianos popularizados por Marvel como
Red Sophia (en referencia a la heroína Red Sonja), Elrod (un
remedo del Elric de Michael Moorcock, que también había pasado
por las páginas de Conan the Barbarian), Bran Mak Mufin
(en referencia al picto Bran Mak Morn de Howard), Cromag Macs
Milc (de igual modo, pero del personaje Cormac Mac Art) o Krull
(otro calco de Conan por mucho que la homofonía nos señale a
Kull). Antes de alcanzar el número veinte de su publicación, el
faneditor dio un viraje en su forma de narrar: utilizó sus
páginas para esgrimir una sutil ironía sobre la sociedad en
general y una reflexión sarcástica sobre los comic books en
particular, dejó de mamar de la teta estilística de Smith e
incorporó viñetas con un estilo propio que las ha elevado a la
categoría de serie de culto.
Desde los años sesenta vivieron gran auge los cómics de la
corriente undergroud, elaborados desde la marginalidad
cultural, distribuidos desde la independencia, y abanderados de
lo iconoclasta y lo respondón. En los tebeos de esa índole
tuvieron cabida todo tipo de parodias, a veces ácidas, a veces
crueles, de los estamentos sociales y, por descontado, de todo
modelo de narración estandarizado, también el historietístico.
La espada y brujería no se libró del denuesto, y es posible que
la figura más representativa que hizo de la fantasía heroica su
referencia para desarrollar sátiras del mito del héroe sito en
parajes fantásticos sea Richard Corben, quien dedicó gran parte
de su producción a satirizar el subgénero, recayendo de nuevo en
el tópico de utilizar la estrategia de la burla por lo sexual o
lo estulto, como demuestra su obra más famosa, Den,
y bastantes de sus historietas cortas.
El cómic underground fue el asidero perfecto para todo
tipo de autores deseosos de vilipendiar la vertiente manida de
la fantasía heroica, y de entre toda la producción paupérrima
que vio la luz resultan destacables dos trabajos. “The Tower of
Valhalla”, dibujada por T. Bird, muestra al personaje Crnch de
C’mere, quien jura por Crumb (apellido de una de las figuras
descollantes del underground, aquí utilizado en recuerdo
a Crom). La historieta parodia la historieta mítica de Conan “La
Torre del Elefante”, con un humor en principio ramplón pero
luego con inteligente mordacidad, y con un dibujo elegante y una
narratividad muy conseguida (existe traducción al castellano en
el número 76 de la recordada revista de ciencia ficción Nueva
Dimensión, de abril de 1976). La segunda historieta sobre la
que quiero llamar la atención recibió el título en castellano
“Testiculos el tautólogo”; dibujada por Jason, resulta llamativa
porque enfrenta a dos personajes bárbaros, uno de ellos
retratado como el Conan de Smith y, el otro, como el Conan de
Frank Frazetta.
Y no podemos dejar de mencionar otros casos de bárbaros
guiñolescos publicados en los EE UU durante los años ochenta: En
1982, Paul Smith, uno de los imitadores de Barry Smith y que
cosechó luego gran éxito en los comic books de mutantes,
escribió y dibujó la historieta con formato de daily strip
titulada “Conan the Conmuter”, donde dibujaba a un bárbaro
prototípico en el Nueva York contemporáneo. Con fecha de febrero
de 1982, el antes mencionado Dave Sim sirvió la primera de sus
breves colaboraciones en viñetas para la prestigiosa revista
Epic Illustrated, la que fue publicada en el número 16 de
aquella cabecera y que consistía en dos páginas en blanco y
negro tituladas “Arnold The Isshurian”, una suerte de parodia de
Conan protagonizada por el musculitos que le había dado vida en
el cine y resuelta la historieta como un homenaje a Windsor
McCay, el creador de Little Nemo. Era esta obra una verdadera
delicia y Sim volvería a publicar historietas cercanas a la
parodia de este subgnérero fantástico en los números 26, 28, 30
y 32 de Epic. Más hilarante si cabe fue “Conehead the
Barbituate”, bárbaro de cortas miras que protagonizó una
inolvidable historieta en el número 235 de la revista MAD
(diciembre de 1982), donde se volvía a parodiar la película de
Milius en cinco páginas del artista Don Martín escritas por Dick
de Bartola. Una obra muy en la línea del Groo de Aragonés y muy
simpática.
Para terminar este repaso, es de rigor citar el ejemplar de la
publicación autoparódica de Marvel What The...?, nacida
en 1988, que dedicó un ejemplar monográfico a los bárbaros bajo
el título “The Savage Wit of What The...?”, donde el
protagonista de la mayoría de las historietas es un tal Moanin’
the Barbarian, que también caía en desgracia por estúpido,
borrachuzo y sesicorto.
BÁRBAROS CHUSCOS DE ACÁ.
El interés por la parodia no tardó en saltar el charco y en los
países europeos pronto surgieron historietistas que desearon
realizar su propia versión cómica del bárbaro. Existen bastantes
ejemplos sobre parodias europeas de Conan y personajes afines, y
de todas ellas es reseñable la creación francesa de Coucho y
Pailler Déconan le Barbaresque, donde explotan el tópico
del salvajismo y la estupidez mezclando los espíritus del
americano Kurtzman y del francés Gotlib, con lo que, a tenor del
crítico galo Jacques Goimard, echan un vistazo a la sociedad
humana más desde los ojos de Cervantes que desde los de Conan.
En su país natal se recogió en álbum en 1979, en España
disfrutamos de cinco historietas del personaje publicadas en la
revista Vértigo.
No han sido muy abundantes las aportaciones a la espada y
brujería paródica de Conan hechas por españoles. Una de las más
brillantes aportaciones en este sentido han sido las del
asturiano Víctor de la Fuente, genio indiscutible de nuestra
historieta, que en el alborear de los ochenta destinó a través
de agencia una historieta de bárbaros de laya cómica a la
revista Epic Illustrated:
“Chun-tarr.
The Undaunted”
la cual llevó guión de Roger Stern para aparecer en el núm. 20
del magacín de Marvel, en diez páginas publicadas en octubre de
1983 (En España, se publicó como “Chun-tarr.
El impávido”, en Aventuras Bizarras, 15, en 1984).
Fantasía heroica menos pura, pero fantasía heroica al fin y
al cabo, es la que etiqueta el producto del historietista Jordi
Bernet, con guión de Antonio Segura, Sarvan, una heroína
a caballo entre lo erótico / lúdico y lo épico / cómico.
Un caso especial, que nos atrevemos a comentar en este apartado
dedicado a lo español, es el de Sergio Aragonés. Aunque nació en
Castellón, pasó su pubertad en México y se establece en los
Estados Unidos desde 1960, donde crea para la editorial Pacific
Comics Groo the Wanderer en colaboración con Mark Evanier,
la cual se publicó en España primero como Groonan y luego
con su título original, por Planeta DeAgostini en ambos casos.
Groo, prototipo de la inutilidad humana, es un bárbaro
lejanamente basado en la efigie Conan, por más que pueda parecer
otra cosa. Es posible que Aragonés lo idease como parodia
inteligente del género en un principio, mas tras su dilatada
andadura editorial, el genial tono humorístico que exhibe lo ha
colocado en un aparte de los tebeos meramente paródicos y como
uno de los clásicos del cómic yanqui.
Llegados a este punto, no pueden dejarse de lado las (a veces)
divertidas parodias de corte degradante pasto de los adictos a
la afición de Onán y que ciertos autores españoles han realizado
del personaje Conan (el juego de los nombres Conan / Onán
resulta fácil, y ha habido astutos detractores de la literatura
de espada y brujería que no han tardado mucho en tildar a los
lectores de tales relatos de “conanistas”). Estas historietas de
calidad mísera han servido a alguno que otro como trampolín de
sus afanes profesiones, caso del autor que ha dibujado durante
1996 y 1997 al verdadero Conan para publicaciones del sello
italiano Marvel Internacional Mike Ratera, uno de cuyos primeros
trabajos publicados, “Coñan” (en el hoy mítico fanzine Zero)
fue de este cariz. JAFAR también intentó dar el salto con su “Mariconan”,
pero no lo logró.
Otros casos ni de trampolín han servido, pero no dejan de tener
su aquel. Me refiero a las parodias zafias y sexistas “La Espada
Chalvaje de Coñan el Bárbaro” y “La Pilila Salvaje de Coñan el
Bestia” de los dibujantes Xavi y Kike, respectivamente, para las
revistas sicalípticas La Judia Verde y El
Cuervo, sin duda anecdóticas para el iniciado en la
cosmología particular del cimmerio, pero poco más. La mentada
revista El Cuervo dedicó dos especiales a caricaturizar
de modo harto salaz todo género historietístico, El Erotismo
en el Comic Mundial, en cuyo primer número se parodió la
espada y brujería. En sus páginas Xavi incluyó una de sus
entregas de “La Espada Chalvaje de Coñan”, permitiendo que la
tal tizona se corra de gusto con la posibilidad del ansia de
batalla (hasta sus armas son eyaculadoras precoces), y el autor
Manel Ferrer realizó la tira “Coñan”, donde también la
deficiencia sexual es utilizada como germen de la risa bufa.
En el comienzo de la década de 1980, el mismo Manel hizo uso de
la parodia de un modo enormemente inteligente en la fabulosa
revista editada por el tristemente fallecido Josep Toutain
Comix Internacional. Construyó una serie de medias páginas
excelentes en lo de ridiculizar al bárbaro y sus tópicos hábitos
que comenzó por titular “Los Héroes”, en la primera entrega, en
el número 17 del tebeo. Desde el número 18, decidió encabezarlas
con el título “Maneladas” para dar en ellas cabida a parodias de
otros géneros, como el western o, en un caso, los
superhéroes, hasta su conclusión en el número 38 (a la parodia
del fantasy dedicó Manel las entregas publicadas en los
números 17 a 21, 25, 26, 29, 32, 33 y 37). Más recientemente
éste autor incluyó una parodia sobre el tema en el número 19 de
publicación Penthouse Comix, de junio de 1997, llamada
“Coñan el Barbarillo”. Aquí el pobre guerrero demuestra en un
coito / enfrentamiento contra Conxyta la Cafre que es un pésimo
amante y que su nivel intelectual es el de un imbécil. La
historieta se canaliza en torno a la cuestión sexual también,
pero resulta muy divertida.
Últimamente, la parodia
bárbara pervive en el ánimo y la ilusión de historietistas,
tanto neófitos como experimentados. Recientes ejemplos los
tenemos en las historietas "El último combate", una historieta
del hoy admirado Jaime Martín, “Cohonan”, de los cántabros Yeyo,
Chechu y Fede, y “Oorg el bárbaro”, del experimentado Joseba
Acebes Acha, quienes combinan buenos dibujos con buen humor en
el número 1 de la publicación santanderina Manicomic
(distribuido en noviembre de 1997). Pero el más preclaro cómic
paródico de la fantasía heroica los últimos tiempos es,
indiscutiblemente, Gañán, la obra de este jienense
Francisco Nájera Ortega.
El personaje de Gañán surgió como deseo expreso del autor de
participar en la corriente jolgoriosa del cómic de humor que
utiliza la parodia como presupuesto de partida. Fue en
1995 que la
revista sevillana Círculo Andaluz de Tebeos presentó al
personaje Gañán, creación de Nájera con la que pretendía
satirizar al bárbaro de Marvel en cuanto a su fisonomía,
su entorno y su porte vagabundo, pero revistiéndolo de
casticismo netamente hispano: Gañán esgrime una cheira, se
expresa como un personaje secundario de El Quijote y
frecuenta lugares donde la picaresca anida por doquier. Las
primeras apariciones de este peculiar bárbaro vieron la luz en
algunos fanzines españoles de raigambre, como Lhork, El
Boletín y Barzelona, y no queriendo detenerse ahí,
Nájera quiso ampliar su proyecto Gañán y creó una serie
propia editada bajo el sello Alacrán Comics en 1998. Gañán el Bestiajo,
aparte de otras esporádicas apariciones, contó con tres comic
books publicados hasta 2001.
La última de las parodias logradas de Conan que hemos visto en
España han sido una publicitaria y una pornográfica. La primera
ha sido la realizada por el dibujante Enrique Jiménez Corominas para la empresa de alimentación Helios. La
revista de promociones de este grupo empresarial, Buenos días,
solicitó al autor vallisoletano una historia de seis páginas en la que
se ironizaba sobre la fortaleza del guerrero alimentado con los
productos de la casa. Aquella historieta fue ofrecida por
entregas en los números 29, 30 y 31 de la publicación
promocional, entre junio y octubre de 2000. En galería aneja
ofrecemos la cubierta de uno de los ejemplares y algunas páginas
interiores. La producción erótica del autor gallego Norberto
La leyenda del caballero despoyado (que comenzó a ofrecerse
por entregas en la revista Eros
Comix
desde el año 2000 a partir de por la historieta "El tampón
de la princesa Brígida") constituye otro trabajo paródico de
estupendo dibujo ambientado en un mundo medievo fantástico donde
la imagen del héroe de fantasía heroica es la de un guerrero
emasculado ducho en artes amatorias. Sus proezas en un mundo
eminentemente machista y sodomita donde las doncellas caen
rápidamente rendidas ante los embates de los hombres resultan
divertidas si se toma la suficiente distancia, se repara en la
calidad del historietista y no se recurre a la calificación
moral.
Estas últimas obras mencionadas, las de Nájera, Norberto y Corominas
pasan por ser lo mejor de la parodia de los cómics bárbaros
hecha en España (no nos olvidamos de los supravalorados
personajes de Cels Piñol, pero los obviamos por estar toda su
obra edificada sobre la parodia y el pastiche). Porque está bien
tratar en clave de humor la parcela más truculenta de la
fantasía, pero mejor está que se realice con oficio. |
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