ordinario

Regresamos por un tiempo a Midgard. La acción principal de este episodio de transición prescinde de Jolan y sus compañeros, y se desarrolla en tierra firme. O mejor dicho: en los gélidos ríos rusos. De una manera insólita, el frío ártico se siente en cada página de esta historia. Grzegorz Rosinski supera el reto con creces, hasta el punto de que casi conviene ponerse un anorak para seguir las peripecias de Thorgal y su amigo Petrov cuando se internan en el vientre de Europadel Este en pleno invierno. ¿Acasopodría leerse El barco espada de otramanera que como el relato de unaexpedición? Sería algo difícil, aunque—eso sí— se trata de una expediciónbastante accidentada en la que el hijode las estrellas, ya algo envejecido, debe hacer gala una vez más de su pacifismo anacrónico. Durante su periplo, se reencontrará con Lehla, quien había decidido permanecer en la isla de «Nuestra Tierra» (ver La peste azul); la misma Lehla que está enamorada de Jolan, quien justo en ese momento, y por mandato de Manthor, se dispone, nada más y nada menos, a salvar Asgard y a sus dioses.