MEDICINA Y CÓMIC: UN TÁNDEM PERFECTO Y POLIVALENTE
Dudo mucho que a estas alturas del siglo XXI haya aficionados al noveno arte que ante la pregunta “¿qué le sugiere el binomio medicina-cómic?” den por única respuesta las viñetas que bromean de manera satírica sobre el mundo de la medicina desde diversos puntos de vista, como las de Forges. O que no hayan leído u oído hablar de cómics como el de Arrugas (2007), de Paco Roca —con la vejez y la enfermedad de Alzheimer como hilos conductores—, el cual, en palabras de Álvaro Pons, «estaba llamado a ser el punto de inflexión decisivo para que el público cambiara su percepción del tebeo, entendiendo hasta qué punto es un medio adulto y con un potencial infinito». Un cómic superventas (72.000 ejemplares vendidos hasta la fecha), galardonado con numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Cómic 2008, traducido a numerosos idiomas y llevado a la gran pantalla a nivel internacional. O el de María y yo (2007), en el que Miguel Gallardo nos relata sus vivencias y las de su hija autista, trastorno que no le diagnosticaron hasta los ocho años, convertido en un magnífico documental del mismo título, lo que le valió la nominación a los Premios Goya y traducido a nueve idiomas; el último, el ruso, en 2014. Cómics que han cosechado un sorprendente éxito de crítica y público. También dudo mucho que ignoren la existencia de cómics concebidos para la divulgación, información y educación en el ámbito de la medicina y la salud. Y probablemente no me equivoque al dudar que gran parte de los aficionados al noveno arte, no digamos ya el común de los mortales, sean bien sabedores de la larga y estrecha relación entre ambos mundos, de su potencial educativo, divulgativo y comunicativo, de su uso como herramienta docente en la formación reglada y no reglada, de los loables esfuerzos e iniciativas para estudiarla, describirla y darla a conocer entre distintos sectores de la sociedad, y de la atención académica que está recibiendo, si bien resulta muy escasa aún, lamentablemente. De ahí la oportunidad de este número especial sobre medicina y cómic, cuya coordinación me han confiado los responsables de Tebeosfera, por lo que les estoy profundamente agradecida, y que anhelo sirva para difundir y despertar el interés por un campo tan fascinante como desconocido.
Pero no crean que esta es la primera vez que Tebeosfera se interesa por la intersección entre ambos mundos. En su web no solo recopila una cantidad considerable de cómics de la temática que aquí nos ocupa. También se ha hecho eco de varios eventos relacionados con las ciencias de la salud y el cómic, como el curso de verano “ El cómic como herramienta de divulgación y comunicación científica ”, celebrado en la Facultad de Medicina de Albacete el 6 y el 7 de septiembre de 2018 con la colaboración de la Fundación Dr. Antonio Esteve, o la Jornada de Cómic y Salud Mental, que tuvo lugar el 10 de octubre de 2018 en el Auditori del Parc Sanitari Sant Joan de Déu de Barcelona. Ha publicado jugosos y concienzudos artículos de sumo interés para docentes y estudiosos del medio, tales como el de Manuel Barrero sobre lo que denomina “historieta didáctica”, o el de Paco Martos, centrado en la enfermedad como asunto principal en cómics autobiográficos y algunos modos de presentación. Y no menos interesantes son las reseñas de lo que desde un tiempo a esta parte se conoce como patografía gráfica —término acuñado por Green y Myers―, como las de María y yo, de Miguel Gallardo; Miguel. 15 años en la calle, o Yo, gorda. No obstante todas estas aportaciones, ya se imponía dedicar un número completo a la medicina (o, si prefieren, a las ciencias de la salud) y el cómic, y rellenar de este modo un hueco muy importante en torno a este campo, riquísimo en cuanto a producción, pero paupérrimo en términos de investigación. One in world site 4k movies Download 4k movies in Ultra HD 2160
La medicina y el cómic, qué duda cabe, conforman un maridaje perfecto. Buena muestra de ello son los cómics editados desde principios de la segunda mitad del siglo XX con el objetivo de divulgar, informar y educar en el ámbito de la medicina y la salud, cuyo volumen ha ido aumentando de manera espectacular gracias, en parte, a los avances tecnológicos. Empero, la atención que se le ha prestado en los países hispanohablantes es mínima, sobre todo si la comparamos con la recibida por parte de estudiosos y aficionados del cómic de otros países y con toda la literatura que el cómic viene generando en los últimos años. A este tipo de cómic hay que sumar toda una miríada de obras de corte autobiográfico, de suma utilidad no solo para pacientes, cuidadores y allegados, sino también para profesionales sanitarios en ciernes y en ejercicio. Cómics cuyo estudio, al contrario que los anteriores, sí está empezando a despertar un considerable interés por parte de la comunidad académica en España. ¿Habrá influido el hecho de haberlos elevado a la categoría editorial de novela gráfica, aportándoles así una pátina de seriedad y, por ende, convirtiéndolos en objeto digno de estudio?
Sea como fuere, la medicina y el cómic mantienen una relación bien avenida, prolongada en el tiempo y fructífera, pese a haber sido casi invisible hasta hace relativamente poco a los ojos de los investigadores, especialmente en el contexto universitario, y a pesar de las múltiples aplicaciones que permite, como comprobarán con la lectura de este monográfico, para el que he buscado reunir trabajos de diversa índole y confío que de interés para profesionales de distintos ámbitos: bibliotecarios, traductores, profesionales de la salud, docentes de enseñanza secundaria y universitaria, autores de cómic y estudiosos y amantes del medio.
Por último, deseo expresar mi más sincero agradecimiento a los autores de las contribuciones que conforman este número y a las muchas personas que han participado en la revisión de sus diversos artículos y reseñas. Contribuciones que espero den una mayor visibilidad al binomio medicina-cómic, favorezcan su mejor conocimiento, sirvan de acicate para seguir investigando en esta dirección en el contexto del cómic español y, emulando la tesis de Michel Matly respecto al cómic en general, eventualmente logren establecer un puente necesario entre el mundo universitario y el mundo de los aficionados al cómic. Para algunos lectores este número resultará poco menos que un divertimento, pero quizá en otros logremos entre todos los que en él colaboramos abrir un apetito por lo que considero un tándem perfecto y polivalente.
Les deseo una feliz y provechosa lectura.