CIENCIA Y AVENTURA. EL COMPROMISO DE LA HISTORIETA DIDÁCTICA
MANUEL BARRERO

CIENCIA Y AVENTURA. EL COMPROMISO DE LA HISTORIETA DIDÁCTICA
 
LECTIVOS Y FORMATIVOS

A mediados de los años setenta los jóvenes autores de la historieta española habían crecido leyendo interminables aventuras de héroes prototípicos enfrentados a villanos arquetípicos en escenarios estandarizados y / o esquemáticos. La carga ideológica, cuando no propagandística, de muchos tebeos enflaqueció su calidad durante los años treinta a cincuenta, y muchas consignas de moralina caduca persistían en los tebeos de los años sesenta y setenta, sobre todo en los dirigidos a las niñas y en los humorísticos fruto del reciclaje constante.

Plantearse la génesis de una nueva historieta era ya necesario en los años setenta, al calor de una economía más saneada y, sobre todo, tras el reconocimiento de que las llamadas ‘artes populares’ lejos de atañer a las costumbres folclóricas formaban un grupo de actividades creativas en auge. Uno de los usos que se le quiso dar a un medio eminentemente enfocado hacia el ocio, la historieta, fue el de servir como vehículo de mensajes ideológicos. Otro, el de utilizarlo como herramienta didáctica.

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Composición a doble página en el primer libro de Ciencia y aventura.

 

Parece haber acuerdo común en que la historieta sirve como antesala de la lectura pues hace fácil la digestión de las historias a los neolectores. También, parece que todos coincidimos en que los cómics son ideales instrumentos para educar y transmitir conceptos y explicaciones de forma amena y asimilable para los chavales. No obstante, ni existen obras de historieta didácticas de referencia, ni conocemos un uso prolongado y sistemático del cómic como fórmula de transmisión de conocimientos en nuestras escuelas. Algo similar ocurrió con la televisión, que en los años cincuenta se planeó como una poderosa ‘arma educativa’ (vuélvase a las hipótesis de McLuhan) y algo similar ocurrirá con la red internet, que para algunos augura la definitiva panacea pedagógica sin apenas esfuerzo.

El cómic, como lenguaje, presenta aspectos que lo señalan como idóneo para educar. Por un lado, sobre la base de su sustancia narrativa formula un relato, bien descriptivo, bien cinético, que si resulta entretenido posibilitaría el aprendizaje. Por otro lado, debido a sus cualidades formales, dado que su vehículo de expresión es la imagen, deviene modo idóneo de representar objetos, situaciones o acciones de forma inteligible y de fácil aprehensión. El problema es que lograr esto no es sencillo. Es necesario saber narrar en historieta para que el relato sea comprensible al tiempo que ameno. Es necesario saber representar adecuada y explicativamente lo que se quiere enseñar para que el receptor lo entienda y retenga. De estas dos dificultades se desprende el porqué de tan poca historieta didáctica y la poca extensión de su uso pedagógico.

La solución, claro está, pasa por crear buenas obras de historieta que sirvan de complemento a buenos manuales pedagógicos. Pero su integración sigue siendo dificultosa.

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APÓCRITOS Y ACULEADOS
 
Existen variados ejemplos de publicaciones que han servido historietas de corte didáctico. La mayoría de estos proyectos han sido esfuerzos propagandísticos, manuales o biografías, y relatos historiados solicitados por entidades o gobiernos. Hay muchos ejemplos de historietas cargadas de moralina (en España durante la guerra civil o bajo el franquismo, por ejemplo), tebeos hagiográficos o al servicio de empresas (abundaron desde los años cincuenta hasta los ochenta en varias industrias), y cómics creados para resumir a la par que ensalzar el recorrido histórico de una región, colectivo o comunidad (durante los ochenta y hasta hoy, sobre todo en las Comunidades Autónomas). Tebeos de corte didáctico, más bien pocos. Además de que muchos de ellos no son verdaderos tebeos, son libros de texto con alguna viñeta o elementos alusivos al cómic.

Uno de estos intentos de ‘deleitar enseñando’ lo planeó el sello Ediciones AFHA Internacional, S.A., a mediados de los setenta, con la colección CIENCIA Y AVENTURA, partiendo de la premisa de usar un medio ‘novedoso’ (el cómic) para instruir a los niños de la nueva España del desarrollismo (preservando ciertos valores tradicionales, eso sí). Estas ediciones se planearon ambiciosas, incluso con introducciones de profesionales del ramo o profesores universitarios, pero el coste y tiempo de producción quizá no permitió su pervivencia. Es cierto que del primer título hubo varias ediciones en diferentes distribuciones, pero la colección no avanzó más allá del quinto número y prontamente se hizo reciclaje en rústica, a precio más barato y que quedó truncada cuando el sello AFHA dejó el proyecto y salvo por dos reediciones no volvería a publicar cómics.

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Quien firmaba estos libros fue Fernando (Fernando Fernández Sánchez), con una de las obras más llamativas de las publicadas por entonces, junto con la historieta de 17 páginas que había destinado a la Enciclopedia Juvenil Pala dirigida por Luis Gasca (el tomo dedicado al Teatro). Fernando se había fogueado ya en la historieta con mucho trabajo anónimo para Selecciones Ilustradas. Resolvía con facilidad guiones sencillos, dominaba la figura humana y tenía deseos de demostrar sus cualidades como narrador completo tras realizar historietas con cierta libertad para el mercado americano. La oportunidad de aplicar la historieta a libros didácticos era sin duda un proyecto novedoso y seductor por entonces, dado que iba dirigido al público infantil y juvenil pero le permitía situarse en un plano creativo de cierta altura para lo que se editaba en la industria de los tebeos.

La propuesta era hacer productos en los que la componente ilustrada era el anzuelo evidente, pero que brindaban historietas entremezcladas con páginas didácticas. La obra fue desarrollada en la segunda mitad de los años setenta, con alguna ayuda de manos ajenas hacia el final, por este orden: Conocimientos del cuerpo humano, luego titulado Los invasores del cuerpo humano, en 1975, Viaje al mundo secreto de los insectos (Hormigas y abejas), 1976, Jóvenes en peligro (Operación socorrismo), 1976 –de la cual Fernando sólo hizo el guión-, Viaje a la Prehistoria, 1978, y Viaje a las estrellas (El universo), publicada en 1979, libro en el que intervino Manuel Brea.

Los invasores del cuerpo humano es un libro destinado a enseñar la fisiología y anatomía. El texto se distribuye en esta obra en bloques con gráficos e imágenes que van flanqueadas por grupos de dos o tres páginas de historieta. El cómic que contiene narra un enfrentamiento entre leucocitos, hematíes y plaquetas contra los gérmenes microbianos que atacan el sistema de un niño. Fernando convierte en centro de la acción a un leucocito, Leo, que representa con forma humana y aperos de soldado futurista –como el resto de sus colegas orgánicos-, y orquesta una batalla en la que el enemigo son los microbios Clostridium y, la solución final, unos antibióticos representados como robots salvadores.

La obra, según se acredita, es una obra de autor de Fernando, pues firma el guión y el dibujo, e incluso los bloques de texto didáctico (salvo por un breve prólogo). Estos textos seguramente venían predeterminados por el editor, a la vista de la redacción propia de manual y por el encaje de alguna cuña con tono fervoroso: “Todos esos maravillosos mecanismos los empleó Dios en el hombre de una manera especial, para hacer que su cerebro, y mediante él su inteligencia, le elevara por encima de todos los otros seres de la Creación” (página 13). Lo que escribe el historietista es bastante más lineal, un relato de aventuras de corte fantástico que observa débitos a Asimov en lo argumental (Fantastic Voyage, 1966), y también tomas de prestado de los grandes ilustradores americanos (Boris, Frazetta) o británicos (Foss, Melvyn Grant), populares por entonces.

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En función de que el ilustrador español aplica la paleta de los antes mencionados, muy de moda en los setenta en el ámbito de la ilustración de libros y publicitaria, despliega ante nuestros ojos un abanico cromático completo. En el interior del cuerpo atacado se desenvuelven figuras humanas por un paraíso de color que recorre todo el espectro luminoso: leucocitos de presencia blanca, hematíes ligados al rojo, neuronas azuladas y trombocitos pardos. La calidad está constantemente sobresaltada por azules y verdes que no parecen representar ni momentos ni personajes concretos, y que el autor entremezcla alegremente jugando con sus combinaciones. Eso sí, Fernández cuida la composición, generando una interesante puesta en página que para su tiempo sin duda resultó novedosa: cargas verticales en los márgenes, con grupos de viñetas centrados, contornos circulares o viñetas sin recuadro, espacios vacíos... Algunas puestas en página o doble página son espectaculares (como las páginas 21-22, por ejemplo) y, en general, despliega una refrescante efervescencia plástica que podríamos calificar como pop vista hoy, más de treinta años después.

Por lo que respecta a su carga dramática o a su función didáctica, lo cierto es que la historia aquí desarrollada se queda en el mensaje de “estamos preparados para vencer al enemigo con ayuda de la medicina”; a partir de cierto punto, la historieta va por un lado y los bloques didácticos por otro, sin llegar a encontrarse. Eso sí, asistimos a un despliegue de fantasía inusitado en su día, un relato sencillo de acción bélica en escenarios ilusorios hilado con un muestrario de ilustraciones soberbias de color bullente que siguen deslumbrando hoy por su factura pasmosa.

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HOLOMETÁBOLOS Y MIRMECÓLOGOS

Viaje al mundo secreto de los insectos se organiza de modo similar a la obra anterior. Se trata de un producto mixto que ofrece una historieta fantástica en la que se van intercalando páginas con textos explicativos sobre los llamados insectos sociales. El relato central relata la travesura de una pareja de niños, que manipulan un ingenio en el que trabaja su científico padre y acaban reducidos de tamaño y secuestrados por hormigas y, luego, por abejas. Conocen de este modo el modelo de vida de ambos himenópteros a través de representaciones algo esquemáticas de sus modelos organizativos, sin otro sobresalto en el argumento según avanzan hacia la colmena de abejas, y con una composición de página menos espectacular que en la anterior obra. La baza fuerte de Fernando sigue siendo el dibujo y el cromatismo. Parte de premisas ya conocidas (Richard Matheson y su The Incredible Shrinking Man, oLewis Carroll y sus reinas soberbias–y desde aquí podría haberse inspirado Lucas para Jabba the Hut, curiosamente) y el uso de una estética que parece dividir la obra en tres partes: una que remite al trazo y las creaciones fantásticas de autores como Julio Ribera, otra que engarza con la ilustración figurativa de las portadas de libros infantiles, y otra que explota en un festival cromático con cierto aire camp.

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Las otras entregas de la colección son diferentes, bien porque Fernando no dibuja, bien porque el acabado general no está a la altura de los dos primeros libros. Jóvenes en peligro es una obra de protagonista coral y multirracial, que Fernando Fernández articula como relato de aventuras en el que mezcla consejos de socorrista con excursiones adolescentes, hasta que la muchachada da con un grupo de contrabandistas. El dibujo lo firma aquí Miralles, un ilustrador muy correcto que echa mano de modelos y referentes de moda (ahí está Pippi Calzaslargas), pero que en este trabajo no desarrolla una labor de historieta sólida. Su aportación parece un conjunto de estampas, muy coloridas y atractivas, pero sin la suficiente vida como para articular un relato de historieta funcional. Eso sí, la segunda parte de la obra es más movida e interesante, y hay algunos hallazgos gráficos muy gratos (personajes sin contornos, color como expresión de la forma, etc.).
 
Viaje a la prehistoria es un trabajo de mayor calidad en la que los protagonistas infantiles ahora se mueven por el mundo del pasado. Fernando hace un trabajo bastante sólido, aquí cuidando más la composición, jugando satisfactoriamente con las masas de color y con la gravidez de las viñetas en estructuras abiertas. La historia fascina por su puesta en página pero el relato no sale de las constantes aventureras juveniles. Algo similar ocurre con Viaje a las estrellas, último libro de esta etapa profesional de Fernando, que también deja patente que la obra pierde cierto atractivo al no ser el color de la obra de Fernando Fernández sino de Brea. El último libro está por debajo de la calidad de los dos primeros lanzamientos en dibujo, composición y diseño, salvo por lo que respecta a los ingenios espaciales y el espacio sideral mismo, que Fernández dibuja multicolor, plagado de estructuras globosas, muy apetitoso a la vista. La historia es de la de un grupo que acude a un observatorio para recibir clases de un trasunto de Einstein; acaban todos abducidos y transportados al punto de confrontación de dos especies alienígenas, en cuyo conflicto intervienen.

En la obra hallamos referencias de nuevo a Frazetta, a la hora de dibujar planetas, a Carlos Giménez, para los atuendos extraterrestres, y de otros ilustradores. Llaman la atención las concesiones que la obra hace al Creacionismo, y la alegría en la aplicación del color: Los espacios que los personajes visitan son rosas, fucsias, casi un viaje por un parchís de proporciones astronómicas. Los villanos, los tungas, llevan un atuendo napoleónico algo fuera de lugar que contrasta fuertemente con arquitecturas alienígenas muy conseguidas, o con composiciones verdaderamente logradas, como la de la página 24 o 29.

A los ojos de un niño, o de un joven que recibe la educación básica, las obras que AFHA encargó a Fernando Fernández suponen un bocado exquisito. Así lo expresaba Manuel Darias en aquellos setenta, en una de las reseñas que obtuvieron estas obras en su día:
 

«para AFHA ejecuta una colección de libros juveniles didácticos Ciencia y Aventura, con una curiosa personalidad narrativa cómic-pictórica. Uno de estos libros CONOCIMIENTOS DEL CUERPO HUMANO, ha recibido la Mención de Honor de la Comisión Católica Española para infancia…» DIARIO DE AVISOS, 6-II-1977

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Independientemente de sus habilidades narrativas, el lector de estas obras se sumerge en mundos fantásticos de un colorido inusitado, con Fernando haciendo prestidigitación con las figuras y la escala cromática, en composiciones atractivas hasta el pasmo y algunas secuencias distraídas y encantadoras para la mentalidad infantil.

Estos cinco libros constituyen una obra de imposible recuperación para el mercado de los cómics actual pero que debe valorarse como una avanzadilla en el empeño de hacer del cómic un medio no sólo festivo, también instructivo. Y, además, como un antecedente del barajado de temas y técnicas, así como elementos e indumentos que luego el autor Fernando Fernández utilizaría en la que sería su gran obra fantástica y máximo ejercicio de estilo, Zora y los hibernautas.

Creación de la ficha (2009): M. Barrero; revisión de J. Mora.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2009): "Ciencia y aventura. El compromiso de la historieta didáctica", en Tebeosfera, segunda época , 3 (24-III-2009). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/ciencia_y_aventura._el_compromiso_de_la_historieta_didactica.html