EL ESTADO DE LA CIENCIA
INVESTIGACIÓN Y CÓMIC
No existe ninguna palabra en latín o griego, en español, inglés o francés para designar ni al usuario de la imagen fija, ni del cuadro, ni del dibujo, ni de la fotografía, un hecho poco mencionado y jamás cuestionado. Que se designe con términos diversos e imprecisos como “el aficionado”, “el observador” o “el público” demuestra las dificultades de la relación con la imagen. Entonces, ¿cómo se puede ser investigador del cómic, este “arte invisible”[1], “objeto cultural no identificado”[2] y “jamás recuperable por la teoría”[3]? El que abre un cómic hereda el término de “lector” prestado por la literatura, pero por naturaleza no es solamente eso, sino también otra innombrable persona que se enfrenta a la imagen. Como si no fuera suficiente con esto, algunos incluso pretenden dedicarse a su estudio.
En el preámbulo de sus “veinte + una lecciones”, Guy Gauthier indica que la imagen no ocupa ningún campo definido. A pesar de ser más antigua, se califica de “fija” para diferenciarla de su más joven compañera, la imagen animada. Desde el importante trabajo teórico del Renacimiento y la invención de la perspectiva, la imagen no ha suscitado una ciencia que le sea propia, no se la considera como objeto de estudio normalizado académicamente. “Los especialistas son también imprecisos, ya que proceden de campos diversos (psicología, sociología, historia, lingüística) y hacen incursiones en las que sus preocupaciones prevalecen sobre las particularidades del significado icónico”[4]. Lo que Gauthier dice del estudio de la imagen sirve también para el estudio del cómic: los especialistas académicos suelen ser en su mayoría autodidactas, llegados más por interés por el cómic que por su formación específica. La investigación sobre el cómic tendrá que recorrer mucho camino si espera constituirse un día en disciplina universitaria.
Si hubiera que calificar los campos de investigación sobre el lenguaje, la imagen y el cómic, podría hacerse de la forma siguiente: sobre el lenguaje existen muchos trabajos y defensores incondicionales que solo en raras ocasiones evocan la imagen, y cuando lo hacen, es para despreciarla[5]; sobre la imagen solo hay un puñado de trabajos específicos, y sobre el cómic se encuentran todavía menos trabajos y se considera a sus investigadores con una cierta extrañeza. ¿Cómo se puede ser investigador del cómic?
El sector de la investigación en el cómic de lengua española se conoce poco a sí mismo, pero supondremos que se caracteriza como sigue: reúne del orden de doscientos investigadores universitarios en el mundo y un número comparable de investigadores extrauniversitarios. Tomando un promedio de diez publicaciones por investigador (muy poco para los veteranos pero mucho para una parte importante de investigadores jóvenes), se puede calcular que existen del orden de dos mil a tres mil publicaciones con apariencia de científicas, de las cuales algunas están evaluadas por pares y publicadas en revistas indexadas[6]. Se pueden apreciar algunas evoluciones en los últimos tiempos, como el interés creciente por el cómic como objeto de estudio, el considerable aumento de la comunidad de investigadores, así como una mayor consideración del cómic como fuente cultural, histórica y sociológica por parte de otras disciplinas.
Hasta aquí, la descripción posible con los pocos elementos de los que se dispone, pero ¿qué decir de los avances realizados en las últimas décadas por esta pequeña semilla del conocimiento científico que es la investigación sobre el cómic? ¿Dónde están las escuelas y las confrontaciones metodológicas?[7] ¿Existirán ejes de investigación o campos prioritarios que explorar en los próximos años? No lo sé, usted no lo sabe, tú no lo sabes, vos no lo sabés, nosotros no lo sabemos…
La investigación sobre la historieta de lengua española es joven, pero no tan joven. Es pequeña, pero no tan pequeña. Ya no es que el cómic sea un arte invisible, que no lo es, sino que es su investigación la que es invisible. Que no se viera desde el exterior no sería tan grave, pero lo que sí resulta problemático es que ni siquiera sus propios miembros la vean desde el interior. Unos juzgarán que la crítica es exagerada, pero otros quizá considerarán oportuno que el sector empiece a auto-analizarse y llegue a organizarse, a federar iniciativas y a crear herramientas comunes útiles para todos. Tres aspectos merecen consideración: la organización de la investigación, el conocimiento del “estado de la ciencia” y, last but not least, el acceso a los propios cómics.
Para los investigadores en ciencias y buena parte de las humanidades, las publicaciones sobre el cómic tienen algo sorprendente: son muy escasos o casi inexistentes los artículos firmados por varios autores.
En muchas disciplinas coexisten publicaciones individuales y publicaciones en equipo[8]. El interés de estas últimas es permitir promocionar trabajos de cada uno de los científicos al mismo tiempo que se potencia su centro de investigación, su departamento o su universidad. Los investigadores más jóvenes pueden así ser publicados en revistas indexadas y enriquecer un currículo todavía incipiente. Estas publicaciones colectivas, seamos realistas, permiten también a los más distinguidos, solicitados por otras múltiples responsabilidades, descargarse de una parte de las tareas de escritura. El orden de las firmas obedece a códigos extraños y variables: por orden alfabético o según el aporte al artículo o el rango universitario. En todo caso, publicar juntos obliga al intercambio, refleja y fomenta un espíritu de equipo.
Que casi no exista este tipo de publicación conjunta en la investigación sobre el cómic tiene alguna explicación. Ante todo, se considera la apreciación de una obra como la confrontación de una sensibilidad, la del analista, con otra, la del autor, y el trabajo de investigación no solo es obra científica sino también obra creativa. Más de una vez una monografía se entiende como un espléndido encuentro cara a cara entre el autor del cómic y el investigador, donde éste último no aporta solamente el análisis de la obra sino la demostración de su propio virtuosismo. Eso en nada es criticable, es un goce, un potente motor para los que se dedican a investigar la creación literaria o artística, contribuyendo así a la perennidad de la investigación y a la extensión del conocimiento. La publicación en solitario está también presente en los demás campos de investigación, pero no de manera tan exclusiva, tal vez porque en dichos campos el investigador se siente más modesto que el objeto de su estudio.
El investigador de cómic es una especie minoritaria tanto en su propia universidad como en el océano del conocimiento, y su trayectoria es particular. No proviene de una carrera asociada con el cómic, por el simple hecho de que no existe, y en la mayor parte de los casos ha recibido poca o ninguna formación específica. Construye su carrera de investigación por interés propio, no como consecuencia lógica de su anterior recorrido o búsqueda de un particular reconocimiento académico. Si bien el cómic ha adquirido respetabilidad y seguirá mejorando su imagen, no se puede negar que sigue existiendo una cierta condescendencia hacia su estudio en el ámbito universitario. Se supone que una tesis doctoral sobre Quevedo, Lope de Vega o García Márquez va a abrir más puertas que otra sobre Carlos Giménez o Héctor Germán Oesterheld.
Supondremos, no sin una cierta ingenuidad, que esto no es consecuencia de la reputación de subliteratura o de arte de segunda que el cómic ha debido soportar desde su creación y hasta hace poco. Consideraremos admitido por todos que la historieta es un medio con demostrada capacidad para narrar cualquier historia y para acercarse a cualquier arte con la misma versatilidad, sensibilidad y precisión que otros medios. Sabemos con seguridad que investigar sobre el cómic requiere la misma acuidad y las mismas capacidades que trabajar sobre el Siglo de Oro. Podemos hablar entonces de fenómeno de minoría frente a una mayoría. Mientras que la mayoría de los investigadores de cualquier otra disciplina tienen confrontaciones científicas y debates de fondo, se organizan en corrientes de pensamiento, definen líneas de investigación que marcan su época, se interrogan sobre sus metodologías; finalmente, se miran tanto a ellos mismos como miran los objetos de sus estudios, los investigadores del cómic siguen considerándose como una comunidad de apasionados y no de profesionales.
A pesar de ser pequeño o quizás por esa misma razón, el mundo de la investigación sobre el cómic tiene que organizarse más y mejor, en varios niveles, dentro de las propias universidades y de los centros de investigación, en el mundo universitario y en todo el ámbito de la investigación universitaria y extrauniversitaria. Si bien el itinerario personal y el gesto individual son primordiales en la investigación sobre el cómic, no perjudicaría en ningún modo una mejor estructuración del sector. Definir campos y líneas de trabajo que atraigan jóvenes diplomados y doctorandos, constituir equipos, publicar entre miembros, son formas de potenciar los centros de investigación y las universidades sobre el tema del cómic y convertirlos en interlocutores institucionales válidos dentro de la comunidad académica ligada la historieta.
Esto vale también para la investigación universitaria en general, y en particular para los muchos investigadores aislados en su propia institución: en más de un caso la investigación sobre el cómic se lleva a cabo por uno o dos docentes. Los enlaces entre universidades son escasos, a veces existen, pero raramente van más allá de un ocasional coloquio y libro de actas. Casi nunca se perennizan ni se formalizan. La investigación universitaria moviliza cada vez más investigadores, por lo que necesita más intercambios, más colaboraciones y probablemente algo más de competencia para progresar.
Otro aspecto a destacar es la relación con otras disciplinas. El cómic se convierte cada vez más en una fuente interesante y válida para investigadores de otras disciplinas como el historiador, el sociólogo, el psicólogo, el lingüista o el analista político. El acceso a autores y obras, su conocimiento y su análisis previo son herramientas que facilitan la utilización de la historieta por dichos investigadores y a su vez dan credibilidad al medio reforzando la importancia de su investigación. Reunir trabajos existentes y federar iniciativas sobre temáticas, épocas, autores, escuelas, revistas, permite nutrir reflexiones en otras disciplinas que hasta ahora habían utilizado escasamente el cómic en sus trabajos.
Por último, destacaremos la relación entre la investigación universitaria y la extrauniversitaria. Algunos de los investigadores más prestigiosos de la historieta española, como Antonio Martín, por citar uno de ellos, son independientes, y sus méritos están ampliamente reconocidos en el ámbito universitario. Aficionados y apasionados del cómic mueven el sector tanto o más que los universitarios, organizándose en asociaciones, multiplicando páginas web, publicaciones y encuentros. Muchos de los trabajos para reconstituir el patrimonio de los tebeos, preservar una memoria hasta hace poco menospreciada por las bibliotecas y conseguir un material útil para la investigación también vienen del mundo extrauniversitario. Si bien algunos no pueden presumir de los títulos, métodos y medios aportados por la universidad, los investigadores independientes del medio han seguido un recorrido comparable al de los universitarios, un camino hacia la investigación sobre todo guiado por su pasión.
Si la investigación universitaria tiene que preservar indudablemente su identidad, también debería mantener relaciones más estrechas y más organizadas con la investigación extrauniversitaria. Las modalidades quedan por inventar para capitalizar los trabajos ya realizados por ambas y desarrollar líneas de investigación donde cada parte pueda aportar lo mejor. Esta colaboración debería establecerse probablemente a través de estos espacios de encuentro privilegiados que son los las páginas web y las revistas dedicadas al cómic.
Hoy por hoy, los aficionados dominan en internet, donde las universidades no están apenas presentes: son muy pocas las revistas hispanistas indexadas especializadas en el cómic en español. Crear y mantener tal sitio o revista supone medios humanos muy por encima de cada grupo separado en su universidad. ¿Qué mejor ejemplo que este para mostrar la necesidad de unir esfuerzos de la investigación universitaria de la historieta para constituir una contraparte eficiente y útil para los demás investigadores?
¿Quién investiga los cómics en español del siglo XIX o del principio del siglo XX, publicados en España, América Latina o hasta en Asia? ¿Se habrá escrito ya algo sobre sus raíces y sus enlaces con la caricatura y el dibujo de prensa, sobre las diferentes influencias que lo hayan hecho evolucionar hasta la forma más o menos estable que conocemos ahora?
Thé kon leche nº 1 (Manila, Partier, septiembre de 1898). |
Pulgarcito nº 4 (Madrid, marzo de 1916). |
GAMI y KLIMT ISHTAR, Norman: Almas perversas, año 1, nº 15 (México, marzo de 1997). |
Anónimo: Buenotas y ja-jaladoras nº 3 (México, febrero de 2006). |
¿Quién investiga sobre el cómic centroamericano? Los años que han seguido a la revolución sandinista de 1979 han dado lugar a publicaciones políticas destinadas al público infantil de Nicaragua, como la reproducida aquí, dibujada en base a un texto de Sergio Ramírez, entonces vicepresidente del gobierno del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) y ampliamente difundida en los centros educativos del país (se publicaron 40.000 ejemplares...). Probablemente otros cómics centroamericanos florecieron a raíz de las luchas que agitaron el istmo. Más generalmente, las rupturas políticas son épocas de máximo interés para el estudio del cómic, tanto en América Central como en otros países como el Chile de los años de gobierno de Unidad Popular, cuando la editorial Quimantú substituye a Zig-Zag…
¿Se habrá investigado sobre los tebeos institucionales en lengua española? Se estudian los cómics anglosajones que a lo largo del siglo XX han denunciado los males en “ismo”, los que amenazan la sociedad estadounidense, tales como el alcoholismo, el ateísmo, el comunismo o el erotismo, o que proponen los gestos adecuados en caso de inundación, fuego forestal, descarrilamiento de tren o explosión nuclear cercana[10]. Este tipo de publicación existe también en el mundo hispánico, por ejemplo durante la Guerra Civil española, el Subcomisariado de Agitación y Propaganda del Comisariado General de Guerra usaba el cómic para educar al combatiente republicano. Las instituciones públicas siguen usando la historieta para sus campañas de información, tales como los siguientes que se publicaron en los años ochenta y noventa para tratar del tabaquismo y del uso de drogas. Probablemente existen muchos más, tanto en España como en América Latina.
Los casos citados no son más que ejemplos que invitan a evaluar el estado de la reflexión científica sobre el cómic en español, en concreto y en general. Puede que haya muchos trabajos realizados en dichos temas, puede que no, pero en todo caso son pocos los que podrían aportar una respuesta al respecto. No se pide que todos tengamos un conocimiento enciclopédico de la historieta, pero en la actualidad es difícil presentar una síntesis aceptable del estado de la ciencia, ni siquiera de sus alcances más recientes, de sus campos labrados y de otros campos poco abordados o incluso olvidados. Quizás ha llegado el momento en el que la investigación vaya a mirarse más a sí misma, a empezar a escribir su propia historia y a comenzar una reflexión epistemológica sobre sus trabajos, sus temáticas, sus enfoques y sus métodos.
Evidentemente, autoevaluarse pasa por conocerse, y en esto tenemos la ventaja de que la cantidad de trabajos científicos sobre el cómic en español no es tan grande como para que no se pueda recopilar con relativa facilidad. Aunque será cada vez más difícil en la medida en que vaya aumentando el interés académico por la historieta y creciendo la comunidad de investigadores, tanto dentro como fuera de la universidad. Por eso hay que capitalizar los trabajos existentes a dos niveles: mejorar las condiciones de publicación y dar mejor acceso a las publicaciones.
Para dar una idea de nuestra situación en el panorama de la ciencia, la agencia francesa de evaluación de la investigación y enseñanza superior cuenta con más de 1.600 revistas científicas de historia[11]. No se trata de comparar sino de poner en evidencia lo pequeños que somos. La página web estadounidense Comicresearch[12] presenta un listado de un poco más de quince revistas científicas dedicadas al cómic en el mundo, la mayor parte en EE UU, y la revista Neuvième art 2.0[13] de la Cité de la Bande dessinée et de l’image identifica solo ocho. El cómic francés, tan orgulloso de su situación comercial predominante en Europa, cuenta con una sola revista calificable como científica, Comicalités[14], que reúne como evaluadores a la élite de la investigación sobre el cómic en francés. No se publica desde hace un año.
En materia de publicaciones en España, entre las digitales en activo se puede citar, evidentemente la decana Tebeosfera[15] o la más reciente CuCo[16], y entre las publicaciones en papel las difuntas Neuróptica o Historietas, de la Universidad de Cádiz, a las cuales se añaden algunas revistas universitarias que publican esporádicamente dosieres sobre cómics, como lo hicieron en su día Espacio, tiempo y forma, Arbor e Ítaca. Revista de Filología o hace poco Diablotexto en la Universidad de Valencia[17].
Tebeosfera, Tercera época, nº 0, diciembre de 2016. Asociación Cultural Tebeosfera (ACyT), Sevilla. |
CuCo nº 1, septiembre de 2013. |
Historietas nº 1, agosto de 2011. Universidad de Cádiz. |
Arbor nº 0 Extra-2, septiembre 2011. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Dosier sobre la historieta española, 1857-2010. |
Espacio, tiempo y forma nº 26, 2014. UNED. Dosier sobre historia y cómic. |
Ítaca nº 3, 2012. Departamento de Filología Catalana, Universidad de Alicante. Dosier sobre cómic y literatura. |
Diablotexto nº 1, octubre de 2016. Universidad de Valencia. Dosier sobre historieta y sociedad. |
En Hispanoamérica tampoco hay plétora: en Argentina recientemente hubo un meritorio intento con Entre líneas, y continúa la publicación anual de la Universidad de Córdoba Estudios y crítica de la historieta argentina; si retrocedemos en el pasado, recordamos por ejemplo las difuntas revistas LD (Literatura dibujada) en Argentina y RLESH (Revista latinoamericana de estudios sobre la historieta) en Cuba. No es que no existan páginas web de calidad en España o en América Latina, tales como la española Historia y comic[18] o la chilena Ergocomics[19], pero no publican trabajos originales de investigación académica.
Entre líneas nº 1, octubre de 2014. Universidad de Buenos Aires. Asociación civil viñetas sueltas. Agua negra ediciones. Argentina. |
Estudios y crítica de la historieta argentina nº 1, septiembre de 2010. Universidad de Córdoba. Argentina |
Literatura dibujada nº 1, noviembre de 1968. Argentina.
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Revista latinoamericana de estudios sobre la historieta nº 1, abril de 2001. Pablo de la Torriente. Cuba.
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Parece necesario, sin duda, ampliar las posibilidades de publicación académica sobre el cómic disponiendo de una red de publicaciones científicas. Un poco de aritmética sencilla: con alrededor de doscientos investigadores, un mínimo de un artículo por año y por persona, tendríamos doscientos artículos por año. Eso representaría diez revistas con un número semestral y diez contribuciones por número, o cualquier combinación que uno pueda imaginar, cinco revistas con un número trimestral, diez con un número anual de veinte contribuciones, etc. En todo caso, nada imposible, entre España y el resto de Europa, América del Sur y del Norte.
No se trata de crear, sino de adaptar el dispositivo actual y eventualmente lograr establecer uno de estos puentes necesarios entre el mundo universitario y el mundo de los aficionados al cómic. Existe un gran número de páginas web dedicadas al cómic en España y en cada uno de los países hispanoamericanos, con directores más de una vez cercanos al mundo académico, con contenido a veces de gran calidad, con intereses diversificados (historietas antiguas o modernas, sitios temáticos, etcétera). Crear una sección académica, establecer reglas de publicación, agrupar una docena de evaluadores universitarios representa un esfuerzo de organización, pero el beneficio sobrepasa ampliamente el trabajo adicional.
Otro aspecto muestra que queda camino por recorrer para que la publicación de trabajos sobre la historieta se inscriba verdaderamente en el ámbito científico, adapte sus métodos a su propio crecimiento y construya su propia memoria. En publicaciones que brindan ensayos y artículos universitarios con verdadero peso académico, como Tebeosfera, CuCo o Diablotexto, por citar una muy reciente, el proceso de selección se presume serio y exigente, los textos no carecen de interés y los autores son de peso. Pero no se distinguen de las revistas destinadas al gran público o de las elaboradas por aficionados o blogueros, no tanto por razones de calidad sino de forma. Los artículos calificables como científicos no se diferencian por su calidad solamente —aunque el proceso de peer-review (revisión por pares) ofrece muchas garantías— sino por el respeto de algunas consignas establecidas. Las revistas científicas no sirven solamente a un investigador para presentar los resultados de sus investigaciones o a un lector asiduo para informarse de dichos trabajos, permiten constituir un patrimonio consultable por otros a lo largo del tiempo.
Eso pasa por la existencia de un resumen en varios idiomas, generalmente el del autor y el inglés, y por la presencia de palabras clave. Ambos elementos constituyen herramientas indispensables para el que quiera realizar una investigación bibliográfica al inicio o en el transcurso de sus propios trabajos. Las palabras clave ayudan al motor de búsqueda a encontrar referencias, y el resumen permite juzgar en pocos segundos si la publicación podría servir para su propia investigación, si vale la pena conseguirla y tomar el tiempo de leerla. Son herramientas imperfectas pero relativamente eficientes, es lo mejor que han encontrado las ciencias más antiguas y de mayor tamaño, y están ampliamente ignoradas por el mundo de las publicaciones sobre el cómic en español.
A finales de 2016, Tebeosfera ha cumplido un paso significativo convirtiéndose en una verdadera revista indexada, con comité científico, reglas de edición y peer-review anónimo de revisión artículos. Otros colectivos, webs o blogs de calidad, en España, en América Latina o en otros países podrían considerar abrir una sección académica en condiciones similares: ¿no podríamos fijarnos un objetivo de diez revistas digitales indexadas de aquí a 2020?
Otras revistas indexadas abren cada vez más sus puertas a trabajos sobre el cómic en español, como las dedicadas a la cultura popular, a la civilización española o hispanoamericana, a la historia o la sociología, etc. En estos casos, los especialistas del cómic deben disciplinarse y producir resúmenes y palabras clave, y así sus artículos constituyen una bibliografía más adaptada a las necesidades de otros investigadores. Esta entrada del cómic en otras revistas, que da testimonio de la creciente credibilidad del cómic como fuente de información para otras ciencias, tiene, sin embargo, otra consecuencia, la dispersión de las publicaciones. En otros términos, la memoria del cómic es todavía en una buena parte inútil, porque la mayoría de los trabajos no están acompañados de las herramientas que faciliten su consulta y la otra parte se va diseminando en revistas de disciplinas mucho más prolíficas.
Hasta la fecha no se dispone de un catálogo razonado de los trabajos existentes, y si los motores de búsqueda ofrecen posibilidades, sus resultados no son totalmente adaptados. Parece necesario mejorar las condiciones de acceso a los trabajos existentes y asegurarse de que las nuevas publicaciones cumplan con estas mismas condiciones. No se trata de montar un sistema sofisticado de catalogación, que estaría condenado a colapsarse en la medida que va creciendo la masa de publicaciones. Se trata solamente de hacer lo que los otros hacen.
Existe un número todavía razonable de documentos de nivel académico sobre el cómic en español, que puede suponer, como se ha dicho, unas dos mil referencias considerables como científicas. Si cada uno de los autores (en activo) de esos textos hiciera resúmenes de los mismos e introdujese esas referencias (diez líneas) y las palabras clave (cinco palabras) en una indexación, eso supondría un pequeño paso para ellos… pero un paso de gigante para la comunidad. Que a partir de ahora no se publique nada sin respetar las reglas de la comunidad científica sería otro paso fundamental.
Una vez aseguradas las condiciones de la catalogación de cada documento existente y futuro, se puede considerar el establecimiento de una base de documentación específica. Recopilar la bibliografía de trabajos de investigación sobre el cómic en español es de interés general y particular para cada uno de los investigadores, para ubicarse a sí mismo en la constelación de la investigación, reforzar los pilares bibliográficos de sus estudios, encontrar campos de trabajo a explorar, tejer relaciones con otros, compartiendo los mismos intereses. El equipo de Tebeosfera ha reunido y sigue reuniendo las reseñas de los libros dedicados al tema[20], pero mucho queda por hacer a nivel de artículos, a pesar de esfuerzos como los realizados por ese mismo equipo para publicar y también para rescatar numerosos textos de interés[21].
Se ha abierto una nueva era en materia de bases de publicaciones científicas destinadas a los investigadores: en estos últimos años se han creado las plataformas Academia y ResearchGate[22], ampliamente utilizadas por los que buscan enlazar con el mundo de la investigación de habla inglesa, y en Francia HAL[23], base pública de archivos abiertos donde un investigador puede encontrar un número creciente de artículos libres de derecho[24]. Se puede además citar otros como Dialnet en España o Google Académico, más otras bases de pago cuyo acceso puede ser financiado por la universidad (Cairn, Science Direct, etc.). Pero en el caso del cómic, todavía pocas publicaciones están referenciadas, y cuando lo están, se encuentran diseminadas entre las bases y la investigación bibliográfica y su búsqueda puede convertirse en un calvario sin garantía de conseguir la totalidad de los documentos.
Tanto la multiplicación de las revistas como el desarrollo de las grandes bases actuales de documentos se han acompañado de una reducción cada vez más preocupante de la libertad de acceso. Hasta la mitad del siglo XX, cuando el acceso era difícil, la regla era el “derecho de cita”, que autorizaba cualquier reproducción de cualquier parte de los artículos científicos. Mientras que se desarrollaba el acceso, este derecho ha ido desapareciendo en consonancia con el aumento de cargos por acceder a contenidos, que suponen pagos cada vez mayores tanto para el particular como para las universidades. El sector mueve billones de euros[25] en un escenario de fuerte competencia entre enormes empresas (Elsevier —que posee la sexta parte de las revistas científicas—, Springer Nature, Wiley Blackwell, Taylor and Francis, en total 40% de la edición científica), grandes bases piratas como Sci-Hub (casi cincuenta millones de artículos), iniciativas legales públicas o no gubernamentales de acceso abierto.
Para los investigadores del cómic, esto tiene una consecuencia: la construcción de una base documental para el cómic en español debe responder no solo a aspectos organizativos sino también a los éticos. En el apartado organizativo, se podría inspirar en un ejemplo muy reciente, el servicio bib.cnrs.fr, que tiene por objetivos centralizar los servicios bibliográficos[26], ofrecer reseñas y resúmenes de las fuentes bibliográficas (libros, revistas, artículos), indicar su ubicación en las bases de documentos existentes y dar un acceso directo a la base y, cuando es posible, al documento. También hay que pensar en el respeto por los principios éticos: por lo tanto, habrá que velar por la posibilidad de ofrecer los documentos y corpus con acceso abierto y gratuito salvo cuando pesan sobre ellos derechos de propiedad intelectual o de otro tipo[27].
Empezar un trabajo de investigación sobre los tebeos de los años franquistas o las revistas de historietas de la Transición implica para el investigador grandes problemas que todos conocemos. Comprar los cómics es una solución incompatible con los presupuestos de los centros de investigación y también con cualquier presupuesto particular, a menos que uno pertenezca a esta especie probablemente inexistente del investigador millonario. Las bibliotecas, fuentes seguras e inagotables para la investigación sobre obras escritas, tienen un fondo de cómics limitado a los más recientes y sería ilusorio esperar encontrar obras mínimamente antiguas. Las hemerotecas, otras fuentes valiosas para el investigador, proponen obras escasas o colecciones incompletas y obligan a desplazarse a los lugares donde se encuentran, lo que una vez más encarece la consulta.
El difícil acceso a muchas de las obras implica una doble perversión: orienta la investigación hacia el material más fácilmente disponible y dificulta la investigación sobre obras descatalogadas. Si analizamos la participación en coloquios y congresos dedicados al cómic observaremos una gran mayoría de contribuciones sobre publicaciones recientes. Esto no es criticable en sí mismo: el cómic actual, cada vez más diverso y complejo, es un amplio y maravilloso campo de investigación y permitirá construir un capital de reflexión útil para los investigadores del futuro que volverán a interesarse en el cómic de nuestra época. Pero eso pone de relieve las dificultades de un trabajo sobre obras anteriores.
La investigación sobre historietas antiguas y descatalogadas ha supuesto un esfuerzo enorme hasta hace poco. Estudios como los de Antonio Martín[28], Manuel Barrero[29] o Jorge Catalá[30] sobre les tebeos de la Guerra Civil o de la posguerra; de Álvaro Pons[31] sobre la historieta valenciana, o de Viviane Alary[32] sobre la imagen de la mujer en el cómic español han requerido una inmensa y generalmente subestimada inversión para acceder a las obras. Reunir dicho material cuesta energía y tiempo, y dentro de la investigación, es tiempo robado al análisis y a la reflexión. Eso marca una diferencia entre los trabajos sobre la literatura y la historieta: en el primer caso, como mucho un 5% del tiempo dedicado a conseguir obras descatalogadas en la biblioteca más cercana y 95% para analizarlas; en el segundo, a menudo más de la mitad del tiempo dedicado a la búsqueda del material (no solo conseguir los cómics sino, cuando se trata de tiras de prensa o de historias cortas publicadas en revistas, consultar cientos de publicaciones para encontrar el objeto de interés), el resto para la reflexión. Se puede aquí medir el mérito de los investigadores como los anteriormente citados para proponernos análisis de tan gran calidad.
Eso a su vez crea otro efecto pernicioso, probablemente menos extendido ahora que en el pasado, pero que no ha desaparecido totalmente. Cuando un investigador ha dedicado tanto esfuerzo y tiempo a descubrir o encontrar las obras, tiende a reservar su corpus a sus propias investigaciones y tarda en difundirlo. Es comprensible, pero afecta a una parte esencial de toda investigación, la confrontación y el debate de ideas. Puede servir los intereses de quien posee los materiales, pero en su conjunto, perjudica al estado de la ciencia y a la progresión de la reflexión.
En materia de acceso a las obras, los tiempos cambian. Las bibliotecas digitales públicas proponen colecciones de periódicos y revistas en línea: en Francia por ejemplo, se puede consultar la integralidad de la revista comunista Mon camarade[33], el ancestro de Pif, en la página web de la Biblioteca Nacional. Ahí se podrá encontrar y estudiar historietas de interés como “Les aventures de Pipe, Flute et Pomme, enfants de prolétaires”[34], cuyos jóvenes héroes se burlan de los “propietarios”, “fascistas” o curas, o “Toto et Toutoune en Espagne”[35], excursión juvenil en medio de la Guerra Civil española. Pero son pocos los títulos propuestos y la reproducción concierne sobre todo a obras del principio del siglo XX: poner en línea obras un poco más recientes conduce a entrar en una nebulosa legal, con el riesgo de conflictos de derechos.
En Estados Unidos, España, Argentina, Francia, comunidades de aficionados trabajan en la digitalización sistemática tanto de las obras más antiguas como de las más recientes. Algunos sitios web, como The Digital Museum del Comic[36] o Comic Book Plus[37] en Estados Unidos, son muy sensibles a los aspectos de copyright y se aferran a publicar solo obras libres de derechos. Son magnificas herramientas para el investigador de las edades de oro y de plata del cómic estadounidense, pero no pueden ofrecer acceso a las obras, sin duda importantes y emblemáticas, de los dos gigantes, Marvel y DC. Estas últimas editoriales, celosas de sus derechos, reservan sus héroes de la época para volver a utilizarlos en un incesante reciclaje y prohíben cualquier reproducción de sus primeras aventuras. Por suerte para el investigador, los cómics de la época siempre se pueden comprar: el número uno de Action Comics, donde aparece por primera vez Superman en una aventura que probablemente tiene como trasfondo la Guerra Civil española[38], fue vendido por la página comercial e-Bay a 3,2 millones de dólares en junio de 2014...
En los otros países citados, comunidades de “comiqueros” no tienen tantos escrúpulos para escanear y subir libremente las obras digitalizadas en la web. Estas comunidades respetan algunas reglas, como no publicar obras muy recientes a fin de no perjudicar a los autores y sus editoriales, pero se sitúan en un marco que podríamos calificar con el eufemismo “alegal”. Por esta razón los nombres de estas páginas no aparecerán aquí, aunque muchos investigadores las conocen y las usan, porque se han convertido en fuentes considerables y de inmediato acceso, indispensables para quien quiere trabajar sobre épocas pasadas, como por ejemplo la Transición en España. Responden a una demanda y suplen el vacío dejado por el sistema público de bibliotecas.
El mejor acceso a la historia de la historieta gracias a estas comunidades “comiqueras” crea una nueva situación a la vez magnifica y absurda. Se considera que el investigador universitario debe respetar reglas. Sin duda estaría mal visto si robara su material de estudio en una librería. Por la misma razón, descargar y compartir material sin garantía de respeto de derechos parece cuestionable. Por otro lado, la investigación no tiene intenciones mercantiles y el uso de las obras a fines de estudio no va en contra de los autores ni de las editoriales: más bien es susceptible de generar interés, notoriedad, oportunidades de reedición, contribuyendo así a fortalecer el mundo del cómic al mismo tiempo que preserva su memoria.
Lo dicho hasta aquí merece una reflexión. En España y Francia, los investigadores sobre el cómic se benefician del “derecho de cita”, que les permite presentar libremente en sus diapositivas, artículos o libros, reproducciones extraídas de las obras, incluso de las más recientes. Eso es razonable pero excepcional si se compara a estudios sobre otro material gráfico[39] en estos mismos paises. Además, los investigadores de Europa del Norte (Reino Unido, Dinamarca) tienen que solicitar autorizaciones a las editoriales de sus propios países (para reproducir traducciones de comics en español, por ejemplo). Eso sugiere que el derecho de cita puede ser puesto en peligro, en un mundo donde los espacios gratuitos y colaborativos se van siempre reduciendo a favor de los comerciales.
De manera similar, sería razonable y deseable que se pudiera buscar algún entendimiento para lograr un “derecho de intercambio” que asegurara y legalizara el acceso de los investigadores a una mayoría de cómics. Imaginemos que algún investigador tuviera muchos cómics digitalizados, que algunos de éstos cómics no hubieran sido conseguidos en toda seguridad legal, que los ponga a disposición de los miembros de la comunidad universitaria y de los investigadores para sus trabajos y que él mismo se beneficie del mismo servicio por parte de otros. Son solo hipótesis, evidentemente, no una peligrosa realidad. Pero si fuera verdad, ¿a quién perjudicaría?
Las precedentes observaciones y sugerencias proceden de alguien que lleva pocos años en el estudio del cómic y que proviene de otros horizontes científicos, donde los investigadores pagan una cuota para ser miembros de asociaciones nacionales e internacionales, se reúnen en congresos formalizados, se organizan, funcionan y publican en equipo, dedican demasiados esfuerzos para conseguir financiación para sus centros, compiten, se aman y se odian por grupos antes que individualmente (aunque también eso); donde la investigación pública y privada, las empresas y el mundo asociativo colaboran (aunque con relaciones siempre complicadas); donde la investigación compra su libertad y pierde parte de ella acudiendo a fuentes de financiación ajenas, proyectos comunitarios u otros, reflejos de necesidades y modas del momento.
De aquí nace un respeto a la vez hacia las dinámicas universitarias, con sus propias reglas, sus prudencias, la alta calidad de sus trabajos, y hacia la miríada de aficionados del cómic que cumplen un trabajo fantástico de recuperación y de estimación de la memoria y de la actualidad del cómic. Cada parte es inconfundible, tiene su especificidad, trabaja según sus propias lógicas, pero ambas partes tienen interés en colaborar. Todos somos aficionados a la historieta y también todos somos profesionales. Reivindicar una profesión supone organizarla, conseguir herramientas, desarrollar relaciones y emprender acciones comunes cuando sean útiles a la comunidad universitaria y extra-universitaria.
Memoria del cómic, comunidad de investigación, el estudio del cómic como disciplina, son palabras mayores y propuestas de envergadura dejadas a la apreciación de cada universitario. Sin duda, la investigación académica sobre el cómic en español puede seguir al ritmo actual y quedarse en una nebulosa de iniciativas individuales valiosas sin que la Tierra deje de girar. Pero apenas sin darnos cuenta la investigación sobre el cómic va creciendo, y aunque solo sea por su propio peso su componente universitario merece nuevos modos organizativos y operativos más eficientes, más satisfactorios y más gratificantes para los investigadores, que atraigan jóvenes diplomados, que susciten más interés por parte de otras disciplinas. Por supuesto, la iniciativa no puede venir de una decisión individual sino de una reflexión común. Esperemos que el presente artículo sea el comienzo de dicha reflexión e incite cada vez más a los investigadores a participar y a construir su comunidad científica[40].
[1] McCLOUD, Scott: Understanding comics - The invisible art. Harper Perennial, 2004.
[2] GROENSTEEN, Thierry: Un objet culturel non identifié : La bande dessinée. Angulema, Éditions de l’An 2, 2006.
[3] MARION, Philippe: Traces en cases - Travail graphique, figuration narrative et participation du lecteur (essai sur la bande dessinée). Lovaina la Nueva, Ed. Academia, 1993.
[4] «Les spécialistes ne sont pas plus précis: ils viennent de divers domaines (psychologie, sociologie, histoire, linguistique) et font des incursions dans lesquelles leurs préoccupations l'emportent de loin sur les particularités du signifiant iconique », GAUTHIER, Guy, Vingt + une leçons sur l'image et le sens. París, Edilog, 1989, p. 8.
[5] Muchos de los trabajos pedagógicos sobre la imagen afirman primeramente la necesidad de proteger al niño frente a su peligro.
[6] Más evidentemente un número mayor de otras publicaciones intra y extrauniversitarias.
[7] Obviamente, se puede construir un marco teórico de hermenéuticas (literaria/artística, histórica, filosófica...) y de usos de la historieta (pedagógico, terapéutico…) donde cada uno se reconocerá a sí mismo y a algunos otros investigadores con los que se cruza en el transcurso de sus trabajos, pero no existe una visión global que permita ubicarse en el estado y en las evoluciones de la investigación.
[8] Solo para artículos de… más de diez autores, las revistas indexadas recomiendan usar el “et al.”, como en este ejemplo: Pizzi, C.; Caraglia, M.; Cianciulli, M.; Fabbrocini, A.; Libroia, A.; Matano, E.; Contegiacomo, A.; Del Prete, S.; Abbruzzese, A.; Martignetti, A., et al., 2002. “Low-dose recombinant IL-2 induces psychological changes: monitoring by Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI)”. Anticancer Res. 22(2A):727-732.
[9] Véanse por ejemplo los trabajos de investigadores como Karla Covarrubias Cuéllar, de la Universidad de Colima (México), sobre las telenovelas de los años noventa, en el marco de estudios sobre las culturas contemporáneas.
[10] El periodo de la guerra fría ha sido uno de los de mayor producción: en relación al peligro atómico, el gran miedo de la época, se puede citar If an A-bomb falls, de la Defensa Civil del Maryland (1951), o The H-bomb and you, publicado por el Gobierno de Maryland (1954).
[11] Agence d’évaluation de la recherche et de l’enseignement supérieur (AERES): Liste des revues d’histoire, 8 de noviembre de 2012.
[13] Revista asociada a la Cité internationale de la bande dessinée et de l’image d’Angoulême, dirigida por Thierry Groensteen: http://neuviemeart.citebd.org/.
[14] Revista dirigida por Benoît Berthou: https://comicalites.revues.org/ . La revista está actualmente paralizada desde hace más de un año.
[15] Tebeosfera: http://www.tebeosfera.com.
[16] CuCo, Cuadernos de cómic: http://cuadernosdecomic.com/.
[17] Parte de los actos del congreso sobre cómic y compromiso social de la Universidad de Valencia publicados en https://ojs.uv.es/index.php/diablotexto/issue/view/667/showToc.
[18] Historia y cómic: https://historiaycomic.wordpress.com/.
[19] Ergocomics: http://ergocomics.cl/wp/.
[20] Véase ALCÁZAR, Javier: "Monografías sobre historieta y humor gráfico en España, 1887-2007”, Tebeosfera, 2008. Disponible en: http://www.tebeosfera.com/documentos/monografias_sobre_historieta_y_humor_grafico_en_espana._1877-2007.html, y el “Catálogo de ensayo y divulgación” del Gran Catálogo de Tebeosfera, disponible en línea en: https://www.tebeosfera.com/galerias/catalogos/ensayo_y_divulgacion/1/.
[21] Una valiosa recopilación de artículos y contribuciones ha sido realizada por Tebeosfera, dividida en dos bloques: su primera época (2001-2005) en el sitio web http://www.tebeosfera.com/1/Indice/Articulos.htm, y su segunda y tercera épocas (2008-actualidad), en la dirección: https://www.tebeosfera.com/galerias/documentos/ultimas_catalogaciones/1/. También se puede citar el último número de la segunda época de Tebeosfera,en el que se publicaron casi ciento cincuenta textos, en su mayoría artículos académicos rescatados de la Revista latinoamericana de estudios sobre la historieta. Fuente: Tebeosblog, el blog de Tebeosfera: http://tebeosfera.blogspot.com/2015/12/t13-el-fin-de-una-epoca.html.
[22] https://www.academia.edu/about y https://www.researchgate.net/about. Bases de datos creadas en 2008, la primera en San Francisco y la segunda en Berlín.
[23] HAL, Hiper artículos en línea, base pública creada en 2000 por el Centre National de Recherche Scientifique-CNRS (Francia), https://hal.archives-ouvertes.fr/.
[24] Una de las críticas a Academia y a Research gate es que son bases comerciales, que los autores pierden de facto sus derechos sobre sus propios documentos y que si son supuestamente y por el momento gratis, los investigadores lo pagan de diversas formas: utilización incontrolada de sus datos, correos no deseados. Ver BOUCHEZ, Aline: Éléments de comparaison archives ouvertes (HAL) et réseaux sociaux académiques (academia, researchgate). París, URFIRST, 2016.
[25] El negocio de las publicaciones universitarias genera entre siete y ocho billones de euros de cifra anual. En Francia se han gastado 105 millones de euros en 2014. Fuente: Privés de savoir, disponible en internet: https://www.youtube.com/watch?v=WnxqoP-c0ZE&t=0s . Una universidad como Harvard paga del orden de cuatro millones de dólares cada año para tener acceso a bases documentales. Fuente: Le Monde, 15 de febrero de 2016.
[26] bib.cnrs.fr sustituye a un número de iniciativas, BiblioVIE, BiblioSHS, BiblioST2I, TitaneSciences, BiblioPl@net, BiblioSciences...
[27] Uno se podrá referir a publicaciones de la UE, como Guidelines on Open Acess to Scientific Publicacions and Resarch Data in Horizon 2020, Comisión Europea, 2016.
[28] Entre otras referencias, MARTÍN, Antonio: Historia del comic español: 1875-1939. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, S. A., 1978. MARTÍN, Antonio: Apuntes para una historia de los tebeos. Barcelona, Glenat, 2000.
[29] Por ejemplo, BARRERO, Manuel: “Viñetas republicanas en la Guerra Civil española”, en Tebeosfera. Bilbao, Astiberri, 2006, pp. 33-60. BARRERO, Manuel: Clarín y el agotamiento de la propaganda falangista, contribución al congreso Guerra civil española y cómic. Angulema, 2016.
[30] CATALÁ CARRASCO, Jorge: Vanguardia y humorismo gráfico en crisis: la Guerra Civil Española (1936-1939) y la Revolución Cubana (1959-1961). Suffolk, Boydell & Brewer, 2015.
[31] PONS, Álvaro: Viñetas a la luna de Valencia, historia del tebeo valenciano 1965-2007. Alicante, Edicions de Ponent, 2007.
[32] ALARY, Viviane: L'émergence du féminin dans la bande dessinée espagnole, tesis doctoral. Toulouse, Université de Toulouse Le Mirail, 1994.
[33] Mon camarade, revista infantil comunista francesa, 198 números entre junio de 1933 y septiembre de 1939. Será seguida por Vaillant y luego Pif, del nombre del perro inventado por José Cabrero Arnal.
[34] “Les aventures de Pipe, Flute et Pomme, enfants de prolétaires”, Mon camarade nº 1 a 14, 1933-1934.
[35] “Toto et Toutoune en Espagne”, Mon camarade, diciembre 1936-abril 1937.
[38] Action Comics nº 1, National Allied Publications, junio de 1938. La editorial se conocerá luego como DC comics. Aquí aparece la primera aventura de Superman por Jerome Siegel y Joe Shuster, que concluye en el siguiente número. La acción está situada en un país latinoamericano imaginario, San Monte, pero hay indicios que permiten considerar que se trata de España en plena guerra, y que los autores, con esta historieta, denuncian la implicación de las empresas estadounidenses en la contienda a pesar de la neutralidad oficial de EE UU.
[39] Se puede así señalar que publicar en una revista científica reproducciones de carteles de la Guerra Civil española necesita en principio un recorrido complicado para conseguir las autorizaciones necesarias y evitar todo riesgo de conflicto con los herederos de los artistas. El autor del presente artículo tiene una experiencia personal al respecto, con un editor universitario español que le ha solicitado modificar ligeramente con un programa informático los ejemplos de carteles acompañando su contribución. En otras revistasm como Pensées Vives, de Clermont-Ferrand (Francia), las consignas son de no reproducir una obra gráfica si el autor del cuadro o del dibujo no ha dado expresamente su autorización o, en su defecto, si el mismo no está muerto desde hace más de setenta años.
[40] Un primer paso podría ser inscribirse en la nueva Plataforma Académica sobre el Cómic en Español (PACE) creada por el Centre de recherche sur les littératures et la sociopoétique (CELIS) de la Université Blaise-Pascal de Clermont-Ferrand (Francia) en colaboración con la Asociación Cultural Tebeosfera (ACyT) de España. PACE tiene como objetivos federar a los investigadores universitarios e independientes y fomentar el conocimiento y los trabajos de investigación en el cómic español y latinoamericano, desarrollar sinergias y encuentros inter y extrauniversitarios y promover el desarrollo de iniciativas de investigación coordinada: https://pace.hypotheses.org.