Historietista español, interesado por la animación (y que desarrolló esta profesión en Cuba), destacado por sus ilustraciones de cuentos y sus historietas dirigidas a la infancia a partir de su regreso a España en 1969. Autor de una obra coherente y limpia, más pendiente de la narrativa que del gag y cargada de un optimismo tierno, como ocurría en la serie Pulgarcito, pero sobre todo popular por su parodia del superhéroe por antonomasia: Superlópez.
Nacido en el seno de una familia barcelonesa que pasó una temporada en la región de El Bierzo huyendo de la guerra, Juan López vivió en Barcelona durante casi toda su niñez y adolescencia. Quedó sordo entre los seis y los siete años de edad; desde entonces demostró gran interés por el dibujo, una gran pasión por la lectura, herramienta necesaria para poder comunicarse, y por supuesto por los tebeos, hallándose entre sus favoritos Chicos. Se formó en delineación mecánica, y su primer trabajo fue en la fábrica de insignias y placas de metal Pujol, para luego integrarse como rotulista en el equipo de los Estudios Macián, donde aprendió animación. Allí coincidió con Jorge Ginés, que por entonces firmaba como Jorge Gin las historietas de “Miguelín y su perrito Tizón” para la revista de historietas Yumbo, y López acudió a la redacción de ese tebeo y logró publicar en él algunas tiras y secciones imitando el estilo de Gin; incluso le propusieron continuar dibujando la serie de Miguelín, pero no aceptó debido a su desinterés por el cómic entonces.
La carrera de Jan como historietista no prosiguió en España puesto que en 1959 emigró a Cuba, acompañando a su padre –cubano de nacimiento– que cruzó el Atlántico ilusionado con la revolución castrista y harto de franquismo. En La Habana, López comenzó a trabajar en la agencia de publicidad Syboney, donde se producían espots televisivos de dibujos animados, pero el proceso de nacionalización de empresas impulsado por el gobierno de Castro llevó al joven dibujante a la Televisión Cubana y luego al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, donde logró rodar una película documental sobre el origen del hombre en 1962. Volvió luego a la televisión para trabajar como técnico asesor de animación. Militante como era de Juventud Comunista de Cuba, comenzó a trabajar en un suplemento con historietas de la revista de este colectivo, Mella, y luego también dibujó en la publicación El Pionero, en este caso cuentos ilustrados con guiones del poeta y periodista Froilán Escobar. En estas publicaciones, alternando sus historietas con los reportajes fotográficos que hizo por toda la geografía cubana, más las labores de enseñanza y asesoría que desempeñaba en la televisión, dibujó sus primeras series: Chaparrito, Lucas y Silvio, El Duendecillo cuenta. Construyó al personaje Chaparrito como un trasunto de Miguelín, Lucas y Silvio fueron ideados por el escritor Norberto Fuentes, y Duendecillo fue una suerte de cuento ilustrado que destinó a la publicación El Pionero, de la organización de pioneros cubanos. Todos estos trabajos los firmó como Juan José.
Juan López, escéptico con la revolución cubana, cansado de la cada día mayor carencia de libertades y viendo que tras casarse y tener dos hijos no logró conseguir una vivienda y cierta normalidad familiar, decidió volver a España hacia 1969. De regreso, gracias a Miguel Pellicer, comenzó a colaborar con Bruguera como ilustrador de cuentos y se ofreció como dibujante a otras publicaciones (sin muestras, pues todo lo que hizo en Cuba allí se quedó). Consiguió trabajo en Gaceta Junior, de UNISA, en 1969, para dibujar varias series humorísticas a partir del núm. 70: ¡Abracadabraa!, serie de tiras mudas sobre un mago que había iniciado el autor Mingo; Sicodelic Hood, parodia de Robin Hood que tomó de la película El mago de los sueños (luego aparecería en Piñón); Los hermanos Rengifo; Lucas el maldito, y Dulce Edad Media; estas últimas también las publicó en un suplemento del diario La Vanguardia Española (de Dulce Edad Media, dos tiras tan sólo, que no cobró). El autor, que ya firmaba Jan en estas páginas, demostró su interés por la parodia histórica de caballeros medievales o piratas. La serie Don Viriato, que destinó en 1970 a Din Dan, la dejó hastiado de que Conti reescribiese sus textos y la trasladó en 1971, bajo el título Don Talarico, a la revista Strong (donde gozó de más libertad para desarrollarla). El pirata Caracrimen la destinó al suplemento El Cuco del diario Pueblo aquel mismo año. Durante 1971 se mostró Jan tremendamente prolífico, pues aparte de lo anterior creó algunas de sus series más recordadas. Primero, rescató a Lucas y Silvio para la revista Strong (luego los llevó a Patufet, donde fueron bautizados como Ton i Met) y obtuvieron dos álbumes y una reedición en Super Zipi Zape en 1992). Segundo, realizó ocho historietas de Don Talarico (luego se recopilaron en un álbum, y alguna se tradujo para Patufet). Tercero, hizo seis historietas del personaje paródico de Drácula El último vampiro para la revista de Doncel Trinca (donde no recibió un trato que le satisficiera y por eso la dejó), cinco de Don Juan Poca Cosa, parodia de navegante descubridor, para la misma cabecera. Y cuarto, creó a Tax i Taxi para la catalana L`infantil. Virgilio y Katakrak, serie que se pudo leer en Piñón en 1972, estuvo protagonizada por personajes muy similares a Lucas y Silvio, pero su autor los recuerda como diferentes.
En todas estas obras ya se muestra el gran autor que es Jan. Se trata de un historietista que domina la línea y el encaje de las figuras, modula los volúmenes de forma grata a ojos del lector, pero que sobre todo destaca por la construcción de los guiones, en los que vuelca cierto gusto por el surrealismo propio de Swift o de Carroll y se aleja de los automatismos que aquejaban a la historieta de humor coetánea. Jan siguió laborando además como ilustrador durante los primeros años setenta, en cuentos y troquelados (en los que dibujó incluso a personajes populares de otros autores, como Mortadelo o Astérix, en colecciones como Ases del humor o Risa loca), y abordó alguna obra de corte netamente infantil, como la surgida de un proyecto de Francisco Macián titulada Candelita, que apareció publicada en 1973 en el tebeo asturiano Espolique (sería rescatada para la revista Piñón en 1991).
Hacia 1974, Juan López aborda varias obras de encargo para resolver con el estilo impuesto de la llamada escuela Bruguera, que el dibujante detestaba por su constreñimiento obligado y por lo simplón de los guiones, escritos por Conti y otros autores. Éstas fueron: Doroteo, el típico enclenque, que se publicó en Tío Vivo y en DDT, y la serie protagonizada por un cenizo Felipe Gafe, para Tío Vivo, Sacarino y Super Sacarino. En estas obras Jan colaboró con Conti y con él también participó en la serie de otro personaje paródico, Superlópez, solicitado en 1973 por Antonio Martín desde Euredit para protagonizar tiras mudas creada exclusivamente por Jan y que recaló en las revistas de Bruguera, con guiones de Conti y de Francisco Pérez Navarro, a partir de 1974. Ni que decir tiene que Bruguera registró el nombre desposeyendo al autor de la propiedad de su personaje. Gracias a las cualidades del dibujo de Jan, de gran expresividad y plasticidad, a su ágil puesta en página y a los refrescantes guiones, no exentos de tono satírico, Superlópez se convirtió en un éxito. A ello contribuyó la calidad como narrador de Jan, que tomó las riendas de los guiones a partir de la tercera aventura larga y les inoculó su estimulante sentido del humor, construido desde los acontecimientos cotidianos, todo lo cual plasmaba con un atento y cuidado trabajo gráfico, muy inspirado, muy documentado en cada elemento de la composición, primoroso en el acabado y, sobre todo, en el color.
Superlópez acaparó gran parte de la producción nueva de Jan durante los años setenta, tanto fue así que apenas si pudo dejar de producir historietas del personaje hasta 1981, cuando bajó el ritmo ocupado en otras creaciones. Entre 1975 y 1978 hizo Jan para Bruguera otros trabajos de carácter infantil, pero no por ello de menor calidad. Una de aquellas obras fue la colección de ocho cuadernos Amapola, consistentes en adaptaciones de cuentos clásicos que resolvió de forma muy delicada y que fue reeditada en la colección de 1980 El príncipe Azul. Otra fue Cole-Cole, una revista didáctica, de pasatiempos e historietas en la que trabajó con Pérez Navarro. Las adaptaciones de las series de dibujos animados Heidi, Marco, La abeja Maya El perro de Flandes consistieron en trabajos alimenticios en los que Jan mantuvo al menos la limpieza en el dibujo. También ilustró las portadas de la colección de cuentos interactivos Lápiz mágico, e hizo dibujos y alguna historieta para otros lanzamientos similares del final de la década: Carrusel, Lluvia de estrellas, los cuentos troquelados Din Dan, los ocho cuadernos para elegir profesión Yo seré (en catalán Jo seré), y la entretenida revista didáctica ¡Buenos Días! Lo publicado en esta última colección fue recogido posteriormente en el libro de Bruguera de 1979 La Tierra es nuestro planeta y en la colección de 1980 Insectilandia.
El autor abordó en 1978 otros proyectos ligeramente más comprometidos pero sin salir del humor, como Nosotros los catalanes, para Plan, un proyecto en dos libros que el editor recortó a la mitad y cuyo guión quedó agolpado hacia el final por esta razón, o las viñetas que Jan dirigió a la revista satírica Butifarra!, de Iniciativas Editoriales [en El urbanismo feroz no dibuja Jan]. Y desde 1980 continuó trabajando en publicaciones para niños, dando vida a sus personajes más afortunados por entonces: como Trok Trok, alienígena protagonista de diez cuentos del mismo título que coloreó Cris (Cristina Brunet), como la creación literaria de M. Dolors Alibés Joana, la brujita, de la que Jan ilustró ocho cuentos, o como Pulgarcito, en este caso un personaje de historieta que readaptaba el cuento tradicional.
Jan ha calificado a sus hijos de papel paridos entre 1981 y 1983 como los mejores de su carrera. Pulgarcito surgió a propuesta de Bruguera, que deseaba renovar la longeva cabecera, y Jan ideó a un niño que vivía historias sensibles y llenas de fantasía a la par que de enseñanzas. El planteamiento fue hacer una serie semanal, con lo que Jan tuvo que paralizar la producción de Superlópez durante más de un año y hasta propuso a su hijo Juanjo el acabado de algunas historietas, pero éste lo dejó al poco porque Bruguera no le pagaba. Pese a la forzada periodicidad, Jan creo algunas historietas brillantes, como “Las carabelas de Colón”, sorprendentemente bien documentada para ser dirigida a un público infantil. Fue el penúltimo trabajo del autor en Bruguera; el último consistió en otro encargo alimenticio, la serie Angelosos, en 1984, sobre guiones de Juan de Cos y para promocionar los juguetes del mismo nombre. Tras la quiebra de Bruguera, Jan acudió a otros editores para seguir trabajando: primero probó suerte con su amigo Miguel Pellicer, que había fundado el sello Druida, el cual continuó la estética y filosofía de Bruguera sin mucha suerte, pero bajo este sello creó el autor a varios personajes que él considera de lo mejor de su producción: las series para la revista Jauja tituladas Los últimos de Villapiñas –escrita por Oli–, la parodia de historias del Oeste Cab Halloloco y la de ciencia ficción humorística Lurgk de Turgk (todas fueron rescatadas por B). Para Miguel Pellicer volvió a ilustrar una colección de cuentos, la titulada Libros de lectura fácil y divertida.
Tras la quiebra de Bruguera, y por mediación de Miguel Pellicer (que actuó a modo de agente), el editor de Norma le hizo un encargo inaudito: dibujar un tebeo erótico, Lascivia, que se publicó en la revista A Tope a partir de 1984. También por entonces, necesitado de trabajo, hizo alguna página para la revista Hara-Kiri, trabajos menores como los cuadernillos Tele Comic, y se integró en los estudios de animación Equip (de la mano de Vázquez), donde participó en el rodaje de la serie Mofli el último koala (1986). También por esta época aceptó dibujar dos encargos del editor sevillano Pedro Tabernero que siguen siendo muy codiciados hoy debido a su escasa distribución o su no recopilación en álbum: la serie publicada en la revista sevillana Rumbo Sur desde 1984 titulada Viceversa. Trotacosmos de ida y vuelta, una de sus más fantásticas y originales creaciones, cuyo personaje principal también protagonizó el libro de historietas Fechas mágicas. Viaje por las exposiciones universales (1990). Hubo otro encargo del mismo editor para realizar una Historia de Sevilla en cómic, pero el autor no llegó a iniciarlo por su enorme complejidad y porque ya había retomado su trabajo con Superlópez.
Poco antes de volver a Superlópez fue reclamado por Antonio Martín desde Planeta-DeAgostini para abordar otra parodia del superhéroes, a lo que Jan respondió con Superióribus, cuyas aventuras complementaron cuadernos de superhéroes desde 1988 (se recopilaron en álbum en 1999). Ediciones B puso de nuevo en pie por esta época, desde el año 1987, la maquinaria de revistas humorísticas heredadas de Bruguera, y Jan regresó para trabajar afanosamente sobre Superlópez, y también para rescatar algunas de sus creaciones del pasado, entre ellas dos obras que habían quedado inéditas en 1984: Gas y su mundo gaseoso y Summa y sigue… Desde aquí y en adelante, el autor continuó produciendo historietas de Superlópez para el sello B. Sus aventuras estaban siendo recopiladas en álbumes desde el año 1980, y a partir de 1985 obtuvo revista propia, estrategias ambas rescatadas por B, que mantuvo en pie la revista y siguió lanzando álbumes del personaje a razón de dos por año, ritmo que ha seguido manteniendo el autor hasta 2010, con 55 libros de Superlópez ya publicados. La popularidad de Superlópez ha sido superlativa, sólo comparable a la lograda por Mortadelo y Filemón en nuestra historieta. Sus aventuras fueron traducidas a varios idiomas, gozando de gran éxito en Alemania (como Super-Meier), relativo en Dinamarca (Superdan) o Noruega (Superegon), países en los que sólo se publicó un álbum, y con su difusión truncada en francés debido a las presiones de DC Comics, que logró evitar su publicación en Bélgica y Francia. Jan ha logrado este éxito continuado mezclando la ingenuidad torpe del personaje protagonista con el enfrentamiento a enigmas y problemas que guardaban relación con lo cotidiano, con experiencias personales del autor o que ponían en solfa cuestiones de interés general, como por ejemplo la conciencia ecologista.
A lo largo de los años noventa, casi totalmente saturada su producción con la parodia superheroica, Jan dibujó algunas portadas y carteles para agrupaciones y entidades, hizo varias historietas publicitarias sin firmar (de helados Frigo), preparó un texto pedagógico sobre historieta (Cómo se hace un cómic, Onda, 1990) al cual puso texto M. Dolores Alibés, y entregó algunos cómics paródico satíricos bajo seudónimo para separar esa producción de la humorística infantil: "Si fuera…", para la revista ¡Al ataque!; "Phillip Marlobatón", para la revista El Chou; "Las geniales parodias", para la revista TBO, todas ellas sobre guiones de otros. Su serie nueva más larga de este periodo surgió a la sombra de Superlópez: Los gemelos Superlópez, un conjunto de aventuras dirigidas a un público infantil que se desarrollaron en la nueva revista Zipi y Zape del sello B entre 1994 y 1995.
En el siglo XXI, Jan ha seguido satisfaciendo a sus lectores de siempre mientras abordaba proyectos nuevos. Se incorporó prontamente a las nuevas tecnologías con su serie Internautas de andar por casa, para el sitio web Worldonline/Tiscali, cuyas historietas se ofrecieron a modo de gifs animados, un modelo que el autor tuvo que dejar por cansancio. Además de volver a colaborar con Pellicer (¿Dónde está el pequeño Príncipe?), cedió un conjunto de páginas humorísticas al fanzine Amaníaco entre 2002 y 2008. Y creó a dos nuevos personajes para la revista infantil y didáctica ¡Dibus!, de Norma: Supertron, nueva parodia superheroica, y Pun Tarrrota, un planteamiento muy fresco para aproximarse al dibujo de cómics, cuya propiedad cedió al autor sevillano Enriquecarlos tras abandonarlo.
Sus últimos trabajos nuevos han consistido en dibujos sobre guiones de autores jóvenes, como el Tadeo Jones de Enrique Gato, del cual Jan ha terminado dos historietas largas para el sello El Toro Pictures/Lightbook Enternainment (cuyo guión desarrolló el dibujante sobre una sinopsis previa), y la serie Días moscosos, sobre el gremio de los funcionarios, que dibuja sobre guiones de Raúl Deamo para la ahora revista Amaníaco.
En mayo de 2002 recibió el Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona, en reconocimiento a toda su trayectoria profesional, en 2005 le fue otorgado el Premi Ivà por el Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat, y también fue merecedor del premio de honor del festival Imaginamálaga en 2007. Aun siendo septuagenario, Jan sigue manteniendo el pulso firme, el humor efervescente y el optimismo como bandera.
Su hijo Carles también es dibujante, aunque fundamentalmente se dedicó a la animación.