Cuenta una leyenda que el Acueducto de Segovia fue obra del demonio.
Por esta razón se le llama “El puente del diablo”.
Tal vez Belcebú volviera con el paso de los años para ver el éxito
de su obra; quizás, simplemente se enamoró de la ciudad y la visita
con alguna asiduidad. El caso es que hay ciertos indicios, algunos
fenómenos, cuya única explicación ha de ser, sin duda, la
intervención demoníaca. Cómo si no se puede entender que uno de los
animales más dóciles y tiernos del reino animal, como es el
cochinillo segoviano, se convierta, de la noche a la mañana, en un
cerdo despiadado; en un cochino cruel e implacable: en un
“cochinillo feroz”.
Aún se desconoce la razón que le llevó a ello, pero es un hecho
irrefutable que el día dos de enero de 1999, en la hermosa ciudad de
Segovia, el diablo poseyó a un cochinillo. Hoy, cinco años después,
este cochinillo poseído, este “cochinillo feroz”, continúa viviendo
libre sin que ningún exorcista se haya atrevido a volverlo a su
natural condición de animal doméstico. Hoy, este endemoniado ser,
celebra su primer lustro con el descaro y la impertinencia propia de
los descreídos; de los seres libres que han roto las rejas de la
granja para hocicar por donde les da la gana; de los iconoclastas
desmitificadores de falsos ídolos; de los lúcidos críticos con el
poder establecido que no aceptan límites a la libertad; hoy, este
lechón en jarras, con gafas de sol, hocico desproporcionado y risa
gamberra, celebra que hace cinco años dejó de ser un animal manso y
sometido para hacer su particular “Rebelión en la granja”. (Algunas
veces al demonio habría que condecorarlo).
Esta es su historia (la de la revista, no la del demonio):
En 1997, más de dos años después de dejar la revista de Barcelona
con tirada nacional El Jueves, el magnífico dibujante José
Orcajo se planteó editar «una revista nacional de humor satírico de
actualidad destinada a ese tipo de lector que se interesa por las
cuestiones políticas y sociales y que, precisamente, El Jueves
parecía haber descartado en busca de un público más joven e
intrascendente». Junto a otros históricos de la revista catalana,
Trallero y Oli, y uno de los tipos más inteligentes de este país,
Moncho Alpuente, hizo un primer boceto de la revista que, por falta
de financiación, se quedó sólo en proyecto. Un año más tarde retoman
la idea entre Orcajo,
Quico Serrano
(humorista
de El Adelantado de Segovia)
y Moncho y deciden ceñir la revista sólo a
Segovia, lugar en el que ambos viven. En diciembre de 1998 forman
sociedad junto al delirante Madrigal,
también
humorista
de El Adelantado de Segovia, más el publicista César Pérez.
Al mes siguiente, este feliz ayuntamiento dará como fruto el primer
número de la revista mensual.
El bautizo corrió a cargo de
Quico Serrano
quien, como un
experimentado alquimista del humor, mezcló el plato típico de
Segovia con el enemigo de Caperucita y eterno malo de los cuentos
infantiles, dando lugar así a El Cochinillo Feroz (presentada
en sus comienzos como el “Organismo de expresión del FLIPE” –Frente
de Liberación del Porcino Español–, para pasar después a ser “LA
REVISTA DE LOS SEGOVIANOS INTRÉPIDOS”). La característica mascota de
la revista es obra de Franz, ganador del concurso que se hizo entre
todos los dibujantes.
Para Orcajo, la motivación de El Cochinillo Feroz está muy
clara:
«Quisimos que la revista fuera un revulsivo para la conservadora
Segovia de poco más de 50.000 habitantes, en donde la única crítica
que se hacía en la ciudad se limitaba a nuestras propias
colaboraciones en prensa (Madrigal y Quico en El Adelantado de
Segovia, y yo en El Norte de Castilla) (...) nuestros
fines son, hoy por hoy, hacer crítica en Segovia, principal lugar de
difusión y a la que nos debemos en función de nuestros anunciantes,
aunque no rehuimos tocar otros grandes temas de trascendencia
mundial o nacional, que incluso convertimos en portada cuando
consideramos preciso (guerra de Irak, las elecciones, la boda del
príncipe y Letizia)» [entrevista practicada por M. Barrero a J.
Orcajo, respondida por carta, entre mayo y junio de 2004]
La revista,
desde luego, no ha pasado desapercibida. Ya en su primer número, se
toparon con la reacción cobarde de la imprenta (El Adelantado),
que les conminó a pegar en la portada de cada uno de los dos mil
ejemplares de tirada una pegatina que, textualmente, decía así: «Los
impresores de esta publicación no se responsabilizan con el
contenido de la misma». Y es que, desde el primer día, esta
irreverente y procaz publicación quiso dejar claras las cosas:
mientras el dibujo de Madrigal reflejaba al alcalde y a todo su
séquito bajando las escaleras del Ayuntamiento, el titular decía:
«¡BAJÓ EL PORCINO!».
Debajo de tan contundente titular, en letras pequeñas, se explicaba
convenientemente la portada diciendo que el Ayuntamiento inauguraba
un nuevo parking subterráneo. Aún no sabemos si los de la imprenta
temían que se ofendiera el alcalde o, tal vez, que los injuriados
con esta ingeniosa portada de equívocos fueran los nobles animales
que representan al sector ganadero más importante de Segovia.
Los
valientes padres de El Cochinillo Feroz se negaron a poner la
pegatina, con lo que quedó a salvo su integridad de tontos recelos
propios de otros tiempos y, la divertida portada, a salvo de
feísimos aditamentos.
En otra ocasión, demostraron empíricamente la famosa frase de Don
Quijote «Ladran, luego cabalgamos». Los “ladridos” esta vez vinieron
de los quiosqueros, esos omnipotentes repartidores de beneficios y
prebendas expositoras dentro de su pequeño reino de chapa y cristal:
algunos
se negaron a exhibir la revista a causa de una portada y un póster
sobre la Semana Santa que, transmutados en adalides de la fe,
consideraron injuriosos contra la religión católica (también
demostraron otra quijotesca frase que, por obvia, mejor eludirla).
Hubo asimismo una imprenta que se negó a entregar unos carteles con
la leyenda «CAMBIE DE CERDO, VOTE A PACO CHINILLO», que era el
candidato de la revista (un enchisterado cerdo en gayumbos), y que
estos “Quijotes” segovianos hicieron para unas elecciones
municipales. Al final, por miedo a que Moncho Alpuente aireara tanta
estupidez en su programa de radio, recapacitaron y los carteles
fueron pegados al iniciarse la campaña electoral.
En cuanto a los colaboradores de El Cochinillo Feroz, se
encuentran los autores segovianos Almodróguez, con su divertido
personaje “Groink”, un cerdo antropomorfo; el autor de la mascota,
Franz; el irreverente Smith; Mary Bloody, autora de los originales
pasatiempos; Pero Palo; J.A.Municio; Ángel Esteban; Cossío; Gustavo
Postigo; Malpolvo; de la Osa; Odín; Raúl Díez; Fran Orcajo;
Coronado; Albarrán, actual maquetista / diseñador además de
fotógrafo y dibujante ilustrador. También estuvieron el cantautor
Feliciano; Schnerridan Blook; Elías Marisusijander; y Kamarero e
Israel, los primeros maquetistas. Importante, sin duda, es la labor
de la «sufrida y perpetua secretaria» Chari Vallejo. Y, con una
promiscuidad lógica en un producto promovido por el diablo, se
encuentran muchos de los grandes nombres del humorismo nacional como
El Gran Wyoming, Ballesta, J.L. Cabañas, Ramón Ayerra, P.García,
Gonzalo Vivas, Kalíkatres, Máximo, Julio Cebrián, Trallero, Mena,
Forges, El Keto, Chandro y Ferreira, Almarza, Martos, Malagón,
Ermengol, Juanjo de la Iglesia, Lo Mihura, Barquín, Penedo, Ché,
Sagu, Sansón, Xaquín Marín y Dodot. Chumy Chúmez también colaboró
con El Cochinillo Feroz.
Las secciones de esta revista de casi cincuenta páginas son muchas y
muy variadas. Algunas, delirantes, como la que realiza Javier
Barquín, “El Ofensor del Lector”. Aquí, al contrario de lo que hacen
los periódicos “serios”, las opiniones de los lectores se las pasan
por... el sentido del humor. Para muestra de cómo los tratan, un
reciente, enorme e impertinente botón:
«¡Roedores insignificantes! ¡Colección de lunáticos siderales y de
cretinos dementes! Son ustedes repugnantes, señores lectores. Son
ustedes odiosos, viles, miserables, obtusos y cretinos (...) su
imbecilidad y su cretinismo rozan los límites de lo humano hasta
adentrarse en los límites de lo infrahumano, lo bestial y lo
sencillamente monstruoso (...) Atontolinados como están por los
medios audiovisuales, las misivas que envían al Ofensor rezuman
estupidez y extravío». [tres muestras tomadas de tres de las
presentaciones de la sección aparecidas en números del año 2003]
Hay, entre otras, una sección regional fija que se llama “La junta
no te ajunta”, donde Pero Palo se encarga de dar con su apelllido a
la Junta de Castilla y León; una página de arte originariamente
llamada “Grandes Cochinillos de la Historia del Arte” y, ahora,
“Museo Gorringhein”, donde los cuadros se analizan con una maestría
que para sí la quisiera la baronesa Thyssen; un suplemento cultural,
“El torrezno metafísico”, dirigido por Municio; una página llena de
pequeñas noticias comentadas con un sugestivo nombre, “El cerdo que
ríe” (humor en porciones), y una sección que demuestra taxativamente
el origen demoníaco de este extraño animal: la “anticlerical” “No te
clero. ¡No, no, no, no, no te clero!”, donde unos individuos que
firman como El Arcipreste de Guita, el monaguillo Tadeo y el Deán
Julián, se buscan la condenación eterna al criticar, sin humildad y,
presumiblemente sin haber confesado y comulgado antes, a esa casa
llena de santos varones que da en llamarse la Santa Madre Iglesia.
Esta sección, junto al personaje del gamberro Smith, “Jistorias de
Chuchi”, trasunto borde y pasota de Cristo, más las “Aventuras de
Dios P.”, de Madrigal, acreditan por sí solas a El Cochinillo
Feroz como una revista del demonio. (Como una sanísima y
necesaria revista del demonio).
En “Quico presenta”, el agudo y ocurrente Quico, suele utilizar
cómics o tebeos famosos para contextualizarlos convenientemente por
medio de divertidas paráfrasis. Orcajo hace su particular Historia
con la sección “Fotos para la Historia”y, en “El asador del
lector”, se recogen las disparatadas cartas de unos imaginativos y
comprometidos lectores.
Los editoriales corren a cargo de los transgresores Sammy Beckett Jr.
y Agamenon Porquero, seudónimos tras los que se encuentran
los directores de la publicación. Las portadas, decididas por consenso, se las
reparten, salvo excepciones encargadas a otros dibujantes, entre
Madrigal y José Orcajo.
El Cochinillo Feroz,
en su afán de poner las patas libremente por donde le sale de su
enroscada cola, no tiene subvención de ningún tipo, ni pública ni
privada, costeándose con las ventas y la publicidad. Se distribuye
fundamentalmente en Segovia y su provincia y, en menor medida, en
algún punto determinado de Madrid como es el Café Gijón. También
tienen suscriptores en diversos puntos de la península.
Teniendo en cuenta lo corta que es la vida de los cochinillos y de
la mayoría de las revistas de humor, no es poco mérito que este
animal lleve cinco años dando guerra con tan buena salud. Si para el
tango veinte años no es nada, para una revista de humor local en una
pequeña ciudad conservadora, sólo cinco es tiempo suficiente para
mantener viva la esperanza en un mundo más lúcido. El Cochinillo
Feroz representa para Segovia, esta histórica ciudad llena de
tradiciones y leyendas, un soplo de aire fresco (ese del que tan
necesitadas están otras ciudades españolas), que corre libre por las
calles barriéndolas de grises dogmas inmutables; que se cuela por
las ventanas oxigenando las habitaciones cerradas a la reflexión y
traspasa, juguetón, los arcos del viejo Acueducto para renovar el
rancio ambiente provinciano y orear las estabuladas conciencias. El
aire que merecen,
sin duda, “los segovianos intrépidos”.
Feliz
cumpleaños. |