En
una viñeta El Roto decía que para hacer caricatura basta con copiar
del natural. Ciertamente se confirma tan lúcida sentencia al ver el
retrato que de la familia de Carlos IV hizo Francisco de Goya y
Lucientes, quien emulando al Velázquez de Las Meninas, osa
incluso colocarse dentro del cuadro protegido por sombras a modo de
testigo burlón de su travesura pictórica; cosa lógica si tenemos en
cuenta que Goya es para muchos el primer humorista gráfico español.
También los hermanos Bécquer, Valeriano y Gustavo Adolfo, fueron
humoristas gráficos y siguiendo la estela de Goya retrataron a la
nieta de Carlos IV, Isabel II, en sus corrosivas láminas Los
Borbones en pelota, bajo el seudónimo "Sem".
Hoy,
como cumpliéndose una regla no escrita en la que junto al pintor de
cámara cada Borbón debiera tener un caricaturista de cámara, Juan
Carlos I y su familia también los tienen: Francisco Javier Rodríguez
Idígoras y Ángel Luis Rodríguez Idígoras, más conocidos como Idígoras
& Pachi. Éstos, además de la genialidad coinciden con los Bécquer en
que también son hermanos y andaluces.
Pascual, mayordomo real,
creado por estos humoristas malagueños en el año 1996 para la revista
satírica El Jueves, es el personaje del que se valen para
retratar con amable ironía no exenta de crítica a la familia real
actual. En este primer libro del simpático personaje fuera del ámbito
editorial de El Jueves, donde periódicamente publican una
selección de las historietas en la colección "Pendones del humor",
rescatan otras también publicadas en la revista y hacen con ellas una
división temática: "La familia", "El servicio", "Política", "El
sucesor", "Historia" y "El protocolo" son los seis capítulos últimos
de los siete en que se estructura el libro y que vienen precedidos por
un pequeño texto explicativo con el tono de novela picaresca del Siglo
de Oro: «Aventuras domésticas que acontecen en la villa palaciega a la
estirpe de los Borbones y de su donosa parentela política...», «Que
trata de las increíbles andanzas de don Felipe de Borbón...». El
primer capítulo está dedicado a "Los personajes", donde hacen unas
breves biografías literarias del Rey, la Reina, Felipe, Elena y
Marichalar, Cristina y Urdangarín, los nietos y finalmente Pascual,
dignas de figurar en las mejores antologías del humor absurdo español
que tantos y tan buenos frutos ha dado desde La Codorniz de
Mihura hasta el Mingote escritor, pasando por Luis Sánchez Pollack (Tip),
o Gila; genios cuya llama mantienen viva estos adelantados discípulos
suyos que han convertido al Rey y toda su familia en tiernos
personajes de tebeo.
El
Rey de Idígoras y Pachi, «Juan Carlos de nombre y Primero de
apellido», es un tipo alto, «Antaño nos parecía alto, hasta que le
vimos en una foto familiar al lado de Felipe, Marichalar y Urdangarín,
que le sacan dos palmos». El Rey de Idígoras y Pachi es muy torpe.
Tanto que para aparcar el yate, Pascual debe darle las instrucciones,
cerca, lejos, delante, detrás etc, con una marioneta del famoso Coco
de Barrio Sésamo. En otra historieta, Pascual llega a la
conclusión de que no hay vida inteligente extraterrestre, pues ve cómo
cae un marciano de la nave poco después de haber atrapado al Rey y
oírse un desesperado «¡No toque ese botón!», ya que, según le dice al
sorprendido alienígena, «Aquí no dejamos que el Rey toque ni un
botón». El Rey de Idígoras y Pachi es un rey poco amigo del protocolo
y bastante vago: «Pascual, necesito un doble mío para que acuda a los
actos públicos mientras yo me quedo viendo el fútbol...» Una de las
funciones más importantes que tiene el cargo de Rey de Idígoras y
Pachi es la hacer todos los años el discurso de Navidad (mientras su
familia ve una película alquilada), «Con su discurso de Navidad
consigue todos los años índices de máxima audiencia. Algunos analistas
lo achacan a que lo transmiten todas las cadenas a la vez.» También es
un gran estratega militar al que no le tiembla el pulso para dirigir,
con mano firme, las maniobras de su mayordomo en medio de una
concurrida recepción, con el importante objetivo militar de conseguir
que éste logre llevarle una bandeja entera de canapés al lugar donde
él se encuentra camuflado tras una maceta. El Rey de Idígoras y Pachi
es consciente de sus limitaciones: en una de las historietas se
declara incapaz de dar un discurso sobre la profesionalización de las
Fuerzas Armadas porque no sabe decir profesionalización. Todo lo
concerniente al futuro de España le preocupa al Rey de Idígoras y
Pachi: «Ha participado en dos transiciones, en la de la dictadura a la
democracia y en la de la peseta al euro. Esta segunda es mucho más
complicada, pues tiene que llevar todo el día la eurocalculadora
camuflada debajo de la corona. Además, está un poco enfadado porque su
cara ya no sale en los billetes de euro.»
La
Reina, doña Sofía, como gran profesional que todos dicen que es,
también tiene duras tareas que hacer en las historietas de Pascual,
mayordomo real. La más ardua quizás sea la de culturizar a su
descuidado marido: «A pesar de ser jefe de las Fuerzas Armadas es
incapaz de defenderse cuando la Reina le obliga a ir a la ópera.» Y,
como la Reina, su álter ego de tinta china nunca da la nota: «Doña
Sofía es muy discreta. Tanto, que nunca se le ha visto dar una
voltereta lateral sobre la moqueta en ninguna recepción.»
Uno
de los temas más recurrentes de estas geniales historietas es la tan
deseada boda del príncipe Felipe, el cual «para ser rey se fue a
estudiar a Estados Unidos, que es un país republicano». Éste es aquí
un jovenzuelo ajeno a toda responsabilidad cuya única preocupación es
que no le molesten con la dichosa boda: «Todo el mundo le recriminaba
su desinterés por el matrimonio. Hasta que se empezó a hablar de su
posible boda con la modelo Eva Sannum. Entonces le recriminaron su
interés por el matrimonio.» Aunque sea un poco cabeza loca, «Papi,
¿cuando yo sea rey, cómo me llamaré? ¿Felipe II?», una cosa es
innegable en este príncipe de papel: el amor por el Rey... Elvis,
claro, de quien tiene, incluso, un póster en su siempre desordenada
habitación.
De
la infanta Elena y su marido Marichalar descubrimos en estas
divertidas páginas que son "Grandes de España" porque son muy altos. Y
de Iñaki Urdangarín, nos cuentan Idígoras y Pachi, que era jugador de
baloncesto mientras que Cristina no.
La
relación de Pascual con esta delirante familia es bastante tensa,
sobre todo teniendo en cuenta que él es «republicano de toda la vida».
Mantiene una lucha constante con el Rey para que le aumente el sueldo
«lo que es como clamar en el desierto ya que los reyes nunca van por
los desiertos, y, además, todo el mundo sabe que don Juan Carlos jamás
lleva dinero encima».
Pascual actúa como un descarado "Pepito Grillo" que da constantemente
consejos al Rey sacándole las castañas del fuego, sirviendo de enlace
entre el padre y el hijo en su eterna lucha por la boda; cuida de los
nietos, cuida de los yernos..., en fin, que se puede decir que
mantiene él solito todo el palacio.
Después de leer este libro de Idígoras y Pachi será fácil que hasta el
republicano más recalcitrante encuentre simpática a la familia real. Y
es que, estos humoristas con sus ingeniosas historietas han conseguido
romper el inmovilismo secular de la monarquía poniéndola al alcance de
todos. Han logrado hacer de la Monarquía una verdadera res
pública, o sea, cosa de todos; por lo que no resultará demasiado
descabellado proclamar que los hermanos Idígoras y Pachi, geniales
humoristas malagueños, han instalado, pasándola por delante de las
mismísimas (y enormes) narices reales y de los monárquicos más
rancios, la Tercera República: la República de la risa. |