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EISNER, UN GENIO EN NUESTRO BARRIO.

"Eisner, un genio en nuestro barrio". Artículo de Manuel Barrero para Trama  # 9, Astiberri, Bilbao, XII-2001,  pp. 28-32.

 

 Primera página del artículo tal y como apareció en Trama # 9, p. 28. La imagen muestra uno de los primeros trabajos publicados de Eisner. Inmersa en el texto: imagen de la cubierta del mismo número de Trama. Diseño © 2001 Eli Vivanco y Jesús Serrano  


Como ocurre en todas las disciplinas artísticas y de la comunicación, los maestros escasean; también en la historieta. Sí, existen los Hot Artist, están los dibujantes de culto, no faltan los autores revelación, de vez en cuando podemos invitar a un historietista estupendo... Pero, maestros, pocos hay. Eisner, como Töpffer, como McCay, como Breccia, como Blasco, como Moebius, como Tezuka, es uno de los pocos. Es de ese tipo de creadores de cómics que ha luchado, que ha innovado, que ha creado estilos, escuelas y épocas en la historia de los cómics, un referente constante.

William Erwin Eisner nace judío y pobre, en 1917, hijo de un pintor que marchó a Nueva York a buscar fortuna y no la halló. De niño, Willie trabajaba después del colegio y los fines de semana para coadyuvar a la economía familiar vendiendo por la calle ejemplares del Wall Street Journal. He aquí la simiente del genio: Eisner leía los cómics que aparecían en aquellos periódicos por entonces, las historietas de Alex Raymond, Milton Caniff, George Herriman y Elzie Segar, quedando prendado por completo de los dos últimos. También leyó pulps, revistas de ilustración, semanarios (Liberty, Colliers o The Saturday Evening Post, por ejemplo ), enamorándose de sus excelentes dibujos. Eisner desarrolló no sólo amor por los dibujos, también demostró ser poseedor de un gran talento para elaborar ilustraciones, así que con ocho años decidió dedicarse al dibujo, a despecho de la oposición de su madre, y comenzó a estudiar en el colegio Witt Clinton, en cuyo periódico publicó su primer trabajo: la ilustración titulada “At the “forgotten” Ghetto”. Era el 8 de diciembre de 1933.

Durante ese año y el siguiente, Eisner desarrolló diferentes estilos gráficos, dibujos a pluma, aguadas, acuarelas imitando ilustraciones de su padre, e incluso dibujos fantásticos de estilo Art-decó, pero siempre se mostró más atraído por la ilustración de tono caricaturesco, muy en la línea de Herriman, las cuales fue elaborando para programas, carteles y publicaciones de su colegio. En las ilustraciones que Eisner elaboró para la revista literaria The Magpie ya atendemos a otra influencia capital: el Thimble Theatre de Segar (serie de tiras de prensa luego más conocida por Popeye). Esta última influencia se consolidaría en la que fue la primera historieta publicada por Eisner, “Spunky”, a modo de tiras semanales en la publicación The Clintonian, en 1935 (si bien su primera historieta remunerada apareció en 1934, en una campaña publicitaria de la firma New York American: “Sketched from Life”, resuelta con bastante mala mano). A esas tiras, siguieron otros trabajos que Will fue elaborando para presentarlos a los syndicates e introducirse en el mundo laboral. En 1935 creó a “Dopey and the Duke”, un serial humorístico, y ese mismo año “Harry Carey”, un serial de cómics de género policíaco y humorístico. Todos estos trabajos estaban muy emparentados, en estilo y en argumentos, a la obra de Segar, y el autor se sentía muy incómodo procediendo así. Intentó evolucionar hacia una línea más realista trabajando en el serial detectivesco “The Flame”, también de 1935, pero estaba claro que ese no era aquél su campo de actuación.

Finalmente, en 1936, Eisner consiguió vender sus viñetas a una publicación de historietas, la llamada Wow, What a Magazine!, para la cual transforma su Harry Carey en “Harry Karry” y su serial “The Flame” en “Flame”. El futuro no parece prometedor y, entonces, Eisner se asocia con Samuel Iger para formar un estudio propio por el cual llegaron a menudear autores como Jack Kirby o Lou Fine y que de este modo les permitió publicar sus cómics hasta en Australia, concretamente en Wags. Después de esto, Eisner se convierte en locomotora de la historieta. Trabaja enormemente durante este periodo, dibuja bajo una docena de estilos diferentes que firma bajo una docena de distintos seudónimos, y también participa en los trabajos de Kirby, Fine, Bob Kane o Mort Meskin, por citar algunos ejemplos. Su mayor logro por entonces, a tenor de los estudiosos americanos y franceses, sería la muy alabada historieta “Muss’em Up”, publicada en 1938 en Funny Pages (Centaur Comics), muy tosca en su resolución pero repleta de recursos narrativos muy innovadores para su época: fortísimos claroscuros, planos detalle efectivos, angulaciones sorprendentes y un gran dinamismo en la secuenciación.

Tanto esfuerzo obtiene sus frutos y, en 1939, Eisner recibe una oferta del director editorial de Quality Comics) para ocupar un puesto de redactor jefe, dibujante y guionista. Will acepta, rompe sus lazos con Iger y en Quality Comics colabora en series como The Black Condor, Uncle Sam, Dollman, etc., comic-books en los que va desarrollando su estilo personal. Todo ello cristaliza en Jumbo Comics en 1939, donde Eisner se ratifica como autor incapaz de abandonar el caricato. Sus trabajos realistas, como el afamado “Hawk of the Seas” (para Jumbo, en principio), no lograban desasirse del lastre de Segar o Herriman, si bien Eisner enmascaraba esa incapacidad para el apunte del natural con pericia narrativa. Hay que remarcar que el autor desarrolló durante estos años en Quality una gran capacidad para la evasión, transportándonos a ámbitos exóticos, contándonos historias policíacas emocionantes, participando, en suma, en el período de bonanza, de New Deal, que estaba viviendo EE. UU. Pero pronto se le planteó la posibilidad de sustituir al nacionalista Tío Sam por otro héroe más mundano, más desapegado de la realidad política internacional. Sería su director, Arnold, quien le brindase la oportunidad, al sugerirle la posibilidad de elaborar un suplemento de historieta diferente, nuevo, para ser editado semanalmente. Eisner dijo sí de inmediato. Y entonces comenzó la leyenda. El nuevo formato de publicación (de solamente 16 páginas, pero de cadencia acelerada y con mucha libertad de actuación) fue utilizado por Eisner como plataforma de experimentación, naciendo así The Spirit. Allí se reveló como un autor que deseaba no solamente narrar otras historietas, también demostró ser un experimentador nato que, durante 1940 y 1941, inflamó las retinas de los lectores de periódicos de Nueva York con sus estructuras narrativas paralelas, sus planos cenitales, sus juegos de sombras y sus ángulos de vista inquietantes. En las tiras diarias de The Spirit (que comenzaron a publicarse en el diario de Filadelfia Record, en 1941) rompió moldes en la particular técnica de las daily-strips, y siguió por este camino hasta su enrolamiento en la Armada, en 1942.

Si se ha hecho hincapié en este artículo en repasar las primeras producciones dibujadas y los primeros pasos profesionales de Eisner ha sido porque en España, hasta hoy, no se había profundizado lo suficiente en esa parte de su producción, y porque nos sirve para comprender el rumbo que toma la obra del autor posteriormente. Durante su servicio de armas, Eisner siguió dibujando, en este caso para alentar a la tropa. Ya no hacía escenarios exóticos ni aventuras sin cuento. Dibujaba argumentos cotidianos, chistes sencillos y domésticos para The Flaming Bomb, tiras cómicas y disipadas para el diario local Republican, una parodia algo insultante de los altos mandos (“General Poop”) que fue rechazada por su escaso ensalzamiento de la cúpula militar americana, y la histriónica serie “Joe Dope” aparecida en Army Motors...

Es aquí donde nos percatamos de que Eisner había abandonado el sueño de evasión que le impulsaba a dibujar en su juventud. Y volvió al barrio; al escenario en el que comenzó a trabajar. Sus siguientes miradas se posaron en aspectos más humanos por cercanos, si bien mantenía la muleta de lo exótico, de lo aventurero, de lo misterioso, en sus relatos. Su vuelta a The Spirit constituyó su consagración como maestro indiscutible de la narratividad, tanto en la composición de la página como en la estructuración de la secuencia entre viñetas. Cada una de sus breves entregas del héroe vuelto de la tumba es una lección para  cualquier autor, incluso para los consagrados. Y prosigue en esa línea, esforzada y experimental, pero siempre cercana al lector, como si lo narrado por Will estuviera ocurriendo dos manzanas más arriba. Sus creaciones subsiguientes prosiguen en esa línea: “Skip” Suden, Ruff and Reddy, Nubbin, John Law, sus trabajos en Hood Up, Rip Roscoe... todas ellas provistas de tilde cómica, de trazo ágil y bufón, pero con un trasfondo argumental siempre pendiente de la cruda realidad.

En The Spirit ocurría lo mismo, si bien el esfuerzo narrativo de Eisner era mucho mayor y sus intereses trascendían más allá de los contenidos habituales de los comic-books americanos. Sobre ello llamó la atención el dibujante y crítico Jules Feiffer en Playboy, en 1965, donde reconocía las cualidades de “adulto” de aquél trabajo en cómics. Eisner se erigió, a partir de ese momento, en abanderado de los “cómics de autor” estadounidenses. Implicó a sus personajes más en cuestiones políticas, mostró abiertamente que The Spirit era una obra coral en la cual el enmascarado no era más que el vínculo entre las muchas vidas corrientes que interesaban a Eisner; y todo ello sin dejar de hacer de su obra una constante máquina de experimentación formal y narrativa, incluso cuando su personaje comenzó a ser publicado por Warren con el formato magazine.1 Precisamente en una de aquellas revistas, en el núm. 21 de The Spirit, Eisner trabajó sobre un proyecto fascinante que escapaba a todo lo que había dibujado hasta el momento: “Life on Another Planet”, una historia de espionaje mezclado con astrofísica en la cual importaba más la cercanía emocional del personaje protagonista que el hecho de la vinculación extraterrestre.2

Este tipo de historias las había venido ensayando en The Spirit y habían cristalizado en la que supuso la vuelta definitiva a su barrio, a sus orígenes: A Contract with God and Other Tenement Stories, libro publicado con este largo título por Baronet Books y que inauguró lo que muchos teóricos denominaron “novela gráfica” y “cómic-novela” en el cómic americano, debido a que su formato a modo de libro indicaba un paso más en la escala hacia la legitimidad de la historieta (¡Valiente tontería!) En realidad Eisner pretendía hacer una “narración gráfica”, simplemente, pero no trascender el medio, perfectamente válido por sí mismo. Contrato con Dios constituyó, eso sí, una ruptura con lo que había estado narrando hasta ahora para su público, si bien no era más que la lógica conclusión de sus esfuerzos en la historieta, pese a seguir esgrimiendo aún un estilo caricaturesco.3

Tanto esta obra genial como otras que le siguieron, y de las cuales se ha hablado ya mucho en nuestras publicaciones sobre tebeos, Eisner ejercita la autobiografía, y la ejercita con gran sabiduría. Actúa con libertad absoluta en la ejecución de los esquemas narrativos, rompe marcos de viñetas y genera páginas de extraordinaria luminosidad; con ello transmite perfectamente las miserias, emociones, aromas y pesares de sus protagonistas terrenales, de sus antihéroes. Y sigue centrando la residencia de toda esa “comedia de la vida” en su barrio de origen, u otro idéntico, con la salvedad de la fallida obra a dos manos Outer Space Spirit (1977-1990).4 De ahí el argumento y el tono que utiliza en New York: The Big City (1981), The Dreamer (1986), The Building (1987), City People-Notebook (1989), Invisible People (1992), Dropsie Avenue: The Neighborhood (1995), o To the Heart of the Storm (1991).5

Eisner ha continuado en esa línea desde finales de la década de 1970, compaginando sus esfuerzos sobre el tablero de dibujo con sus trabajos como educador en la School of Visual Arts de Nueva York, entre 1973 y 1979, cristalizando esta actitud en sus dos tratados didácticos sobre la narración secuencial en historieta: El cómic y el arte secuencial y La narración gráfica. No ha dejado, tampoco, sus labores como ilustrador (en Kitchen Sink, en Poorhouse Press) y sus colaboraciones esporádicas con otros editores y autores (en Eclipse, en Fantagraphics Books, en DC). Mas, su interés ha sido la vuelta a las esperanzas y a las miserias humanas más vecinas, más nuestras, y por ello acaso La Avenida Dropsie pueda ser tenida por su obra maestra, un trabajo tan perfectamente narrado y tan intensamente hermoso que marca la cota a partir de la cual la producción de Eisner comienza a resentirse. Sus últimos cómics son perfectamente olvidables si los comparamos con los logros cosechados anteriormente; y si bien es cierto que son trabajo menores, también lo es que Eisner contaba con 80 años cuando los dibujó.

Desde que Kitchen Sink dejó de publicar cómics (diciembre de 1998), un anciano pero ni por asomo cansado Eisner ha tenido que buscarse un nuevo editor para sus historietas. La editorial NBM, interesada en el cuento infantil y las adaptaciones literarias, le contrató en seguida para la realización del cuento The Princess and the Frog y la introducción a El Quijote titulada The Last Knight, dos trabajos fallidos. Por fortuna, en la convención de San Diego de 1999 Will firmó un contrato con DC, editorial que creó un sello exclusivo para reeditar todos sus libros de cómics y para publicar trabajos nuevos. En 2000, Eisner firmó nuevos libros de cómics: Last Day in Vietnam para Dark Horse, que siguió en su honda autobiográfica y que ganó el premio Harvey al Best Graphic Album of Original Work en 2001, y Minor Miracles para DC, que viene a ser una secuela de Dropsie Avenue.

Durante 2001 Eisner sigue cosechando gloria (la edición The Spirit Archives se llevó un buen premio –y, de hecho, existe un premio con su nombre: The Eisner Award–), ha preparado una nueva obra y ha visto editado –por Dark Horse– un libro repleto de entrevistas que sería maravilloso poder ver traducido al castellano.

Will Eisner, un maestro. Un genio vivo que dibuja lo ordinario. Lo más difícil.

1 The Spirit ha sido publicado en España por Garbo Editorial (desde la edición de Warren Publishing Co.), por Nueva Frontera (colección de tiras periódicas, en la revista Tótem Calibre 38), por Toutain Editor (en Ilustración + Comix Internacional y en varios álbumes) y por Norma Editorial (desde la edición de Kitchen Sink, en varios álbumes recopilatorios y en la serie homónima).

2 “Vida en otro planeta” ha sido publicado, por entregas, en Creepy, de Toutain Editor.

3 Contrato con Dios ha sido publicado por Toutain Editor y, posteriormente, por Norma Editorial.

4 Espacio exterior ha sido publicado por Toutain Editor.

5 Todos estos libros de cómics han sido publicados en España por Norma Editorial, así como el resto de los títulos que se citan.


enlaces:

In memoriam, de José M. Varona

Entrevista a Will Eisner (colectiva, de VII-2004)

Eisner, un genio en nuestro barrio, por Manuel Barrero

Texto sobre The Spirit y La Avenida Dropsie, por Federico Reggiani

Reseña de Pequeños milagros, por Koldo Azpitarte


vínculos:

Completa ficha de Will Eisner, por J.A. Serrano


[ Trascripción y © Manuel Barrero, para Tebeosfera 041015   Este documento se transcribe con el permiso de su autor ]