RAFAEL AURALÉON VIÑETAS DE HORROR Y DEMENCIA |
Rafael Aura León en su más tierna infancia. Fotografía aparecida en el almanaque para 1981 de Creepy. |
Según recuerda el autor «Me pagaban a 100 pesetas la página del Oeste, pero el primer mes ya ganaba el doble de lo que me pagaban en la oficina». Este trabajo inicial de historias del Oeste, bélicas, de suspense e incluso algunas románticas (género que no era del especial agrado del dibujante) es distribuido en el Reino Unido, al igual que el material realizado por el resto de profesionales que en ese momento trabajan para SI: Jose María Miralles, Carlos Prunés, Félix Mas, Ramón Torrents, José González... Encontramos historietas suyas en publicaciones de Fleetway como Space Ace nº 5 (“Flash the Fourfooted Deputy”, 1960), Combat Picture Library nº 84 (“Sky Cavalry”, 1961), Commando Library nº 8 (“Red Runs the River”, 1961), nº 51 (“Death Hunt”, enero 1963), nº 309 (“Glory Hunter”, enero 1968), nº 343 (“Trouble Squadron”, julio 1968) y nº 366 (“Sky Trap”, noviembre 1968), Lone Star nº 88 (“Stranger on the Stage”, mayo 1962) o Air Ace Picture Library nº 374 (“Atlantic Patrol”, febrero 1968)[5]. Parte de este material sería recuperado en España en la década de los setenta, en publicaciones confeccionadas con material de agencia, como Comics, Cowboy o Suspense de Pined / Ursus[6], o a través de la distribución de revistas mejicanas de la Editorial Novaro en nuestro país, que en su colección Aventura dedicó algunos números a Nosy Parker, personaje del oeste que dibujó Auraleón[7].
Las primeras historietas de Auraleón que pudimos ver publicadas en nuestro país, en Cowboy, Suspense y Comics. |
«Las historias de Nosy Parker eran sorprendentes por la soltura con que estaban realizadas. Auraleón sería un gran admirador de Longarón. Había imitado la soltura de líneas de éste, el desenfado de las arrugas y del tintado pero, desgraciadamente, sin el dominio profesional que tenía Longarón. Era el clásico atrevimiento del novato, las páginas estaban llenas de vaqueros de espaldas y de grupas de caballos así como fondos difusos e inconcretos. No obstante, el resultado final era muy prometedor y original. Apuntaba muy bien.»[8]
Cuadernos de la colección Aventura de Novaro donde se publicó Nosy Parker (imágenes gentileza de Fernando Franco) |
Rápidamente el aprendiz cogió experiencia, mostrando una narrativa excelente en una persona con tan escasa preparación técnica y una distribución de la mancha de tinta que parecía tomar prestada de uno de los autores que más influenciaron a los dibujantes españoles de aquella época, Alberto Breccia. Esto se puede apreciar al observar sus últimos trabajos para la publicación Commando o la adaptación de “El último mohicano”, que en España pudimos ver en la revista Cowboy.
Ya casado, su labor en SI se consolida. Aunque, como nos dice Miralles:
«Su paso por el estudio de Selecciones fue breve. Normalmente había un gran número de artistas que trabajaban dentro del estudio. Eso permitía un trasvase de información, críticas, consejos y ayuda entre dibujantes muy importante para su formación. [...] Auraleón solo estuvo un corto tiempo en el estudio y continuó después trabajando para Selecciones desde su casa.»[9]
En 1971 comienza a dibujar historietas destinadas a la editorial estadounidense Warren Publishing. Josep Toutain había conseguido introducir a varios autores españoles en el mercado americano de las revistas de horror que publicaba Jim Warren, y tras Luis Roca, Sanjulián, José González, Josep Maria Beà y Esteban Maroto, Auraleón es el siguiente en ver publicada una historieta en Warren. Concretamente en Creepy nº 42, de noviembre de 1971. Su trabajo se extiende durante toda la década de los años setenta y hasta entrados los ochenta, produciendo, además de numerosas páginas de introducción e ilustraciones, catorce historietas para Creepy, seis para Eerie y cincuenta historietas para Vampirella. Su estilo, aunque siempre reconocible, se va transformando paulatinamente hasta adquirir su plena madurez, recibiendo influencias visibles de otros autores, tanto de grandes firmas del cómic internacional como del resto de compañeros que trabajaban para SI. Así, de un estilo clásico y correcto, similar al que estaban realizando los norteamericanos y que podemos observar en su primera historieta, “The Quaking Horror”, va pasando por distintas modificaciones en las que se reconocen los estilemas de Breccia, Dino Battaglia, Sergio Toppi, sin despreciar el uso de referencias fotográficas característico de Luis García o Joaquín Blázquez, y el silueteado de Fernández o Maroto.
Otra característica propia de Auraleón, además de trabajar únicamente para SI, es que realizaba siempre su trabajo en blanco y negro, incluyendo las ilustraciones, existiendo una única historieta en color publicada: “The Power and the Gory”, en Vampirella nº 28, aunque en este caso el color añadido era mecánico y completamente inapropiado. Todas estas historietas se traducen en España en las diferentes versiones de las publicaciones de Warren: Vampus, Rufus y Vampirella, de IMDE / Garbo; Dossier Negro, de IMDE, y Creepy y 1984, de Toutain. Además, en esta época, y sin salir del género del horror, Auraleón realiza numerosas ilustraciones para las publicaciones de IMDE y Toutain, ilustrando relatos de Luis Vigil, Manel Domínguez Navarro y diversos pósteres[10]. Destacan de su trabajo para Warren, quizás no por su calidad, pero sí por su continuidad, los seriales dedicados a los personajes Pantha y Cassandra St. Knight, ambos en Vampirella.
Ilustraciones para Vampus y para el libro Vampiros |
A finales de los setenta, Toutain, preboste de Selecciones Ilustradas, decide crear su propia empresa editora. Fruto de su empeño surgen las revistas 1984, Creepy, Zona 84 y Comix Internacional, donde, además de traducir material de Warren y de otros artistas internacionales de renombre, los autores españoles tienen la oportunidad de crear obras originales. Éste es también el caso de Auraleón, que en 1981 comienza a realizar para la revista 1984 una serie de historias cortas, sin relación entre sí, de carácter fantástico, más cercano a la ciencia ficción que al terror, y en las que se perciben principalmente dos influencias: el inimitable y peculiar estilo de Josep Maria Beà y el del maestro italiano Sergio Toppi. Son en total 14 historias (15 si se añade otra aparecida en Comix Internacional nº 19) que muestran a un Auraleón diferente, autor de sus propios guiones y, quizás por esto, más auténtico.
Sin duda, su predisposición a la depresión tuvo un papel determinante en este aislamiento, así como el alcoholismo, como nos recordaba (en marzo de 2010) Manuel Domínguez Navarro, quien fue su amigo:
Es llamativo el número de dibujantes de aquella época que presentaron graves problemas psicológicos: Miguel Gómez Esteban, Antonio Romero, Miquel Fuster, Joaquín Blázquez... Reconocía el autor: «He estado muchos años mal, (fotut)[14], buscando el equilibrio, y esto se ha notado en mis dibujos. He pasado épocas malas en que no sabía si podría terminar una historia o siquiera una página. Quizá esto ha influido.»[15] Es posible que la progresiva distorsión de los rostros de sus personajes, de aspecto torturado en el caso de los hombres y mirada melancólica en las mujeres, tenga relación con la evolución, negativa, de su enfermedad. Tras el divorcio, «estuvo ingresado varias veces en clínicas de rehabilitación, y en una de ellas conoció a la que fue su compañera en los últimos años. Todavía realizó algunas historias para Warren, pero tuvo de nuevo problemas de depresión y dejó definitivamente el trabajo”[16], dice Miralles sobre el fin de su carrera profesional. Su familia achacaba su enfermedad al trabajo que desempeñaba, siempre rodeado de horror y muerte. El propio Auraleón bromeaba sobre el asunto:
Páginas de sus últimos trabajos para el mercado británico, donde ya existe una gran definición en el estilo y una gran profesionalidad en la terminación. (Imágenes tomadas del blog Deskartes Mil) |
Su verdadero desarrollo comienza al iniciarse en la historieta de horror para Warren. El “estilo español”, el denominado new look por algunos teóricos[18], era un conjunto de características comunes a un grupo de autores que abordaron el dibujo de cómics de horror de manera singular, muy atractiva y aplaudida, pero que no dejó herederos ni continuadores. Como comenta Manuel Barrero[19], los rasgos principales de este estilo son los siguientes: 1. Habitualmente, una formación académica previa; 2. El uso de documentación fotográfica; 3. La adopción de técnicas típicas en las tendencias de los sesenta (pop, camp, op-art), y 4. Las transgresiones gráficas heredadas de autores como Breccia y Battaglia. Auraleón, sobre todo al principio, comparte todas y cada una de estas características. Ya en su primera historieta para Warren, “The Quaking Horror”, en Creepy nº 42 (noviembre de 1971), se aprecian los rasgos clásicos, todavía con una narración convencional aunque muy bien estructurada, haciendo un uso apreciable de la aguada. Su siguiente trabajo, en Eerie nº 37 (“The One Who Stole It From You!”), sigue sin mostrar aspectos del new look y comparte estilemas con el trabajo realizado habitualmente para las publicaciones de corte romántico británicas. Sin embargo, comienzan a aparecer los personajes característicos de su obra: protagonistas masculinos varoniles y apuestos (casi siempre todos ellos con la misma cara), mujeres rotundas, bellísimas, de mirada triste (casi siempre morenas y de ojos oscuros, aunque en este caso concreto sea rubia), personajes secundarios apocados y mediocres, también de aspecto triste; aquí cabe recordar un tipo de personaje muy frecuente en la obra de Auraleón, el señor de mediana edad con calvicie pronunciada, amplia frente y bigote, frecuente en casi todas sus historietas de este periodo.
Distintas muestras en las que se pueden observar los personajes y poses característicos de Auraleón. |
Podemos ver un Auraleón en plenas facultades artísticas en la serie Pantha, de la que dibujó seis episodios entre enero de 1974 y agosto de 1975. Todas las características mencionadas se encuentran en ella, pero hacia finales de la serie notamos otro cambio en la forma de presentar la obra: los rostros (sobre todo masculinos o de personas de edad) se llenan de arrugas, parecen más atormentados, algunas veces de forma tan exagerada que parecen “estar en un estado de avanzada descomposición”[21].
Progresivamente Auraleón cambia su técnica de entintado, abandona la aguada y sustituye muchas veces las masas de negro por el rayado abusivo en lugar del pincel. Llega un momento, que podemos empezar a detectar en la historieta “The House on the Sea”, en Vampirella nº 41 (abril de 1975), en el que comienza a ponerse de manifiesto la influencia de Sergio Toppi, en esta ocasión en la forma de entintar, pero que más adelante influirá también en la composición y el retrato de los personajes.
Cambios en la forma de aplicar la tinta, que muestra semejanzas con el estilo maduro de Toppi. Páginas de "Colinas", de Toppi, y "The house on the sea", de Auraleón
El estilo del dibujante se simplifica en el resto de los trabajos realizados para Warren, con blancos y negros puros, con un tamaño mayor de las viñetas y un menor número de las mismas por página, con menos detalle en los fondos. No podemos obviar tampoco en esta época, segunda mitad de los setenta, la posible influencia de los autores valencianos en su trabajo, ya que se observan rasgos de los trabajos de Luis Bermejo o José Ortiz en la producción de Auraleón.
Hay que hacer un aparte con su producción en los años ochenta, al menos la que realiza directamente para Toutain, para el mercado español. Su única obra como guionista, la serie de relatos independientes que elabora para 1984, marca diferencias con el resto de su obra. Primero, por los temas tratados, cercanos a la fantasía y la ciencia ficción (evidentemente, en relación con la revista donde se estaban publicando), con trasfondo psicológico, en la línea de los trabajos “de autor” de principios de los ochenta. Segundo, por las nuevas influencias que se suman a su estilo. Asombra observar la semejanza de algunos de sus personajes y composiciones con las originales creaciones de Beà, en unos casos, y con Toppi, en otros. Y de nuevo se atreve con la aguada, con el dibujo a lápiz sin entintar, con composiciones arriesgadas. Es una característica que solo desarrolla aquí, ya que su último trabajo, la serie “Viaje al infierno”, publicada en Creepy, nos muestra de nuevo a un Auraleón más convencional centrado en su trabajo con la línea, sin efectismos.
No tuvimos tiempo de comprobar cómo seguiría evolucionando el autor, la persona, el artista. No pudimos disfrutar de sus futuros proyectos de ilustración, de pintura... Nos dice Marcel Miralles: «Auraleón fue una persona excelente de trato siempre amable. Un artista, con inquietud y progresión profesional. Su dibujo tenía ese toque especial que lo hacía trascendente. Alguien que merece ser recordado.»[22] No podemos estar más de acuerdo.