Antecedentes en
España.
En España se ha
observado similar trayectoria a la experimentada en otros países,
contando a partir de 1812, cuando se ha datado que apareció la primera
publicación satírica, en Cádiz: La Abeja Española. Los
caricaturistas y humoristas gráficos patrios no se han quedado a la zaga
a la hora de litigar, ya partiendo del caso de Luis Mariani, litógrafo,
impresor, director y dibujante del semanario crítico sevillano El Tío
Clarín, quien fue demandado en 1864 por sugerir con una caricatura
que un concejal impedía el uso de los servicios públicos a los mendigos
de la ciudad. 4000 reales le pidieron, lo cual hubiese obligado a cerrar
la publicación. No fue así al sufragar la multa entre varias
instituciones.
No es un caso
aislado, El Tío Clarín volvería a ser denunciado, el
madrileño Gil Blas también fue detenido en su alegre marcha por
demandas, como muchas otras publicaciones satíricas. Baste como ejemplo
modélico el caso de ¡Cu-Cut!
Publicación catalana sobre la cual
rememoraba Pere Prat i Ubach (en el artículo “¡Cu-Cut!”, publicado en
La Nostra Revista en México, en VII-1951, firmado con el seudónimo
Pere de la Fascina y hoy accesible en:
http://www.fundaciofolchitorres.org/cucut/cucut2.htm).
¡Cu-Cut! fue un semanario fundado por Innocenci López y que luego
dirigió Cornet, que cuando persistió en su insolencia contra autoridades
municipales, de gobierno y militares, cierta caricatura de Junceda provocó la indignación de estos últimos, que practicaron asaltos impunes
a la redacción e imprenta del semanario. Un ataque planeado para el día
25 de noviembre de 1905 consistió en arramblar con todos los
enseres de los redactores y arrojarlos todos a la Rambla. No fue el
único asalto: también los hubo en la redacción de La Veu de Catalunya
y en la imprenta Galve. A raíz de aquel acontecimiento, rápidamente
el Estado instituyó la Llei de Jurisdiccions que desde entonces: «impossibilitava
als escriptors i periodistes tota crítica o al·lusió considerada
ofensiva per a l’exèrcit». Pero no otras alusiones, como vino a
demostrar Don Clodoaldo. Lo cierto es que con cada encontronazo con las
autoridades, el semanario adquiría mayor adhesión del público. Mas,
finalmente, una portada de Llaveries indignó a ciertos políticos y
personalidades de las altas esferas (por ser ridiculizados como animales
que asistían a un concierto) y la revista fue suspendida, en 1912, ya
sin el apoyo que en el pasado tuvo de la Lliga Regionalista.
La censura y las
demandas fueron habituales visitantes de las redacciones de la prensa
satírica en la España en el período de
entre siglos. Su presencia se incrementó durante la dictadura de Primo
de Rivera, y mucho más desde que Franco impusiera una dictadura en
España que duró 40 años. El humorista Evaristo Acevedo recuerda en su
libro de 1976, Un humorista en la España de Franco (Planeta), que muchos humoristas tuvieron que
someterse durante el franquismo al Fuero de los españoles, que
databa del 17-VII-1945. Allí en el artículo 12 establecía la «libertad de
ideas mientras no afecte a los principios fundamentales del Estado», lo
cual estaba sujeto a muy laxa interpretación. Por consiguiente llovían suspensiones y secuestros de publicaciones, por muy moderadas
que intentasen mostrarse. La mítica revista La Codorniz no se
libró de ello: en II-1973 fue suspendida durante 4 meses y multada con
25000 pts. de las de entonces, por causa del cabrero del ministro
Fernández Miranda. Álvaro de Laiglesia estaba acostumbrado a las
citaciones procedentes del Tribunal del Orden Público, y ya contaban con
un letrado fijo que les llevase esos asuntos, pero eso no podía evitar
los constantes avasallamientos de los ministerios contra el libre
ejercicio de la risa, y en abril de 1975 fue secuestrado otro número de
La Codorniz, el dedicado a la Universidad, suspendiéndose de
nuevo la difusión de la revista por 3 meses... Eso acabó por matar a la
mítica cabecera.
Iván Tubau, eximio
investigador sobre nuestro humor gráfico, nos recordaba en 1987 (en su
modélica obra El humor gráfico en la prensa del franquismo,
Mitre, Barcelona) que si bien el humor gráfico era «una forma de
agresión» también consistía en un ejercicio de libertad que poco pudo hacer contra una censura feroz que obligó a los
humoristas a medirse muy mucho durante cuarenta años: En ese libro el
autor Puig Rosado acusaba a
la censura de haber privado a los lectores
del 50% del contenido de sus chistes. Cuando llega la apertura a España,
y la modernización, es cuando se promulga la Ley de
prensa de 1966, con la cual se permite desarrollar un poco más en
libertad el humor. Esa nueva postura
del Régimen consintió que viesen la luz publicaciones como Hermano
Lobo, nacida en 1972 y que jamás sufrió supresión alguna, aunque sí
denuncias, amonestaciones, dos multas y dos secuestros. Tubau ha
sugerido que, para
este caso concreto, la amistad personal que el director Chumy Chúmez
tenía con Alejandro Fernández, Director General de Prensa entonces, pudo
promediar en ese supuesto consentimiento del Poder hacia los autores
satíricos. Únicamente la competencia hizo resentirse a Hermano Lobo,
que tras aparecer Por Favor en 1974 comenzó a declinar en
ventas y desapareció un par de años después.
Hablando de
consentimiento, en el lado
diametralmente opuesto a Hermano Lobo estuvieron las publicaciones Por Favor y El
Papus. La primera, a los 4 meses de vida (el 21-VI-1974), fue
suspendida cuatro meses y multado su director con 250000 pts. (de las de
entonces, una millonada) por la acusación del ministro Pío Cabanillas de
incurrir sus contenidos humorísticos en «lo fácil y en lo grosero».
También fue secuestrado el número 185. El Papus, por su parte,
sufrió 2 suspensiones de 4 meses, la máxima pena que el
Ministerio de Información podía imponer por falta grave contra el art. 2
de la Ley de Prensa. También sufrió el secuestro de un número, pero lo
peor le llegó el 20 de septiembre de 1977, cuando explotó la bomba que
mató al conserje de la redacción. En el número de El Papus que
vio la luz el día 8 de octubre de 1977 se clamaba por la libertad de
expresión «asaltada».
Desde que se
consolidara la democracia parlamentaria como sistema político español se
han reducido este tipo de agresiones, verdaderos “asaltos” a la libertad
de expresión, en lo cual llevamos 25 años. Durante este tiempo, sin
embargo, no han faltado casos de humoristas que se han visto frente a un
tribunal para someter a juicio sus dibujos. Han sido sonados algunos de
ellos: el del Gobierno Vasco contra Mingote, el del Tribunal
Constitucional contra Ramón, o el caso de Zulet, de 1987, el cual
creemos de interés por cuanto hemos conseguido el informe elaborado por
Gonzalo Abril Curto, profesor de Teoría General de la Información de la
Universidad Complutense de Madrid, que fue presentado y admitido como
documento pericial en diciembre de 1987 en la Audiencia Nacional de
Madrid, en el proceso penal por presuntos delitos de injurias al Rey y al
Presidente del Gobierno españoles cometido en la revista El Cocodrilo.
La acusación se formuló contra varios artículos escritos y un dibujo de
Jesús Zulet
[véase ficha del humorista en Tebeosfera], planteándose
la existencia, de este modo, de un “delito conexo” por hallarse
publicado en la misma revista. La causa, por fortuna, concluyó con
sentencia absolutoria: Sentencia número 81 de 1987 de la Sala de lo
Penal, Sección Tercera. Recordemos que la pena del delito de injurias al
Rey estaba cuantificada en 12 años de prisión por entonces; por el
delito de injurias al Presidente de Gobierno se añadían tres meses y
100.000 ptas. -600 euros de hoy aproximadamente-.
Aquella sentencia
recogía: «Los textos calificados de injurias no pueden contemplarse
aisladamente sino en el contexto de los mismos, pues es completamente
admisible que, con independencia de que sus términos gramaticales sean
de gusto deplorable, procaces y hasta groseros, muy del uso actualmente
en medios de tan enorme difusión como la radio y la televisión,
pronunciados incluso por personas de indudable e innegable cultura, lo
que resulta claro es que no responden a una intención seria y subjetiva
de ofender... son perfectamente admisibles dentro del juego del
ejercicio de los derechos reconocidos de crítica y libertad de expresión
(...) siendo de destacar la enorme prueba documental aportada
–caricaturas de periódicos de personajes reales, de políticos, etc.–
mucho más atrevidas, incluso más procaces y ofensivas para la intimidad
de sus personajes, la abundante prueba testifical de personas de
excepcional importancia, así como la pericial (...) no existen motivos
bastantes y suficientes para adquirir la convicción firme y absoluta de
la existencia del “animus injuriandi” que configura el delito de
injurias... pues entran en el juego crítico de toda democracia... y que
son una consecuencia lógica del carácter público de sus personajes.»
Este informe se adjunta como Anexo 2 a esta sección
[ leer informe
pericial. Documento en formato PDF, de 70 Kb]
Más información sobre este caso puede leerse en la dirección
electrónica:
http://www.geocities.com/patriciasverlo/cap17.html
No se conocen
muchos más casos de humoristas españoles demandados en el digno ejercicio
de su profesión, pero el hecho de que no hayan trascendido a la prensa o
a los medios especializados (incluso a los independientes) no significa
que no existieran, únicamente que hay una gran desinformación al
respecto. Tebeosfera quiso interesarse por la posibilidad de
demandas recientes e inquirió a un nutrido grupo de humoristas españoles
sobre la posibilidad de manifestar su testimonio al respecto, para lo
cual remitió una mini encuesta a modo de circular. Los resultados pueden
leerse en el
Anexo 2 de esta página web
En lo relativo a
la historieta, en España el caso más recordado es el de la obra
de Vuillemin
Hitler=SS que fue denunciada por un presunto delito de apología del
genocidio. A cierto sector del público le pareció aquel tebeo algo
desagradable, zafio y nauseabundo, un tebeo fascista y racista. El
asunto terminó en el Tribunal Constitucional mientras desde ciertos
sectores de la industria de los tebeos españoles se emitieron
comunicados en apoyo de la libertad de expresión en aquella ocasión. Se
adjunta la sentencia del Tribunal Constitución como
Anexo 3 del presente informe.
De los documentos
aquí presentados se extrae que los humoristas españoles siguen
laborando en un ámbito profesional en el que se hallan desprotegidos
(son ilustrativos en este sentido los casos de Girón, Carreiro, El Keto),
lejos de sindicaciones sólidas, amparados escasamente por la ley y, hoy
más que nunca, sujetos a la presión de los oligopolios mediáticos que ya
no coartan la libertad de expresión, simplemente la desdibujan como un
eufemismo. Existen, sí, asociaciones desde las cuales se asesora a los
autores, eminentemente a los ilustradores editoriales y publicitarios,
pero también a humoristas e historietistas, como son la ONUH mencionada,
el colectivo APIV, Associació Profesional d'Il.lustradors de València,
que proporcionan asesoría legal gratuita para los asociados, orientación
sobre tarifas de mercado e información variada, además de realizar
actividades, exposiciones y publicaciones para promover la obra de
ilustradores, caricaturistas, historietistas y humoristas gráficos (Contacto: C/
Peso de la Harina, 5 bajo, Valencia 46003, Comunitat de Valencia,
963498342,
http://www.apiv.com,
apiv@apiv.com).
Otras de objetivos similares son las agrupaciones homólogas de la
anterior en Catalunya, APIC (info@apic.es,
Teléfono: 934161474), y en Madrid: Agrupación APIM (apimadrid@nova.es).
Hoy en día está muy desarrollada ya la agrupación VEGAP, sociedad de
autores que gestiona de forma colectiva en España los derechos de
propiedad intelectual de los creadores visuales, en una actividad que
viene desarrollando desde el 5 de Junio de 1990. Se puede y se
recomienda obtener
información de la VEGAP en:
http://www.vegap.es/inicio.htm
Cada profesional
que decida a qué colectivo acudir. Lo importante es que sepa que
tiene unos derechos y que existe la posibilidad de asesorarse para
protegerlos.
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