En mayo de año 2004, diversos medios de comunicación se hacen eco de
la aparición de una nueva revista: "Nace El Virus Mutante",
"Vuelve la sátira a los quioscos", "Nuevo semanario de humor", son
algunos de los titulares. "El Virus Mutante cuenta con los
más conocidos humoristas gráficos que habitualmente publican sus
viñetas en los diarios nacionales (Forges, Gallego y Rey, Martín
Morales, Máximo, Mingote, Peridis...) y otros muchos dibujantes de
prestigio, junto a escritores y articulistas de gran relieve, como
Juan José Millás, Rafael Azcona, Luis Ignacio Parada, Carlos Boyero,
Raúl del Pozo, Luis Otero, Víctor Márquez Reviriego, Moncho Alpuente,
Ramón Irigoyen, entre otros muchos. Este extraordinario plantel de
colaboradores tratarán de hacer de esta publicación el referente del
nuevo periodismo satírico en España, heredando en cierto modo la
tradición de títulos ya desaparecidos como La Codorniz,
Hermano Lobo y Por favor, medios en los que ya
colaboraban algunos de los citados humoristas y periodistas. El
nuevo semanario, que fue diseñado por Fermín Vílchez, se imprime en
papel alisado y en formato tabloide y saldrá a la venta todos los
viernes al precio de
1,5 euros. Lo edita la Compañía Editora de
Publicaciones de Humor, empresa creada y dirigida, como la
publicación, por el periodista Juan Ignacio Jiménez Mesa."
REFERENTE DEL NUEVO PERIODISMO SATÍRICO.
El número 1 de la revista El Virus Mutante aparece con la
fecha "Viernes, 14 de mayo de 2004" impresa bajo la cabecera. Como
adelanta la nota de prensa, son 24 páginas en color, impresas en
papel de periódico con un formato de 290 x 370 milímetros. En la
portada del primer número, bajo un gran "Sí, quiero", aparece una
imagen de la actual princesa de Asturias, con gorro frigio y
ondeando una bandera republicana, dibujada por Gallego y Rey. Un
sumario, en una columna a la derecha de dicho dibujo de portada, nos
muestra un trozo de una viñeta de Forges y otro de Martínmorales, y
apunta algunos de los contenidos de dicho número: "Máximo: Diario
irresponsable; Juan José Millás: Monocotiledónea; Luis Ignacio
Parada: La noche que cené con Rita Hayworth; Rafael Azcona: El
repelente niño Vicente; Daniel Samper: La genuina historia de la @".
Acompaña la cabecera el dibujo de un virus (supongo que mutante) de
color azul, con tres ojos y una larguirucha y ondeante cola, y un
pequeño texto titulado "Letizium principescus vayabrasa".
En la mancheta del primer número aparecen como director Juan Ignacio
Jiménez Mesa, Fermín Vílchez como asesor editorial, Forges como
asesor de contenidos, y Julio Rey como director de arte. Se enumera
también a un Consejo Fundador formado por Forges, Gallego&Rey, Juan
Ignacio Jiménez, Martín Morales, Máximo, Juan José Millás, Peridis y
Juan Fermín Vílchez, y le siguen una larga larguísima lista de
colaboradores literarios y gráficos (sesenta nombres) más una
redacción de cuatro periodistas y una secretaria.
En el número 19-20 de la revista Quevedos que edita la
Fundación General de la Universidad de Alcalá, Fermín Vílchez
explicaba en un artículo el alumbramiento de la revista, que en un
principio iba a llevar el nombre de El Sustentáculo, nombre
que no gustó y fue sustituido por lo de El Virus Mutante. En
la publicación elsemanaldigital.com, aparecen las primeras
palabras del director de la publicación: «El Virus Mutante
nace con el objetivo de emular revistas de humor como Hermano
Lobo ó La Codorniz», explicó Jiménez Mesa, editor del
proyecto a través de la Compañía Editora de Publicaciones de Humor,
que él dirige. (...)«Intentaremos hacer de esta publicación el
referente del nuevo periodismo satírico en
España», dijo su
director. Jiménez Mesa explicó que se trata de un producto «basado
en la calidad» de los colaboradores, con una redacción pequeña, y
con la información "muy condensada". Opinaba el impulsor de este
proyecto que, a su juicio, sí existía mercado para una publicación
de este tipo, con pretensión de entretener y de acercarse a la
actualidad «desde la ironía y la sátira, con una visión
complementaria de la realidad.» «Nacemos sin pretensión de ser
ofensivos», dijo Juan Ignacio Jiménez Mesa, quien señaló que aunque
los temas políticos tendrán importancia en esta publicación, «se
abordarán cuestiones de todo el abanico periodístico, y tendrá una
estructura clásica, a modo de periódico, con información general,
económica y deportiva, entre otras secciones.»
Sin duda, la aparición de una nueva publicación de éstas
características genera expectación y curiosidad. ¿Conseguirá El
Virus Mutante sobrevivir, y por lo tanto romper la maldición que
parece que pesa sobre las publicaciones dedicadas a la sátira y al
humor que nacen (y por culpa de dicha maldición inmediatamente
mueren) en éste país?
La lista de colaboradores de la revista es espectacular. La mayoría
de los colaboradores del primer número pueden presumir de una larga
y exitosa trayectoria profesional. Y al lado de éstas firmas, van
apareciendo nuevos valores, que paulatinamente ganan espacio en las
páginas de la publicación. Malagón me explicaba: «A mi me hizo mucha
ilusión que me llamase Forges para proponerme colaborar en la
revista. Y es que allí había gente muy buena. Se intentó sacar al
máximo de gente posible: gente muy conocida y otros desconocidos,
doble jugada. Pero aunque el producto tenía muchas firmas, debía ser
mejor: le fallaba algo, no acababa de divertir: se pasaban las hojas
rápidamente y se terminaba pronto, y algunas secciones no
interesaban. Quizás el encaje de humoristas nuevos y viejos podía
chirriar. Por eso replantearon algunos espacios, se apostó cada vez
más por gente nueva». Pero quizás ya era demasiado tarde.
Efectivamente, y tras 21 semanas en los quioscos, en octubre de 2004
El Virus Mutante deja de aparecer. La pregunta es ¿por qué?
RAZONES PARA EL FIN DE LA EPIDEMIA
Julio Rey, nos aclara que «El producto funcionó. Y de hecho la
franja de ventas estaba por encima de lo previsto. El problema fue
la publicidad, o sea, la falta de publicidad. Al no encontrar
anunciantes se desequilibró el presupuesto y llegó un momento en el
que no se podía pagar a la gente. Entonces o duplicábamos el número
de ventas, lo que significaba hacer una inversión en promoción, o
cerrar. De hecho nos gusta pensar que el producto está suspendido,
no cerrado.»
En una conversación mantenida con Fermín Vílchez, éste explica: «Ya
se sabía que no podía funcionar. De hecho yo, al ver el panorama,
quise dejar la revista, pero me convencieron y me quedé hasta el
número cuatro, pero entonces me marché. Lo que pasó es que faltaba
una empresa potente detrás. Porque esta revista era la osadía de un
señor, sin empresa ni sin nada. Y eso que los primeros números la
revista funcionó muy bien, y a mi me hacía miedo ése tipo de papel
en que se imprimía, pero las ventas fueron bajando.»
Julio Rey también añadió que: «Hacíamos la revista de forma muy
artesanal, metiendo cosas en función de los huecos, peleando con
cada página y peleando sobretodo con el texto. Creo que el
componente gráfico debía ser muy importante. Lástima que no teníamos
el control total del producto, porque tanto Forges como nosotros
teníamos muy claro lo que había que hacer. Nosotros habríamos hecho
algo más arriesgado. Lo que pasa es que la publicidad es
conservadora, y les costaba poner anuncios en una revista en la que
no sabían lo que saldría en portada la semana siguiente. Nosotros
intentábamos ser políticamente incorrectos... ¡si pusimos en la
portada a la princesa de Asturias con la bandera republicana!»
Fermín Vílchez apuntó otros datos: «Lo que pasa es que cada
humorista tiene su idea de como debe ser una revista de humor.
Cuando yo me marché había mucha indefinición sobre el producto:
Forges quería hacer un tipo de revista, Martínmorales otra, Jiménez
Mesa otra, yo otra... y claro. Pero de todos modos yo creo que
existe un vacío en el mercado. Sin duda existen lectores para una
revista de humor.»
Como lector de El Virus, en los primeros números yo mismo
entreví esa indefinición de la que habla Vílchez. En una
conversación con Malagón, me comentaba que «ellos tenían muy claro
lo que querían de mí. No es eso de mandar lo que me de la gana y a
ver qué es lo que me publican, sino que tenían muy claro el tipo de
producto que hacían y a lo que querían... por lo menos por lo que
respecta a mi.» Y añado las explicaciones de Julio Rey: «Se
trabajaba mucho en equipo. Hacíamos reuniones larguísimas para
decidir loas cosa, y todo se pensaba mucho. Era bonito porque se
trabajaba en equipo, de forma muy colectiva, las cosas las paríamos
juntos, página a página.»
Resulta de interés extraer algunas de las intervenciones de
aficionados a los cómics aparecidas en el foro asociado al weblog
de Álvaro Pons La Cárcel de Papel
[>]
a raíz de la aparición de El Virus Mutante. Los jóvenes
lectores expresaron su interés por la publicación, atraídos por la
participación en ella de escritores como Millás y Azcona o
dibujantes de tebeos como Carlos Giménez (no por los humoristas
gráficos, sin embargo). No obstante, el lunes 17 de mayo, JMV
expresó que «(…) este tipo de publicación no funciona bien, y eso es
algo constatable. Se queda a medias entre un semanario de
información y El Jueves, pero sin ser ninguna de las dos
cosas. El resultado es que no acaba de enganchar a ningún público en
concreto. Ojalá triunfe porque hay muchos valores ahí trabajando y
están metidos jóvenes dibujantes como Malagón y Puebla (…)». El
viernes 21, Jordi Querol subrayaba que «había artículos que me
parecían totalmente vacíos o ininteligibles (…), difíciles de leer,
poco interesantes y pesados en definitiva.»
A la luz de lo anterior podría afirmarse que existe un sector de
lectores jóvenes interesados por una publicación de éste tipo. A
pesar del pesimismo endémico (y cabe decir que es muy fácil
vaticinar que una nueva publicación de humor hecha en España va a
fracasar, pues antes o después, estadísticamente han fracasado el
99% de las que han aparecido) hay una cierta predisposición de
lectores a favor. Por otra parte, vemos que el publico en general
admite que la participación de ciertas firmas en dicho proyecto son
garantía de calidad, aunque por otro lado, se aprecia también un
cierto cansancio de que los nombres de los humoristas de una nueva
revista de humor sean los mismos nombres que ya aparecían en las
publicaciones de hace treinta años.
BALANCE
FINAL.
El Virus Mutante
fue valiente al intentar enfrentarse al monopolio humorístico de
El Jueves.
El Virus Mutante
contaba con humoristas gráficos y literarios de prestigio, nombres
ya consagrados y conocidos lo que es una garantía de calidad del
producto, pero a la vez da un poco la sensación de que son otra vez
los mismos de siempre.
El Virus Mutante
apostó muy fuerte por los nuevos valores, sobre todo del humor
gráfico, al incorporar gente como Puebla, Ferrán Martín, Malagón,
Jesús Martínez del Vas, o
Pepe
Farruqo, lo que resulta altamente atractivo para conectar con nuevas
generaciones de lectores.
El Virus Mutante
quiso tener un abanico de colaboradores y opiniones tan amplio que
el lector se podía encontrar perdido en la indefinición resultante.
También acusaba la dispersión quizás debida a la fragmentación y
multiplicación de piezas para dar cabida a tantos y tantísimo
colaboradores.
El Virus Mutante
pecó de un cierto elitismo (sobretodo en el apartado literario) al
establecer un nivel al que muchos lectores no podían llegar.
El Virus Mutante
intentó recuperar el humorismo literario, de gran tradición en
nuestro país que no solo de dibujos vive el lector. Por desgracia,
el nivel del humor gráfico de la revista era muy superior al nivel
del humor literario (salvo algunas excepciones), por lo que al
final, al lector no le interesaban muchos de los textos. Por el
contrario había otras secciones con textos brillantes, que habrían
resaltado mucho más de no estar rodeados de otros textos tan
mediocres.
Quizás El Virus Mutante pagó también el peaje de querer
parecerse demasiado a La Codorniz o a Hermano Lobo, que son modelos
de publicación que funcionaron en su época, pero que en la
actualidad deberían estar superados.
A pesar de todo esto el nivel de la publicación se sitúa en un punto
elevado. No hay duda de la alta calidad de muchas de las piezas
publicadas, y el alto nivel de crítica practicado en los 21 números
de la publicación. Y si el nivel de ventas era el esperado y lo que
falló fueron los ingresos por publicidad, será que la publicación
tenía su público.
Me quedo, para acabar, con las palabras de Julio Rey: «Nos gustaría
pensar que estamos en una pausa, un stand
by,
temporalmente suspendidos, pero que volveremos, como revista, como
suplemento de alguna publicación, o como lo que sea. El espíritu
está vivo y aspiramos a sacarlo otra vez, y si puede ser, ésta vez
con más control sobre el producto.»
O sea que, ojo, que el Virus no ha muerto, sólo está
incubando para volver al ataque cuando menos se lo esperen. |