Xavier Grasset y Andreu Faro vuelven a la carga. Después del éxito del
primer libro que hicieron juntos (Tanta tinta Tonta, 2002),
repiten la fórmula que les ha dado tan buen resultado. Jugando al filo
de la actualidad (hasta el título no deja de ser un juego, pues “tanta
tinta t’unta” en castellano sería “tanta tinta te unta”, haciendo
referencia a la viscosidad y negrura tanto de la tinta como del
chapapote), en casi un centenar de páginas hacen un repaso a los temas
que han marcado el último año, muchos de ellos todavía presentes hoy
en los medios de comunicación.
Andreu Faro Lalanne se ocupa de dibujar la viñeta diaria en el
Diari de Tarragona, y en las revistas Claxon y Espai 7.
Licenciado en química y profesor de ésta materia, también ha dibujado
en otras publicaciones, como el Nou Diari, La Mañana o
La Vanguardia, y ha ilustrado distintos libros como
Terratarragona i l’univers, la História de Vila-seca, y
El rescat de les cent donzelles. También podemos encontrar sus
dibujos en la web de Humorália [http://www.humoralia.org]
Xavier Grasset Forasté, periodista, corresponsal de Catalunya Ràdio en
Madrid durante casi una década, participó en diversos programas de la
factoría El Terrat [http://www.elterrat.com/]
en TV3, con lo que consiguió una gran popularidad. Conductor del
programa “El món s’acaba” [http://www.catradio.com/cr/elmon/]en
Catalunya Rádio.
“Tanta tinta t’unta” és un libro de humor bastante atípico. No es un
típico libro de humor con textos ilustrados, ni un libro de humor
gráfico con chistes al uso. Los textos y los dibujos se combinan de
tal forma que casi se podría decir que son los chistes de Faro que
están ilustrados con artículos de Grasset. No hay que dejar de tener
en cuenta que en Cataluña, Xavier Grasset es un conocido periodista
con un programa de gran audiencia en Catalunya Rádio y que ha
participado en programas de gran éxito de la televisión catalana, de
modo que se le puede considerar un autor mediático. Yo pienso que la
aportación de Grasset al libro es la manera con la que el editor se
asegura el tiro, aprovechando el tirón mediático del personaje, para
vender más libros, aunque los chistes de Faro tienen suficiente
calidad, interés y personalidad como para venderse en un volumen en
solitario. El mercado es el que manda.
Vamos
a hablar del libro. Prologado por un original dibujo-prefacio de
Forges, el álbum está dividido en poco más de una veintena de
capítulos dedicados cada uno a los más variados temas de la
actualidad. Se trata de una selección de los chistes publicados a lo
largo del último año en el Diari de Tarragona, por lo que las
referencias a los temas de actualidad son no sólo inevitables sino
necesarias. Por ejemplo en “No ho vegeu tot negre” (no lo veáis todo
negro) el tema es el naufragio del petrolero “Prestige” y sus
consecuencias; o en “Desorientat” (desorientado) se habla de lo que
acontece en Oriente Medio. Ni el fenómeno de Operación Triunfo, ni la
invasión de Irak, la situación del Barça o el polémico trasvase del
Ebro se escapan de la crítica. Faro y Grasset reparten estopa a
diestra y siniestra. Los que salen peor parados, como siempre, son los
políticos, pero es que ellos se lo buscan, la verdad.
No me
extenderé hablando de los textos de Grasset, pero cabe decir que son
artículos de un humor resultón y sin complicaciones que juega con los
tópicos y las palabras.
Los
chistes de Faro, en cambio, merecen una especial atención. Faro es un
humorista al que les aconsejo que no pierdan de vista. Posee un gran
olfato para el gag, a lo que hay que añadir una arrolladora potencia
gráfica: a pesar de ser un dibujante autodidacta, es uno de esos
humoristas que sabe dibujar y dibuja. Sin que se le note demasiado, ha
procesado influencias tan diversas como los muñecos de Disney, las
sátiras de los principales cartoonists americanos, así como el
cómic europeo, entre otros; y aunque el resultado de combinar todos
estos elementos bien podría ser un mejunje incomestible, Faro ha
construido un estilo propio, amable, limpio y agradable. Porque ya en
el primer vistazo, su dibujo engancha, gusta, funciona. Y esto es
porque sus composiciones son, como ya he dicho, amables. Su grafismo
no es nada estridente, nada violento, con lo que consigue que al
lector le guste mirar sus monigotes. Y es que como todos llevamos un
niño dentro, a todos nos encandila ver ese dibujo dónde las manos
tienen cinco dedos, y los ojos están encima de la nariz y debajo de la
frente.
Faro
es un buen chico, y eso se le nota, aparte de en el estilo de dibujo,
incluso en los chistes. Cuando va a caricaturizar cualquier situación,
siempre se decantará antes por hacer risa que por hacer sangre. Y a mi
entender, eso tiene mucho mérito. Además, como ya hemos dicho, es un
humorista que tiene mucho olfato para el gag, hace que -sin serlo- los
chistes parezcan fáciles, de esos que al leerlos uno piensa “¡Vaya!,
¡esto se me podría haber ocurrido a mí!”; logra que el chiste fluya y
aparezca como el único resultado posible de la situación que nos
plantea, por muy absurda que sea. Por éstos chistes, que son la
mayoría, le podemos perdonar su gusto desmesurado por los juegos de
palabras, que incluso le han llevado a inventarse un monigote, el
“Farillo”, con el que puede dar rienda suelta a ese torrente de juegos
ortográficos con los que remata al juego gráfico de cada viñeta.
A
quien pueda interesar, le contaré que resulta un ejercicio interesante
observar los chistes de Faro, que han sido publicados en un medio
local como el Diari de Tarragona y pensados para un publico
local, y compararlos con las viñetas que aparecen en los periódicos de
ámbito nacional. El punto de vista con el que se tocan algunos temas
ofrece sutiles diferencias. Faro parte con ventaja, pues conoce a sus
lectores y su sensibilidad es mucho más cercana a la de sus lectores
que la que pueda tener, pongamos por caso, un dibujante catalán que
dibuje en un periódico para toda España o un dibujante andaluz que
haga lo mismo en un periódico editado en Madrid para toda la
península. Y con esto no es que quiera entrar en la calidad de los
chistes, sino hacer notar los matices de enfoque y tratamiento. Sin
duda un dibujante catalán vivió la catástrofe del “Prestige” [http://www.gpx.es/humor/humor.html#]
con diferente intensidad que un dibujante gallego;
aunque la indignación pudiera ser la misma, y el resultado está
reflejado en los chistes que dibujaron cada uno. Vamos, digo yo.
En
éste punto, llega el momento en que la mayoría de gente que escribe
sobre un libro de humor gráfico no puede sucumbir a la tentación de
explicar alguno de los chistes: “es muy bueno ese en el que se ve
dibujado un talibán que le dice a otro: -Oye, me ha dicho Bin Laden
que...”, pero no. Yo estoy totalmente en contra de que se expliquen
los chistes que alguien ha dibujado, pues si han sido pensados y
dibujados para ser vistos y leídos, es injusto -para el autor y para
el oyente- que alguien pretenda explicarlos con palabras. Y si bien
muchos chistes mantienen su gracia aún si son explicados, hacerlo es
-a mi parecer- una cosa tan absurda como intentar explicar un cuadro o
una sinfonía. Les recomiendo que abran los enlaces de ésta página y
que vean los chistes con sus propios ojos, que es lo que debe ser. Y
si les gustan, pueden visitar la página web de Andrés Faro [http://www.e-faro.info/]
Y
nada más por hoy. |