1. Autores y lectores: códigos, desvíos y lecturas
Diego Agrimbau y Laura Vazquez- ¿Cuál es la relación posible entre un lector y un autor de
historietas?
Carlos Trillo-
Hay un vínculo de intimidad con el lector de historietas que no
puede sostenerse desde una gran editorial. Esto es lo que saben
hacer bien las empresas de autor o las ediciones independientes.
Saben dialogar con los lectores. Los lectores de historieta son
especiales y tienen sus mañas. Los autores / editores saben de esto
porque forman parte del ambiente. En general, las buenas revistas de
historieta o de humor son fruto de aventuras repentinistas. Son
producciones “cálidas”, por decirlo de alguna forma. Landrú no tenía
qué poner en una página y decía con absoluta franqueza “y bueno, la
dejamos en blanco”. Entonces, luego en la editorial vos leías: “no
teníamos dibujos para la página cuatro, disculpas querido lector”.
Lo mismo si se censuraba una historia. Si revisan las revistas de la
dictadura, van a encontrar muchas editoriales o notas aclaratorias
“esta historia no salió porque fue censurada”. El autor y el lector
de historieta siempre establecen una comunicación secreta. El lector
lee cosas que no están dichas, hay un código. En el caso del “Loco
Chávez”, en el período de la guerra de Malvinas, habíamos dejado la
historia adelantada tres o cuatro meses porque apenas estalla la
guerra Altuna se va a vivir a España. Todo lo que estaba hecho, ya
estaba hecho. Si embargo, la gente decía
«¡aha!...
ustedes están queriendo decir de la guerra ésto o aquello».
Leían lo que querían y eso es bueno. Las miradas del público acerca
de una historia ficcional son libres....porque la guerra no había
estallado cuando escribimos la historia. Pero cuando leyeron, había
lecturas de esa guerra.
DA/LV-
¿Es posible que buscaran en los desvíos o en las fisuras de esas
historias aquello que en los medios masivos oficiales les estaba
vedado?
CT-
Puede ser...yo lo que nunca tengo claro es si estas cosas
colaboraron con algo, me refiero, a salvar alguna vida. Lo que si sé
es que por lo menos algunas de estas historias ayudaron a leer más
libre. Aunque no derrocaron al régimen, aunque no fueron armas de
fuego contra el sistema, las historietas de la época ayudaron a
pensar. Cascioli debe andar muy cerca de la idea de que HUM®
o Fierro fueron revolucionarias o contraculturales. Yo no
coincido con esa idea. Los regímenes dictatoriales caen por cosas
más grandes que un puñado de revistas.
DA/LV-
¿Qué historietas leía en su adolescencia?
CT-
Yo compraba Misterix, Patoruzito,
Hora Cero,
pero nunca soporté las revistas de Columba. Nunca pude leer ni una
sola historieta de esa editorial. Eran historietas con mucho texto y
aburridísimas. Sus editores tenían la teoría de que una revista te
tiene que durar entre “el Once y Moreno”. Textos redundantes e
insoportables, como por ejemplo: «sintió que en su interior se
quebraba un hilo delgado que lo unía a la vida». La gente leía en el
transporte como ahora lee manga. Seguramente no tiraban sino que las
canjeaban por otras. Era un modelo que funcionó muy bien. Algunas de
estas viejas revistas llegaron a vender más de 250.000 ejemplares.
Su período de agonía fue largo. No se cayeron del primer piso. No se
estrellaron enseguida.
DA/LV-
¿Por qué desapareció ese modelo de revistas?
CT-
Porque ya las historias de diez páginas no sirven. Lo que hacía
Fierro, historias cortas, no funciona. En el mundo desapareció
lo que los italianos llaman la “revista contenedora” [con
historietas “de continuará”]. Lo que actualmente sobrevive, en el
mejor de los casos, es un monográfico. Una historieta fuerte con un
personaje favorito. En Italia hay algunas revistas que venden medio
millón de ejemplares hoy en día. A mi no me gustan, son para
italianos. Así como
hay
que ser argentino para entender Patoruzú hay que ser italiano
para entender Tex. Es un western de 96 páginas, a mi
entender, aburridísimo. Cada mes, sale una historieta nueva, a la
vez, salen mensualmente cuatro ediciones distintas de “los grandes
éxitos de Tex”: “Tex para recordar”, “El número nuevo de Tex”, “Las
grandes historias de Tex” y no sé cuántas más. Vos vas a tomar un
café y ves que es un suceso. ¡La gente comenta las cosas que hace
Tex!. «¿Viste que al tipo lo agarran del cuello y viste que el otro
hace tal cosa?». Los franceses, en cambio, hacen carísimos libros.
El promedio es de tres por día, es decir, mil libros de cómics todos
los años. Los cómics se compran para coleccionar, van a las
bibliotecas de los hogares. Hay que tener en cuenta que el poder
adquisitivo de los franceses es mayor que el de los italianos y
muchísimo mayor que el de los argentinos. Los italianos tienen una
lectura antigua, muy clásica, muy cincuenta. En Francia abominan de
los dibujantes argentinos porque dicen que son “muy italianos”. He
escuchado a editores decir: «éste no me sirve porque tiene estilo
italiano». Es por la forma de relato. Nuestro mercado y el italiano
no tienen en cuenta lo que los franceses llaman le decord no
tienen en cuenta la estenografía.
DA/LV-
Los mercados de más fuertes del cómic coinciden con los países más
prósperos y, al mismo tiempo, lo que más se consume en estos países
es historieta nacional...
CT-
Completamente cierto. No podés competir con un francés en Francia.
Si editás, con suerte, sos uno más. Los lectores de Francia son
adictos a sus autores. A lo sumo te ganás el respeto del público.
DA/LV-
La crisis de la historieta en Argentina ¿es comparable a la de
España?
CT-
No, son diferentes. Las causas están más relacionadas con la
temática de la historieta. Las razones del fracaso en uno y otro
país es diferente. Acá uno de los factores del fracaso es que no se
soporta más la revista con historietas diversas. Los españoles nunca
hicieron esto.
DA/LV - Cómo cuenta el dibujante argentino?
CT-
Estamos acostumbrados a contar en planos cortos. Ni tipos dotados
como Mandrafina o Seijas pueden entrar al mercado francés. El vicio
viene de la historieta norteamericana de los cuarenta y cincuenta:
con un ginche y una raya te mostraban que estaban en el puerto. Para
el editor francés, si dibujás el puerto quedate tres días dibujando
el puerto. Y además: no te equivoqués en la luz, no te equivoqués
si da la vuelta el personaje. Si dibujás para Francia tenés que
romperle mucho las pelotas al dibujante para que todo esté perfecto.
Es el mejor mercado el francés, pero tenés que estar a su altura. En
otros mercados te tenes que ajustar a las modas o a los caprichos
del editor de turno. A mí no me gusta mucho eso.
2. Historia de la historieta Argentina: sus libros
DA/LV
- “Historia de la historieta Argentina” fue publicado por
editorial Récord en 1980. En su prólogo Saccomanno y usted hablan
de la «necesidad de una memoria gráfica» y del desafío que toman
porque el libro es un «primer acercamiento a una historia
incompleta».
CT-
Fue una experiencia importante e enriquecedora. Le presentamos el
proyecto al editor y lo aprobó. Scutti era un comerciante pero
también un apasionado, que entendía de historieta y de dibujo. El
libro lo publicó en el ochenta, pero nosotros veníamos haciendo
capítulos por entregas en Skorpio.
En
el ochenta se realizó la Gran Muestra del Festival De Lucca y
ese año se iba a hacer un homenaje a la historieta argentina. A
Scutti le pidieron que llevara un catálogo, pero él prefirió llevar
un libro. Se fue con una pila de ejemplares a Italia y el resto los
lanzó a la venta acá.
DA/LV
- Ya Masotta y Steimberg se habían interesado por la historieta como
“género marginal” o “arte menor”. En Historia de la historieta
argentina, sin embargo, pueden leerse marcas y efectos de
sentido de los años de dictadura...
CT-
En ese libro publicamos lo que queríamos decir. Ahora diría las
mismas cosas. Nuestra posición política está clara en el libro y
también nuestros gustos estéticos. «Columba es una basura», dijimos
más o menos literalmente. Esto nos gusta y esto no. No recuerdo
donde pusimos la frase de Trufautt «hablemos sólo de las cosas que
nos gustan». De esa manera ninguneábamos olimpícamente todo lo feo y
nos hacíamos odiar. Disfruté en hacer ese libro y creí necesario su
publicación. Yo ya había hecho un librito de historieta y cultura
popular que sacó el Centro Editor de América Latina. ¡Pero no tomen
a Historia de la historieta argentina como un libro
trascendente!, es sólo una pila de anécdotas. Hace poco tiempo
Yudith Gociol y Diego Rossemberg escribieron un importante libro,
excelentemente documentado. Yudith venía con frecuencia a mi
biblioteca, con una pilita de sanguches, y leía todo.
DA/LV
- Sin duda retomaron el desafío pendiente.
¿Podría contarnos más acerca de áquel reportaje mítico a Héctor
Oesterheld publicado en el libro?
CT-
Sí, claro. Las partes en donde Oesterheld hablaba de política,
fueron censuradas por Scutti. Se sacaron todas las declaraciones
políticas e ideológicas de Oesterheld y se publicó sin eso. Eran
declaraciones anteriores a su época montonera, pero para el editor
eran dichos, por decirlo de alguna forma, “excesivamente
humanistas”. Hablaba de cuestiones tan elementales e ingenuas como
«¡Qué feo que haya pobres!». No fue un reportaje ideologizado y sin
embargo no cayó bien. Ese reportaje está en este momento por salir
completo, sin censura [en la Revista Latinoamericana de Estudios
sobre la Historieta]. ¿Ya es hora, no?
[
leer la siguiente parte de la entrevista ]
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