Cronología de Oesterheld
Ahora como epílogo al extenso reportaje, vamos dar una cronología de la
obra de Oesterheld.
Para la realización de esta ficha técnica hemos tenido en cuenta
solamente los personajes de este maestro de guionistas, dejando de lado
la enumeración de sus casi infinitos guiones unitarios.
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1950:
En este año, H. G. O. realiza su primer guión para Editorial Abril. Lo
dibuja Eugenio Zoppi y su título es Alan y Crazy. Luego crea una
historieta de guerra: Lord Commando.
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1951:
Ray Kitt, dibujada por Hugo Pratt. Una historia de detectives ambientada
en Buenos Aires, apareció en la revista Cinemisterio.
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1952:
Bull Rockett, dibujada por Paul Campani hasta 1955. A partir de esta
fecha y hasta 1959 realizó los dibujos Solano López, Oesterheld abandonó
la confección de los guiones de su personaje luego de un acuerdo
realizado con Editorial Abril al retirarse el guionista a la empresa que
había fundado con su hermano Jorge, Editorial Frontera, desde ese
momento nunca más salieron firmados los guiones. El continuador de
Solano fue Julio Schiaffino y hasta 1965, año en que la serie fue
discontinuada por Editorial Yago (heredera de los títulos y personajes
de Abril), sucedieron varios dibujantes más. Los guionistas que
escribieron Bull Rockett después de Oesterheld fueron Muñoz Cabrera, Ray
Collins y Jorge Claudio Morhain. En 1976 Ediciones Récord retomó las
aventuras de Bull Rockett, iniciando la serie con el binomio Oesterheld-Ángel
Fernández. Pocos capítulos después comenzaron los cambios y la guionaron
Albiac y Barreiro y la dibujó Oscar Garibaldi.
Editorial Frontera publicó nueve novelas de Bull Rockett de 126 páginas
en formato de pocket, escritas en 1956 por H.G.O. Ocho de ellas estaban
basadas en episodios publicados en Misterix. La novena y última, Vuelve
Moby Dick, era una historia jamás escrita antes como guión de
historieta. Como dato curioso consignamos que las tapas de estos libros
no fueron realizadas por ninguno de los dibujantes de la serie de
historietas. Sus autores fueron Carlos Vogt y Juan Zanotto.
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1952:
Sargento Kirk, dibujada por Hugo Pratt entre 1952 y 1960. Apareció
originalmente en la revista Misterix de la Editorial Abril, donde se
publicó hasta mediados de 1957. En 1958, sirvió de personaje central
para el lanzamiento de una de las revistas de Editorial Frontera, Hora
Cero Semanal. Su aparición en esta publicación y en Frontera Extra
continúa luego de la desaparición de Hugo Pratt del equipo de dibujantes
de la Editorial. Entre 1960 y 1962 la dibujaron Jorge Moliterni, Porreca
y Gisela Dexter. También de Sargento Kirk, Frontera publicó nueve
novelas de126 páginas, con el mismo formato de las de Bull Rockett. De
éstas, las dos últimas, Sheriff, Sepulturero, Barman, etc., y El
Invulnerable, fueron escritas exclusivamente para libro. Las tapas de
esta colección fueron realizadas sucesivamente por Joao Mottini y Hugo
Pratt. En 1974, Editorial La Isla editó la novela titulada “Sargento
Kirk - Muerte en el desierto”, que reúne las dos primeras novelas
originales (“Muerte en el desierto” y “Hermano de sangre”, hilvanadas
por el periodista Oscar Giardenelli). Lo que parecía iba a ser una
serie, se agotó en este primer número. En 1973, la revista infantil
Billiken publicó una serie de nuevas aventuras de El Sargento Kirk,
dibujadas por Gustavo Trigo, siempre sobre guiones de Oesterheld, quien
jamás cedió este personaje a otros guionistas. Uno de los personajes
principales de El Sargento Kirk, el Corto, se independizó una vez de la
historieta original. Fue en la revista Frontera Mensual, año 1959, en
una historieta titulada: “El Corto cuenta sus historias”. La dibujó
Julio Schiaffino y apareció una sola vez.
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1953:
Tarpón, historieta de ambiente marino, dibujada por Daniel Haupt, en la
revista Hazañas, de Muchnik Editores.
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1953:
Uma-Uma, dibujada por Solano López y publicada en Rayo Rojo.
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1953:
Indio Suárez, dibujada primero por Carlos Freixas y continuada por
Carlos Cruz, constituía la historieta central de la revista Rayo Rojo,
de Editorial Abril. Para la confección de los dibujos, Césare Civita,
dueño de Abril, había logrado sacar a Freixas (autor de los dibujos de
Tucho, de canillita a campeón, otra historia de boxeo), de los cuadros
de Editorial Dante Quinterno.
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1955:
Dragón Blanco, dibujada por Enrique Cristóbal para la revista Dragón
Blanco, de Editorial A. P. I. Se trataba de una aventura en la que
mercenarios blancos luchaban contra los tuaregs en el desierto. Tanto la
historieta como la revista que la cobijaba, fueron efímeras (4 números).
El
Zarpa, western dibujado por Ivo Pavone, Quincenario Dragón Blanco.
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1956:
Scout River, dibujada por Luis Domínguez. Serie de expedicionarios que
marchaban a conquistar el Oeste Americano; apareció durante los escasos
meses que sobrevivió la revista Pancho López, de Códex.
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1956:
Ray Kent, dibujada por Eugenio Zoppi. Con algunas semejanzas con Bull
Rockett, talentosísimo científico aventurero, apareció también en Pancho
López.
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1957:
Burt Zane, dibujada por Ivo Pavone, una historieta policial.
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1957:
Star Kenton, dibujada por Walter Casadei. Historieta de ciencia ficción.
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1957:
En marzo de este año aparecieron las dos primeras revistas de Editorial
Frontera: Hora Cero Mensual y Frontera Mensual. Las seguirían en meses
sucesivos: Hora Cero Extra, Frontera Extra y Hora Cero Semanal. Más de
un ochenta por ciento de los guiones de todas estas revistas fueron
realizados por Oesterheld. Los restantes los escribió, en su casi
totalidad, su hermano Jorge.
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1957:
Ernie Pike, dibujada por Hugo Pratt en sus primeros capítulos de Hora
Cero mensual. Inmediatamente, alternaron con Pratt los dibujantes Solano
López, Bertolini, Muñoz, Moliterni. Con el tiempo, también la dibujaron
Balbi, Durañona, Rubén Sosa, Ernesto García y J. Zanotto. Prácticamente
no quedó dibujante de todo el equipo de Editorial Frontera que no
diseñara el Ernie Pike alguna vez.
El
personaje, que tenía el rostro de Oesterheld, apareció en todas las
revistas de la editorial, en algunos casos como narrador en off de la
historia, como en los episodios de Cuaderno Rojo de Ernie Pike y en la
revista Top, de Editorial Cielosur, en 1970. Estos nuevos episodios,
ambientados en la guerra de Vietnam, estuvieron dibujados por Néstor
Olivera y Rubén Sosa.
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En 1976:
Por último, Ediciones Récord intentó retomar la serie, pero sólo se
realizó un episodio que dibujó Solano López.
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1957:
Lucky Piedras, dibujada por Carlos Cruz. Historia de marinos en el sur
argentino, de corta duración, apareció en el Hora Cero mensual.
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1957:
Tipp Kenya, dibujada por Carlos Roume. Las historias de un cazador, de
ambiente africano, aparecidas en Frontera Mensual.
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1957:
Ticonderoga, dibujada inicialmente por Hugo Pratt, tuvo una versión de
1960 con dibujos de Gisela Dexter. Era la historieta central de Frontera
Mensual, y también se publicó en Frontera Extra. En ella, un viejo,
Caleb Lee, narraba episodios de guerra entre franceses e ingleses en la
zona de los grandes lagos, con un personaje central llamado Ticonderoga
Flint.
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1957:
Verdugo Ranch, dibujada por Ivo Pavone. Otro western excepcional, muy
duro, que se publicó en Frontera Mensual.
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1958:
Patria Vieja, dibujada por Roume. Historietas unitarias de ambiente
argentino, constituyó una modernizada versión de las denominadas
“historias gauchescas”. La inteligencia en el tratamiento de Patria
Vieja no volvió a ser igualada en este tipo de narraciones. En 1960,
Juan Arancio continuó con solvencia esta serie iniciada por Roume.
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1958:
Rolo el marciano adoptivo, dibujada por Solano López. Esta historieta
tiene curiosas simetrías con una serie de televisión bastante posterior
que en la Argentina se conoció con el título de Los Invasores.
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1958:
Hueso Clavado, dibujada por Ivo Pavone. Regocijante western humorístico,
toda una novedad por entonces en el género. La publicó Frontera Mensual.
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1958:
Randall, dibujada por Arturo del Castillo. Otro western que apareció en
Hora Cero Semanal y en Frontera Extra con gran éxito entre los lectores.
La muerte del protagonista ocurrida en uno de los episodios del Semanal,
provocó tal avalancha de cartas indignadas, que el editor tuvo que
anunciar su inmediata resurrección.
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1958:
El Eternauta, dibujada por Solano López. Se trata, seguramente, del
mejor relato de ciencia ficción producido en la Argentina. Se publicó a
lo largo de dos años en Hora Cero Semanal, en entregas de tres páginas
semanales. En esta primera versión de El Eternauta abundaban los más
eficaces e inesperados golpes de efecto, que mantuvieron a los lectores
atrapados por la historia durante casi cien semanas. Solano López supo
brindar verosimilitud a la historia con su dibujo realista, donde estaba
permanentemente presente la ciudad de Buenos Aires, una presencia
fantasmal, herida de muerte por los invasores de otro planeta. Los
personajes centrales de El Eternauta eran Juan Salvo, su mujer Elena, su
hija Martita, su amigo Favalli, un muchacho obrero llamado Franco.
Intervenían, además, unos monstruos paquidérmicos llamados gurbos, unos
seres de manos prodigiosas: los manos. Y por encima, invisibles,
manejando los hilos de la invasión estaban los Ellos.
El
Eternauta tuvo secuencias memorables, como la muerte del Mano, cantando
una extraña canción y elogiando una humilde cafetera como si se tratara
de una maravillosa escultura. O como la de la huida de los protagonistas
a lo largo de los túneles abandonados del subterráneo. El final,
circular, anunciando el final del mundo para una fecha próxima (y
cercana, por entonces) fue la terminación que merecía el aliento siempre
sostenido de la historieta. El Eternauta tuvo un episodio lateral,
publicado por Hora Cero Extra, en el que un grupo de hombres robot
invadían la casa de Juan Salvo. Y aquí conviene hacer notar un detalle:
los personajes de las revistas de Editorial Frontera, para reforzarlas y
brindar un interés permanente y totalizador. Al terminar de publicarse
El Eternauta, se compiló en tres tomos la historia completa con gran
éxito de público. Luego, el título El Eternauta sirvió para una revista
efímera de la Editorial Ramírez empresa que se hizo cargo, en 1961, de
los títulos de Editorial Frontera. Esta revista, dirigida por Oesterheld,
contaba con una muy pobre producción gráfica y tenía muchas páginas
ocupadas por relatos de su director, entre los que se contó el memorable
“El árbol de la buena muerte”. En 1977, Ediciones Récord republicó en un
tomo la aventura completa de El Eternauta, tal como había salido en Hora
Cero Semanal y reunió a Solano López y a H.G.O. para realizar la segunda
parte de la historia, que se publicó en Skorpio.
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1958:
Leonero Brent, dibujada por Jorge Moliterni. Curiosa historia del Oeste,
que supo incluir marcianos y hasta episodios sin una sola línea de
texto. Salió en Frontera Mensual.
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1958:
Cayena, dibujada por Daniel Haupt. Apareció en Hora Cero Semanal y en
Hora Cero Extra. Era una historieta “dura”, con un ex penado de la
cárcel del mismo nombre, editada quince años antes de Papillón.
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1958:
Rul de la luna, dibujada primero por Solano López y luego por Horianski.
Historieta especial con niños, se publicó en Frontera Mensual.
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1958:
Capitán Lázaro, dibujada por Enrique Cristóbal. Espionaje en la Segunda
Guerra Mundial, apareció en Hora Cero Mensual.
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1958:
Pichi, dibujada por Roume. Con algunos episodios de Jorge Oesterheld
(Jorge Mora), narró las peripecias de un perrito en medio de la pampa a
mediados del siglo pasado en la Argentina. Se podría definir, tal vez,
como un Snoopy dramático. Apareció en Frontera Extra.
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1958:
Sherlock Time, dibujada por Alberto Breccia. Lo cotidiano y lo
fantástico con ambiente de suburbio de Buenos Aires. Algunos de los
episodios de esta serie se inscriben entre los mejores relatos de
ciencia ficción argentina. Se publicó en Hora Cero Extra, y dos
episodios por entregas salieron en la Hora Cero Semanal.
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1958:
Nahuel Barros, dibujada por Carlos Roume. Desprendimiento de Patria
Vieja, se publicó en Hora Cero Semanal.
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1958:
Tom de la pradera, dibujada por Ernesto García. Aventuras de un niño en
el Oeste americano, publicadas por Frontera Extra.
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1958:
Lord Crack, dibujada por Hugo Pratt, y luego por Bertolini, por
Moliterni y por Flores. Apareció en Hora Cero Semanal y, en sus primeros
episodios, la narraba Ernie Pike.
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1958:
Amapola Negra, dibujada por Solano López. Las trece misiones de un
bombardero inglés, con las pequeñas historias de cada uno de sus
tripulantes. Cada episodio llevaba el número de la misión y se publicaba
en Hora Cero Mensual, una misión extraordinaria, sin numerar, apareció
en Hora Cero Extra, póstumamente, luego de la muerte, en el mensual, de
todos los personajes.
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1958:
Joe Zonda, dibujada por Solano López y por Schiaffino. Un muchacho
campesino se enrola como copiloto de la Last Minute Company para ahorrar
dinero y poder, así, comprarle un tractor a su hermano. Joe Zonda sabe
de todo, y todo lo que sabe lo ha aprendido en cursos por
correspondencia. Frontera Mensual publicó estas historias socarronas,
divertidas, a veces con resoluciones francamente surrealistas,
ambientadas en inexistentes parajes de los mares del sur.
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1959:
Buster Pike, dibujada por Julio Schiaffino. Apareció en Hora Cero
Mensual y contaba las historias de un periodista marginado, hermano de
Ernie, donde aparecían boxeadores duramente golpeados, policías gordos y
hambrientos, portuarios borrachos y dandies gangsteriles.
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1959:
Doctor Morgue, dibujada por Alberto Breccia. El relato tenía por
protagonista a un extraño médico forense y su ayudante, un estudiante
negro. Sólo se publicaron dos episodios de esta serie, en Frontera
Extra.
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1959:
Capitán Caribe, dibujada por Dino Battaglia. La publicó Misterix, sin
mención de guionista. Era una historia de piratas, obviamente, y había
sido escrita por H.G.O. algunos años antes.
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1959:
Pereyra, taxista, dibujada por Leopoldo Durañona. Un taxi muy viejo, un
Buenos Aires penumbroso y unas lindas historias cotidianas.
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1960:
Mortimer, dibujada por Rubén Sosa. Western. Frontera Extra.
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1960:
Doc Carson, dibujada por Carlos Vogt. Un médico del Oeste, publicado en
Frontera Extra.
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1961:
Cachas de Oro, dibujada por Vogt. Un cowboy desharrapado, chicano,
astuto como una víbora, publicada en los últimos números de Hora Cero
Semanal.
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1961:
Santos Bravo, dibujada por Juan Arancio. Historieta acerca del pasado
argentino. Apareció en Hora Cero Extra.
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1961:
Historias de la ciudad grande, dibujada por varios diseñadores (Sesarego,
Lito Fernández, Ernesto García) narraba breves cuentos ambientados en
Buenos Aires con personajes de todos los días, bellamente pensados.
Salió en Frontera Mensual y Frontera Extra.
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1962:
Mort Cinder, dibujada por Alberto Breccia. La publicó la revista
Misterix en su segunda época, cuando ya no era propiedad de Editorial
Abril sino de Editorial Yago (empresa a la que Abril había vendido todos
sus títulos de historietas). Con un clima entre gótico y borgiano, en
esta historia afloraron fantasmas muy especiales de Oesterheld y de
Breccia, un binomio enorme en la historia de nuestra historieta, el
dibujante y guionista que, juntos, realizaron los momentos más altos del
cómic argentino. Oesterheld incorporó en sus guiones un juego
espacio-temporal con el que habían trabajado sólo esporádicamente.
Breccia incorporó un alucinante y sórdido lirismo, obteniendo así, este
momento inigualado de nuestro género en el mundo entero.
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1962:
Paul Neutrón, dibujado por Julio Schiaffino. Uno de los últimos
personajes creados por H.G.O. para Hora Cero, en sus momentos finales,
poco antes de que la Editorial Emilio Ramírez (que había comprado los
títulos de Editorial Frontera) quebrara, haciendo desaparecer para
siempre a las ya decaídas revistas.
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1963:
León loco, dibujada por Ernesto García. Adolescentes en un barco velero,
en esta historieta publicada por Misterix.
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1963:
Lord Pampa, dibujada por Solano López. Otro piloto de guerra, publicado
por Rayo Rojo, de Editorial Yago.
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1963:
Watami, dibujada por Jorge Moliterni. También en Misterix, esta historia
que recoge uno de los momentos del indio americano.
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1963:
Se proyecta lo que podría haber sido un suplemento de historietas, el de
la revista femenina Karina, de Editorial Atlántida. Encargado por el
director de la publicación, el poeta Rodolfo Alonso. Lo escribe todo
Oesterheld y lo dibujan Pérez D’Elías (Yemsbón), Eugenio Zoppi (Charlena)
y Alberto Breccia (el deslumbrante Richard Long, la historia de un duro
narrada con una economía de recursos digna de la mejor serie negra
norteamericana).
Luego de esta época, viene un período oscuro en la producción de H.G.O.
Cerrada la empresa que se había hecho cargo de los títulos de Frontera
(Editorial Emilio Ramírez), comenzada la decadencia de Misterix, Rayo
Rojo y Cinemisterio de Editorial Yago. Oesterheld trabaja para pequeños
editores marginales, que publican revistas muy mediocres, de duraciones
generalmente breves. En estos años sobresale la actividad del guionista
para la Editorial Zig Zag de Chile, para la que crea algunos personajes
como Ronnie Lea, el muertero (suerte de Sargento Kirk), Tornado (un
corredor de autos de carrera) entre otros. También merece destacarse la
ciclópea tarea de escribir todos los guiones que dibuja un nutrido grupo
de profesionales reunidos en un equipo formado por Eugenio Zoppi; se
trata de llenar las revistas que publica Editorial Dayca a todo color,
con formato “a la mejicana”. Algunos de los personajes para esta
aventura editorial Birdman, Futureman y el curioso Manolo, iniciado por
Alberto Breccia y continuado por Pérez D’Elías.
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1968:
Editorial Jorge Álvarez anuncia una serie de biografías de importantes
hombres de América en Historieta. Sale un solo número, con guión de
Oesterheld.
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1969:
Segunda versión de El Eternauta, dibujada por Alberto Breccia y
publicada por Editorial Atlántida en su revista Gente. El guión está muy
trabajado, en un lenguaje poético y conmovedor. Los dibujos representan
un nuevo agigantarse de Breccia en una búsqueda obsesiva e inquietante.
El editor (Carlos Fontanarrosa) no comprende el casi hermético lirismo
de las imágenes del dibujante y decide levantar la serie, que debe ser
concluida precipitadamente.
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1970:
Guerra de los Antartes: dibujada por León Napoo. Este seudónimo escondía
al dibujante humorístico Napoleón (Monghiello Ricci), que realizó para
esta historieta una curiosa mezcla de efectos, del tipo de la
solarización fotográfica. En esta versión primera, Mateo Ribas,
sobreviviente de la guerra de los Antartes, narra su tremenda
experiencia: como, a principios del año 2001, comenzó por Antártida una
invasión extraterrestre. Las grandes potencias acceden al requerimiento
de los invasores, que quieren el dominio total sobre América del Sur. La
historia narra, entonces, la resistencia de la gente a los despiadados
Antartes. Se publicó en la revista 2001, que dirigía Alejandro Vignatti.
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1970:
Artemio, el taxista de Buenos Aires, dibujada por Néstor Olivera y luego
por Pablo Zahlut. Nuevamente, las historias de la gran ciudad, editadas
por Top, de la editorial Cielosur.
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1970:
Russ Congó, dibujada por Carlos Clemen. Similar a Tipp Kenya, la publicó
también Top.
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1970-71:
Comienza a trabajar para Editorial Columba, donde escribe los guiones de
personajes ideados inicialmente por la editorial: Argón el justiciero,
dibujada por Gómez Sierra y publicada en El Tony; Tres por la ley,
dibujada por Marchione, en Fantasía; Kilroy, dibujada por Vogt, en El
Tony; Brigada Madeleine, dibujada por Gómez Sierra, en El Tony; Aakón,
dibujada por Ángel Fernández, en El Tony.
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1973:
La Guerra de los Antartes, segunda versión, dibujada por Gustavo Trigo.
Diario Noticias (inconclusa).
A
partir de 1975,
toda la producción de Oesterheld se volcó hacia las publicaciones de
Ediciones Récord, para la cual realizó las siguientes series: Nekrodamus,
Loco Sexton, Watami (primeros episodios de la segunda época, ya que
luego hizo los guiones el dibujante Moliterni), El Eternauta, segunda
parte, Shunka, Wakantanka.
Con
respecto a la producción en otros géneros, intentaremos una brevísima
reseña final: Inauguró la serie Pepe Bolsillitos, de Editorial Abril.
Trabajó para la pionera de las revistas de ciencia ficción, Más Allá, de
Abril, revista en la que realizó su primer cuento ambientado en el
futuro; el inquietante Pequeño Maquiavelo Reforzado, delirante historia
de la competencia entre dos fabricantes de corpiños de la era atómica.
Escribió varios episodios de la serie de libros para niñas, El diario de
mi amigo, intercalando sus trabajos con los de Ongaro, Nalé Roxlo y
Boris Spivacov.
Creó el personaje Gatito, que dio origen a una de las más exitosas
revistas infantiles de Editorial Abril.
En
1959, cuando ya llevaba adelante la aventura de la editorial propia
editó dos revistas infantiles Mamita y Papito, dibujada por Alberto Del
Castillo, y guionadas íntegramente por él, en sus escasos y poco
exitosos números.
Por
esta misma época escribió los Cuentos del Tipí (Frontera Extra), firmado
con el seudónimo Oregón Trail, porque tal era el nombre del narrador y
El Diario de Guerra de un Soldado (Hora Cero Semanal ).
Escribió algunos excelentes cuentos en la revista El Eternauta, como el
ya citado El árbol de la buena muerte. También en esta publicación
comenzó una inconclusa secuela de El Eternauta en forma de novela por
entregas. Dirigió la efímera revista Géminis (1965), en un intento de
emular el éxito de Más Allá.
Colaboró en el libro de ciencia ficción Los argentinos en la Luna
(Ediciones de la Flor, 1969), con una serie de bellos y brevísimos
relatos que tituló Sondas.
Oesterheld habla de su obra
Como articulista, la obra de Oesterheld es breve. Se compone tan sólo de
dos notas publicadas en la revista especializada Dibujantes, en las que
el guionista analiza su relación con la tarea de autor de “literatura
para dibujar”.
Dada la brevedad y el interés que pueden suscitar estos breves ensayos,
consideramos oportuno transcribirlos en su totalidad.
1.
Cómo nace un personaje de historieta
“Un
personaje de historieta no es, contra lo que comúnmente se cree,
creación del dibujante, ni tampoco resultado de las directivas de los
editores o de los directores de las revistas. Un personaje de
historieta, en nuestro medio, al menos, que es el que conozco, es
creación de un obrero intelectual cuyo nombre por lo común suele
mantenerse en la penumbra, oculto por el esplendor más «romántico» que
rodea la labor del dibujante. Este obrero intelectual es el argumentista
o guionista, como quiera llamársele, pues entre nosotros ambas
actividades se confunden.
“Como se ve, el peso de la creación de un personaje reside enteramente
en el argumentista. El peso, y también, hay que decirlo, gran parte del
mérito, cuando la historieta resulta de éxito. Porque, y esto debe
recordarse siempre, no hay historietas buenas con argumentos malos. El
dibujo de una historieta podrá ser perfecto, pero si el personaje no
tiene vida, si el argumentista no ha sabido darle ni fuerza ni
originalidad, la historieta estará perdida de antemano. En cambio, si el
dibujo es pobre, mediocre, pero el personaje tiene valor de tal, la
historieta toda puede salvarse. Estos enunciados parecerán dogmáticos,
pero piense el lector en las historietas de éxito, y verá que todas
tienen el denominador común de un personaje central, vivo, bien llevado.
Piense también en historietas que fracasaron, y se sorprenderá al
recordar que más de una estaba bien dibujada: fue la pobreza del
personaje lo que las perdió.
“Por esto casi todos los dibujantes consagrados cometen verdaderas
injusticias cuando, interrogados sobre sus creaciones, olvidan mencionar
a quien hizo posible el éxito: el argumentista (digo esto porque aquí
mismo, en Dibujantes, varios profesionales consagrados fueron
preguntados sobre cómo habían surgido sus creaciones: salvo alguna
excepción, todos olvidaron al argumentista, llevando al lector a la
falsa idea de que es el dibujante quien crea los personajes, y que la
tarea del guionista se limita a seguir más o menos sus indicaciones).
“Para ejemplificar todo esto, y para que el lector tenga una idea cabal
de cómo nace en nuestro medio un personaje de historieta, narraré unos
cuantos casos tomados de mi propia experiencia.
“El
editor de Misterix me pidió un día una historieta moderna, «con un
piloto de pruebas como personaje central»; aunque se me ocurrieron
varios episodios, advertí en seguida que un piloto de pruebas era un
personaje limitado, que no daba para mucho. Traté de ampliarlo, de
enriquecer sus posibilidades, y de simple piloto entendido en motores lo
llevé a ser un supertécnico conocedor de cuanto secreto técnico o
científico puede haber; el resultado fue Bull Rockett. Los personajes
secundarios (Bob Gordon, Pic, el Club de la Aventura, el fabricante
Melvielle, Mama Picmy, etc.) fueron en su totalidad creación mía. El
editor, muy elogiablemente, por cierto, me felicitó calurosamente, pero
su intervención en la creación del personaje no fue más allá. Y en
cuanto al dibujante, Campani, no lo conocí nunca: reside en Italia, y
jamás cambiamos ni siquiera una línea de correspondencia.
“En
otra ocasión el pedido fue «una aventura con indios, en el desierto
norteamericano a mediados del siglo pasado». El Sargento Kirk fue mi
respuesta al pedido. También aquí la ayuda del editor no fue más allá
del aplauso. Al revés del caso de Bull Rockett, aquí conocí, y mucho, al
dibujante: Hugo Pratt. Se entusiasmó de entrada con la historia, y
contribuyó al éxito del personaje, no sólo por la calidad «fuera de
serie» de su dibujo, sino también por las muchas sugerencias que aportó
al avanzar la historieta. Pero, y esto hay que recalcarlo, Hugo Pratt
conoció al Sargento Kirk cuando ya había nacido como personaje (bien lo
destacó él mismo en una aclaración que publicó Dibujantes. No reza con
él, pues, el reproche señalado más arriba).
“La
intervención de la parte editorial en El Indio Suárez fue más activa; un
alto empleado de la editorial, Portas, supo ayudarme a llegar a la
definitiva imposición del personaje. El dibujante, Freixas, era amigo
mío, pero cada uno andaba por su lado y nunca llegamos a hablar del
Indio Suárez.
“No
todas las historietas, desde luego, nacen a impulso del pedido de un
editor. A veces el argumentista, sin encargo alguno crea un personaje
que después presentará al editor: si gusta, y si coincide con las
necesidades de éste, la chance de la compra es grande, pues siempre
hacen falta buenos argumentos.
“Ejemplo de historias nacidas espontáneamente, no por encargo, son las
que me publican Hora Cero y Frontera.
“Ernie Pike es una muestra de dónde puede llegar la colaboración
estrecha de argumentista y dibujante: el personaje y las aventuras las
creo yo, es cierto, pero también es verdad que en el proceso de creación
tengo en todo momento presente lo que Hugo Pratt hará después: pienso en
un guerrillero italiano, y no pienso en un guerrillero cualquiera;
pienso en el guerrillero que Hugo Pratt puede llegar a dibujar. De esta
identidad espiritual surgió Ernie Pike, y también Ticonderoga. De Hugo
Pratt fue la idea de hacer una «saga» histórica en los bosques
norteamericanos en los años previos a las luchas por la independencia,
pero todos los personajes son creación mía. Desde luego, como en el
caso del Sargento Kirk, Hugo Pratt pone tanta pasión en su dibujo, a tal
punto recrea él los personajes, que llega un momento en que ninguno de
los dos sabe de quién es tal o cual cosa; cada uno, posiblemente,
termina por creerse el creador del total; que es, desde luego, el mejor
accidente que puede ocurrirle a un dibujante y a un argumentista.
“Patria Vieja nació del deseo largamente acariciado, y que nunca había
podido realizar, de hacer una gran historieta con nuestro pasado;
siempre creí que lo nuestro puede ser por lo menos tan aventuroso como
lo exótico. Aquí también el dibujante, Roume, sabe agregar lo suyo; pone
alma en el dibujo, y la historieta toda cobra una humanidad que desde ya
obliga y espolea al autor. La misma inclinación a lo nuestro originó el
Rolo, Joe Zonda y Luqui Piedras; nacieron de un deseo de ver a
personajes de aquí viviendo aventuras fuertes, serias o alegres. ¿Acaso
el vigor, la alegría aventurera, son sólo patrimonio sajón? Solano López
y Cruz, los dibujantes, captaron la idea; y los personajes creados por
mí, pero interpretados por ellos, me están empujando a pensar en las
aventuras tal como las dibujan Solano López o Cruz. Algo análogo a esto
último ocurre con el Verdugo Ranch, Ivo Pavone se apodera del esqueleto
de personaje que le da el guionista, y sabe darle la encarnadura humana
necesaria. Hueso clavado, en preparación, tampoco surgió de un pedido;
nació simplemente del deseo de dar rienda suelta a unas cuantas ideas
tan frescas y disparatadas que no podían ir en una historieta más seria;
por suerte Ivo Pavone raya aquí a mayor altura que nunca; ha hecho de
cada uno de los personajes una verdadera creación: en esto el mérito es
todo suyo.
“Si
me he extendido tanto en narrar experiencias propias ha sido para dejar
bien demostrado, con ejemplos que conozco perfectamente, que los
personajes de historietas, en la gran mayoría de los casos nacen pura y
exclusivamente en el cerebro del argumentista. Del argumentista es la
culpa si el personaje nace enclenque, poco original o lleno de
limitaciones; pero también del argumentista es el mérito si sabe dar
vida a un personaje capaz de retener la atención y la simpatía de los
lectores.
“Desde luego, esto es válido con la colaboración del dibujante, sin la
cual no cristalizaría la obra de creación del argumentista.”
2.
Cuándo y cómo nació TICONDEROGA
“Imposible dar una fecha exacta para el nacimiento de Ticonderoga.
Porque, si bien es cierto que el propósito de hacer una historieta cuya
acción transcurriera «en el mil setecientos», en la época de El último
mohicano, se concretó a principios de este año, cuando la Editorial
FRONTERA decidió publicar un material de ese tipo, ni Hugo Pratt, el
dibujante, ni yo, el autor, podríamos decir con certeza cuándo nos nació
el anhelo de llevar a la historieta el mundo maravilloso de los bosques
y los lagos, los pieles rojas y los pioneros, la frontera siempre en
llamas entre colonos ingleses y franceses.
“Hugo Pratt deseó siempre la historieta del «mil setecientos»; ya en
nuestras primeras charlas, cuando empezábamos a dar vida al Sargento
Kirk, él me habló de su vieja aspiración, cuyas raíces le venían desde
la misma infancia: con celo que hablaba de una vocación definida, ya
entonces se preocupaba, sin saber cuándo lo utilizaría, de reunir una
rara documentación sobre la época: raro no tanto por lo copiosa como
porque acumulaba datos curiosos, muy difíciles de hallar: historias de
fuertes casi olvidados, de lugares, biografías de renegados, de
criminales, de cazadores, de jefes indios. Personajes cuyas figuras
surgían recias del trasfondo mismo de la historia, a pesar del prejuicio
adverso con que los mismos biógrafos los habían tratado; porque la
documentación que Hugo Pratt reunía no era documentación fría, era
documentación apasionada, que trataba de precisar los perfiles humanos,
reales, de carne, de aquellas figuras como Simon Girty, el mismo
Benedict Arnold, Lou Wetzel y tantos otros nombres sombríos de la
historia norteamericana.
“Esta pasión de Hugo Pratt por el mundo del «mil setecientos» coincidía
plenamente con lo que habían dejado en mí las viejas lecturas de
Fenimore Cooper y Karl May; sabiendo por experiencia que escribir una
aventura es en cierto modo vivirla, desde mis primeros tiempos de
guionista fue para mí una aspiración, algo así como hacer un viaje a un
lugar muy soñado, escribir una aventura que transcurriera en el glorioso
ambiente de El último mohicano.
“¿Por qué, preguntará el lector, si los dos estaban de acuerdo,
esperaron tanto para hacer la historieta «del mil setecientos»?
“La
respuesta es simple: porque los dos queríamos tanto el tema que nuestro
deseo era hacer la historieta sólo cuando la pudiéramos concretar tal
como nosotros la sentíamos, sin trabas ni deformaciones impuestas por
criterios ajenos. La oportunidad de hacerla con la más completa
libertad, absolutamente a nuestras anchas, recién se nos presentó ahora,
en las páginas de Frontera: Ticonderoga es la historieta que Hugo Pratt
y yo siempre quisimos hacer.
“Escribirla no es para mí un trabajo: Ticonderoga, Caleb Lee, Craig,
Numokh y tantos otros personajes que van apareciendo, estaban ya en mí,
creo, desde siempre, que estaban también los bosques y los lagos;
dibujarla tampoco es un esfuerzo para Hugo Pratt: basta ver cómo se
recrea en el vuelo de una codorniz espantada por un indio que hace
fuego, o cómo se demora en los reflejos de una canoa sobre el agua calma
de un lago, para darse cuenta hasta qué punto Ticonderoga es también
para él la concreción de un viejo anhelo.
“Creo haber explicado ahora las palabras del comienzo: imposible decir
cuándo nació Ticonderoga. Ni tampoco cómo nació: ¿quién puede decir cómo
nace una quimera en la mente de un chico, o un sueño de aventuras en la
mente de un muchacho?
“No
vaya a creerse de todo esto que he querido eludir con generalidades la
pregunta concreta del principio: si me he demorado en explicar hasta qué
punto es imposible precisar el cuándo y el cómo del nacimiento de
Ticonderoga, ha sido para ilustrar con un ejemplo claro la enseñanza que
realmente importa a los lectores: para que un personaje cobre vida
verdadera, tanto el dibujante como el autor deben SENTIRLO”.
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