5.
Historieta social.
Horacio Altuna dibujó para Carlos Trillo historietas notables que
alcanzaron gran popularidad. Trabajaron desde 1973 para revista
Satiricón y luego lo hicieron esporádicamente hasta que
finalmente se unieron para crear personajes inolvidables, como El
loco Chávez, personaje que identificará por siempre a Trillo en la
República Argentina y que nació en la contratapa del diario
Clarín el 26-VII-75.
Dibujada por el virtuoso Horacio Altuna, El loco Chávez fue
la primera historieta argentina contemporánea, no solo por su
trama sino también por su dibujo y ambiente. En la contratapa del
diario se situó en el espacio dedicado a la historieta de factura
seria (el primer lugar), ocupado habitualmente por relatos
gauchescos, mientras el resto de las historietas de la página
seguían siendo usualmente tiras humorísticas o chistes.
El
loco se presentó como un tipo piola y simpático, hincha de Racing
Club y periodista, pero periodista era chanta y mediocre, perfecto
representante del hombre común de clase media. Como buen chanta
era rápido para zafar de los acontecimientos, los cuales acaecían
alrededor de él transformándolo en testigo y observador de la
realidad circundante. No obstante su decisión personal de eludir
todo protagonismo, terminaba involucrado en el discurrir mismo de
la existencia humana constantemente y por imperio de las
circunstancias, protagonizando así historias urbanas de índole
costumbrista. En general, el tono de la tira fue melancólico, de
contenido humanista y social; es más, los permanentes romances que
se iban mostrando no impedían la aparición habitual de la
reflexión. Y El loco Chávez como historieta reflexionaba
sobre la realidad argentina: Las charlas de los muchachos en el
café son las típicas charlas argentinas, ligeramente filosóficas y
metafísicas, pero, por supuesto, fundamentalmente se habla de
minas y de fútbol.
Rep, en su historieta “El recepcionista de arriba”, le hacía decir
a Isidoro Cañones en las puertas del paraíso tras haberlo
“matado”: «– En fin, yo fuí el porteño tipo, el ideal del porteño,
hasta que me tapó El loco Chavez, Así le va a ir a ese...» Rep
concluía la historieta con esta reflexión: «Isidoro Cañones fue un
personaje que alimentó la fantasía de play boy de muchos
argentinos, ahora hay otros personajes que lo han suplantado, pero
para alimentar la fantasía de clase media de muchos argentinos.»
Esto sucedía en diciembre de 1980 y en la revista Hum®.
Hoy, un cuarto de siglo después, Isidoro sigue vivito y coleando
haciendo de las suyas y El loco ya es un recuerdo como lo es como
la antigua clase media argentina.
El
loco fue desplazado y reemplazado hasta por su mismo autor quien
dijo: «El negro es más moderno que El loco , tiene que ver con el
período posterior al 60, sus tristezas, sus frustraciones. Cambió
el lenguaje. En las dictaduras se usaban frases que sutilmente
querían decir algo; ahora se llama las cosas por su nombre».
La
“profecía” y la “muerte” proclamadas por Rep no se cumplieron en
la realidad, mientras que el “reemplazo” sí murió joven. «- Así le
fue a ese» diría hoy el Isidoro Repiano.
El
loco Chávez
fue
llevado a la tele en formato de telecomedia pero fue
inmediatamente censurada. Carlos Rotundo personificaba al
periodista chanta y como Pampita (la espectacular fotógrafa, novia
dEl loco ) actuaba la hermosa Adriana Salgueiro, una Pampita real
y de carne y hueso. Rotundo, censurado por injustas causas ajenas
a su labor, habiendo llegado a la cima personificando a El loco ,
jamás se recuperó de ese traspié y cayó en el ostracismo.
En
la tira publicada en Clarín, la barra de amigos de café de
El loco Chávez, quienes se reunían en el “Bar El buen trato”,
estaba integrada por el atribulado y psicoanalizado Malone, el
mejor amigo de El loco (retratado con la cara de Guillermo
Saccomano), Balderi, el jefe de la redacción, el gordo Juan,
compañero de trabajo de El loco y Homero, el viejo sabio, reflejo
de los antiguos poetas y filósofos de café de la ya pasada época
tanguera.
Ellos charlando entre sí y con El loco ya ausentado, despidieron
la tira el 11 de noviembre de 1987 y le cupo a Homero interpretar
la reflexión postrera diciendo: « El loco no se va a terminar de
ir nunca» apareciendo luego la palabra Fin.. Sin embargo esa no
fue la última tira de la historieta, pues siguió apareciendo por
tres días más: El día 12 la tira en blanco mostraba solo esta
leyenda «Sí leyeron bien: Fin»;
el 13 un operario dibujado retira
los carteles identificadores de título y autores; hasta que
finalmente el 14 de noviembre, dentro de una tira absolutamente
despojada de texto e imágenes, se asoma Balderi diciendo:«Y se fue
nomás», dando así la puntada final.
Esta larga despedida se fue realizando durante más de una semana,
dándole a la tira el aire melancólico y nostálgico de un tango.
Así, vimos al protagonista despidiéndose de sus compañeros de
redacción y su fuerte abrazo con Balderi, luego Pampita y El loco
se despidieron de Malone, el mejor amigo de la pareja, simplemente
con un chaucito a pedido de éste, como si mañana nomás se
volvieran a ver. Hasta que el 10 de noviembre, tanto Pampita como
El loco dejan el departamento y antes de cerrar la puerta se
despiden del público con un beso. Éste es el verdadero final, como
el de las viejas y queridas películas argentinas que finalizaban
con el beso final de sus protagonistas. Así terminó la historieta
El loco Chávez, con el protagonista y su mujer más querida,
Pampita, yéndose juntos a emprender una nueva vida lejos de su
Patria pues ambos partían para radicarse y trabajar en España,
aquella vieja Madre Patria.
Esta situación fue reflejada con tanto sentimiento en los dibujos
que llegaban al corazón, porque reflejaban la propia historia de
Altuna, quien viajó desde la Argentina hasta España para
reemprender una nueva historia. Curiosamente lo que antes eran
casos muy precisos y especiales, luego se convirtió una constante
en estas tierras, comenzaron a emigrar miles de argentinos
repitiendo el destino nómada de sus antepasados que habían llegado
desde lejos a este suelo.
Surgido en una época donde se manejaba un estricto código de
publicación, en donde las curvas femeninas no se podían mostrar,
la exhibición de mujeres en la tira El loco Chávez era un
tema obligado de conversación, pues no sólo era una osadía
artística donde se admiraba la gran aptitud del dibujante, sino
que esas imágenes representaban de por sí una apertura, una
renovación de la sociedad. Esas mujeres dibujadas eran
primordialmente la bella Pampita y otras ocasionales protagonistas
como Gato u Olvido. A pesar de las anteriores afirmaciones, jamás
en los cientos de tiras que se publicaron de El loco ni en las
miles de viñetas que compusieron su historia completa hubo un
desnudo. Por ende, las historias “destapadas” que se publicaron
sobre El loco Chávez en Europa deben considerarse otra historieta;
esas publicaciones en las ediciones europeas invalidan muchas de
las afirmaciones que he realizado líneas arriba, por ello ese
Chávez europeo me resulta ajeno, como en general toda la
producción argentina “reelaborada” o lisa y llanamente realizada
exclusivamente para Europa. Le compete exclusivamente a este
público del Viejo Continente. reflexionar sobre esas historietas,
aunque sin olvidar el origen y desenvolvimiento argentino de las
mismas.
El
negro Blanco
es quien a continuación apareció ocupando el espacio dejado por el
famoso Chávez. La trama se aligeraba y se modernizaron los
conceptos, adaptados a los tiempos que corrían. Ya no se reúnen
los amigos con un cafecito a reflexionar sobre las cuestiones de
la vida y la sociedad; el grupo del Negro es más liviano y se
reúnen para comer, mientras sus intereses tienen que ver con
distracciones, mujeres y negocios. Sobre esa nueva sociedad que
deja de lado las inquietudes sociales para aferrarse a lo
netamente individual; esa sociedad que deja de apreciar la cultura
para interesarse por la farándula de ricos y famosos y el afán por
figurar. Esa nueva sociedad que, como aspecto positivo, deja de
lado las pesadas cargas de la censura y la política autoritaria
que antes debió sufrir y soportar. Ahora la cosa es más abierta,
directa, no hacen falta expresarse con subterfugios ni alegorías,
se respira un aire de más libertad. El negro Blanco se
instala pues como una historieta que cuenta las peripecias de un
periodista alegre y mujeriego, sin más pretensiones que mostrar el
costado sentimental de todos sus protagonistas y utilizar el buen
humor permanentemente. Es el nuevo porteño joven de clase media
quien, por supuesto, es un chanta simpático y piola, como
corresponde.
Las
mujeres tienen ahora mucho más protagonismo que en las historias
precedentes. Ellas ya son más libres e independientes, todas con
actividades profesionales u otras diversas, a la par compitiendo y
superando a los hombres. Este despegue e incorporación masiva de
la mujer a la fuerza de trabajo y su inserción en las tareas de la
sociedad externa, fue un fenómeno que acaeció en dicho momento y
la tira así lo reflejaba. Ellas son Flopi (inspirada en la modelo
Araceli González), Chispa, Agatha, la doctora Caramelo, etc. Todas
conformando el arquetipo de la mina argentina y universal,
dibujadas con la excelencia del arte de Ernesto García Seijas, el
mejor dibujante realista argentino, quien luce su gran calidad a
lo largo de todo el tiempo que se publica la tira.
Como Trillo siempre había recurrido a personajes secundarios
importantes, para El negro Blanco eligió al periodista
Marcucci, existente en la vida real, llevando a la historieta los
pintorescos enredos que protagoniza en su devenir cotidiano,
fundamentalmente con mujeres, por ser un conquistador nato aunque
su imagen difiera con los parámetros requeridos para éstos.
En
suma, El negro Blanco es más superficial, ya no toca temas
comprometidos, de índole política, porque la sociedad ya estaba
agotada de ello. La tira El negro Blanco fue un paso de
comedia y resulta de la suma de los romances, enredos y andanzas
del negro, más las peripecias de Marcucci y la incorporación de
hermosas mujeres de vida independiente, sumándole a ellos unos
ridículos villanos de pacotilla (aunque uno de ellos acaba de
reconstruir un teatro en una gran capital ibérica).
Las
andanzas de El negro Blanco aparecieron desde noviembre de
1987 y llegaron hasta septiembre de 1993. Aunque el lenguaje y el
tratamiento de los temas relativos al sexo son más directos que en
otros tiempos, en la tira de El negro Blanco no aparecieron
desnudos. Por ello el párrafo aplicado a El loco Chávez lo
reitero con respecto a El negro Blanco: sus historias
europeas al ser “destapadas” difieren sustancialmente de las
argentinas, por lo tanto me resultan ajenas, por ende dejo su
crítica en manos europeas más competentes que las mías.
6.
Metáforas.
Las
puertitas del señor López
fue
una obra de Trillo / Altuna que alcanzó gran repercusión desde que
apareció en la revista El Péndulo en octubre de 1979.
El
señor López es un empleado, un oficinista tímido, gordito, petiso
y algo pelado; siendo chicato, usa anteojos y, dominando por su
mujer, había encontrado la manera de ser otro. En determinado
momento, en su trabajo, en el café, en su propia casa, etc., López
entra al baño y abre así el universo fantasioso de sus mágicas
puertitas. Como una Alicia masculina y adulta, López entra a su
mundo idealizado donde hermosas mujeres lo halagan y a las cuales
él puede abandonar sin remordimiento para retornar a su opresiva
realidad. Para su propio deleite espiritual, López puede entrar al
universo mítico del pasado en donde puede ver cantar al mismísimo
Carlitos Gardel, el zorzal criollo, y tantas otras maravillas más;
aunque detrás de esas puertitas también lo juzgan, recriminan y
reprenden, obligándolo raudamente a volver a su rutinaria pero
tranquila cotidianidad.
Esta maravilla de la fantasía y el humor argentinos se expandió
hacia todo el orbe y hasta llegó a ser realizada en cine con gran
éxito de público y crítica, recibiendo honores y premios. Dirigió
la película el cineasta Alberto Fischerman y fue protagonizada por
Lorenzo Quinteros, Katja Aleman y Mirta Busnelli.
En
El último recreo de Trillo / Altuna, que apareció desde el
número 18 de revista SuperHum® del mes de junio del año
1982, abunda la ternura y la esperanza dentro del dolor y la
tragedia pues es una historia protagonizada por chicos
sobrevivientes de una hecatombe universal, ya que ha sido arrojada
la sex-bomb que mata a las personas desarrolladas
sexualmente, tanto adultas como jóvenes; y sobreviven solamente
los niños.
En
ese mundo de la post bomba, del post resplandor, se narran
distintos episodios, unitarios pero coherentes con el desarrollo
de la temática madre. En esa “república de los de niños” de El
último recreo hay conductas que repiten el comportamiento
adulto en situaciones extremas, violencia, individualismo,
mezquindad; pero el dolor, la tragedia que ensombrece para siempre
la existencia de esos nenes no impide la afluencia del humorismo,
la parodia y la picardía inocente. El capítulo con Andrea del
Cuore es demostrativo de esa afirmación, pues allí una niña ex
actriz muestra un comportamiento lleno de oportunismo y picardía,
aunque su cabecita tan imaginativa se haya quedado volando,
suspendida en el mundo de la ficción y fantasía. Mientras, resulta
conmovedor el capítulo “Cosas que quedan en el camino”, donde la
frase «crecer de golpe» queda gráficamente expuesta en el abandono
obligado y conmovedor de las cosas materiales más queridas por los
niños (sus chiches, muñecas y juguetes) en su camino, ligeros de
equipaje, hacia el mundo del mañana: el de la esperanza.
Trillo y Altuna realizaron otras historietas en conjunto como
Merdichesky, un policial negro en clave de humor; Charlie
Moon, un adolescente que vive en los Estados Unidos en
la década de 1930, la del crack y los gángsteres. Altuna en
solitario endureció su temática e imágenes en Ficcionario
en una ambientación de ciencia ficción apocalíptico / erótica;
luego con
Trillo mantendría la tónica en Circuito
cerrado.
Custer
es la historia (de Trillo y Bernet) de la vida real de una mujer
seguida paso a paso por la televisión; es la historieta que nos
muestra la filmación de una mujer que a su vez está siendo
filmada. Esta joven Custer en realidad está actuando, no está
aconteciendo la auténtica vida real de una persona, aunque lo
parezca; como tampoco la muestran los actuales programas que
filman la vida de la gente para que se entretenga el público.
Debemos aquí rescatar como un gran mérito anticipatorio los
planteamientos de Carlos Trillo pues Custer es un clarísimo
antecedente de películas como The Truman show y de los
reality shows al estilo “Model flat”, por citar alguno. A las
aventuras, dramas y peripecias de Custer la observaban los
habitantes de la ciudad de Alphaville, a “Model flat” lo observan
los espectadores de Fashion TV de todo el planeta. Es un
entretenimiento más, como espiar a los vecinos desde la ventana o
el balcón, o mirar por el ojo de la cerradura como hacen los
niños. Si debemos ubicar algún antecedente literario sobre esta
temática debemos recurrir a los inefables e infaltables Borges y
Cortázar quienes en “Tema del traidor y del héroe” (Borges) e
“Instrucciones para John Howell” (Cortázar) desarrollan contenidos
semejantes.
Y
la Argentina aún no tiene el Nobel en Literatura, ¿Proponemos a
Trillo?, pues hombre, con todo lo que escribió....
Cito a Trillo / Saccomano: «La dependencia y la impostación
congénita de nuestras artes, pueden extenderse a la crítica»... ¡Y
Olé!
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