Introducción.
La primera impresión
que recibe un lector neófito al sumergirse en una obra tan absorbente
como Xenozoic Tales es la del impacto de sus poderosos dibujos,
aun siendo en blanco y negro. Tras la lectura del primer episodio se
añade una sensación de deja vû eminentemente grata. Procediendo a
unir ambas impresiones, tanto la visual, como la familiar, podríamos
avanzar el primer aspecto gráfico y temático del cómic: Las aventuras
tienen lugar en una sociedad post apocalíptica, con una población humana
disminuida, que vive en clanes o tribus, que utiliza tecnologías y viste
ropas de la primera mitad del siglo XX, convive con dinosaurios de la
Era Secundaria (y algunos de la Primaria) además de otros animales
extintos y quimeras. Entre las actitudes sociológicas que resultan
familiares, aparecen la recolección de recursos naturales (caza y
pesca), las relaciones de cortesía política que se establecen entre la
casta dominante de una tribu cuando recibe una representación
diplomática de otra, además de un brevísimo apunte sobre el sistema
político de una sociedad diezmada. Por si fuera poco, el autor se
concede un pequeño espacio para presentarnos a uno de sus protagonistas
y la situación profesional que ocupa en su comunidad. Todo esto en tan
sólo doce páginas, y por medio de unos dibujos que resultan espléndidos.
Estamos pues, ante un gran fabulador.
Probablemente buena
parte de la bondad del trabajo resulta de la fusión de un afortunado
grupo de influencias que su autor, Mark Schultz, mezcla con sabiduría.
Un gusto por los pulps y las novelas de aventuras, por el cine de
ambiente futurista con toques de ópera espacial, sin olvidar el de
aventuras y safaris, ni por supuesto el romántico. Una concepción del
cómic propia de estilos que aparentemente han quedado anticuados, pero
que Schultz demuestra su vigencia. Impactantes guiones de la editorial
EC, de William M. Gaines, y de la de James Warren con dibujos que
recuerdan los estilos de algunos de sus mejores dibujantes como, Wallace
Wood, Al Williamson y Frank Frazetta, con homenajes evidentes a maestros
anteriores, aquellos cuyo trabajo era distribuido por syndicates.
Y por supuesto, por los dinosaurios, tanto en sus visualizaciones
fílmicas, como en sus aspectos paleontológicos. Esta mezcla, y posterior
hilvanado de retales, se entretejen para formar una trama que pese a
estar incompleta resulta entretenidísima, dando esa mezcla de
familiaridad e impacto antes mencionada. De una manera estrictamente
coyuntural, la actualidad de una obra como Xenozoic Tales reviste
gran interés, pues para mayo de 2003 se prevé la reedición de la
totalidad de la obra “xenozoica” en dos volúmenes recopilatorios, que
incluyen nuevas cubiertas, así como material inédito.
El autor. Mark
Schultz.
William Stout y Al
Williamson califican a Schultz (1955, Pittsburg, Pensylvania) como una
gran persona, un gran profesional, y un dibujante poseedor de hálito.
Entiéndase por hálito la capacidad indefinible, pero al mismo tiempo
comprensible, por la cual determinados ilustradores son capaces de
convertir sus dibujos en relato (cualidad que también interesaba al
maestro Hal Foster). La capacitación para el cómic de Schultz es
manifiesta, pues además de ser autor completo es capaz de escribir
competentes guiones para otros dibujantes y realizar magníficas
ilustraciones que sirvan de portada, y reclamo, a otras publicaciones.
Es pues un superdotado de la historieta.
Sus orígenes en el
dibujo se encuadran en la ilustración publicitaria (otro paralelismo con
Foster) oficio en el que desarrolló una envidiable técnica. El primer
cómic que realiza es una historia, que posteriormente se integrará en el
ciclo Xenozoic Tales, para el fanzine underground titulado
Death Rattle, publicado por la independiente Kitchen Sink Press
en 1986. La práctica totalidad de su actividad en cómics hasta bien
avanzado 1996 es en este título, del que se hablará detenidamente en su
aspecto editorial en un siguiente apartado. A partir de octubre de 1996
(fecha de publicación del último número de Xenozoic Tales) la
estela y el prestigio de Schultz se sitúa en los máximos de hasta ahora
su breve carrera, diversificando su actividad en cómics con trabajos
menos laboriosos pero muy bien gratificados, consistentes en la
realización de guiones y de ilustraciones de cubierta para otras
publicaciones. Con esta actividad no se encuentra en la necesidad de
hipotecar gran parte de su tiempo en la realización de episodios de
Xenozoic Tales, por lo que el equilibrio trabajo / rendimiento
económico se desplaza claramente hacia los ingresos de dividendos, que a
su vez le permiten ganar más prestigio, y a la larga más dinero. Si
además es el propietario y gestor de gran parte de su trabajo,
continuamente reeditado, Schultz tiene la propiedad de una gallina que
pone huevos de oro (¿o es un dinosaurio?).
Pero quizás, este
cambio de actividad, pueda ser consecuencia de otro factor, que merece
la pena explorar, referido a la proverbial y exasperante lentitud para
dibujar. Lentitud, que aun en contra de su voluntad (presuntamente), le
puede vetar para la realización completa de historietas, sometidas a
implacables criterios comerciales y plazos de entrega. Pocas editoras
aparte de la de Dennis Kitchen pueden resistir el retraso de
historietistas como éste, que invierte cinco años en la realización de
sus doce primeros episodios, y cuatro más en los dos últimos. Por
tolerante que sea Kitchen Sink Press, la realización de catorce comic
books (poco más de 300 páginas) en nueve años, puede vencer el criterio
comercial de cualquier editorial, por muchas reediciones y trade
paperbacks que fragüe para aliviar la ansiedad de una masa lectora,
que exige, y con razón, nuevas entregas de la obra. Una probable
consecuencia que ha podido derivar este hecho parece haber sido la
cancelación de la saga, justo en el momento en que la técnica de Schultz
se encontraba en su algidez estética, tanto por su bien engranada trama
como por la asombrosa calidad de sus dibujos. Moralmente debe a sus
muchos admiradores un final de la narración sin pérdidas de aptitud.
La prueba más
convincente de todo lo expuesto es el repaso detallado de sus trabajos
ajenos a Xenozoic Tales, que se relacionan divididos en dos
bloques: Aquellos que se alternan con la realización de su obra
principal, y un segundo bloque, realizado tras su finalización, a partir
de octubre de 1996. Los trabajos anteriores a octubre de 1996, y que por
lo tanto se alternan con la producción de Xenozoic Tales, son los
siguientes (se cita textualmente desde Barrero: 1999-2003):
1989. Amazing
Heroes, 169. Fantagraphics Books. Cubierta; dentro hay textos sobre
su obra.
1990.
The A1 True Life Bikini Confidential, s/n. Atomeka Press.
Schultz hace un
pin-up de la modelo y musa Betty Page para esta antología.
1991. King Kong,
2. Monster Comics. Schultz realiza la cubierta.
1991.
Betty Page: Queen of Hearts.
Bud Plant/Dark Horse.
Libro de Jim Silke repleto de fotografías de la modelo que también
contiene ilustraciones obra de Al Williamson, Dave Stevens y Schultz.
V-1992.
The Comics Journal, 150. Phantagraphics Books.
Cubierta y, dentro,
entrevista aderezada con imágenes de su producción.
1992. Glamour
International, Vol. 19. Un pin-up de una “good girl” para
este ejemplar de la famosa publicación erótica, el cual viene a ser la
segunda parte del monográfico en dos volúmenes Good Girl Art:
1950s-1990s.
1993.
Batman: Legends of Dark Knight, 50.
DC. Schultz dona
para este comic book un pin-up del señor de la noche (entintado
por Al Williamson).
II-1994. Classic Star Wars, 17. Dark Horse.
Schultz hace la
Cubierta de esta recuperación, que él ama por estar dibujada por
Williamson, su mentor.
1994.
Songs from the Xenozoic Age.
Disco compacto
musical editado por la compañía canadiense Graphitti Designs, con 60
minutos de música compuesta por Chris Christensen, inspirado por las
historietas de Xenozoic Tales. Schultz adorna la carátula del
disco (en el que viene acreditado también como músico) y las letras de
los temas en un tríptico.
1994.
Jack Kirby’s Heroes and Villains Black Magic Edition.
Libro de ilustración
publicado por Pure Imagination, con lápices de Jack Kirby entintados por
multitud de autores americanos.
Uno de
ellos es Schultz.
1994.
Kitchen Sink Press: The First 25 Years.
Kitchen Sink Press.
Libro de Dave Schreiner sobre la trayectoria de la editorial, para lo
cual Schultz presta un comentario escrito.
1994.
Kitchen Sink Classics, 3. Kitchen Sink Press.
Mark hace guión y
lápiz de una historieta.
VI-95.
Flash Gordon, 1. Marvel Comics.
Serie de dos números
en la cual Schultz oficia como guionista (de Al Williamson) y dibuja
también las cubiertas.
1995.
Penthouse Men’s Adventure Comics, 2. Penthouse.
Mark inserta aquí un
pin-up y también hace la cubierta de este número picantón.
1996. Phil’s
Fossil Fuel. Etiqueta creada por Schultz para el paleontólogo
experto en dinosaurios terópodos Philip Currie.
1996-97. The Art of Comic book Inking.
Dark Horse. Mark
cede algunos bocetos y tintas para este libro teórico de 112 páginas,
obra de Gary Martin, que cuenta con la asesoría de Steve Rude.
Como se puede
apreciar, tras la lectura de la detallada nómina, su trabajo consiste en
unas cuantas ilustraciones y un guión para una serie limitada de sesenta
páginas, eso sí, espléndida. Las motivaciones sentimentales de Schultz
para “guionizar” una revisitación del apolíneo Flash Gordon
(creado por Alex Raymond en 1934) son muy patentes: Aparte de los
ingresos, el regreso al dibujo de su amigo y maestro Al Williamson le
animan a dar el paso.
Los hechos que
condicionan y determinan el regreso de Williamson al dibujo de cómics
son variados. En la década de los noventa, es el único de los grandes
discípulos vivos de los maestros clásicos, en especial de Raymond, cuyos
acercamientos (parciales) a Flash
Gordon se remontan a un pasado lejano: Los comic books realizados
entre 1966 y 1968 para King Features Syndicate, con guión propio, y la
fallida adaptación Marvel del film de Mike Hodges, y producido por De
Laurentiis, Flash Gordon (1980). Desde 30-I-1967 hasta 2-II-1980,
Williamson revitaliza el espíritu de la obra Secret Agent X-9,
perdido desde el episodio titulado “El Dominador” de 22-I-1934 a 11-IX-1934,
una de las cimas estéticas del cómic de todos los tiempos, escrita por
el talento ilimitado del novelista Dashiell Hammett, e ilustrado por un
primigenio Raymond, poseedor ya de todas las claves de su estilo
magistral. Entre las últimas consolidaciones estéticas de Williamson
figuran las adaptaciones al cómic de la cosmología de Star Wars,
también tributaria de Flash Gordon y realizada en dos soportes
editoriales diferentes: los formatos de prensa dailies y
sunday pages, comenzadas un 9-II-1981, y la traslación de los filmes
El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi al formato
comic book para Marvel (recuperadas en 1994 por Dark Horse, con
cubiertas nuevas de Schultz). Williamson vuelve a ponerse tras el
tablero para ilustrar
el prometedor guión de su amigo y se acerca por
tercera vez a los paisajes de Mongo. El concepto ilustrador y panorámico
de Schultz cala en su maestro, por lo que la miniserie aproxima hasta el
máximo los estilos de ambos, desdibujándose la evidencia de quién
influye en quién.
El guión luce como
tributos estéticos los homenajes a los mejores momentos de Flash
Gordon, que coinciden con la llegada de Don Moore a los textos. El
sangriento torneo de Mongo (2-XII-1934 a 24-II-1935) y la aventura con
la reina Azura (21-IV-1935 a 13-X-1935) el mejor personaje femenino
salido de los pinceles de Raymond, femme fatale que combina a
partes iguales su fría y manipuladora inteligencia con la pasión erótica
que siente hacia Flash. Ese ardor, decorado con la magnífica desnudez
parcial de Azura, rubrica la culminación
de una obra cargada de grandes momentos estéticos. Schultz es capaz de
dar otra vuelta a la tuerca argumental al proponer que Azura conoció en
La Tierra a un adolescente Flash, quien sembró en ella los tórridos
calores que le dispensó tras su reencuentro en Mongo. Una auténtica
delicia.
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