En efecto, Solomon no era tan atractivo como los demás
“bárbaros” (de hecho, Solomon no era un bárbaro) y se le destinó
a las publicaciones de cómics de horror de Marvel. Por eso debutó
en 1973 en Monsters Unleashed.
Su vinculación con el horror prosiguió, no en vano pasó por Drácula
Lives!, y aunque luego recaló en revistas de bárbaros como
Kull and the Barbarians y The Savage Sword of Conan
sus historietas demostraban el interés de Thomas por
mezclarlo con otras mitologías del miedo (el monsruo de Frankenstein,
el vampiro Drácula, los licántropos...)
En 1976 se arreció con la idea de potenciar su presencia en los
cómics y al mismo tiempo que iban ofreciéndose esas historietas
complementarias de índole “terrorífica” en The Savage Sword
of Conan se intentó que Solomon tuviera serie propia en
color. Los guiones para la revista en blanco y negro fueron
encomendados a Douglas Moench, que cumplía meramente, y los
dibujos a autores de indiscutible valía hoy pero que en aquel
momento estaban aún en la rampa de lanzamiento, como pasaba con
Mike Zeck y como ocurrió luego con un todavía inmaduro Alan
Weiss. Howard Chaykin respondía al mismo esquema, pues aún no
había dado el salto a su excelencia, como lo probaba que su
versión en color de Solomon fuera destinada a la serie de
miscelánea, o "de prueba" de nuevos artistas y creaciones,
Marvel Premiere, donde tenía cabida de todo: los Warlock de
Gil Kane, los Doctor Strange de Barry Smith y Frank Brunner,
Iron Fist, Hércules, Satana, Liberty Legion, Woodgod, Monark
Starstalker... todo un popurrí de criaturas fantásticas donde un
aventurero puritano no descollaría por su singularidad.
Aquella historia en dos entregas realizada por Howard Chaykin,
autor que estaba experimentando entonces, no caló y Solomon se tuvo
que conformar con seguir apareciendo como complemento de Conan
en la revista The Savage Sword of Conan (en 1977 Chaykin
haría otra historieta del personaje, “Rattle of Bones”).
Roy Thomas mantuvo al personaje en la revista hasta la altura
del núm. 40, siempre dibujado por autores filipinos de
cualidades discutibles; tras su marcha, en 1981 sería ofrecida
“The One Black Stain” en el número 62. Y ausente siguió hasta
1985 (con alguna excepción, como “Red Seas”, publicada en 1982),
año en que el editor Larry Hama decidió dar otro empujoncito al
personaje con la serie The Sword of Solomon Kane, donde
quien gobernaba los guiones ya no era Roy Thomas y se notó:
Ralph Macchio equivocó unas cuantas fechas en sus nuevas
adaptaciones de relatos de Howard, desbaratándolo todo.
Sus últimas apariciones en
The Savage Sword of Conan
fueron testimoniales, y respondieron al deseo de
Thomas de recuperar al personaje a su vuelta a Marvel, aunque
fuera simbólicamente y compartiendo aventuras con Conan incluso.
Cabe decir, por añadidura, que se publicó una historieta que
transcurre en España, “Satan’s Sanctuary”, la cual apareció
exclusivamente en la revista de reediciones
Conan Saga,
acaso por el poco interés del editor de ubicarla en
The Savage Sword of Conan
para evitar el descontento de los seguidores del cimmerio.
Es una lástima que no se haya seguido con este personaje, a
quien Carlos Pacheco y Rafael Marín rindieron homenaje a su paso por Fantastic Four. Gary Gianni, el ilustrador de
su última recopilación en los Estados Unidos, hubiera sido un
ideal dibujante para sus cómics, como ha demostrado con el
Solomon Kane Portfolio, con seis pinturas del personaje y
dos ilustraciones a plumilla, y el Solomon Kane Sketchbook,
con 28 dibujos en blanco y negro.
En España fueron publicados la mayoría de los cómics de Kane por
Vértice hasta donde llegó en su edición de los contenidos de
The Savage Sword of Conan, pero todos estos cómics fueron
mal traducidos y mal impresos. La editorial Planeta publicó la
miniserie en color y formando parte de ella, como número extra,
el contenido de los Marvel Premiere.
La compilación de todos los episodios en historieta de la vida
aventurera del puritano isabelino en condiciones adecuadas por
Planeta-DeAgostini nunca llegaría.
Se advierte
que existió en España también una edición “pirata” con formato
de libro de las historietas de Solomon Kane.
Se trataba de una recopilación
de las historietas de Vértice fotocopiadas y encuadernadas sin
permiso de los editores y de los propietarios de los derechos, y
con una nueva cubierta que se montó a partir de otra anterior de
López Espí para Vértice. La edición fue responsabilidad del
sello "Fantasía e Ilustración Fantástica", pero no dispuso
ninguna fecha de edición. Eran 250 páginas que se vendían por
cerca de 2.000 pesetas (12 euros de hoy) y salieron a la luz en
la segunda mitad de los años noventa.
Incluyó un prólogo de J. C. Herranz (presumiblemente, el
faneditor) y las siguientes historietas:
- Cráneos en las estrellas de Thomas y Ralph Reese.
- La bestia de plata de Torkertown.
Doug Moench y Mike Zeck.
- Historia sin título. Alan Kupperberg y Sonny Trindidad (“El
castillo del diablo”, Vértice lo publicó sin título
originalmente)
- Dragón en el castillo de Frankenstein. Don Glut y Sonny
Trinidad.
- Las frías manos de la muerte. Don Glut, Steve Gan y Dino
Castrillo.
- El castillo del no muerto.
Roy Thomas, Alan Weiss y Crusty Bunkers.
- Retribución en sangre. Don Glut, David Wenzel y Don Marilitz.
- La mano derecha del destino.
Doug Moench y Steve Gan.
- Resonar de Huesos. Roy Thomas y Howard Chaykin.
- La marca de Kane. Roy Thomas y Howard Chaykin.
- Los colmillos del Dios Gorila. Roy Thomas y Howard Chaykin.
- Espadas de la hermandad. Don Glut, David Wenzel y Duffy
Vohland
- Luna de Cráneos. Don Glut, David Wenzel y Bill Wray
- Las colinas de la muerte.
Roy Thomas, Alan weiss y Neal Adams.
- En la ciudad silenciosa. Roy Thomas, Alan Weiss y Pablo Marcos
- Las pisadas interiores. Don Glut, Will Meugniot y Steve Gan.
- El regreso a casa de Solomon Kane. Roy Thomas, Virgilo Redondo
y Rudy Nebres.
Contenía también varias ilustraciones: de Barry Windsor-Smith,
de Bernie Wrightson y alguna cubierta de Weird Tales.
Otros poseedores de esta edición ilegal me han comentado que su
ejemplar carecía de este surtido de ilustraciones, conteniendo
únicamente una ilustración de Howard Chaykin. Por lo tanto, hubo
dos ediciones diferenciadas por parte de los contenidos y por la
cubierta: una de López Espí, tomada de la
colección Escalofrío de Vértice, y otra de Jesús Merino, fotocopiada de la edición de Planeta-DeAgostini. |