ALGUNOS DIBUJANTES POCO CONOCIDOS DE TBO
LLUIS SOLÀ-DACHS

Resumen / Abstract:
Semblanza y memoria sobre la obra de varios colaboradores de la revista TBO de los que se conocen pocos datos biográficos, como Nit, Arnalot, Moreno, Sabatés, Óscar Daniel, Mestres. / Appreciative remembrance on the work of diverse contributors to TBO whose biographical data is little known, such as Nit, Arnalot, Moreno, Sabatés, Óscar Daniel, Mestres.
Palabras clave / Keywords:
TBO, Nit, Arnalot, Moreno, Óscar Daniel, Mestres/ TBO, Nit, Arnalot, Moreno, Óscar Daniel, Mestres

Todos sabemos de la gran categoría de autores como Coll, Benejam, Blanco, Opisso, Muntañola o Castanys, que hicieron popular a TBO y que arrastraron miles de lectores, pero al lado de ellos hubo otros que quizá no fueron tan conocidos pero cuyos originales también contribuyeron a que la publicación alcanzara los primeros lugares de ventas y gozara del favor de los lectores durante un período tan largo de tiempo.

Algunos de estos, como Mestres, Sabatés o Arnalot, publicaron en TBO durante una más o menos larga temporada, y otros, como Moreno, Macías o Niubó, quizá fueron más efímeros, pero todos ellos se asentaban sobre unas bases sólidas y prestigiaron absolutamente las páginas de la revista al igual que hicieron los más de ciento ochenta autores que pasaron por ellas.

A dos de ellos, Mestres y Moreno, los conocí personalmente, y de ambos guardo un grato recuerdo a pesar de que Salvador Mestres i Palmeta (Vilanova i la Geltrú, 1910 - Barcelona, 1975) tenía fama de mal genio y de enemistarse con la mayoría de sus amigos. En este sentido, el que fue periodista, sobre todo de deportes y viajes, amigo íntimo de Valentí Castanys y colaborador asiduo del Xut!, de El Once, Destino y de Vida Deportiva Manuel Amat, que también era un excelente miniaturista, un día me confesó que él era de los pocos que habían logrado no reñir nunca con Mestres porque siempre había procurado mantener con él el mínimo contacto posible.

   
Historieta de Salvador Mestres.

   

Personalmente, me ha quedado la duda de si yo también hubiera reñido si lo hubiera frecuentado lo suficiente, pero el caso es que lo vi una sola vez y fue en su propio domicilio de Barcelona. De eso hace ya muchos años, cuando yo andaba escribiendo la historia del semanario deportivo Xut!, del que él fue un asiduo colaborador. Después de haber comentado agradablemente los detalles de su participación en la revista, me sugirió subir al terrado de su casa y allí me enseñó un trastero en el cual, apilados de cualquier manera, tenía centenares de originales de sus dibujos y me invitó a que cogiera los que quisiera. Por prudencia, escogí dos, pero como sea que siguió con su insistencia, cogí dos más, y siguió insistiendo, pero no me pareció correcto aprovecharme de aquel momento, lo cual hace que ahora me arrepienta, porque es seguro que, en el estado en que se hallaban la mayoría de aquellos originales, se han perdido irremediablemente.

Mestres fue uno de los primeros productores y realizadores de películas de dibujos animados. Ya en 1934 hizo su primera película, que duraba unos quince minutos, pero inmediatamente produjo obras más considerables, como El diablo oportuno, Pulgarcito o La isla mágica para Hispano Gráfic Films. En 1966 también colaboraría de manera importante en el ambicioso largometraje de los estudios Macián El mago de los sueños. Durante la Guerra Civil se había dedicado a ilustrar libros juveniles y novelas populares, y también dibujaba recortables de los soldados republicanos y algunos relatos de ciencia ficción que fueron publicados en la revista Camaradas. Era autor también de diversos spots publicitarios, había dibujado historietas para la editorial El Gato Negro, que luego fue Bruguera, y en 1935 había puesto los dos pies en TBO con una serie de colaboraciones que durarían hasta su muerte. En TBO hizo de todo. Quizá lo más anecdótico fue su efímera participación en La familia Ulises sustituyendo a Benejam. La anécdota surgió cuando se comprueba que el estilo de dibujo de Mestres era muy diferente al del creador de la serie y los lectores se dieron cuenta y protestaron. Mestres lo admitió y dejó los dibujos de la familia para inventarse otra serie, La caseta zancuda del profesor Ferson, que en los años sesenta fue un auténtico éxito entre los lectores del popular semanario.

       

Mestres no fue solamente dibujante de TBO sino que también publicó en Bruguera y en Gerplá en colecciones de cuadernos como Las aventuras de Pinocho, Aventuras de los siete enanitos y Blancanieves, Campanilla y otros. También están muy presentes en la memoria de los antiguos lectores sus dibujos sobre argumentos de películas y sus chistes dedicados al deporte en el Xut! de antes de la guerra y en El Once, que fue su sucesor en castellano una vez acabada la contienda, sin olvidar sus dibujos en el famosísimo semanario infantil En Patufet o en el irrepetible El Be Negre, máximo exponente de la sátira política, no por demoledora menos inteligente, en tiempos de la República. 

Mestres, el hombre que dibujaba sus personajes con grandes narices y con bigote como el suyo propio, tuvo una muerte poco corriente. Cuando cogía el autobús para dirigirse a Esplugues a visitar a su hija sufrió un infarto fulminante. El conductor, al percatarse de ello, hizo bajar a todo el mundo del vehículo, y este, convertido en coche fúnebre, llevó el cadáver del dibujante hasta la misma puerta del Hospital Clínico.

A la derecha, otro ejemplo del trabajo de Mestres para TBO, su serie La caseta zancuda, que cosechó gran éxito entre los lectores de la revista.


En cuanto se refiere a Artur Moreno i Salvador (Valencia, 1909 - Barcelona, 1993) las circunstancias fueron muy diferentes. Le conocí en 1982, cuando yo publicaba cada semana la biografía de un dibujante en la ya extinta Hoja del Lunes de Barcelona, que en aquel entonces dirigía Josep Maria Cadena. Esta biografía ocupaba una página completa, y en ella, aparte de los detalles biográficos, se publicaba una autocaricatura y algunas muestras de la producción del biografiado. Para ello se precisaba, como es lógico, de la colaboración del entrevistado, y este fue el motivo de mis encuentros con Artur Moreno, al cual visité en su casa de cerca de la avenida del Tibidabo.

         
Historieta de Moreno para la portada de TBO nº 495.

         

Moreno, una persona educadísima y absolutamente cordial (entre paréntesis, como la inmensa mayoría de dibujantes que he conocido, y he conocido muchos), me contó diversos detalles de su vida, y sobre todo hablamos de su máxima creación, que, por encargo de la productora Balet & Blay, fue Garbancito de la Mancha, el primer largometraje de dibujos animados en color que se ha filmado en Europa, con el mérito añadido de que fue producido en una época de carestía de muchos artículos, particularmente de los que eran más necesarios para este tipo de filmaciones, y cuando las circunstancias internacionales tampoco eran las más idóneas, ya que Europa estaba en plena guerra mundial. No había negativos y se tuvieron que aprovechar radiografías convenientemente lavadas y recicladas. Una vez dibujados los originales habían de ser revelados, y como esto se hacía en Londres el problema eran los transportes, ya que los trenes eran saboteados y los aviones derribados, con el consiguiente trastorno. Superados todos los obstáculos a base de perseverancia y voluntad, la película se estrenó (soy testigo) el día 23 de noviembre de 1945 en el cine Fémina del paseo de Gràcia de Barcelona, con un gran aparato mediático y con un éxito rotundo a pesar de la puerilidad del argumento, que fue revisado y autorizado por la implacable censura de la época. El film hizo ganar mucho dinero a los productores, y hace un par de años ha sido restaurado y recordado en el Museu del Cinema de Girona con una exposición muy completa.

El éxito hizo que estos productores consideraran la oportunidad de filmar una secuela, que se tituló Alegres vacaciones y que fue un fracaso, pero de la cual Moreno ya no vio el estreno puesto que había viajado a Venezuela contratado como publicitario por la petrolera Shell. Allá dirigió la revista Tricolor, que editaba el Ministerio de Educación de Venezuela, hasta que en 1956 volvió a Barcelona y se reincorporó a TBO, en el que colaboró hasta 1983. También dibujó para El Once de su amigo Castanys, hizo un chiste diario para La Vanguardia y dibujó para la revista juvenil Chito con su humor blanco habitual y con su clásico estilo redondeado.

Moreno en el número 873 de TBO.


La familia de Moreno se había trasladado desde Valencia a Barcelona cuando el futuro dibujante tenía diez años, y ya a los trece había visto publicado un primer dibujo. Fue a partir de aquel momento cuando sintió la imperiosa necesidad de dedicarse plenamente al dibujo y muy pronto lo encontramos publicando en los semanarios de la editorial Baguñá, como el legendario En Patufet y sus satélites Virolet y Esquitx. También en el no menos infantil Sigronet, en Papitu (que no tenía nada de infantil y donde, para disimular, firmaba Moro), en la política y septuagenaria L'Esquella de la Torratxa y asiduamente en Xut! de 1922 que sentó, por primera vez, las bases de una prensa deportiva en clave de humor y de sátira, Acabada la guerra, aparte de TBO, colaboró en muy diversas publicaciones, entre ellas Pulgarcito, Chicos, Mis Chicas, Pocholo, Mickey, El Once, etc., al mismo tiempo que ilustraba gran cantidad de libros. Incluso se sabe que durante la Guerra Civil, cuando la escasez de moneda circulante era notoria, dibujó papel moneda para varios municipios que lo imprimieron por su cuenta. También fue un asiduo en las exposiciones donde se exhibían muestras de humor gráfico. Buen dibujante y mejor persona, dejó un gran recuerdo tanto en la faceta profesional como en la humana.

El caso de Ramon Sabatés i Massanell (Llinars del Vallès, 1915 - Sant Just Desvern, 2003), clama al cielo y es uno de los ejemplos más sangrantes de la injusticia y el poco respeto con que ha sido tratada la obra de algunos dibujantes. Porque Sabatés, en los años de su crepúsculo vital, pasó del éxito a la ruina sin apenas darse cuenta. En 1987, TBO vendió sus fondos a la editorial Bruguera, que también estaba en estado terminal y que al cabo de un año los volvió a vender y fueron adquiridos por Ediciones B. En el número 2.502, último de TBO, al propietario y director de la revista don Alberto Viña, después de tantos años solamente se le ocurrió despedirse de su público con un escueto “Hasta siempre, querido lector”.

   
Una abirragada historieta de Sabatés en TBO.

   

La tragedia, para algunos dibujantes, y particularmente para Sabatés, fue que con estas ventas se perdió la propiedad intelectual de las reediciones que se hacían de sus obras y dejaron de percibir una buena parte de sus ingresos. Para Sabatés era llover sobre mojado, ya que el año 1992 murió su única hija, Mari Àngels, lo cual fue un golpe muy fuerte para el matrimonio cuando empezaban a tener serias dificultades económicas, que culminaron en 1997 cuando fueron desahuciados de su vivienda y perdieron buena parte de sus trabajos y pertenencias. Ingresados en un asilo de Sant Just Desvern, iban vendiendo algunas joyas antiguas para poder subsistir. En una de estas ocasiones, el presunto comprador se enteró de las circunstancias del conocido dibujante y organizó una exposición con las pocas maquetas que quedaban de sus inventos. En 2002, el salón del cómic de A Coruña Viñetas desde o Atlantico expuso 21 réplicas a escala de sus “inventos de TBO”, y el Col·legi d'Enginyers Tècnics de Barcelona le compró “sin discutir el precio” los 55 originales que le quedaban, que ahora están expuestos en el Museu de les Idees i els Invents de Barcelona (C/. Ciutat, nº 7). Desgraciadamente, Sabatés no pudo disfrutar de este intento de rehabilitación ya que el 10 de enero de 2003, después de unos meses de inmovilidad física, falleció a causa de una enfermedad vascular cerebral.

Este fue el triste final de Ramon Sabatés, nacido en Llinars pero criado en el barrio de Gràcia de Barcelona, quizás el dibujante más joven que ha debutado en la prensa, y más concretamente en su TBO, cuando aún iba a la escuela, cuando en el diario El Matí le pagaban un sueldo de quince pesetas y que, mientras estudiaba para perito industrial mecánico (hoy ingeniero técnico), colaboraba en la Revista de Radio Barcelona, en Pocholo o en Jordi y en la revista Pulgarcito de la editorial El Gato Negro, que más tarde sería Bruguera.

   
Humor muy negro, por Sabatés (TBO nº 998).

   

Después del paréntesis de la guerra, que pasó como pudo, en 1943 volvió a Bruguera y a TBO, donde dibujó  historietas. También dibujó colecciones de cromos de Blancanieves, de Pulgarcito o de Caperucita Roja, que en aquellos tiempos tuvieron un éxito sorprendente entre los adolescentes, pero su gran momento llegó a partir de los años sesenta cuando, por indicación de Joaquim Buigasse hizo cargo de los Grandes inventos de TBO, siempre bajo la supervisión del inefable Profesor Franz de Copenhague, que crea unas máquinas muy complicadas capaces de resolver problemas muy sencillos. Al principio las dibujan otros compañeros (por ejemplo, Macías, “Nit”), pero muy pronto Sabatés asumió la autoría completa y, aprovechando su formación mecánica, llegó a construir incluso maquetas reales para demostrar que sus inventos (creó más de un millar) funcinaban por muy sofisticados e inútiles que fuesen.

En 1960 también realizó durante una temporada un dibujo diario para La Vanguardia y colaboró en el renacido Patufet, en Jaimito, en Modas y Labores, en El Periódico de Catalunya, llegó a dirigir Pocholo e incluso tuvo tiempo para escribir un libro sobre plantas medicinales y para colaborar en el americano Saturday Evening Post. En resumen, una gran carrera artística con un final doloroso e inmerecido. La vida le ofreció mucho y al final se lo arrebató todo injustamente, pero el recuerdo de su obra quedará para siempre.

Y ya que hemos mencionado los “inventos de TBO”, como eran popularmente conocidos, no podemos dejar pasar la oportunidad de dar unas pinceladas, pocas desgraciadamente, sobre el primero que los trasladó al papel. Se llamaba Joan Macías pero firmaba NIT (noche, en catalán). De él sabemos poquísimas cosas, solamente que era perito mecánico y que tenía muchas manitas y mucha imaginación. Se dice que era tan habilidoso que, en los años veinte, construyó con sus propias manos un automóvil con el que llegó a circular habitualmente por Barcelona. También se sabe que entre 1915 y 1920 dibujó para KDT y Eva, que eran dos revistas dedicadas al género entonces llamado “galante”, en la línea entre erótica y pornográfica que con tanto éxito cultivaba el famoso Papitu.

Los grandes inventos de TBO por Nit (Almanaque para 1945).

Joan Macías se inscribe, por desgracia, en la lista de dibujantes sobre los que no se ha investigado a fondo. Esperemos que la suerte o la casualidad, aliadas nuestras en tantos casos, nos sean favorables y nos permitan encontrar una pista segura desde la cual podamos comenzar a estirar el hilo de su trayectoria vital y artística.

Y de Macías a Manuel Jiménez Arnalot (Barcelona, 1927-1993), conocido como  ARNALOT, del cual sabemos más cosas a pesar de que su participación en e TBO se reduce apenas a un par de años al final de la década de los cuarenta.

El recuerdo más inolvidable de Arnalot son sus dibujos de colecciones de muñecas recortables con sus vestidos correspondientes, de las cuales realizó ocho series diferentes que abarcaron todas las modas de aquellos años y que dieron lugar a un animado afán coleccionista todavía vigente.

     
      Historieta de Arnalot en Almanaque humorístico TBO 1952.

Había comenzado su carrera artística en el mundo de los dibujos animados en los estudios Chamartín y había colaborado con Josep Escobar en el corto Érase una vez y, posteriormente, con Arturo Moreno en su conocido Garbancito de 1946. En la faceta de dibujante de humor había participado en Atalaya, Leyendas Infantiles y Lecturas, entre otras revistas, y en 1944 fue el caricaturista de plantilla de la Hoja del Lunes. Ilustró libros y dibujó portadas para varias editoriales y estuvo en París durante una temporada. Fue importante y premiada su faceta de cartelista hasta que, fiel a su vocación, en sus últimos años se dedicó plenamente a la pintura y a la escultura, con notable éxito, hasta el punto que el Ayuntamiento de Barcelona, en reconocimiento a su trayectoria, ha bautizado con su nombre unos jardines públicos en el distrito de Horta-Guinardó.

Para finalizar este repaso a dibujantes escogidos de TBO, mencionemos el caso de Melcior Niubó i Santdiumenge (La Fuliola-Lleida, 1912-1982), el hombre que habitualmente firmaba Niu y en algunas ocasiones Oscar Daniel (el nombre de uno de sus hijos y el apellido de su esposa), seudónimo que solamente usó a partir de 1936 cuando sus ideas políticas le impedirán publicar libremente.

El conocimiento de los detalles de la vida de este dibujante, absolutamente olvidado hasta hace poco, los debemos al investigador Joan Pinyol i Vidal, que el año 2011 publicó en la revista leridana Barret Picat una semblanza que dio lugar a que apareciera el hijo del artista, que nos ha permitido conocer nuevos detalles de la trayectoria vital de su padre. En este caso, la suerte y las circunstancias han jugado a nuestro favor y se ha podido rescatar la historia de este excelente caricaturista, cuyo estilo se inscribe en la tendencia geométrica tan en boga en aquellos tiempos. En el número de junio de 2013 de la citada revista se amplían los detalles biográficos y se insertan abundantes muestras de su producción.

         
Chiste gráfico de Óscar Daniel aparecido en el Almanaque humorístico TBO 1952.

         

Nacido en tierras leridanas pero habitante habitual del barrio de Gràcia de Barcelona, sus colaboraciones más asiduas fueron en revistas y publicaciones de marcado carácter político, a menudo orientadas a la izquierda más radical. Dibujó para las republicanas La Campana de Gràcia y L'Esquella de la Torratxa, para el periódico de ERC La Humanitat y para las publicaciones obreristas cercanas el anarquismo, Solidaridad Obrera y Tierra y Libertad, sin olvidar una incursión en el semanario sicalíptico y erótico Papitu, donde su estilo de dibujo, curiosamente, se adaptaba a las exigencias de esta línea editorial.

En esta época sus personajes eran dibujados a base de líneas curvas y muchas veces con la presencia de un perrito o de un paraguas, o de ambos elementos. Al final de la guerra tuvo que tomar el triste camino del exilio y estuvo internado en los campos de Argelès y Bram, cerca de Perpiñán. Cuando pudo regresar, en 1942, encontró trabajo en la productora de animación Chamartín y también participó en la obra magna que fue, dadas las circunstancias, el ya citado Garbancito de la Mancha. En esta época se ganó la vida exponiendo y sobre todo ilustrando libros de literatura infantil o de poesía, dibujando felicitaciones de Navidad y colaborando con algunos chistes en Ediciones Toray, pero solamente en su obra pictórica pudo dar rienda suelta a su imaginación bajo su propia firma, ya que su nombre estaba en la lista negra y tuvo que usar la de “Oscar Daniel” para pasar más desapercibido y poder subsistir. 

Niubó es otro ejemplo claro, uno más, de cómo la Guerra Civil truncó o cambió radicalmente no solo la trayectoria artística sino incluso la vida personal de muchos intelectuales y artistas que perdieron miserablemente sus mejores años a causa de sus ideas políticas, a consecuencia de las cuales sufrieron boicots y marginaciones.

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2017): Lluís Solà-Dachs. Revisión de Alejandro Capelo y Manuel Barrero · Datos e imágenes obtenidos de los ejemplares originales de TBO citados
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Lluis Solà-Dachs (2017): "Algunos dibujantes poco conocidos de TBO", en Tebeosfera, tercera época, 2 (11-III-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/algunos_dibujantes_poco_conocidos_de_tbo.html