Historietista catalán de gran versatilidad, dotado para el humor tanto como para el terror, de trazo natural y amable pero sólido, que colaboró con revistas y tebeos catalanes, participó en proyectos de animación y llegó a escribir una monografía didáctica sobre humorismo.
Nacido en la localidad catalana de Igualada, en la Cataluña central, su padre era abogado y procurador y su madre heredera de una familia de payeses de la comarca de l’Anoia. Estudió en las escuelas religiosas de los Escolapios y los Maristas franceses en Igualada, destacando ya su talento para el dibujo desde muy pequeño.
Sus inclinaciones artísticas propiciaron que sus padres decidieran darle una formación sólida en este sentido, por lo que se formó en la Academia Baixas de Barcelona entre 1909 y 1910, y le buscaron una colocación “segura” como dibujante industrial de motivos textiles en la fábrica Pérez Peitx y Puntí y en la factoría textil Tamas Vallvé que compaginaba con sus estudios artísticos, según afirma Josep Maria Cadena en “Gentes de pluma y lapiz: Serra Massana, dibujante y teórico de la comicidad”, texto publicado en Diario de Barcelona, 8 de octubre de 1972.
A los diecinueve años se inicia como ilustrador infantil y caricaturista en la prensa barcelonesa de los años veinte. Su dibujo académico y naturalista pronto encuentra un hueco en la incipiente prensa infantil y juvenil, y podemos ver su firma en la mayoría de publicaciones para esta franja de edad que se editaron en Barcelona: Charlot fue la primera revista que acogió sus dibujos, pero pronto dibujará también para En Patufet, Virolet, L’Esquitx, Alegría, La Mainada, La Novel·la d’ara, Joventut Catalana, Plançons, Ki-ki-ri-ki, Pocholo, Pelele, BB o TBO, su colaboración más longeva con una revista, en la que publicó viñetas entre 1922 y 1973.
Las publicaciones Lecturas, Algo o El Hogar y la Moda también acogen sus viñetas y participó con tres dibujos en el “Saló d’Humoristes” de 1933, según recoge el catálogo del evento que se celebró en las Galerias Emporium de Barcelona. En la década de los veinte también se interesa por la animación, y asociado con el dibujante Ramon Miret, fabricaron pequeños artilugios precinematográficos con animaciones cortas. Más adelante trabajó con la empresa de cine publicitario La Ibérica Films, hasta que en 1932 creo su propio estudio con el que realizó algunos cortos publicitarios para marcas como Myrurgia, Santiveri, Máquinas de coser Alfa, Cerebrino Mandri o Dana (que se proyectó en color, con los fotogramas pintados a mano), entre otras. Según el propio autor cuenta en una entrevista años más tarde: «Hice pequeños films cómicos, con diversos personajes: (...) el mono “Romeo”, una negrita, un diablo torturador (...) Films cortos en general; tenía ya lanzados 20 o 30 films cortos, y 15 en cartera; y me faltaban 25 o 30 metros, nada más, para terminar una película de argumento largo cuando estalló la Guerra Civil. Imposible fue terminarla» (extracto de “Está en B. Aires un pioneer del dibujo animado español”, en Noticias Gráficas [Buenos Aires], 15 julio de 1941. Pero el historiador Jordi Artigas pone en duda la existencia de este proyecto en el texto: “Josep Serra Massana (1896-1980), pioner del cinema d’animació publicitari, i l’entorn de l’animació catalana a l’època de la República”, publicado en III Jornades sobre Recerques Cinematogràfiques. Separata de Cinematògraf, 2a. època, núm. 3 (2001, p. 194).
Al mismo tiempo hace de ilustrador, realizando gran cantidad de páginas para la industria del libro. Para la editorial Muntañola, la primera que le confió trabajos de ilustrador, dibujó una Llegenda de Sant Jordi, a las que seguirían los libros Las tres naranjas del amor (1919) y El juez hábil y otros cuentos (1920), de Josep Carner, y El amanecer del mundo. Prehistoria (1920) de Carles Riba, los que firmó aún como J. Serra. Para La Biblioteca La Mainada ilustró Jovita (1922) de Bladé, Capcigrany (1922) de Einer, En Nap Buf detectiu (1922) de Lliteras, o Peripècies de Romà Kalabris (1923) de Malot. Para la editorial Seix Barral ilustró Aventuras de Robinsón (1925), de Dafoe, El león de las cavernas (1935) de Rosny o Los dioses del fuego (1936) de Gilson. A lo largo de su vida, también dibujó para la Editorial Molino –Las mil y una noches (1944), Lumen y Juventud –Sancho Panza Gobernador. Episodios del Quijote adaptados a las inteligencias infantiles (1964).
El estilo de Serra Massana en esta época evidencia la gran influencia de Junceda del que adquiere su trazo limpio y realista, su detallismo sintético y algunos recursos técnicos como el uso de tramas manuales para crear zonas de claroscuros en las composiciones. Incluso, según nos desvela Josep Maria Cadena (en la obra anteriormente citada), en algunas ocasiones Serra Massana se ocupó de ilustrar las “Pàgines Viscudes” que Folch i Torres escribía para En Patufet, y que eran invariablemente ilustradas por Junceda.
Al estallar la guerra civil, Serra Massana se traslada primero a París, dónde está su hermano Xavier, y después a San Sebastián, donde colaboró con sus dibujos en las publicaciones del bando autoproclamado nacional: la revista La Trinchera, y su continuación La Ametralladora, El Diario Vasco, Pelayos – en la que dibuja las series “ Historia del Movimiento Nacional”, “Picotín cazador de fieras”, o “Tres Requetés entre rojos”–, Flecha, Chicos, Cuentos Infantiles y luego en Flechas y Pelayos.
En 1937, en el San Sebastián franquista, fundó –juntamente con otro dibujante, Roberto Martínez Baldrich, hijo del teniente general Severiano Martínez Anido– la editorial BIMSA (Belleza, Infancia y Moda, S.A.), para editar la revista Mujer, publicación que estuvo en los quioscos hasta 1963. Terminada la guerra, Serra Massana no regresa a Cataluña sino que se traslada a Argentina para poner en marcha una versión porteña de la revista Mujer. Al otro lado del océano ilustró algunos libros y también se interesa por el cine de animación pues intenta de modo infructuoso poner en marcha un estudio de animación con el animador Bogslaw Petanjek y se pone en contacto con los estudios más importantes de la capital argentina, los del realizador Quirino Cristiani (Artigas, Jordi. Op Cit. p. 203).
De regreso, instalado de nuevo en Barcelona combinó su actividad de editor con la de dibujante para libros y publicaciones infantiles como Chicos, Narraciones y Aventuras de “S”, o TBO. Durante su estancia en Argentina había escrito su ensayo Análisis de la comicidad, que autoeditó en Barcelona en 1961, en el que plantea una aproximación sistemática a los mecanismos que provocan el gag cómico. “A primera vista se diría que los asuntos cómicos son innumerables pero la verdad es que , en esencia, se reducen al desarrollo, con variantes de un limitado número de esquemas”, escribe Serra Massana, que desarrolla una teoría en la que divide el “Asunto cómico” en dos elementos: planteamiento y desenlace, y cada uno de estos elementos permite clasificar la comicidad según el desenlace sea previsto o imprevisto, o el planteamiento sea latente o ex profeso, lo que conduce a la reacción jocosa que se produce o bien por reunión de imágenes que no parecían aptas para ello, o separación de las imágenes que se intentaba reunir. El libro, profusamente ilustrado con viñetas y esquemas, también contiene varios chistes para explicitar cada uno de los modelos de la clasificación.
En el año 2000 se le dedicó una gran exposición en su localidad natal, titulada Josep Serra Massana. Un dibuixant d’Igualada de la cual quedó constancia en el catálogo homónimo de Ricard Mas Peinado y Lluís Giralt Llordés editado por el Ajuntament d’Igualada en colaboración con la Fundació Caixa Manresa.