Historietista de prensa, uno de los más conocidos de la historia del cómic, famoso por sus personajes Snoopy y Charlie Brown (Carlitos), que le hicieron millonario por haber mostrado de forma tierna y melancólica la frustración del sueño americano, paradójicamente.
Charles Schulz nació en Minneapolis el 26 o el 29 de noviembre de 1922, en el seno de una familia humilde, pues su padre –alemán, para más señas– era barbero, y su madre –de origen noruego– ama de casa. Por lo que se sabe de su infancia, fue piadoso, apocado y frágil, tendente a la congoja aunque lleno de inventiva, de hecho su tío le puso el apodo de “Sparky” (Chispita) por esta razón, si bien otras fuentes indican que lo hizo a raíz de su aprecio por la tira Barney Google, donde aparecía un caballo con este nombre. El primero de sus dibujos que apareció publicado lo firmó con este seudónimo, según afirmó su primer biógrafo, Lee Mendelson, en 1970, concretamente en el comic book titulado Ripley’s Believe it or Not.
Vista su afición por la caricatura y el cómic, sus padres le matricularon en un curso de dibujo por correspondencia en una academia local, pero por lo que se comentaba sobre sus logros como dibujante durante su apocada adolescencia en un artículo publicado en The Guardian en 2008, su obra no logró aprecio. Se alistó en el Ejército a los 21 años, y en 1945 tomó parte en ataques por tierras francesas y alemanas como un soldado raso, lo que le convirtió en testigo de los máximos horrores de la guerra.
Al cabo de dos años, de nuevo en EE UU, desempeñó el oficio de profesor de dibujo en Minneapolis mientras comenzaba a buscar trabajo como dibujante, si bien antes debutó como rotulista, concretamente en el cómic de carácter religioso Timeless Topix. Sus primeras tiras de prensa pudieron leerse en el diario St. Paul Pioneer Press, el de toda la vida en Minnesota, entre 1947 y 1950, con el título Li’l Folks. Fue su primera obra una comic strip protagonizada por unos niños cabezones, uno de ellos con perro, en la que ya se prefiguraban los personajes Charlie Brown y Snoopy. Logró vender también un conjunto de viñetas satíricas al Saturday Evening Post en 1948.
En enero de 1950, Li’l Folks fue cancelada por el diario y Schulz intentó vender la tira a otros periódicos. No lo consiguió hasta que llevó su obra a la agencia United Feature, que comenzó a distribuirla bajo el título Peanuts (cacahuetes, en alusión a la forma del cuerpo de los protagonistas), a partir del día 2 de octubre de 1950. Tras firmar este contrato, Schulz se trasladó a Colorado, donde se casó; luego se trasladaría con su familia a Sebastopol, en 1958, y a Santa Rosa, en 1969, localidades ambas del estado de California, donde pasó el autor el resto de su vida. Peanuts no dejó de aparecer en la prensa religiosamente hasta el año 2000, pues Schulz trabajó en esta tira hasta el mismo día de su muerte. Pero no fue su única dedicación. Durante los años cincuenta, Schulz creó otros personajes, como los de It’s Only a Game, tira deportiva dibujada entre 1957 y 1959, o Young Pillars, una serie de viñetas que realizó entre 1956 y 1965 para la revista eclesiástica Youth.
Charlie Brown –el protagonista de Peanuts–, su perro y el resto de sus amigos eclipsaron el resto de su producción y de hecho obligaron a Schulz a concentrarse exclusivamente en ellos a partir de los años sesenta. El tratamiento del humor en Peanuts, entre lo surrealista y lo patético, separó al público y a la crítica de su tiempo, que no concebían cómo una tira humorística protagonizada por niños podía ser tratada con aquel tono. Pero triunfó, porque mediante la abierta sencillez de sus personajes logró enganchar a un público, cada vez mayor con el paso de los años, que se sentía conectado con las frustraciones que expresaban los niños y el perro del protagonista, pues eran las del americano medio que no había visto cumplido el llamado “sueño americano” en los años cincuenta ni, sobre todo, en los sesenta.
Parte de Schulz estaba en sus personajes, según han comentado quienes le conocieron. Charlie Brown era pesimista, conformista y arrastraba una gran falta de cariño. Snoopy, su perro, era fantasioso e idealista, aunque no lograba comunicarse con los demás. Lucy, la eterna novia de Charlie, fue la representante más nítida de la nueva mujer que se iba imponiendo en las sociedades democráticas del siglo XX. Y Linus, hermano de Lucy, era un muchachito acomplejado, aferrado a sus manías e incapaz de madurar. Esta pandilla de niños frustrados, neuróticos y narcisistas tuvo un calado espectacular en la sociedad estadounidense y en todo el mundo. La gran calidad como dibujante de Schulz convirtió a los personajes en iconos de dos tipos: como representantes de la angustia social, de la duda existencial o de la antítesis del triunfo, y también como figuras muy atractivas para los niños de toda época, independientemente de la naturaleza e identidad de los personajes. De esta guisa, y paradójicamente, Schulz cumplió el “sueño americano” de convertirse en uno de los hombres más ricos de EE UU con la comercialización de unos personajes que emitían mensajes pesimistas en sus historietas pero muy optimistas cuando iban estampados en todo tipo de productos.
Entre 1966 y 1992 participó en los guiones de las adaptaciones televisivas basadas en sus personajes de Peanuts; él mismo produjo dos de los cortometrajes, en 1969 y 1972.
Sus creaciones fueron motivo de estudios académicos ya desde los años sesenta, fueron analizados semiológicamente por Umberto Eco, ocuparon portadas de Time o de Life, dos de las revistas de información general más importantes y leídas del mundo, y por supuesto sus tiras fueron reeditadas una y mil veces por todo el orbe, puesto que el modelo narrativo escogido para el público estadounidense funcionaba de igual modo en otras latitudes. En España fue traducida como Snoopy, Charlie Brown o Snoopy y Carlitos.
Existen varias biografías de Schulz, entre ellas una primera aproximación de Lee Mendelson publicada en 1970, la de Rheta Grimsey Johnson, de 1989, autorizada por Schulz, o la de David Michaelis de 2007, desautorizada por su familia. La religiosidad del autor, dentro del movimiento metodista, quedó manifiesta en trabajos como The Gospel According to Peanuts, de Robert L. Short, libro sobre las conexiones entre Peanuts y la religión cristiana, que no ha sido el único publicado sobre este particular.
Durante su vida, el dibujante atesoró innumerables premios, National Cartoonists Society, Reuben o el Silver Buffalo entre ellos. El autor tiene su estrella en el “Paseo de la Fama” de Hollywood. En Santa Rosa, ciudad donde vivió, se fundó el Charles Schulz Museum. Fue nombrado caballero de la Ordre des Arts et des Lettres en 1989 por el ministro de Cultura francés. En 1993 fue distinguido en la Hockey Hall of Fame. El día 24 de mayo es el Día de Charles Schulz en California, según decretó el presidente Ronald Reagan. Y sus personajes llegaron lejos: “Charlie Brown” fue el nombre elegido para el módulo de mano del Apolo X, y “Snoopy” fue bautizado el módulo lunar de aquella expedición.