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ESQUEMA 6 / La
historieta de terror en la sociedad en cambio de los años sesenta.
Los tebeos de
los años sesenta se producen entre la contradicción y los nuevos
modelos editoriales del desarrollo. Estrictamente, no se trata de
que esta década forme un todo homogéneo y único ya que se trata de
un período en el que se suceden y acumulan muchos acontecimientos
contradictorios, que ligan mal bajo un epígrafe genérico único. Sí
se da un constante común que determina todo lo que ocurre en estos
años: el desarrollo económico español. Y desde el desarrollo y el
crecimiento hay que contar con la invasión de costumbres, modas y
gentes foráneas, el cambio de la sociedad española en
comportamientos y aspiraciones, mientras que tradiciones y
costumbres seculares quedan atrás. Y además la progresiva conquista
de libertades logradas a golpes contracorriente...
Y en la
historieta cuentan, primero la censura estatal que ahora se impone
de forma específica para los tebeos y las empresas editoriales,
legislando mediante órdenes ministeriales. Y después y al mismo
tiempo cuentan la estratificación de las viejas empresas de años
anteriores, que ahora se convierten definitivamente en industrias
editoriales, especialmente atentas a la cuenta de resultados. Y la
aparición de nuevos editores que arrastran los vicios y los
complejos de décadas anteriores. Todo ello permite estudiar ya la
historieta como parte de la industria de la cultura, con mayor
relativismo, que en nuestro tema supone valorar las historietas de
terror más por lo que dicen que por lo que quieren decir...
Todo ello
viene acompañado por la aparición de nuevos lectores, de nuevos
autores y de la primera generación de informadores, cronistas,
expertos, críticos, historiadores e investigadores de la historieta
española.
La historieta
de terror sigue apareciendo ocasionalmente en los tebeos de toda la
vida, sin apenas trascendencia, salvo casos aislados. Aunque será en
este período cuando comienzan a aparecer, titubeantes, los primeros
títulos dedicados monográficamente a la historieta de terror.
Las
editoriales ya consolidadas tan solo aspiran a mantener líneas de
publicación que sean coherentes con su propia evolución, y como
mucho aumenta la compra de derechos de historietas producidas en
otros países, con las que a veces se crean nuevos tebeos o, de un
modo más elemental, se utilizan las historietas extranjeras como un
relleno de lujo en los tebeos de siempre.
El mejor
ejemplo de esto es el de Editorial Bruguera (convertida en la
editorial de tebeos más importante), con nuevos títulos como
Bravo, donde publica el material de la revista Pilote a
menor tamaño, con rotulación mecánica, mal coloreado y peor
reproducido. Será en otro “gran lanzamiento” de Bruguera, la revista
Gran Pulgarcito (1970), donde encontremos una mala reedición
de las aventuras del Inspector Dan, con sus derivaciones,
censuradas, hacia el terror.
En 1968, Ibero
Mundial de Ediciones, que hasta entonces se había dedicado
preferentemente a la edición de tebeos infantiles y románticos,
comienza a publicar Dossier Negro, quizá el primer tebeo
dedicado íntegramente a la historieta de terror, inicialmente publicando material español, más tarde
italiano procedente de la revista Horror y, ya en los
primeros años 70, publicando historietas de terror de las revistas
Warren, en sucesivas etapas editoriales en las que cambian los
contenidos –a la par que el público lector– siguiendo la evolución
de la industria y de la censura.
Es en este
período cuando la editorial Salvat lanza dos colecciones de
fascículos, Vector1 y Vector2, de intención didáctica
dirigidos a los jóvenes como complemento de la educación formal (al
menos eso dice Salvat que pretende). Experimentalmente cada
fascículo publica un cómic seriado, a página por número, en un caso
“Nus”, en el otro “Sorang”, ambos obra de Enric Sió, que aprovecha
lo atípico del soporte editorial para lanzarse a una total
experimentación formal dando vida a dos extrañas aventuras
salpicadas de elementos fantásticos y con algunos momentos de
terror.
La censura
estatal de la historieta como formulación específica, de obligado
cumplimiento, se inicia ahora en los años sesenta. Y hay que tener
en cuenta que siempre, antes de Franco y con Franco, había existido
censura: la censura estatal de la prensa en general, más la censura
de la Iglesia, más la censura de los educadores, más la censura de
distintos grupos de presión y especialmente la censura editorial,
que siempre es la peor de todas.
Los años 60
van a caracterizarse por la creación formal, legislada desde el BOE,
de una censura estatal específica para la historieta (infantil, por
supuesto) penetrada por cuantas organizaciones, instituciones,
grupos, asociaciones, gabinetes, comisiones, patronatos y bandas de
cualquier tipo se ocupan y “preocupan” por la recta formación de la
infancia española, bien que sea la Dirección General de Prensa, del
Ministerio de Información, quien tenga la sartén por el mango.
Este
intervencionismo estatal específico sobre la historieta se deberá en
última instancia tanto a la moral y a la ideología como, quizá por
igual, a los intereses comerciales de las grandes editoriales
españolas de tebeos; bien que éstas no sepan prever cómo una vez
puesto en marcha el intervencionismo estatal, éste acabe por
alcanzarlas también a ellas. Este hecho, y el que los editores no se
enfrenten al Estado con argumentos y recurriendo a las leyes
vigentes (con la infravaloración que todo ello supone de la
historieta, de sus autores y de los lectores), hará que la censura
de tebeos y las editoriales lleguen juntas a altas cotas de
irracionalidad.
Las historietas para adultos.
Pero de esta
situación acaba por surgir algo bueno: Las historietas para adultos.
En el tira y afloja diario entre las instituciones estatales y las
empresas editoriales, éstas argumentan (¡por fin!) que no todos sus
lectores son niños. Es desde aquí como, tras largas consultas y la
elaboración de expedientes, la administración pública acaba
admitiendo como cierto el hecho de que puede haber adultos que lean
tebeos. Y para enfrentarse con este hecho crea el vergonzante “para
adultos” y se elabora una tipificación de formatos que distinga
físicamente las revistas de historietas y humor para adultos, así
como las novelas gráficas de bolsillo de historietas para adultos,
de la prensa infantil y juvenil.
Por primera
vez en más de cincuenta años la sociedad española y sus
instituciones españolas aceptan que puede haber y hay historietas
para menores y para adultos, que la historieta no es forzosamente
parte del gueto de la infancia. Eso sí: las obras dirigidas a
menores y las obras dirigidas a adultos han de estar claramente y
rígidamente separadas. Se trata, en definitiva, de que seguirá
existiendo una censura estricta, normalizada y casuística para los
tebeos dirigidos a los niños. Y que las publicaciones de historietas
dirigidas a adultos pasarán por la habitual censura general que
afecta a los libros, diarios, revistas, más permisiva en todo lo que
no se refiera al régimen o la moral. Lo que esto tiene de bueno
queda contrapesado por el aluvión de basura editorial, también de
historietas de terror, que al socaire del “para adultos” inundará el
mercado español en años posteriores. En cualquier caso importa mucho
más el que desde la cultura oficial se produzca la aceptación social
de la existencia de la historieta como medio, independientemente de
quién sea su público.
Primeros
tebeos para adultos de los años sesenta
e historietas de terror
publicadas en los nuevos títulos.
Si bien podemos
rastrear cómo ya antes se habían publicado algunos tebeos dirigidos
a un público no infantil, bajo diferentes formatos y con diversas
denominaciones, es a partir de 1968-69, con la nueva Ley de Prensa y
con la tipificación de formatos de publicaciones gráficas para
adultos, que da el Ministerio de Información, cuando las excepciones
se van a convertir en norma y se inicia una corriente editorial de
publicación de novelas gráficas, narraciones gráficas, revistas o
tebeos para adultos.
Los primeros
pasos firmes los da Ediciones Vértice, de Barcelona, que a partir de
1964 publica las colecciones de material inglés Zarpa de Acero
(obra de la Factoría Blasco), Spiderman (nada que ver con el
superhéroe Marvel), Mytek el Poderoso, Johnny Jaguar,
Max Audaz., etc., varias de ellas dibujadas por autores
hispanoamericanos y todas rozando más o menos el género de horror,
potenciado por el oscuro y a veces tenebroso estilo gráfico que los
editores ingleses exigen.
Poco más
tarde, en 1969, Vértice comienza a publicar por primera vez en
España los superhéroes Marvel en una edición que desvirtúa y hasta
destroza el material original. Lo que no impide que con el paso del
tiempo Vértice entre en el panteón editorial (a través de la
nostalgia de los adultos añorantes de su niñez).
En 1966 Semic
Española de Ediciones publica a gran formato Historias para no
dormir, basada en la serie de TV. En 1970 la reeditará como
novela gráfica, siendo la primera en España dedicada de manera total
al terror.
En 1969 se
estrena en Madrid la película Diabolik, basada en los cómics
italianos del mismo título, que no se publicarán en España hasta
casi diez años más tarde. Y es que aún hay, y habrá hasta 1977,
censura y límites para el reconocimiento y la total normalización
del cómic para adultos.
ESQUEMA 7 /
Los años setenta, el terror está de moda.
Los cinco años
que transcurren hasta la muerte del general Franco nos muestran el
desplome a cámara lenta de la España tradicional y negra
que aquél
levantó sobre los muertos y las ruinas de la República.
Mientras
transcurría este último episodio, año a año, no teníamos claro (ni
los que vivimos esos años lo veíamos, como ahora podemos estudiar
con la perspectiva del tiempo)
que eran las propias fuerzas agrupadas en torno a Franco las que
desde los años sesenta estaban generando la dinámica que había de
llevar a su extinción. Se agitaba el capitalismo financiero, las
fuerzas del desarrollo económico querían un nuevo marco para crecer
más, las nuevas generaciones del régimen necesitaban más aire para
respirar y crecer, los propios capitostes del franquismo querían
salvar todo lo posible (incluso muchos políticos y ministros) en
provecho propio, e incluso los aliados políticos y estratégicos, los
americanos, pedían que el franquismo se lavase la cara y sobre todo
la sangre de las manos... Y todo, al agitarse, confabularse y
conspirar desde la idea común a todos de “¿y después de Franco
qué?”, estaba agrandando las enormes grietas que la fortaleza del
régimen tenía. Cierto que el cambio no se inició de verdad hasta que
Franco murió; pero no menos cierto es que bajo la situación
teóricamente controlada y “bien atada” se agitaban fuerzas poderosas
que cada día hacían más inviable el continuismo y señalaban el final
del régimen de gobierno personal del general Franco.
Colaboraban
también a la extinción del franquismo el acelerado cambio
sociológico al que estaba sometida España como una fuerza
centrífuga, la oposición de obreros y trabajadores, sindicatos
clandestinos, estudiantes, políticos de los partidos de la
oposición, y hasta sectores fraccionales del Estado, de la Iglesia y
del Ejercito.
Pero la
realidad es que el final del franquismo no tuvo lugar prácticamente
hasta 1982. Y aún habría que dudar sobre si el régimen franquista o
como mínimo sus beneficiarios se extinguieron con Franco o más bien
se renovaron en nuevas formulaciones políticas siguiendo la
reflexión del Príncipe de Lampedusa...
Se inicia
una nueva etapa para la historieta española y un auge editorial del
género de terror.
Partiendo de
que la división por períodos cerrados es artificial y que esta etapa
comienza realmente en 1968-69, podemos valorar mejor el “boom” de la
historieta que ahora se produce. El primero de una serie de “booms”
que harán que hasta prácticamente 1980 parezca que el cómic español
revive y se remonta periódicamente, cuando la realidad es la
contraria.
En 1969
aparece una rápida sucesión de nuevas e importantes revistas de
historietas (Gaceta Junior, Gran Pulgarcito, Strong,
Trinca, etc.) que pretenden renovar el mercado, aportar
nuevas fórmulas editoriales, ofrecer el trabajo de nuevos y viejos
autores españoles. Revistas que apenas se remontan y se hunden
rápidamente, sin que ello evite la efervescencia y el optimismo de
los profesionales y de los lectores aficionados.
El año 1971
ofrece la peculiaridad de que el género de terror (en el cine, la
novela, el humor) provoque la aparición de sendos números
extraordinarios de las revistas Triunfo, Nuevo Fotogramas
y La Codorniz. También en 1971 aparece la revista monográfica
de y sobre terror editada en Barcelona Terror Fantastic. En
1970-71 la Agencia de cómics Comundi realiza varias series de
historietas de terror, algunas de ellas con guión de Andrés Martín,
recién licenciado en psicología, alguna con guión de Sánchez
Pascual, y también varias de su hijo Sánchez Abulí.
En febrero de
1971, Buru Lan de Ediciones, nacida el año antes en San Sebastián,
comienza a editar Drácula, revista / fascículo dedicada a la
historieta fantástica y
al terror, con grandes pretensiones
y pobres resultados, que
provocan su suspensión al llegar al número 12. Del intento queda la
obra de Vigil y Sadko,
poco memorable, algunos cuentos de Tébar, y el dibujo e historietas
de Beá, Maroto, Sió y Figueras. Y queda sobre todo para la
historieta de terror (contemplada en un sentido amplio) uno de los
mayores y mejores logros de autor español con la serie “Mis Miedos”
de Enric Sió, merecedora de estudio y análisis detallado y profundo.
En octubre de 1971 el Jurado del 7º Salón Internacional de Lucca
concede su Premio Yellow Kid al mejor dibujante extranjero del año a
Enric Sió por esta serie.
También en
1971 Carlos Giménez publica, en la revista de historietas Trinca
su versión del “Miserere” de Bécquer en una adaptación libre, de
gran categoría técnica y muy alto nivel artístico, en la que
destacan los elementos de terror de la historia gracias a la
capacidad narrativa y la condición de “historietista” (no simple
dibujante) de Giménez. También en Trinca y en 1971 Jan
publica su excelente serie “El último vampiro”, inteligente y
divertido juego del autor con uno de los personajes más arquetípicos
del género de terror.
En noviembre
de 1971, Ibero Mundial de Ediciones comienza a publicar la edición
española de Vampus, revista que se dice de “relatos de terror
y suspense”, a partir del material de historietas de terror de las
revistas Creepy y Eerie de la editorial norteamericana
Warren Publishing. Con esta revista se alcanza uno de los máximos de
calidad comercial logrados hasta la fecha por la historieta de
terror en el mercado español. Bien que se trata de historietas
“extranjeras”, pues aunque muchas de ellas están realizadas por
dibujantes españoles se dibujan a parir de guiones americanos y bajo
un control total, llevado a cabo en los Estados Unidos, del dibujo a
lápiz y del dibujo a tinta. Se trata en definitiva de historietas
que se publican en España por una especie de efecto bumerang, a
través de la agencia productora en un viaje de ida y vuelta.
De la calidad
a la mediocridad de la historieta de terror.
Así como el
año 1971 fue especialmente fértil para la historieta de terror
publicada en España, con varias obras importantes, que en más de un
caso hacían buena la correspondencia sociológica entre cómic y
estado de la sociedad, el año 1972, por el contrario, demostró lo
peligroso de comercializar un género en función de su aparente moda.
Así, en 1972 se produce un aluvión de mediocres publicaciones de
historietas de terror, con más daño que utilidad .
Primero fue
Suspense de la editorial Ursus, en formato bolsillo y para
adultos, típico ejemplo de material prescindible que aparece cuando
un género tiene éxito, en este caso la historieta de terror. Siguen
una serie de títulos a cual más abominables: Pánico de
Editorial Vilmar, con el subtítulo ”Relatos de terror para adultos”;
después Fantom,”Relatos Escalofriantes”, de Ediciones
Vértice; Terror Gráfico, “Historietas de terror y suspense”,
de Ursus Ediciones; Pánico Extra de Vilmar; Espectros
de Ediciones Vértice; Historias de Ultratumba, etc... Y pese
a casos como el de Fantom, cuyo contenido tiene valor
documental por proceder de los “horror comics” norteamericanos, el
balance de la moda del cómic de terror en España es de un interés
nulo.
Todo lo
contrario ocurre con la publicación del libro Shock, que
recoge el material humorístico que Alfonso Figueras ha creado
para la Agencia Selecciones Ilustradas parodiando a los monstruos
clásicos del cine. Y aunque es posible que la edición en libro se
apunte a la moda del terror hay algo inapelable: la calidad de la
obra de Figueras, fruto de su inteligencia, cultura y sentido del
humor.
Entre 1973 y
1975 continúa la mediocridad de la historieta de terror editada en
los tebeos españoles. En abril de1973 aparece Escorpión,
revista de terror con la que Editorial Vilmar repite la mediocridad
de Pánico. Los pobres resultados derivados de seguir una moda
de éxito obligan a reflexionar sobre los daños que ello puede hacer
a un medio de difusión popular cuando se trabaja escribiendo y
dibujando sin tener nada que aportar, y desde luego sin capacidad
creativa ni profesional. Lo mismo para la revista Horror de
Producciones Editoriales publicada en mayo 1973, con historietas
producidas por la ya desaparecida y enterrada Agencia Comundi.
En junio 1973
aparece la revista Rufus, de Ibero Mundial de Ediciones,
calco más o menos fiel de la revista norteamericana Eerie y
por tanto repleta de historietas Warren. También en 1973, y dentro
de un casi experimento editorial forzado por intereses de grupo,
Euredit crea una colección de libros de humor mudo donde se publican
parodias de personajes famosos de la cultura popular de masas (es en
esta colección donde nace Superlópez de Jan), y en ella aparecen dos
libritos dedicados a parodiar un arquetipo del terror:
Franciscostein obra de
Bernet Toledano y King Tongo de
Ventura y Nieto. En diciembre de 1973 Vértice cierra el año con su
colección Escalofrío, una revista en el estilo Warren
realizada a partir del material de terror del Marvel Comics Group.
Para mejor
valorar el profundo desfase con que los editores trabajan en estos
años publicando tebeos, incluidos los de terror, que siguen los
modos y caminos de siempre, que poco tienen que ver con los cambios
radicales que la sociedad española está experimentando, valga
recordar cómo es a finales de 1973 cuando un grupo de jóvenes que
apenas saben dibujar abren la puerta al futuro al editar el tebeo
underground El Rrollo Enmascarado.
En junio de
1974 aparece la colección Macabro, con el subtítulo
“historietas de terror para adultos” y formato de bolsillo,
publicada por Ursus. Una más, que en
noviembre de 1974 pasa a formato revista. Al mes siguiente, Ibero
Mundial de Ediciones publica el primer número de la edición española
de la revista Vampirella, con material norteamericano de
Warren. Editorial Valenciana recupera su antiguo título S.O.S.
para lanzar en febrero de 1975 una nueva revista de historietas de
terror, cuyo único interés es el estar confeccionada con material de
autores españoles: Manuel Gago, Vañó, Cerdán, Puchades, Badía, etc.,
a los que resulta sorprendente ver tan apartados de sus personajes
habituales para hacer terror.
En mayo de
1975 Editorial Bruguera lanza su colección plural Hora T, con
varias series de historietas de suspense, aventuras fantásticas y
terror. Y en esta
colección, bajo el subtítulo “Super relatos gráficos de terror” se
lanza como gran novedad las historietas de Spiderman (el
Hombre Araña inglés) y Zarpa de Acero, ya conocidos por la
anterior edición de Vértice.
El 20 de
noviembre de 1975 se comunica la muerte de Franco.
ESQUEMA 8 /
Apunte mínimo desde finales de 1975...
Tras la muerte
de Franco y hasta la proclamación de la Constitución, en diciembre
de 1978,transcurre la primera etapa de la Transición. Prolongándose
ésta hasta octubre de 1982, según algunos historiadores.
Sea así o no,
la celebración de las primeras elecciones generales de junio de 1977
marcaron un punto de inflexión en la vida española. Que naturalmente
se reflejó en todos los sectores y niveles de la vida y la sociedad
españolas y en todas las actividades, entre ellas en la editorial.
Para
recordarlo, y en el campo de la historieta, está la creación el año
1977 de un Sindicato profesional y apolítico de Historietistas,
Humoristas e Ilustradores / La aparición de la revista Trocha
(después Troya) a cargo de un politizado colectivo de autores
y escritores de la historieta / La irrupción masiva de todo el
material europeo y de todos los países que en años anteriores la
censura había impedido editar en España y que a partir de estos
momentos inunda y desborda las páginas de los tebeos y revistas de
historietas españoles / La aparición de las revistas de Roca:
Totem, Bumerang, Blue Jeans, etc., que supondrán
una fuerte competencia para Ibero Mundial de Ediciones, Toutain
Editor y hasta para Norma / La ágil y ácida actividad al pie de la
noticia de la revista de humor El Papus / La realización de
historietas comerciales descaradamente politizadas como las que
componen la serie “España Una, Grande, Libre” de Ivá y Carlos
Giménez / Nuevas aventuras editoriales “autogestionarias” como las
del “grupo Metropol” o la de García & Beá Editores / La realización
y publicación con cargo a los fondos de partidos políticos, de
Diputaciones, de Ayuntamientos, de Cajas de Ahorros y otros entes de
libros de cómics que pretenden difundir la Historia de Barcelona, de
Catalunya, de Sevilla, de L´Hospitalet, de La Rioja, de Andalucía, y
otros mil puntos geográficos españoles, hasta la saturación y el
aburrimiento causados por su aridez y exceso “pedagógico” / La
edición comercial de la revista antisistema Butifarra / La
proliferación de la prensa alternativa de historietas underground
/ y tantos y tantos ejemplos más que se amontonan en aquellos años
post mortem y cuya relación total doblaría las páginas de
este texto.
Tanto y mucho
más ocurre en el campo de la historieta y en el mercado español a
partir de 1975. En esta coyuntura la historieta de terror
prácticamente se diluye como genero con significación e importancia.
Esto no quiere decir que no aparezcan nuevos tebeos y revistas, ahí
están las de Toutain Editor que toma en sus manos el material Warren...
Pero ¿dónde buscar el terror en aquellos años convulsos... en los
cómics o en la vida diaria española? Y si alguien cree que exagero
al escribir que es más importante el terror real que el terror de
las historietas, solo me cabe argumentar que se ha hablado mucho de
la Transición y cómo ésta fue ejemplar y pacífica.. Quizá. Pero no
tanto como los útiles lapsus de memoria de nuestros mayores pueden
hacernos creer. Para los que duden les recomiendo la relectura de
España Una, Grande, Libre, pues todo lo que allí se
muestra en clave de humor y como sátira política ocurrió realmente
en los años de la transición política del franquismo a la
monarquía...
CONCLUSIONES
PROVISIONALES SOBRE LA HISTORIETA DE TERROR
Visto el
esquema de esta panorámica histórica de la historieta española de
terror, las conclusiones son pocas y no demasiado positivas. Sobre
todo, son provisionales, como corresponde al hecho de que es mucho
lo que hay por estudiar en profundidad, más allá de esta panorámica.
Como planteamiento personal insisto en la escasa importancia que el
género de terror ha tenido en la historia general de la historieta
española a la luz de los datos históricos. Y en como la mayoría de
las obras publicadas han sido de poco interés, como historietas y
como historietas de terror.
Así, el primer
tema merecedor de estudio en profundidad sería el análisis detallado
del panorama aquí descrito, intentado establecer si la mediocridad
señalada es cierta, más qué planteamientos editoriales explícitos
existieron a la hora de editar historietas de terror, la forma de
encarar el género de los autores españoles y si el público lector se
limitó a consumir pasivamente lo que le ofrecían o se interesó
activamente en la elección del género.
Por otro lado,
a la hora del estudio y el análisis nos quedan los ejemplos de obras
y autores antológicos: Blasco, Bosch Penalva, Ferrándiz, Giner,
Carrillo, Figueras, Sió y pocos más. A los que hay que añadir
algunos de los dibujantes españoles de las revistas Warren, siquiera
sea porque aunque con guiones extranjeros sí supieron realizar obras
destacables. Habría, además, que trabajar en la investigación
bibliográfica, histórica, de contenidos y de situación de tebeos
como El Campeón, Pulgarcito y
otros tebeos de los años cuarenta que hicieron una crítica solapada
del sistema desde un humor aparentemente infantil. Pero más allá de
estos ejemplos la regla se confirma: en la historieta española el
género de terror ha alcanzado un nivel de calidad muy bajo y la
mayoría de las obras publicadas y sobre todo de los tebeos son de
una gran pobreza.
Propongo,
pues, la reflexión, investigación y estudio sobre estos temas,
convencido de que sólo a través del conocimiento profundo de los
mismos se puede estructurar el análisis de lo mejor de la historieta
española de terror. Que deberá estudiarse obligadamente en relación
al conjunto total del medio. |