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EL GUERRERO DEL ANTIFAZ

EL Guerrero del Antifaz (Selección Aventurera, Valencia, 1943)

 

[ Dos viñetas de El Guerrero del Antifaz, donde se muestran los valores garantes del héroe: Apostura y valentía... y bondad a la vez. Dibujo de M. Gago. Haga clic sobre el resto de las imágenes de esta página para ampliarlas ]


TRAS LA MÁSCARA DEL GUERRERO. Poesía y tragedia en la saga de El Guerrero del Antifaz, de Manuel Gago, por Agustín Riera Torres ( y 3 )

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ALGUNOS PERSONAJES

Gago supo plasmar en su obra personajes inolvidables de hombres y mujeres. Cada uno de ellos podía haber dado lugar a una serie independiente, tan ricos y característicos como son. El haber sido agregados a su obra máxima la enriquece y le da una profundidad que ninguna otra tuvo.

Los personajes del serial son profundamente humanos. En los primeros 100 números del Guerrero, los que impusieron al héroe como el máximo representante de la aventura de toda la historia del tebeo español, el desfile de caracteres es impresionante y majestuoso. Se necesitaba grandeza de alma de parte del autor para retratar con tanta energía, tanta profundidad, tanto realismo y con tanto valor lo que quedó plasmado en el papel y que luego circularía durante décadas por las manos y las mentes de millones de españoles de todas clases.

Con el tiempo, algunos personajes desaparecieron, dejando lugar a otros. Y los que permanecieron sufrieron los cambios y vicisitudes de la censura interior y exterior a la empresa, las presiones económicas y el inexpresivo paso del tiempo sobre los fieles lectores.

Sin embargo, en esta obra de arte, gracias a la genial narrativa de Manuel Gago, comparable a lo que en novela realizó un Edgar Rice Burroughs, el autor consiguió que las historias continuaran viviendo en las mentes de los lectores aún después de dejar de leer un cuaderno, y aún después de pasar años de haber cesado la producción del serial.

Lo que fue revolucionario en el Guerrero fueron sus personajes femeninos. Aquí (y también en su obra maestra paralela a El Guerrero, El Pequeño Luchador) se encuentran las más bellas mujeres de la historieta española, con caracteres que no existen en ninguna otra serie. A pesar de la represión sexual que conocimos en aquellos años, pudimos evadirnos y soñar con las hermosas mujeres que poblaban el serial, como inmortales amazonas. Agudizando su ingenio, Gago supo burlarse de la censura al describir toda una galería de mujeres que participaban en amores solamente insinuados, por supuesto, pero evidentes, en particular los amores de harén o de aventureras. Si Ana María representó a la clásica heroína, pura, religiosa, frágil, sumisa, convencional, pero bella hasta lo indecible, las otras mujeres fueron tipo de la mujer liberada, emancipada, independiente, al mismo nivel, y a veces superior, al de los personajes masculinos. Como en Lorca, las mujeres de Gago representan la España libre, el ser que se rebela contra su condición y lucha por la libertad. Para ellas la única salida, como seres trágicos, puesto que luchan pero no vencen, es la muerte, ya que no aceptan las normas opresivas establecidas.

Ana María. Su nombre está compuesto de: María, el nombre de la madre de Cristo, la virgen, la encarnación de las virtudes cristianas de la mujer ibérica, y Ana, madre de María según la tradición. Su nombre ya era todo un programa. Significa negación y disimulo de los instintos, sometimiento a las leyes de la decencia y la moral. El ideal que representa su amor simboliza a la censura que impide al Guerrero tener relaciones con las maravillosas mujeres que va encontrando en su aventurera vida, como Zoraida, Aixa y la Mujer Pirata, entre otras muchas. Es la imagen de la prohibición y la alienación, del conformismo y la sumisión, al mismo tiempo que la pintura de la mujer ideal, del sueño de perfección humano.

El Guerrero termina desposándola, como desposando un ideal, pero no permanecerá con ella, atraído y llevado siempre por la aventura y la tragedia. Es un matrimonio artificial, cuyo fruto, Adolfito, perecerá como símbolo de la imposibilidad de alcanzar la felicidad en una sociedad malvada e injusta, hipócritamente apegada a principios nobles. Ana María es la representación de la esposa fiel, del ideal cristiano y sumiso, tradicional.

En la tercera serie sufre calamidades sin cuento, lo que muestra que su desgracia ha sido unir su vida a la del Guerrero, y el resultado sólo puede ser tragedia constante. No se pueden mezclar individuos de diferentes géneros. Hasta esa última serie de la colección pareció el héroe permanecer siempre fiel, pero los lectores nunca se dejaron engañar por las apariencias y sabían muy bien que el Guerrero también amaba a esas otras mujeres, lo que se dice explícitamente en algunas ocasiones. Y la tercera serie lo evidenció ante todos.

El Guerrero es la representación de la lucha que todo hombre lleva dentro, de la lucha contra su propio cuerpo inclinado hacia el mal y su mente aferrándose a ideales morales limpios y eternos, impuestos por una sociedad religiosa opresiva. No es hambre de libertinaje, sino de libertad verdadera. El lector, consciente o inconscientemente, se reconocía en esto.

Zoraida. La bella mora, favorita de Alí Kan y enamorada del Guerrero. Sin duda fue la mujer más erótica de toda la serie. En los números 6 al 8 aparece vestida de velos y gasas transparentes y el color de las portadas mostraban su desnudez a través de ellas. Creo que fueron los números más reeditados de toda la serie. En el fuego de la acción se zambulle en un estanque con el GueClic para ampliar.rrero, lo que nos hizo comprender que sus ropas transparentes no disimulaban nada de su anatomía más íntima al pegársele a su escultural cuerpo. Nunca el Guerrero empuñó su espada con tanto ardor como en estos episodios, donde todo el mundo se paseaba semidesnudo.

En el número 10, ya entre cristianos, sus ropas se vuelven negras y ocultan su cuerpo, aunque continúan moldeando sensualmente sus exquisitas curvas. En el número 14, “En el reino de Motamid”, Zoraida adopta el atuendo guerrero y la contemplamos con una corta minifalda que le permite pelear con más soltura, y al lector admirar sus bonitas piernas. Es una diestra espadachina.

Es una mujer emancipada, de carácter, dueña de su persona y de su destino, sabiendo lo que quiere y luchando por ello con toda su alma. Es el primer gran personaje femenino español.

Dicho sea de paso, en el número 63, “El fin de una misión”, Zoraida confiesa su amor al Guerrero diciéndole que está dispuesta a hacerse cristiana para casarse con él. El Guerrero le revela su secreto y cuando ella se entera que es hijo de un conde, le dice: «Ahora comprendo por qué no podéis amarme... yo sólo soy la favorita de ese moro miserable.» Y el Guerrero le responde: «No creas que me considero superior a ti, Zoraida, y que estoy orgulloso de ser noble y no plebeyo.» Este diálogo muestra con sencillez que el Guerrero no es ni racista, ni orgulloso, sino que considera que no hay distinciones raciales ni sociales. En todas las clases hay individuos buenos y malos, como lo demuestra toda la saga del Guerrero.

La china Li-Chin fue la compañera de aventuras del Guerrero en la tercera serie. Corresponde a lo que podría haber sido Zoraida en la primera serie si ésta hubiera acompañado al enmascarado en sus correrías como aliada y no como rival. Pero la censura no lo habría permitido entonces.

Aixa. Joven y hermosa mora, caracterizada por la corona de flores blancas, símbolo de pureza virginal, que ciñe su cabeza, como una corona mortuoria que preconizara ya su futuro deceso. Su gracia y delicadeza nos hacía recordar aquellas ninfas de los bosques, o la Ofelia de Hamlet. Se nos fue, a los Kir y a los lectores, como la Ofelia del pintor sir John Everett Millais, muerta entre flores y guirnaldas, llevada por el inexorable río de la vida que muere en el mar.

Como Zoraida, Aixa nos hará soñar con los harenes repletos de beldades y sus transparentes velos, evidentes sobre todo en los primeros números, cuando Gago gozaba de una relativa libertad. También fue una mujer de carácter, enamorada del Guerrero, y que le permanecerá fiel a pesar de la presencia y el acoso constante de los hermanos Kir. Su ejecución por Ali Kan fue una sorpresa que chocó y abatió a los lectores. Fue una de las escenas más dramáticas de toda la serie. La angustia, el odio y el dolor experimentado por el Guerrero y los Kir son plasmados con un realismo y una crudeza que nos dejaron anonadados. Más allá de esta lectura, hay una velada alusión a la inversa, como es frecuente en Gago, a la dramática escena, ensalzada hasta el paroxismo por los adictos al régimen franquista, del alcázar de Toledo, copia a su vez del gesto de Guzmán el Bueno.

Los hermanos Kir figuran entre los personajes más apreciados de la serie. Tres bellos colosos caracterizados al principio de la serie por sus reducidos taparrabos que ponían en evidencia su musculatura... y su virilidad. Como en las series de Gago son las únicas en que se enloquece de amor, eso les sucedió a los Kir tras la muerte de la bella Aixa, pero la aventura está ahí, también en el caso de ellos, para esconder angustia y desesperación, como en el caso del Guerrero y del Pirata Negro. Su locura les llevó a oponerse al enmascarado por un malentendido. Son símbolo de las alianzas fraternales (políticas u otras) que sólo pueden conseguirse y tener éxito si hay una sincera, afectuosa y honrada comunicación. Los hermanos Kir nos hace pensar en los hermanos Gago que contribuyeron a la historieta: Manuel, Pablo y Luis.

La Mujer Pirata. Fue otra mujer de carácter, valiente, capitana de piratas, y con una bella minifalda. Enamorada del Guerrero, como todas, aunque opuesta a él. Hubo en su caso una fuerte mezcla de amor y odio que la desgarran y hacen de ella un personaje trágico más, cuya salida de escape fue el ser asesinada por la espalda. Junto con el Pirata Negro habrían formado una pareja ideal en una serie independiente.

Entre los personajes masculinos, aparte de los hermanos Kir, tuvimos a Fernando, imagen del fiel amigo, fiel escudero. Compañero constante del Guerrero, fue símbolo de amistad y lealtad. Fue un precedente del Pequeño Luchador.

Don Luis, conde de los Picos. Seguramente el más hermoso personaje de la serie, con la más larga cabellera, a la imagen (física) del Absalón bíblico, hijo del rey David. El cabello largo representa virtudes y poder, la fuerza, la virilidad (Sansón). Es un Lanzarote, enamorado de Ana María, pero admirador y amigo íntimo del Guerrero, con quien compartirá la mayor parte de sus aventuras. Renuncia a su amor al comprender que no es correspondido por la condesa. Es la encarnación de las más altas virtudes del caballero, representando, por sus excelentes cualidades morales, el mayor ideal del héroe sempiterno.

El Pirata Negro. Fue uno de los más atractivos personajes de la serie. Enteramente vestido de negro, es la personificación del anarquista con físico parecido a Errol Flynn. El color negro le va bien al personaje: representa el caos, la nada, la angustia, la tristeza, la Muerte. Hubiera merecido una serie aparte en la que podría haber compartido el protagonismo con la Mujer Pirata. ¡Una mezcla explosiva!

Representa también al amor loco, pues su decepcionado amor por Beatriz, quien le corresponde, le hace enloquecer, al ser ésta incapaz de romper las barreras raciales, religiosas y sociales. Llega a cambiar su religión musulmana por la católica a fin de poder casarse con su amada, pero de nada le sirve. Es una alusión a aquellos que fueron obligados a cambiar de religión, musulmanes y judíos para evitar el destierro y preservar posesiones y privilegios en la época de los Reyes Católicos. Si lo transponemos a la época en que fue escrito, representa a algunos que «volvieron la camisa» o que fingieron ser beatos para ser bien vistos y obtener privilegios... o que les dejaran tranquilos. La rubia Beatriz, ser triste y decepcionante, provocó un desgraciado desenlace a su amor que llenó de amargura el corazón del pirata. En el último cuaderno de la serie, el núm. 362, “Retorno feliz” el Pirata Negro se entera que Beatriz ha contraído matrimonio con Don Carlos, conde de Peñarrosa y dice con amargura: «Creí que me esperaría siempre, pese a la oposición de su padre.» Y el Guerrero le aconseja: «Olvidad, amigo mío. Es lo mejor.»

La locura de amor del Pirata Negro era algo nunca visto en la historieta. Nunca se ha expresado de manera tan plena, tan profunda, el amor loco. Lo vemos andando errante, con ojos inexpresivos, ensimismado en su dolor, en su sueño, llamando a Beatriz y sufriendo mil muertes, ajeno a todo lo que pasa a su alrededor, silencioso como un autómata. Participó en varias aventuras del Guerrero, pero desapareció de la serie como el fantasma en el que se había convertido. Creo que era un personaje muy difícil de continuar tratando cuando la serie iba decayendo. Se fue, con la infelicidad siempre como su compañera, pero quedó en nuestras mentes, como para que le hagamos vivir nuevas aventuras en nuestra imaginación. En la mente del lector la historia no acabaría allí y tendría múltiples repercusiones, como era costumbre en el narrador. Pero entonces el autor no podía hacer alusión abierta a unas relaciones adulterinas que le habrían valido la ira de la censura (¡ya no estábamos en los años cuarenta!), pues Beatriz amaba al Pirata Negro y no dejaría de pensar en él cuando estuviera con su “marquesito”.

Más aún. Como muestra de la imaginación del autor y de lo que aún nos hubiera podido ofrecer, si hubiera tenido la ocasión y los medios, en el mismo cuaderno citado dice el Pirata Negro: «No me detendré en España. Partiré para Italia o las Indias. Colón necesita gente para su nuevo viaje; Conquistaré glorias para España y la cruz y la lucha será un bálsamo para mi pesar.» (página 9, viñetas 2 y 3) ¡Cuantas aventuras en perspectiva! ¡Todo un NuClic para ampliarevo Mundo de aventuras! Imaginamos al Pirata Negro viajando rumbo a las Indias, contribuyendo a la historia de América, volviendo a España de vez en cuando, cargado de riquezas y títulos nobiliarios, quizás teniendo como compañera a una princesa india, pero volviendo a ver a Beatriz, peleando en duelo con Don Carlos, llevándose al Guerrero al Nuevo Mundo, teniendo ambos innumerables aventuras en tierras vírgenes, paseando por paisajes exóticos y su amargura y su eterna encuesta.

Esos sueños son los que nos supo dar Manuel Gago, aunque no pudiera plasmarlos en el papel. Ese era también su arte y su don a la humanidad.

NUEVAS AVENTURAS... Y FINAL

¿Puede el Guerrero abandonar la lucha, encontrar la paz? ¡Nunca! Por circunstancias temporeras Gago dejó caer su pluma, como el Guerrero su espada. Pero ambos la empuñaron de nuevo, marcados como estaban, para reanudar la lucha eterna.

Hay una aparente nueva libertad. Gago se expresa más libremente tras el franquismo, pero no es la expresión de una más amplia libertad sexual o de elementos violentos. Eso es sólo una apariencia, lo que se cree percibir tras una época de censura y de hipocresía. Lo que en realidad tenemos ante los ojos es lo mismo que tuvimos antes: la trágica lucha, la rebelión contra el sistema y contra la condición humana, el ansia de amor verdadero y absoluto.

Cuando Gago se sintió libre de expresar lo que quería, iluminó algunas de las constantes de su obra de antaño.

Sin embargo, lo que permanece oculto en el inconsciente continúa hablándonos por medio de símbolos, detalles, asociaciones de ideas, alusiones y sobreentendidos que nos hacen descubrir la expresión recóndita del artista.

Todo quedó dicho en la primera serie del Guerrero.

La generosidad, la valentía y la abnegación del héroe son el reflejo de las cualidades de su creador literario y artístico. Por eso ambos vivirán juntos y cesarán de vivir juntos. La muerte interrumpe trágicamente la dramática historia, precisamente con una escena de muerte, que ninguna continuación puede terminar satisfactoriamente. Ese era el mejor final, trágico, inacabado, eternamente doloroso y desesperanzado. Como el héroe, como su doble.

Así queda para siempre el Guerrero. No finaliza en la paz y quietud de la mansión familiar como casi lo hizo al final de la primera parte de la serie. Las armas no se enmohecen colgadas en la pared, inútiles. El Guerrero termina por el suelo, encadenado, gritando, sufriendo mil muertes con la muerte de su hijo, vestido con su eterno atuendo, aplastando la cruz de su pecho, crucificado de espaldas. Y dejándonos profundamente conmovidos, anonadados ante esa muerte repentina que todo lo deja inacabado. Héroe y creador mueren juntos. El héroe pierde a su hijo, el creador pierde al suyo al ver segada su vida, aún joven, por la implacable e insaciable mujer de la guadaña. Como el esforzado Cid, el Guerrero gana batallas después de muerto.

Ahí está, vivo aún en las memorias de los que le acompañamos en sus victoriosas y dramáticas andanzas, sobreviviendo a su creador. El Fénix de los Caballeros de la Fantasía continúa cabalgando victorioso entre las nubes del ensueño, el pecho henchido de orgullo, de valor, de determinación, de desafío, como un indomable castellano puro.

Hemos despertado. El sueño se desvanece. Nos zambullimos de nuevo en la insulsa realidad cotidiana. Los tiempos cambian, el mundo cambia, la sociedad cambia. Pero el sueño del Guerrero, de Gago, nos ha marcado para siempre, permanece vivo. Felizmente y amargamente. ¡VOTO A BRÍOS!


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 [ © 2003 Agustín Riera Torres, para Tebeosfera 031223 ]