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Muy pronto se
comprobó que realmente funcionaba como catalizador de las ventas
de los cómics de fantasía heroica en los años setenta en los
Estados Unidos era la imagen de Conan. Desde 1975, hubo intentos
por parte de los guionistas y editores de Marvel Comics y de
otras empresas de poner a su misma altura a otros personajes de
similares características, sin éxito. Y también hubo deseos de
ambientar en su mismo mundo aventuras de otros personajes, sin
conseguirlo. En esencia eran las mismas historias, de calidad
muy similar, pero el protagonismo parecía ser un elemento
fundamental para que estas historias obtuvieran el aprecio del
público.
En el cómic
hubo tempranos intentos de narrar aventuras de héroes distintos
de Conan en mundos aparentemente iguales, pero sufrieron un
rápido rechazo de los lectores. En el comic book Conan the
Barbarian no sólo rechazaron la presencia de Kull o de Sonja
en historietas cortas que no contaran con la presencia de Conan,
también discutieron airadamente la publicación de historietas en
absoluto protagonizadas por personajes no ideados por Robert E.
Howard. El primer intento (y último) de este tipo fue la
historieta “The Blood of the Dragon” en la que el personaje
principal es Aquilona. Lo cierto es que se trataba más bien de
una “metahistorieta” puesto que los mismos artífices de la obra
(Roy Thomas y Gil Kane) se dibujaban a sí mismos en aquellas
viñetas desempeñando su profesión, pero el cómic fue presentado
como uno de los “Tales of the Hyborian Age” que pretendían
narrar en lo sucesivo en pequeñas dosis. No fue posible.
La única
opción que le quedó a Thomas fue adaptar aventuras de
protagonistas de la historia de Hyboria procedentes de relatos
originales de R.E. Howard. Por supuesto, el primero y más
importante de ellos era The Hyborian Age, aquella ucronía
fantaseada con la que el propio Howard trató no sólo de validar
la cosmología que había generado para Kull, Conan y otros héroes
raciales como Bran Mak Morn o Cormac Mac Art, también erigió
toda una cosmogonía para esos mundos con culturas en constante
colisión y con estirpes en insistente búsqueda del poder. Este
ensayo fue llevado a viñetas tres veces, primero en blanco y
negro y luego en color. La versión primera tuvo lugar en las
páginas de The Savage Sword of Conan, desde el núm. 7 (de
agosto de 1975) y hasta el núm. 17 (de febrero de 1977), servida
en seis entregas que escribió Thomas y dibujó el jovenzuelo
Walter Simonson. El dibujante se había estrenado en la fantasía
heroica poco antes, con una historieta de este género con la que
se abrió la colección Star*Reach de la editorial
homónima, y Marvel lo reclutó de inmediato. Lo cual sería todo
un acierto: la fuerza de los trazos de Simonson indicaron que
fue la elección más acertada para esa adaptación en la que lo
importante era transmitir rabia, caos, crispación en un
escenario abstruso, anárquico, lleno de violencia y muerte.
La segunda
adaptación de ese ensayo tuvo lugar un año más tarde de acabar
con el primero, en el núm. 87 de Conan the Barbarian y en
color (la fecha de cubierta del comic book fue junio de 1978).
En este caso fue una sinopsis mucho más amable y tranquila la
que se llevó a viñetas, y dibujada por Ernie Chan, capaz de
redondear cualquier arista que se le pusiese por medio. La
tercera y última también fue adaptada en color y casi a modo de
anécdota, pues ocupó cinco paginas de nada en un número de la
serie Conan el Aventurero en octubre de 1994, cuando
Thomas había vuelto a Marvel.
Salvo Sonja y
Valeria, muy pocos bárbaros, guerreros, hechiceros o
manilargüelos de Hyboria obtuvieron espacio en las revistas de
la alineación de fantasía heroica de Marvel. Como se decía
arriba, el asunto no interesaba mucho a los editores y
creadores, y al público aún menos, que se manifestaba su
descontento en la sección de correo de las publicaciones a la
menor de cambio. Bastó un intento: la historieta “Sorcerer’s
Summit” obra que no sólo levantó las iras del respetable por no
hallarse protagonizada por Conan, también por el tono
autoparódico elegido por su autor, Bruce Jones. No hubo, pues,
más historietas sobre bárbaros hyborios (o thurios) que no
fuesen Conan y sus partenaires (o Kull y sus
coadjutores). La siguiente historieta de este tipo tardó cuatro
años en asomar, “This Sword for Hire”, otra corta historia
construida con vena irónica, algo del gusto de Don Glut, que con
el mismo tono resolvió “The Woman from Khitai” para otro número
cercano de The Savage Sword of Conan.
Eran tiempos
de cambios, de debilitamiento de modelos, de agotamiento de
fuentes de inspiración. Roy Thomas abandonó Marvel en 1980 y con
él se fue el centro en torno al cual orbitaba la saga de Conan.
También a esta altura se agotaron las narraciones originales de
Howard y sus continuadores primeros que se estaban llevando a la
historieta. Aunque faltaba un relato del mismo R.E. Howard por
adaptar. Uno en el que Conan apenas asomaba la nariz y que
transcurría todo él en uno de los rincones más agitados de la
Era Hyboria: los yermos pictos. Se trataba de “Wolves beyond the
Border”, cuento magnífico que en España jamás veríamos adaptado
al cómic porque Vértice no alcanzó esa altura de la traducción
de The Savage Sword of Conan (el núm. 59, con fecha de
XII-1980) y luego Planeta se desentendió de la obra. Se trata de
una buena historia surcada de violencia y lo preternatural,
iniciada por Thomas con buen ritmo y resuelta por Chan con su
nuevo y untuoso estilo del ecuador de su carrera.
En el
entretanto de la adaptación de ambas partes (la segunda no llegó
hasta el núm. 76), Marvel ofreció otra historieta de Bruce Jones
ambientada en la Era Hyboria. No era muy destacable, pero se le
permitió al autor seguir contando aventuras de otros personajes
del híbori en algunos números futuros de The Savage Sword of
Conan durante el año 1982. Luego dejó de haber este tipo de
“intromisiones” hasta pasados unos años. Hubo que esperar a 1988
para toparnos con una nueva historieta ambientada en la Edad
Hyboria, “The Sorcerer’s Prize”, y ésta resultaba interesante
pese a la carga de tópicos por haber sido dibujada por John
Romita hijo. Aparte de esta casual aventura, Marvel ofreció otra
historieta corta en el núm. 164 de The Savage Sword of Conan
the Barbarian, “Uprising!” (protagonizada por el picto Berak,
que aquí es tratado como héroe frente a la invasión aquilonia) y desde entonces no se volvió a
trabajar con otros héroes que no fuesen los habituales.
En España se
hizo una vez, en el fanzine Sword, con la adaptación de
un relato de Carlos Saiz Cidoncha que a bien tuvieron Carlos
Yáñez y J.M. Arias llevar a la historieta.
Es una
verdadera pena que no se ampliase el panteón de héroes
howardianos al uso como se dilató ostensiblemente el marvelita.
Juma, Zula, Zora, Olgerd y otros personajes que han cruzado su
camino o no con Conan hubieran merecido mejor suerte y, con un
buen guionista, sin duda hubieran protagonizado aventuras y
sagas del gusto de los lectores.
Pero Conan lo
eclipsó todo...
[ ver tabla con la relación de todas las
historietas que transcurren en Hyboria y su edición en España >
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