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La primera
historieta en la que se vio su imagen llegó en 1976, dibujada
por Barry Windsor-Smith en principio y terminada por un
discípulo del dibujante británico, Tim Conrad. La historieta era
estimable: guión sólidamente aferrado al relato original de R.E.
Howard, planificación y dibujo excelentes de Smith, acabado muy
trabajado de Conrad y, lo mejor, unos grises y aguadas aplicados
a seis manos que realzaban la atmósfera viciada y húmeda de
algunos pasajes de la aventura.
El resto de
poemas y relatos protagonizados por pictos los fue adaptando
Thomas a caballo de las década de los años setenta y ochenta,
primero con dibujos del poco afortunado Michael Moyle y luego
con los del gran profesional Gene Day, que no dio lo mejor de sí
mismo ni aquí ni en su aproximación al otro héroe howardiano que
le encargaron: Solomon Kane. Todas estas cortas historias: “La
raza perdida”, “Los reyes de la noche”, “Hombres de las
sombras”, aparecieron también como complemento en la revista
The Savage Sword of Conan.
Después de
agosto de 1981, que fue cuando apareció en los quioscos
norteamericanos la última historieta del ciclo de Bran y sus
coetáneos adaptada (“Men of the Shadows”), pasó una década sin
pictos, si no contamos el grupo de láminas
The Brunner
Bran Mak Morn Portfolio,
de Frank Brunner, que se distribuyó en el mercado a la par que
fue ofrecido en las páginas de The Savage Sword of Conan
(núm. 30, en junio de 1978).
Sería Roy
Thomas quien, tras abandonar Marvel, retomaría al personaje para
el sello Dark Horse, que había logrado los derechos de
adaptación al cómic de otros personajes de Robert E. Howard
distintos de Conan. Se resolvió crear una línea de comic books
dedicados a REH y se comenzó por Cormac Mac Art y el picto; de
éste Thomas volvió a adaptar “Kings of the Night”, acaso por el
atractivo que suponía la presencia de Kull en el relato. Y si
bien es verdad que su presencia hizo atractivos los dos tebeos
publicados gracias a las magníficas cubiertas de John Bolton, el
interior no fue tan agraciado: el trabajo de Gary Baker,
Lopestri y Nyberg estaba muy lejos de la excelencia. Y ahí se
detuvo la presencia de Bran en los cómics, hasta 2000, año en
que Cross Plains Comics (en asociación con el sello editorial
Wandering Star, que por entonces quiso relanzar la literatura de
Howard sin editar más allá de un libro sobre Conan y otro sobre
Solomon Kane) volvió a rescatar las páginas de “Worms of the
Earth” para darles color coordinado todo ello por Thomas y
Rafael Kayanan como director artístico. Ahora sí, un goce para
los sentidos.
Merece la pena
detenerse y extenderse sobre esta adaptación al cómic, que en
España se ofreció torpemente rotulada en la revista de Ediciones
Vértice Relatos Salvajes y luego se rescató
desafortunadamente, con los grises quemados, en un especial de
La Espada Salvaje de Conan (ergo,
es preferible
remitirse a la edición de Vértice).
Falta, por supuesto, una edición digna de la última versión en
color. En origen, la
llegada de
Bran a las viñetas data de fechas tempranas. En 1973 ya Thomas y
Barry Smith estaban urdiendo la posibilidad de adaptarlo en la
revista Savage Tales.
Thomas ideó potenciar aquella cabecera y decidió encargar al
inglés la adaptación del relato de Howard “Worms of the Earth”
para cubrir 30 páginas del número 5 de Savage Tales.
Smith fue a pasar la Navidad de 1973 en Inglaterra llevándose
consigo el esbozo argumental de la historieta con idea de
tenerlo dibujado para finales de enero del año en ciernes. Pero
el británico abandonó el proyecto tras dibujar diez páginas y
abocetar pocas más. Thomas no cesó de insistir porque las
acabara, incluso en 1974 aún pensaba que lo haría a final de año
(lo prometió a los lectores para 1975 en
el artículo
“An Informal History of the Thomas/Smith Conan” aparecido en
Marvel Treasury Edition, 4, págs. 2 y 99).
Smith terminó por cerrarse en banda y Thomas canceló el
proyecto.
“Worms of the Earth” no hallaría su lugar en Savage Tales,
pues. El londinense había dibujado las primeras páginas con
muy buen ritmo pero el resto las abocetó con desgana, tal y como
se pudo apreciar en el borrador de una página donde aparece la
crucifixión del comienzo de la historia, cedido al fanzine
Robert E. Howard: Lone Star Fictioneer, núm. 2, para
aderezar una entrevista practicada a Barry Smith
(editado
por Byron Roark y Arnold M. Fenner, 1975).
Salvó la situación Tim Conrad con un entintado meticuloso y con
el concurso de dos amigos no acreditados: Larry Gaydos para
completar algunos fondos y Joyce Furman para la aplicación de
grises con la técnica del aerógrafo. A la postre se postergaría
su publicación hasta el número de diciembre de 1976 de The
Savage Sword of Conan, el 16.
La historieta produce dos sensaciones diferenciadas. La
aportación de Smith es espectacular pese a cumplimentar
solamente el inicio del relato, donde un picto es crucificado
por los romanos ante un enervado Bran que se hace pasar por
falso emisario de sí mismo. La lluvia, la penumbra y las tensas
miradas construyen una atmósfera creíble donde la ira del héroe
picto flota en el aire. Conrad continuó la historieta con muy
buena mano, aunque incapaz de imitar la narratividad rabiosa de
Smith; Conrad contribuye, a cambio, con un gran sentido de la
iluminación y de lo tenebroso que consigue hacer de esta
historieta una obra magnífica.
La reciente edición en color, pese a los fallos de fotolitado (o
escaneo, o de aplicación de las separaciones de color) realza la
presencia de este guerrero protoescocés de espíritu indómito que
podría haber protagonizado muchas más aventuras dibujadas.
De hecho se intentó, al menos en España, en el fanzine Sword.
Manuel Barrero se atrevió a llevar a viñetas el fragmento sobre
Bran sin título inacabado por REH, al cual le dio una conclusión
sencilla para dibujarlo con muy mala fortuna aun habiéndose
“ayudado” de viñetas de Rahan. También plagió algunas
viñetas de otros (sobre todo de John Byrne) para otra historieta
protagonizada por Bran Mak Morn que este dibujante zamorano
devenido crítico destinó al núm. 6 de Sword: “El espíritu
de la Gran Raza”. Allí Bran vivía su última batalla contra el
invasor romano y, antes de morir luchando, era convencido por el
hechicero Gonar de integrar su espíritu en una estatua, que
pasaría de manos pictas en manos pictas…
Con posterioridad, en los ciclos de relatos de R.E. Howard, esta
estatua tallada a imagen de Bran llegaría a ser vista por otro
personaje guerrero, Turlogh “Dubh” O’Brien, el dalcassio, que
corrió sus aventuras en el comienzo del siglo XI después de
Cristo. Turlogh no es un picto, pero comprende y respeta el
significado del espíritu de la raza antigua allí preservado. |
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