(...)
A.-
Pero Micharmut parece muy hermético de cara a
una posible colaboración con él, por lo menos se ve así desde fuera.
FHC-
A lo mejor aparecía otro Quique [Micharmut]
o... no sé cómo sería eso.
J.-
A mí me interesaba mucho su relación tanto con los
personajes femeninos como con las dibujantes. Cuando trabajas con
Ana Juan, con Laura…, recuerdo ahora mismo un trabajo con
Mari Carmen Vila…, ¿lo encaras de manera distinta al trabajo
con un dibujante?
FHC-
Bueno, respecto a lo de los personajes femeninos,
aquí hay todo tipo de disparidad de criterios. Hay gente, y así está
escrito por David Muñoz, que dice que soy una calamidad con
los personajes femeninos. En concreto, me parece que estaba hablando
de Lope de Aguirre y de la poca importancia que tiene la hija
de Lope de Aguirre y tal. En ese caso, a mí me cuesta verlo,
porque dentro de la aventura de Lope de Aguirre yo creo que
le he concedido mucha más importancia de la que en realidad,
generalmente, se le da, tanto a su hija como a Elvira. De
todas maneras yo soy consciente de que me quedan muchas cosas por
aprender y que, la mayoría de las veces, en cuanto a los personajes
femeninos, aunque trato de hacerlos con mucho cuidado, yo creo que
todavía se me siguen escapando muchas cosas, y alguno de mis
enemigos puede que tenga razón cuando ve en esos personajes
elementos un tanto arquetípicos. Esta es una de las pedradas que me
puedo tirar yo mismo a la cabeza.
Yo,
por pertenecer a determinada generación y por haber vivido muy de
cerca lo que fue el resurgir del movimiento feminista en este país,
siempre me encontré muy cerca de todo lo que fue aquel despertar,
sobre todo a finales de los años setenta; de este movimiento y de
determinados colectivos con los que estuve relativamente
involucrado. Y es una causa que siempre me ha parecido una gran
causa y que, desde luego, su tiempo no ha pasado. Es más, en
ocasiones advierto con seria preocupación, en determinadas jóvenes
generaciones, que se ha hecho demasiada tabla rasa con muchas de
esas conquistas, y me sorprende ver mujeres que están tratando de
encontrar su equiparación con los hombres incorporando
comportamientos absolutamente machistas. No puedo entender, por
poner un ejemplo concreto, que gente como este cantante que hay
–también actor–,Nancho Novo, cante divertidamente canciones
sobre las violaciones, coreado con alegría por jóvenes adolescentes
que hay en su actuación, por mujeres adolescentes…
Yo,
además, traté de hacer durante bastante tiempo con Mari Carmen
Vila, con Marika (con quien yo tenía en ese momento una
relación sentimental con ella), una historieta que recogiera parte
de toda esa problemática que, con excepción únicamente de los
trabajos de Nuria Pompeia, no estaba presente en los tebeos.
Supongo que el hecho de haber vivido con la que es mi mujer y sus
tres hijas adolescentes durante bastante tiempo me ha hecho ser
bastante receptivo a lo que es el mundo de las mujeres. Aún así, y
volviendo a lo que decíamos antes, yo, que procuro ser algunos
dirían que demasiado correctamente político, tema del que se podría
hablar también largo y tendido... No es por un tema de corrección
política, sino porque siempre me ha interesado más el mundo de las
mujeres, en general, que lo que entendemos por el mundo de los
hombres. Y, de hecho, se da la circunstancia de que a mis mejores
amigos los veo muy preocupados por conocer su lado femenino y por
dejar que ese lado femenino hable, como es el caso de Federico
del Barrio o de Raúl. Alguna de las mejores historias de
mujeres de este país las ha contado Federico. Y, a propósito,
una grandísima historia de mujeres es la que ha escrito una
guionista [Lilia Ambrosi] para Mattoti, que se publica en el
tebeo Nosotros somos los muertos de Max, una historia
impresionante de mujeres, de lo mejor que he leído yo desde ese
punto de vista. Y yo trato de captar todo ese mundo, a veces se me
escapa y a veces no.
Digamos que la historia más de mujeres que yo he hecho, o intentando
ahondar más en ese mundo, es la que he escrito para Laura
[recogida en el primer número de El Ojo Clínico] que supongo
que podremos ver cualquier mes de estos con un poco de suerte. Para
mí es una forma de intentar demostrarme primero a mí mismo y, luego,
a alguno de estos acérrimos enemigos que tengo, que el de las
mujeres es un mundo que me interesa y donde creo que puedo llegar
bastante hondo contando cosas. Aún así, ya digo, yo reconozco que
hay momentos en los que puedo caer en determinados estereotipos,
pero tiendo a ser mucho más respetuoso con los personajes femeninos
que con los personajes masculinos, me atraen mucho más, aunque en
mis historias también tiene un gran peso lo que son las historias
entre hombres y, sobre todo, las historias de la amistad. Siempre
estoy hablando de lo importante que es la amistad. Es uno de los
valores que yo tengo en más altísima estima, hasta el punto de que,
personalmente, soy incapaz de concebir el amor y la pasión por una
mujer sin que medie también ese factor de amistad. No sé si he
respondido con esto a tu pregunta... Y por eso me sacan de los
nervios gente con quienes las diferencias que mantengo son de índole
teórica o algo así. Quiero decir: si a mí me sacan de los nervios
gente como Mónica y Bea, es decir, Segura y
Calvo, o Miguel Ángel Martín, es más por todas estas
cuestiones que porque yo tenga algún problema. Ni tengo problemas
personales ni, desde luego, tengo problemas de índole moral. No es
que yo sea un puritano que está lleno de fantasmas y no soporta
estas cosas porque son demasiado duras para mí. O, como dice también
algún crítico de cómic, que nos tilda de "nenitas" a Fede, a
Raúl y a mí porque considera que nuestros estómagos son
demasiado blandos para soportar estas cosas... Con la paradoja de
que tratan, a veces, de descubrirme aspectos y autores de la
pornografía o del gore que cuando ellos estaban jugando a la
comba y haciendo el idiota por ahí yo ya había tratado
personalmente. Pero, bueno, en fin, son estas cosas...
J.-
Una de las cosas que asoció siempre contigo es que
tratas de hermanar ciertos medios, que tratas de aportar cosas de la
literatura o el cine...
A.-
Influencias.
J.-
Sí, pero me da la impresión de que está
"traduciendo", no que estés "transcribiendo" un medio a otro, sino
que lo "traduce".
FHC-
Yo es que soy un tipo muy disperso. Además, siempre
me ha encantado cultivar esa dispersión, y a mí son muchísimas las
cosas que me interesan. Y los medios. Estamos hablando de historieta
porque estamos hablando de esto, pero, por ejemplo, con mis amigos
prácticamente no hablo de historieta, hablo de otras cosas. A mí me
interesa la filosofía y me interesa la historia, me interesa la
novela policíaca y... Yo he estudiado Historia del Arte, y cuando
tengo oportunidad me gusta trabajar un poco en ese campo. El año
pasado, con dos compañeras de la revista Lápiz, preparamos
para Arco un número, yo creo que bastante interesante: Claves
para la comprensión del Arte Contemporáneo. Hoy por hoy,
yo creo que es la bibliografía más completa que existe sobre arte
contemporáneo para saber qué tipo de libros uno puede consultar y
donde, además, hacíamos nuestras valoraciones de algunas obras que
nos parecen emblemáticas. A mí me interesan tantas cosas, me
interesa el cine y la literatura y... Sobre todo me interesa la vida
y, la mayoría de las cosas que yo, digamos, "traduzco", son,
disfrazadas muchas de ellas, pero son problemas... No problemas
personales; vivencias, mejor dicho, eso sí: son vivencias personales
que he tenido. Quizá porque como he estado dando botes desde muy
pequeño de aquí para allá, he tenido oportunidad de verme
confrontado con cosas que, muchas de ellas, hubiera preferido no
conocer.
Lo
que pasa es que la historieta, la pobre, mi pobre y querido medio,
se queda, a vece, demasiado pequeña. Por eso tenemos que tratar de
encontrar más límites, porque a veces se queda demasiado pequeña
para poder volcar en unas pocas viñetas sensaciones que uno ha
experimentado. A lo mejor por eso me gusta mucho más escribir con
sobreentendidos, pero esto ya desde la época de EL CUBRI
(menos en lo que eran, estrictamente, los trabajos panfletarios, que
aquello tenía que ser todo absolutamente cerrado), me gusta dejar
muchos cabos sueltos porque, la mayoría de las veces, las cosas las
vivimos también de esa manera, y detrás de una frase que decimos se
pueden entender muchas más cosas y, a veces, hasta detrás de un
monosílabo. Y he hablado mucho, también, de la importancia que para
mí tiene el silencio en la historieta, y no sólo el silencio dentro
de las viñetas, sino el silencio ese que es el que más vértigo me da
y más me apasiona: el que hay entre viñeta y viñeta. Por eso,
después de una etapa que fue bastante experimental -la de EL
CUBRI- y con excepción de algunos trabajos hechos en los últimos
tiempos (a lo mejor con Raúl), hay veces que en esos trabajos
más posibilistas con Federico del Barrio me gusta que todo
sea, en apariencia, absolutamente ordenado, cuadriculado: seis
viñetas por página y las seis tienen el mismo tamaño y no hay ningún
tipo de alegría en la compaginación o algo así. Porque creo que, y
esto tiene que ver con lo que decíamos antes de los códigos
narrativos, cuando uno tiene que hacer una historia de serie negra,
en ocasiones volver a esa especie de remanso cuadriculado de la
página ayuda a disfrutar mucho más y a explorar mucho más todos esos
silencios que hay entre viñeta y viñeta. Y también porque, y lo
veremos con el paso del tiempo, muchas de las alegrías de
planificación que estamos viendo actualmente en la historieta,
dentro de unos años, cabe suponer que nos den risa o que carezcan,
ya, de ese factor sorprendente y las veamos como podemos ver ahora
el Tarzan de Hogarth: como una cosa un poquillo rara.
Yo creo que es bueno volver al clasicismo en determinadas cosas, y
volver al orden, y entonces decir: «bueno, ahora voy a sacarle el
jugo a este orden». Lo que no quita para que haya trabajos que se
puedan hacer explorando por otros caminos.
A.-
¿Qué nuevos límites se podría plantear uno?
FHC-
¡Jo! Eso no lo sabemos.
A.-
Alguna idea...
FHC-
Yo, lo que sí agradezco a Raúl y a Federico
es que yo, cuando hacía historieta, tenía todavía demasiado presente
el cine y la literatura. Federico y Raúl (y sobre todo
Raúl) me han hecho olvidarme del cine y de la literatura para
encontrarme sólo con lo que es la historieta y con lo que puede ser
la historieta. Por eso, uno siempre aprende, y sigue aprendiendo, ya
digo. Yo espero hacer mejores personajes femeninos algún día, como
espero otras cosas.
J.-
Eso me recuerda a Alberto Breccia, un hombre
que también tenía muy claro que la historieta estaba demasiado
encajonada, que seguía unos códigos que no eran…
A.-
No eran suficientes.
FHC-
Hombre, es que uno elige padres dentro de este
terreno, y yo, en cuanto a los dibujantes, he elegido mucho estar
bajo la estela de Breccia, y me gustan los dibujantes... no
que dibujen exactamente como él, pero sí que se mueven dentro de ese
tipo de inquietudes que tenía Breccia. Lo mismo que, de entre
los guionistas, a mí Carlos Sampayo es uno de los que más me
interesa de todos los que ha tenido la historieta, y yo, a veces,
vuelvo a los trabajos de Sampayo intentando aprender cosas de
él, aunque luego creo que somos bastante distintos en otras cosas. A
la hora de contar, también Alberto Breccia era un hombre que
se escondía detrás de una imagen muy fría y huraña, que luego no
respondía a la realidad, pero de entrada era muy difícil llegar a
él, y en sus trabajos, a veces, él está muy contenido. Yo, a veces,
y sobre todo en esos trabajos más posibilistas, dejo aflorar una
vena más sentimental, digamos, porque me parece, conociendo como
creo que conozco el medio hasta ahora (y me falta mucho), creo que
hay recursos que tiene la historieta con los que uno puede conseguir
ese grado de simpatía con el lector, esa cosa, ese escalofrío que
yo, a veces, siento cuando leo la historieta de Mattoti en
Nosotros somos los muertos, o cuando leo la de Max,
también, en ese mismo tebeo. Esa especie de calambre que me recorre
la columna vertebral leyendo determinada viñeta o cuando termino de
leer toda la historia... Son años haciendo esto y, a veces, es una
forma de avisar a ese lector con el que uno piensa que puede tener
cosas en común, de: «¡Eh!¡ojo!¡Estoy aquí!¡Soy de los tuyos!»
A.-
Me han comentado que has dicho que casi no lees
historieta.
FHC-
Leo muy poca.
A.-
Quizá sea tirarse piedras al propio tejado.
FHC-
No, no. Es que... por ejemplo, aquí, en este cuarto,
los tebeos que me he subido de abajo son los que había ahí, en la
entrada. Ahí hay tebeos que yo he leído de pequeño y otros que me
han ido enviando. A veces hay en las editoriales algún responsable
que dice, bueno, aunque éste no se dedica exactamente a la crítica,
le voy a enviar algunos tebeos o algo así. Hace muchísimos años que
son muy pocos los que me compro. Pero no es porque me tire piedras:
es que la mayoría de las veces encuentro muy pocas cosas que me
satisfagan. Cuando el año pasado me pidieron votar para lo de
Barcelona, pues, la verdad, estuve pensando durante un tiempo y para
mí era un drama, porque eran muy pocas las cosas... No es que esté
desinformado, hay amigos, como Lorenzo Díaz, que me persiguen
y me dicen: «lee esto, lee lo otro», y gracias a Lorenzo de
repente descubrí Sambre antes de que se editara aquí, pues él
me dejó la versión francesa. Pero, a veces, otras cosas que me pasa
Lorenzo no me interesan lo más mínimo. Y, entonces, la
emoción esa se acaba reduciendo muchísimo. Este año estuve en el
Salón de Barcelona, me dediqué a revolver por completo todo lo que
había en los puestos. Bueno, pues, al final, mi balance de lo que me
puede interesar de todo lo que ofrecía ese Salón se reducía a la
revista de Max Nosotros somos los muertos, al segundo
álbum de Santiago Sequeiros y hay una tercera cosa que, ahora
mismo, no recuerdo.
J.-
Creo que Fred ha publicado...
FHC-
Fred
ha
sacado un álbum en Grijalbo, por ejemplo, que, ¿ves?, era otra de
las cosas. Una mañana bajé a desayunar en el hotel y él acababa de
llegar y estaba allí, desayunando en una mesa. Yo había quedado con
Brocal y con Manel en otra mesa, y le vi, a Fred,
y me abalancé sobre él a decirle... Yo ya le conocía, porque la
única exposición sobre Fred que se ha hecho en este país, una
antológica, la monté yo en el centro cultural de la Villa, hace como
seis o siete años. No me recordaba, a lo mejor porque unas veces
llevo barba y otras no. Estuve hablándole de que yo creo que es uno
de los hombres con más talento que ha tenido este medio y,
justamente, de los que más lo han explorado. Aunque el álbum éste,
que todavía no lo he visto, me han dicho que no es de los mejores
álbumes de Fred. No sé, tampoco me fío yo de ese tipo de
opiniones, y el álbum no lo conozco, además. Pero, del resto, poco
más... Porque yo, por ejemplo, con los manga, para encontrar
un manga que a mí me interese de todos los que me dejan,
sufro, sufro, no puedo yo con eso. De los japoneses, eso sí,
recuerdo (y se lo he recomendado a todo el mundo) que el álbum de
Tatsumi que sacó La Cúpula a mí me parece impresionante. Yo he
tratado de encontrar más cosas de ese hombre, pero yo no sé que ha
sido de él. La altura que tenía este hombre como guionista, no la he
encontrado en ningún otro. No digo que no sea producto de mi
desconocimiento, en general, del mundo del manga, pero, aún
no me he encontrado con otro comparable. He visto cosillas,
en lo de Rumiko Takahasi, apuntes de cosas que me
interesaban, pero no hasta el punto en que me interesó Tatsumi.
J.-
Entre la gente que te interesa siempre citas a
Berardi y Milazzo.
FHC-
Sí, sí, porque Berardi y Milazzo
-aparte de que a mí Berardi me parece un pedazo de guionista-
es gente que puede hacer una historieta absolutamente digna, con una
gran calidad y que, además, la pudiera entender todo el mundo, que
es donde yo he intentado moverme con los trabajos de Amorós.
Yo creo que, ahí, Berardi y Milazzo son
impresionantes, son magníficos, y hasta en trabajos tan comerciales
como en los de Ken Parker... Ojalá todos los tebeos
comerciales tuvieran ese mínimo.
J.-
Y, luego, Yann.
FHC-
Yann
es un grandísimo guionista también. Pero, al final, es que hay muy
poco en lo que fijarnos y, no sé. A mí, me parece también una
grandísima obra el Maus de Spiegelman.
A.-
¿Y proyectos, qué se va a...?
FHC-
Proyectos hay muchos enterrados en el cajón. No me
preocupa. Como siempre hemos sido francotiradores, la cosa será así.
Pero, yo creo que hay que prepararse todavía para una oleada, si
cabe, aún mayor de los manga, que va a durar un tiempo. Esto
será una borrachera, lo que pasa es que es un tiempo que yo creo que
pueden ser unos cuantos años. Para sobrellevar todo eso, lo mejor es
recogerse con los amigos y tratar de poner en marcha proyectos
minoritarios, pero que sirvan para que esporádicamente vayan
apareciendo trabajos. Es muy sintomático con Max y su
revista. Yo había estado en el Salón de Barcelona con anterioridad,
hace cuatro años, entonces estuve en una mesa redonda donde estaba
Max, y donde él abogaba por que el camino era hacer una
historieta muy comercial, con un personaje fijo, que pudiera
interesar a todo el mundo. Yo, ya entonces, aquello no lo veía. Y
Max cada día es más consciente, y ahí está su espléndida
revista, de que nos hemos quedado en un gueto y ya no hay
posibilidad. Ni siquiera aunque se lo plantease de una forma más
comercial yo creo que Max, ahora, tendría esas posibilidades
que tuvo en otro momento...
Luego, hay síntomas que me estimulan. Me estimula, por ejemplo,
saber del entusiasmo de Gallardo por El Artefacto Perverso
(nos ha llamado repetidas veces), pareciendo, a priori, que
Gallardo está en un camino absolutamente opuesto. También él
ha demostrado en el tebeo de Max que está bastante decidido a
contar -un poco por lo mismo que a mí me ha movido- las vicisitudes
de su padre y a contar la guerra de España a partir de los recuerdos
de su padre. Como, por otro lado, le pasa a Arnal Ballester,
que ha estado durante mucho tiempo apartado de la historieta y tiene
intención, también, de contar la guerra y, de esta manera, rendir un
tributo a su padre. O sea que, con un poco de suerte, a lo mejor,
nosotros, los pesados de la guerra y la posguerra, al final
encontramos que los que la gente tiene por modernos acaban siendo
compañeros de viaje en esta aventura de la memoria. Confiemos en que
haya cosas así, positivas.
A.-
Alguno de esos proyectos en concreto, ¿puedes
adelantarnos algo?
FHC-
Pues, por ejemplo, ese proyecto con Raúl, no
sé cuándo lo podrá empezar. Sería una historia sobre el mundo del
flamenco. Y luego, la idea de intentar constituir una especie de
núcleo internacional de dibujantes un poco marginados...
A.-
Atípicos.
FHC-
Atípicos, sí, marginados por la industria. Yo creo
que tenemos ya bastantes contactos, en América y en Europa, para que
todo eso que, hasta ahora, no es más que una relación personal y por
carta pudiera cristalizar en un momento determinado en algún
proyecto que no tendría que ser muy caro, económicamente, y que
sirviera, por un lado, para aunar esfuerzos, y, por otro lado, para
difundir los trabajos de muchísima gente a la que le preocupan las
mismas cosas y que está absolutamente desperdigada por este planeta,
y absolutamente ignorada en sus países. Y son muy buenos, algunos de
ellos.
A.-
Un rumor que me ha llegado es, incluso, una especie
de colaboración con Mazzucchelli.
FHC-
No,
la historia es que, como preámbulo, un poco, a todo eso, empezamos a
tantear a diversos dibujantes de varios países para ir reuniendo
trabajos de ellos hechos con absoluta libertad y, luego, una vez que
tuviéramos todos estos trabajos, ver cómo podíamos difundirlos. En
la primera selección que yo hice incluí a Mazzucchelli, y le
propuse que participara. Mazzucchelli me contó, primero, que
estaba haciendo la adaptación de Auster y estaba muy liado,
que luego lo haría. Después hubo un período de silencio. Luego
volvió a escribirme diciendo que ya se ponía a hacer el trabajo y,
justo hace dos semanas o así, me llegó una carta suya diciéndome que
se le había complicado mucho. Él está ahora en Japón, se ha ido a
trabajar un tiempo. Me escribía desde allí diciendo que más
adelante, si seguimos con esta idea, pues a lo mejor sí puede
participar, pero, hoy por hoy, lo ve difícil. En cualquier caso, sí
que tenemos ya reunidos algunos trabajos de gente muy dispar, de
muchos sitios, y ahora vamos a ver qué podemos hacer con ellos.
Pero, nada, Mazzucchelli, al final, es imposible. No está mal
el trabajo de Mazzucchelli, a mí...
A.-
Ha sido sorprendente, empezar de dibujante de
superhéroes y llegar al Rubber Blanket que está haciendo. Es
algo absolutamente inusual... Y gratificante.
FHC-
Sí, es muy gracioso, porque cuando yo le conocí –nos
encontramos en Brasil hace dos años-, lo primero que me dijo es: «me
falta el número 4 de Medios Revueltos».
A.-
A mí también.
FHC-
Y, luego, me sorprendió que el tipo se conocía
perfectamente, (todavía no había venido a España) todos los
trabajos. Su mujer [Richmond Lewis] estaba muy interesada
(porque era una gran fan de Víctor Aparicio) en que le
hablase de Víctor Aparicio, por saber quién era, cómo era,
qué hacía y esas cosas. Pero, vamos, es de los autores americanos
que los puedo sentir como de la familia, Spiegelman y
Mazzucchelli, que son muy distintos.
A.-
De qué más autores...
FHC-
Es una familia muy amplia.
J.-
Recuerdo que hablabas en una entrevista en URICH,
hace cuatro o cinco años, de lo de la familia "madrizleña", y decías
que no tenían porqué ser necesariamente autores de Madrid...
A.-
Claro, hablaba de la escuela
Mokka.
FHC-
Sí, por ejemplo. Pero el Madriz, en ese
sentido, nunca fue sectaria con la gente de otros sitios, y a mí,
personalmente, me agrada llegar a Barcelona y encontrar a
Bartolomé Seguí y escucharle decir que nunca fue tan libre como
en la época en la que trabajó para el Madriz, y nunca
experimentó tanto como entonces. O pensar, como siempre he pensado,
que el mejor trabajo de Das Pastoras es el que hizo para
Madriz sobre la Santa Compaña. En el Madriz nunca hubo
ese rollo, que, luego, yo sí he sentido en determinados círculos de
Barcelona: «estos son los de Madrid» o algo así. Quiero decir: hay
gente con la que puedo no tener nada que ver, pero mi familia son
esos, son Ricard Castells, Laura y Micharmut, y
mucha gente que viven diseminados por la geografía española y gente
que vive fuera. Y lo de Mokka es una gente que estudia en
Saint Luc, todos, que se aprenden muy bien el Madriz y cuando
ellos empezaron y vinieron aquí, a España, a conocernos, uno
dibujaba como Javier de Juan, el otro como Federico del
Barrio... Luego han cambiado mucho y hoy, yo creo, es de lo más
interesante que hay en Europa. Yo considero de la familia incluso a
gente que no participa exactamente de mi forma de ver o contar las
cosas, porque, entre lo que hago y lo que hace Micharmut, en
apariencia, no hay nada y, sin embargo, aparte de que me parece uno
de los talentos más grandes que hay en este país, en este medio,
pues, Micharmut es una de las personas con las que más...
vamos: hermanos de sangre.
[ Esta entrevista será
ampliada con otra que le practicaron los mismos un par de años más
tarde. La transcribiremos para editarla en la siguiente edición de
Tebeosfera ]
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