SUNDAY, LA CONSAGRACIÓN DEL WESTERN EN ESPAÑA |
La obra de Víctor de la Fuente se ha editado de manera dispersa en nuestro país. Doncel, Junior, Riego, Hit Pres y Glénat han publicado algunas de las obras de este autor, y también pudimos acceder a su participación en Descubrir La Biblia. Más algunas de sus historietas que se ha publicado seriadas en algunas revistas y otros trabajos que han pasado sin el suficiente relieve editorial. Pero todo ello fue parcial e insuficiente. Insuficiente porque Víctor de la Fuente es uno de los autores españoles más citados por los divulgadores de la historieta, uno de los más admirados por sus compañeros de profesión y uno de los más representativos de lo que significó, en los tiempos de la reivindicación, la maduración de la historieta española.
Con este libro Glénat inicia la Colección Víctor de la Fuente, que compilará su obra e inicia este necesario rescate. Sunday supone la recuperación de una saga de aventuras de Oeste, escritas en 1969 por Víctor Mora para la agencia de cómics Selecciones Ilustradas, y dibujadas por Víctor de la Fuente, un autor con mucho oficio ya en aquel momento pero con escasa obra publicada en España, a lo largo de 1969, 1970 y hasta 1971. Su naturaleza de trabajo de agencia, pensado para un público no infantil y destinado preferentemente al mercado extranjero explica las gotas de leve erotismo o algunos estallidos violentos que encontramos en sus páginas, todo ello grato al lector europeo pero inadecuado para el niño español según el criterio y los ojos de los censores aún operativos por aquellos años. Recordemos que la obra se gesta en 1969, un tiempo en el que los tebeos españoles sufren una de sus peores crisis, debida a varios factores: la imposición de la televisión, la invasión de traducciones de comic books a través de empresas latinoamericanas, y la consideración de producto infantilizado con que la cultura oficial había etiquetado a los tebeos. Sunday, por su formulación y cualidades gráfico narrativas, significó un punto de inflexión en el modo de hacer historieta en España, aunque no fuera para España pues aquí no se comenzó a publicar hasta 1976 y, entonces, más por el apremio de teóricos entusiastas que por el interés de los editores comerciales.
MORA Y LA MADUREZ DEL WESTERN.
Los autores de Sunday se plantearon una obra alejada del relato del Oeste tradicional. Las aventuras de Sunday se desarrollan a partir de final de la guerra civil estadounidense. El conflicto entre los habitantes de los once estados confederados del Sur y los Estados Unidos de América, al Norte, transcurrió entre 1861 y 1865. La inmediata posguerra supuso una paz difícil y llena de tensiones. Las gentes del Sur, escenario preferente de las aventuras de Sunday, reactivaron penosamente un sistema económico basado en la agricultura que hasta hacía poco se sostenía con el trabajo de casi cuatro millones de esclavos negros, ahora libres. De otro lado, el avance militar del Norte había seguido la estrategia de la devastación de todo lo que fuese útil a los sudistas: viviendas, cosechas, puentes, trenes… todo. De modo que el contexto inmediato a la pacificación fue, muchas veces, un clima de resentimiento, en el que los hombres blancos ejercieron la violencia en su deseo de recuperar el gobierno de los estados del Sur.
La colonización de la región más occidental de Estados Unidos fue uno de los catalizadores de la nueva nación. A partir de 1865, mientras Minnesotta y Dakota se llenaban de inmigrantes europeos, Texas se plagó de ganado que era conducido por vaqueros contratados. Los relatos sobre la vida y las “hazañas” de algunos de estos vaqueros, transmitidos de boca en boca y a la luz del fuego, irían dando forma progresivamente a la figura romántica por excelencia de la cultura estadounidense. En realidad, la mayoría de aquellos jinetes fueron ex soldados del Norte o ex esclavos del Sur y algunos pobres emigrantes europeos que acabaron dando tumbos por el Oeste. Gentes de manso vivir que la literatura popular y el cine acabarían convirtiendo en violentos y fríos pistoleros, como consecuencia de mezclar sus acciones con las de algunos hombres desesperados que vivieron y murieron con las armas en la mano, enfrentados a los sheriffs de algunos condados y a los rangers de Texas, el cuerpo policial implicado en la pacificación de la frontera con México.
Los autores de Sunday sabían bien que aquel breve período de la historia de Estados Unidos pasó de ser un escenario real a considerarse un espacio mítico. El Oeste de las novelas, el cine o los tebeos procedía de un volcado de hechos y elementos exagerados, invenciones, tópicos y anacronismos de los siglos XIX y XX. Por lo tanto, hicieron de Sunday una ficción para el entretenimiento antes que una revisión histórica de aquel periodo, aunque sí desearon conferirle algo de madurez a los trillados cómics de vaqueros. No viene al caso, por ello, el insistir en deslices con las fechas o en el uso inapropiado de algunas armas o atavíos aquí, en los que algunos teóricos han querido centrar su atención. Lo que interesa en Sunday, fundamentalmente, es el carácter crepuscular del relato y la significación del personaje.
Queda claro en el primer episodio de la serie, cuyo título es una declaración de identidad, “Mi nombre es Sunday”, que el personaje protagonista no es el típico pistolero de fuerte carácter. Reparará el lector en que al protagonista, ex militar en los ejércitos del Norte, no se le ve el rostro hasta la página nueve. De hecho, es confundido con otro hombre y, por esa razón, fusilado. Hasta que no es rescatado/resucitado carece de cara o, mejor, de la máscara habitual del actor de las historietas. Queda patente que no es un personaje poderoso que busque capturar la pronta atención del lector. Carece de distintivos y, salvo por la cicatriz que cruza su frente, a veces parece que el dibujante descuidara su descripción.
No parece tener Sunday relación con las creaciones previas de Mora (si acaso, con el Justiciero Errante publicado en Bisonte Gráfico), pero sí se corresponde con el común de los protagonistas de sus guiones, que suelen ser tipos de estatura moral elevada, vagabundos en pos de un objetivo indefinido (la justicia, la aventura) y que, en ese constante viajar, visitan escenarios variopintos. Acostumbrado a la aventura, al relato detectivesco o a la saga espacial, todo ello dirigido a un público juvenil, Mora planeó servirse ahora del género Oeste, para él poco hollado, y así cambiar de registro e iniciar una trayectoria paralela como guionista de historietas dirigidas a un público más maduro.
Para Sunday eligió un nombre paradójicamente optimista aplicado a un personaje en principio gris (Sunday es domingo en inglés, pero también día soleado). Como El Capitán Trueno o Delta 99, Sunday puede interpretarse como un héroe homérico –-en función de que protagoniza una búsqueda-- que acaba actuando como testigo y eventual juez de situaciones que lo requieren en contextos insólitos. No debe extrañar al lector la cita a Homero. El mismo Anthony Mann reconocía que la estructura del western, como narración cinematográfica, se acercaba a la de la tragedia griega. Los cómics no iban a ser menos. Y la propuesta era ideal para poder conducir al personaje ante cualquier situación e hilar de este modo una saga duradera.
En el ámbito del análisis de contenidos algunos podrían interpretar el distanciamiento de Sunday del héroe tradicional del Oeste como un deseo de sus autores de plasmar la consternación producto del exilio (De la Fuente acababa de llegar del extranjero, Mora había vivido en Francia largas temporadas en su infancia y también posteriormente, a causa del devenir de la política española) pero esto podría resultar exagerado. Tampoco queda claro que el personaje sea un idealista. Por lo que resulta forzado realizar lecturas politizadas de la serie Sunday, salvo por alguna analogía y por la escenificación de la revuelta del noveno episodio, “Una historia del ferrocarril”. Antes que un héroe reivindicativo, Sunday es más bien un desposeído, ni siquiera un antihéroe. Es un desheredado de poder, ya que ganó la guerra pero su estrella de coronel de poco le sirve. Además, es viudo y ha perdido a su hijo. Le queda el exilio, sí, pero hacia la soledad y la desesperanza.
Se ha querido ver aquí un reflejo del protagonista definido en el subgénero del western crepuscular, el del cine de Sam Pekimpah o el del excesivo Sergio Leone. Este tipo de cine llegaba a España en los tiempos en que nació Sunday, pero este personaje no alcanza tal grado de cinismo. En Sunday son más claros los paralelismos con los personajes con principios del cine de Budd Boetticher, por ejemplo. O los de Howard Hawks, en cuyos filmes se exaltaba el valor de la lealtad masculina para dominar los sentimientos de caos (sus héroes solían ser solitarios y moralmente confusos también).
Sí, el personaje Sunday queda más cerca del idealista que del cínico. Actitud comprensible en el contexto de la España que atravesaba cambios profundos, los cuales también se operaban entre la juventud que se aproximaba a la historieta. Por entonces estaba floreciendo un público lector que ya no buscaba tanto al héroe monolítico y lampiño como al personaje sumido en la desorientación pero con conciencia. Esto no debe dar a entender que Sunday fue construido como herramienta de velada denuncia del régimen dictatorial de Franco. En sus páginas hallamos la crítica al caciquismo, a los manejos del poder político, a la irracionalidad militar, a los juicios sumarísimos, a la justicia inoperante, a la explotación obrera… pero la mayoría de estos argumentos eran característicos del ámbito genérico del western y se correspondían con las inquietudes que Víctor Mora ya había mostrado antes en otras de sus series. Si bien no podemos obviar que Sunday, a la par que De la Fuente, regresaba a una tierra baldía tras la guerra...
DE LA FUENTE Y EL ARRANQUE DEL MAESTRO
Víctor de la Fuente abordó la realización de Sunday con más experiencia en el western que Mora. Entre 1948 y 1957, cuando trabajaba para el sello Zig Zag chileno como director de El Peneca, creó los personajes Poney Durango y Lacy, ambientados en el Oeste. Víctor ha reconocido que por entonces le influyeron poderosamente las historietas de vaqueros de Salinas y Del Castillo. Cuando regresó a España para, desde allí, dibujar historietas dirigidas al sello británico Fleetway, algunas fueron también de western, como las del indio Blackbow the Cheyenne destinadas a la revista Eagle. Ya por entonces, De la Fuente despertaba la admiración de sus compañeros de profesión. Su dominio de la anatomía, del movimiento de personajes, de la ambientación y del uso de la luz era incontestable. En la documentación y el detalle, De la Fuente había bebido de Foster; en la modulación de su línea aprendió lo que pudo de Raymond, Blasco, Freixas y Teodoro Delgado; Laffond le dio alas y, luego, en Chile, pudo fijarse en los vaqueros de expresivas manos nudosas que dibujaba el argentino Daniel Haupt. Ya en Fleetway, De la Fuente ha reconocido como su máximo influjo al dinámico Gino D’Antonio.
No fue hasta la realización de Sunday que el autor definió por completo su estilo propio. Como en las editoriales Fleetway y DC Thompson nunca le permitían firmar sus trabajos, se esforzó sobre este western porque era una obra con identidad creativa. Lamentablemente el reconocimiento le llegaría tarde en España. Sunday se distribuyó, desde 1970, antes por Francia en France Soir, en la revista Pistes Sauvages y en la editorial Dargaud en álbum, en Portugal en Jaguar y también en Moderna, en Argentina en El Tony, y en el Reino Unido y los países escandinavos. Pasada media docena de años, la obra fue presentada a los lectores españoles en la revista teórica homónima de Mariano Ayuso. Pese a ello, Sunday debe tenerse como su primera obra de madurez profesional, la consagración de un historietista mayúsculo que despegaría luego con fuerza en trabajos inolvidables como Haxtur, Mathai-Dor, Haggarth o en su propio western, Amargo.
En Sunday, en efecto, ya vemos al De la Fuente documentadísimo y metódico. Es verdad que experimenta: con composiciones arriesgadas, colages, manchas y tramas, fotografía y montajes en paralelo y analíticos, pendientes del raccord y con puntos de vista subjetivos. Aparte de todo ello, en Sunday ya es patente su dominio del espacio y el tiempo mediante la narratividad, la perfecta descripción de los personajes y la acción incesante. El autor utiliza viñetas apaisadas y verticales para dominar el ritmo de la lectura y baraja el juego de planos con acierto, mejorando con ello el guión original. Donde se revela como maestro es en la construcción de ambientes, lo cual debe evaluarse teniendo presente el esforzado estudio previo de los escenarios, en los que luego mueve a sus personajes con un pulso narrativo muy estudiado. Quizá su característica estilística más digna de subrayado, finalmente, sea el uso narrativo de la luz. Tal y como lo es la anatomía o el movimiento, en general el trabajo de De la Fuente con las luces es modélico. Los violentos contrastes retienen la atención del lector y los personajes –-así como los caballos, ¿quién dibuja los caballos como De la Fuente?-– se benefician ampliamente de la calibrada iluminación que usa.
Aún lejos de sus excelencias gráficas, Víctor de la Fuente vuelca en las historietas aquí recogidas del ex coronel Sunday lo mejor de su experiencia como artesano de la historieta de encargo y comienza a aportar pinceladas de su poderoso estilo propio: el rápido juego de planos, los encuadres equilibrados, la increíble profundidad de campo, los silencios y los espacios en blanco. Su hermano Ramón prosiguió dibujando al personaje, ampliando la saga más allá de esta docena de aventuras, pero con un planteamiento gráfico muy distinto. Queda Sunday como ejemplo de una historieta que ya no es neutral ni infantilizada (aunque sí todavía algo ingenua), que es testigo de cargo en el yerto panorama industrial de los tebeos españoles que entonces reverdecía, y que supuso el anticipo de creaciones más comprometidas y renovadoras. Y el despegue de un Víctor de la Fuente pletórico.
Biografía de Víctor de la Fuente (texto que quedó inédito en la edición de Glénat) Víctor de la Fuente (Ardisana de Llanes, 1927), se quedó prendado en su infancia de tebeos como Mickey y El Aventurero y quiso ser ilustrador y dibujante. Se puso manos a la obra temprano, con 17 años, al ingresar en el estudio de dibujantes gestionado por Adolfo López Rubio. El joven Víctor aprendió allí los primeros trucos la lado de Laffond, Muro, Perellón, Jano y otros y comenzó a publicar en tebeos como Diamante Negro, Maravillas, ¡Zas!, Chicos, Flechas y Pelayos.
A mediados de los años 1940, la dura posguerra empujó a De la Fuente a emigrar. Tras pasar por Cuba y Argentina, se instaló en Chile. Desde 1945, en la capital chilena trabajó para el sello Zig Zag, fundamentalmente en publicidad. Siguió leyendo historietas y dibujándolas, sobre todo pendiente del gran José Luis Salinas, una de sus mayores influencias, junto con los westerns del chileno Arturo Pérez del Castillo. Entre 1948 y 1957 De la Fuente trabajó como coordinador editorial de la revista El Peneca, para la cual dibujó una adaptación de El libro de la selva y cubiertas.
Como dibujante de cómics se estrenó en los EE UU y en el Reino Unido, entre 1958 y 1962. Para el sello Dell, en el primer caso, y para Westworld en el segundo, en la serie Tarzan Adventures. La presencia del asturiano en cómics británicos se produjo tras su regreso a España, en 1959. Se integró en el equipo de dibujantes de la agencia Selecciones y desde 1961 comenzó a elaborar páginas de historietas bélicas y de otros géneros para el mercado británico. Durante siete años apareció su obra en publicaciones de Fleetway y DC Thompson, casi 5.000 páginas destinadas a series como "Jo y Seraphin", "Leatherneck", "Blackbow the Cheyenne", "Trelawney Sgt.", y tebeos como War at Sea, War Picture, Battle, Commando, Eagle y Lion. En 1967, De la Fuente decidió dejar el trabajo esclavo y anónimo de Fleetway para buscar su identidad como autor en el mercado español. Inauguró esta nueva ilusión con el proyecto de S.I. titulado Sunday, desarrollado junto a Víctor Mora. También quiso iniciar una carrera como autor completo y, desde 1969, fue esbozando las aventuras de un héroe de fantasía heroica llamado Haxtur. Aquella obra dividiría la opinión de la crítica, y hubo quienes vieron en ella claros mensajes alegóricos contra la dictadura franquista. Lo que era innegable es que De la Fuente abordó su realización con un despliegue técnico asombroso en su día.
Su siguiente creación, Mathai-Dor, también de espada y brujería, comenzó a ser publicada en Trinca en 1972, pero la detuvo por disensiones con los editores de la revista. Su falta de control sobre los derechos de autor y el deseo de desarrollarse profesionalmente en mercados más seguros y respetuosos, le empujó a emigrar. Realizó, para Italia, historietas de terror, históricas y del oeste de tono picante destinadas a tebeos populares del sello Ediperiodici, como Superterror o Isabella. Su mejor creación para aquel mercado sería Mortimer, un western cínico y violento en el que colaboró a partir de 1973. A raíz de aquel trabajo obtuvo De la Fuente un premio en un festival de Génova en 1973. Este reconocimiento lo sumó al logrado en la Eurocon de Trieste en 1972, por Haxtur, y al Yellow Kid recogido en Lucca en 1980
Afincado definitivamente en París en 1974, desarrolló su propio western, Amargo. Mas, disconforme con la gestión editorial de su primer editor, Hachette, prefirió sumarse a los autores que se agruparon para la glosa en cómics Historie de France en Bande Desinée a cargo de Larousse. En esta misma línea, Víctor dibujó el álbum Charles de Gaulle, en 1977. El Oeste le reclamó de nuevo aquel año, e inició entonces Les Gringos con J.M. Charlier, episodios ambientados en la Revolución Mexicana con cierto tono picaresco que serían publicados a partir de 1979. Lamentablemente, el guionista falleció y el proyecto pasó de mano en mano (Dargaud, Novédi, Alpen) hasta que Guy Vidal tomó el relevo trazando una línea de guiones menos épicos.
De la Fuente abordó paralelamente la que sería considerada una de sus obras maestras, la saga de fantasía heroica Haggarth. La obra comenzó en (À Suivre), en 1978, y terminó en las páginas del tebeo español 1984 (en 1982). En el alborear de la década de los ochenta, Víctor pudo ver publicada en España la serie protagonizada por Sunday en la revista Saloon (Hitpress), vio reconocido su talento en uno de los libros de Toutain Cuando el comic es arte, y abordó otros trabajos. Pero el encargo que por entonces ocupó casi todo su tiempo fue Decouvrir la Bible.
El asturiano recaló en Dargaud en 1983 para afrontar un nuevo reto: Les anges d'acier, un tebeo de aviadores escrito por Víctor Mora y ambientado en los años 30 con el que De la Fuente alcanzó una de sus cimas creativas. Con el mismo guionista hizo la serie medieval Coeur de fer (1985) y la de espionaje La Sibérienne, que apareció en la revista L'Echo des Savanes en 1986. El resto de su producción francesa de esta época no es conocida en España salvo por su participación en el libro A l'aube de la liberté, que tradujo aquí Ikusager. Agotando la década de los ochenta, De la Fuente retomó Les Gringos, dibujó la saga de Francis Falko para Novédi, trabajó en historietas de corte religioso y en varias biografías para la colección Les origines. También desarrolló otros trabajos para Humanoides Asociados (Transports fripons), para la revista juvenil Okapi, y para Année Maupassant (La tour des grands).
En los primeros años noventa recibió el autor asturiano una propuesta de los EE UU para dibujar las tiras periódicas de Star Wars junto a Cam Kennedy, y otra proveniente del agente de George Lucas para dibujar las aventuras de Indiana Jones. No aceptó. Prefirió cambiar de registro para volver al Oeste. Y por la puerta grande, pues se trataba de trabajar con el personaje Tex, labor que desempeñó entre los años 1990 y 2000. Al mismo tiempo, el guionista-estrella Alejandro Jodorowsky le convenció para dibujar su próximo proyecto: Aliot, una historia ambientada en Brasil que versaba sobre el sida. Lo último producido por De la Fuente ha sido la saga junto a Patrick Cothias Les fils de la vierge, que ha traducido en España Glénat. Mientras trabajaba en ello, ha continuado dibujando a Tex y algunas historietas cortas aparecidas en Spirou. Aunque veterano, Víctor De la Fuente sigue manteniendo el pulso firme del narrador experimentado. No ha perdido nervio su capacidad para dotar de dinamismo a sus personajes y para componer con equilibrio sus viñetas (de ahí los premios otorgados en los últimos años en Oviedo, en Angulema y en Barcelona). Todo en su producción es energía, espontaneidad, firmeza y mucho ha influido su trabajo a otros autores. Así lo reconocieron al menos Al Williamson, Richard Corben, Walter Simonson, Cam Kennedy, Renzo Calegari, y tantos autores españoles… |