D’Antonio nació en Milán el 16 de Marzo de 1927. Ya desde pequeño se aficionó al fumetti, y comenzó su carrera profesional como dibujante en la década de los cincuenta en cabeceras como Il Victorioso, Pecos Bill, El Kid o I tre Bill (las dos últimas escritas por Gianluigi Bonelli, el “padre” de Tex Willer). A mediados de esa década, D’Antonio conoce a Rinaldo Dami (Roy D’Amy para el mundo del cómic) y comienza a trabajar en el estudio de éste, que producía gran cantidad de cómic para el extranjero, sobre todo para el mercado anglosajón.
1967 marca uno de los grandes puntos de inflexión de la carrera de Gino D’Antonio: ese año Bonelli crea la cabecera llamada Collana Rodeo, una serie mensual que englobaba varias series que se iban alternando, entre las que se inscribe una, llamada Storia del West (que en realidad es la primera de todas en aparecer y la más extensa: ocupo 73 de los 162 números de la Collana Rodeo; incluido el especial a color que celebraba el número centésimo). Storia del West es una serie escrita en su totalidad por D’Antonio, e ilustrada por un grupo de dibujantes que incluía a nombres como Renzo Calegari, Renato Polese, Sergio Tarquino, el propio D’Antonio o nuestro Luis Bermejo. La serie consiste en una cuidada reconstrucción de la historia del “salvaje oeste” utilizando como hilo conductor diferentes generaciones de una misma familia.
La importancia que ha tenido la Storia del West es difícil de evaluar desde aquí; para empezar se ha reeditado desde su edición inicial en, al menos, tres ocasiones diferentes (en la primera de la reediciones se le añadieron 2 episodios más, hasta completar los 75 que finalmente la configuraron). La principal aportación de D’Antonio al mundo del western en viñetas es, sobre todo, el profundo carácter humanista que le transfirió a su obra, que la convirtieron en un claro precedente de lo que más tarde sería el Ken Parker de Berardi y Milazzo. Además D’Antonio supo amalgamar esa visión humanista con un respeto a los personajes y a los eventos históricos que convirtieron a esta serie en uno de los mayores hitos del cómic del género western. De hecho, Sergio Bonelli ha mencionado en varias entrevistas que está es la serie de la que más orgulloso se siente por haberla editado.
Coincidiendo con el periodo de elaboración de la Storia del West (que abarcó catorce años), D’Antonio se convirtió en parte esencial de uno des proyectos más interesante de la historia del cómic italiano: la colección Un uomo, un'avventura. El proyecto (de nuevo de la editorial de Sergio Bonelli) consistió en el primer gran intento (conseguido en mi opinión) de conjugar el cómic popular con el denominado cómic de autor. Se desarrollo entre 1976 y 1980, y nos dejó grandes obras como los trabajos de Dino Battaglia (“El hombre de la legión” y “El hombre de New England”), Sergio Toppi (“El hombre de los pantanos”, “El hombre de México” y “El hombre del Nilo”), Guido Crepax (“El hombre de Piskov” y “El hombre de Harlen”) o Berardi y Milazzo (“El hombre de Filipinas”), por mencionar unos pocos.
De esta serie de libros de cómic autoconclusivos, Gino D’Antonio es el autor que tiene más presencia: ilustra y escribe dos (“El hombre de Zululand” y “El hombre de Ivo Jima”) y escribe además los dos de Taconni y los de Renato Polese y Guido Buzelli. En todos ellos, con pequeñas variaciones en función del diferente tono que le da a las historias, dependiente de la cualidades de cada uno de los ilustradores, D’Antonio demuestra ser un guionista con un profundo conocimiento de la psicología humana y que sabe conferir a sus personajes una gran entidad y carácter. Por ello no nos debe extrañar que pese al impresionante listado de grandes autores que hemos mencionado (al que habría que añadir a otros que habíamos olvidado como Hugo Pratt, Milo Manara o Micheluzzi), algunos críticos italianos consideran a El hombre de Ivo Jima como el mejor volumen de la colección.
El arranque de los años ochenta supone para D’Antonio un nuevo horizonte una vez concluidas su Storia del West y la serie Un uomo, un'avventura. Durante las siguientes dos décadas centró su actividad en la escritura, abandonando el dibujo (campo en el poseía un gran talento, con una muy moderna concepción de la página y del encuadre). Preferentemente se centró en colaboraciones con Fernandino Tacconi: las colecciones Marc lo straniero y la Storia de la 2ª guerra mundiale, publicadas por Orient Express) y la escritura de la serie de Sergio Bonelli Editore Nick Raider; un policiaco, esta última, creado por Claudio Nizzi al que D’Antonio insufló un aire nuevo mediante le desarrollo de los personajes secundarios.
Uno de las últimas creaciones en las que D’Antonio puso más empeño (hasta el punto de que volvió a coger el lápiz para ponerse a dibujar alguno de sus episodios y todas las portadas) fue la serie de la casa Bonelli Bella & Bronco. La colección consistía en un tratamiento más “ligero” del género western, con un tono y una “picara” pareja de protagonistas muy similares a los de los volúmenes que D’Antonio escribiera para Taconni en la colección aquí conocida como Un hombre, una aventura.
En sus úlimos años, se ocupó de la escritura de Nick Raider, con esporádicas aportaciones a otras series como la Julia de Berardi. Pese a haber rebasado la edad habitual de la jubilación, D’Antonio siguió en la brecha, demostrando porqué en su determinados momentos de su carrera fue definido como “el más grande autor completo de Europa”.
Falleció en su casa de Milán en 2006, a la edad de 79 años.