Alfredo P. Alcalá, amante de los cómics desde su infancia, mantuvo su interés en ellos durante toda su vida, abandonando los estudios en su época adolescente para dedicarse a la carrera de dibujante. Sus primeros encargos consistieron en anuncios y diseños de artículos del hogar, como muebles y lámparas, demostrando sus excelentes dotes diseñando el púlpito de una iglesia.
Todavía muy joven, en la Segunda Guerra Mundial, comenzó a dibujar historietas durante la ocupación japonesa de su país. Inspirado por el trabajo de Lou Fine y otros artistas del cómic book en su época, en octubre de 1948 comienza a producir trabajos para Bitiuin Komiks. Al acabar el año, se encuentra trabajando activamente para Ace Publications, la que fue mayor editorial de Filipinas. En Filipino Komiks, Tagalog Klassiks, Espesial Komiks e Higawa Komiks, publicaciones de Ace, se pueden encontrar sus viñetas. Trabajar para esta compañía lo ayudó a expander sus horizontes y conseguir mayores oportunidades, convirtiéndose en una estrella entre los dibujantes de cómic filipinos.
Alcalá se introdujo en el mercado norteamericano del comic con la creación de Voltar, en 1963, obteniendo gran éxito, ganando numerosos premios y convirtiéndose en nombre a tener en cuenta. Esto lo lleva a trabajar para DC Comics en la década de 1970, incidiendo en sus títulos de horror y fantasía. También ayudó a reclutar a otros incipientes artistas filipinos, como Alex Niño. Su exitosa carga de trabajo lo llevó a mudarse a New York en 1976. En 1977 se une a Warren Publishing, dibujando decenas de historias hasta 1981. Su serie Voltar se reimprimió entonces en el magazine The Rook.
Con la llegada de los 80, Alcalá pasa a formar parte activa de los más populares comics del mercado norteamericano, entre ellos Star Wars, Conan el Bárbaro y Batman. En los 90, su carrera en auge lo guía hacia diversos proyectos, incluida la animación para películas. Aporta su arte al muy popular título Swamp Thing y continúa tocando principalmente los géneros de superhéroes, terror y fantasía, donde dio lo máximo de sí durante su carrera como dibujante a lápiz y entintador de poderoso estilo.
El 8 de abril del 2000, Alfredo Alcalá muere de cáncer en California. Le sobreviven su esposa, Lita; y sus hijos Christian y Alfred Jr.