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CREEPY

Creepy (primera época)

Toutain Editor, Barcelona, 1979 

Depósito Legal: B-13.295-1979   |    ISBN: 84-85138-31-7

Revista de cómics mensual   |   27,5 × 21 cm.   |   54 pp. -con grapa- b/n, con cubiertas en color; con un encarte en color a partir del núm. 8    |   PVP: 60 pts. [ 100, en su 2ª edición ] y otros precios en incremento, llegando a las 275 pts. en los últimos números.

números extraordinario: 35, 50, 79

Dirección y redacción: Josep Toutain, C/ Diagonal, 325, 08009, Barcelona

Impresión: Alomisa, Coopack, Gramisa, Lifusa, Expograf

[ Portada de Sanjulián para el núm. 0 de Creepy ]

Portada de Sanjulián para Creepy número cero

CREEPY

ALMANAQUES

COMENTARIO, por F.J. Alcázar

CREEPY 2ª ÉPOCA

ÍNDICE DE AUTORES

ÍNDICE DE SERIES


CREEPY, LA INSIGNIA DEL TERROR EN ESPAÑA. Un breve repaso a la historia de la revista publicada por Toutain, por Fco. Javier Alcázar


 El nombre de Toutain está ligado al llamado boom del cómic de los años 80, un fenómeno que hizo que el formato de revista de cómic “para adultos” proliferara y predominara durante los primeros años de esa década. Dentro de la verdadera oleada de revistas que se editaron destacaron las que el propio Toutain publicó, las míticas 1984 (más tarde Zona 84), Ilustración + Comix Internacional y, por supuesto, Creepy, que durante varios años fue (casi) la única exponente en España del cómic de horror, abarcando el periodo que iba del esplendor de las revistas de género de los 70 a la revitalización de los personajes terroríficos de DC en la línea Vértigo. Su éxito se basó en una fórmula que ya había demostrado su validez primero en EE UU y después en las primeras revistas de terror en España.

 Predecesores hispanos de lo arcano

Salvo breves y esporádicas apariciones de elementos terroríficos en las publicaciones infantiles, el tema del horror no había sido tratado con asiduidad en los primeros setenta años del siglo XX en España. En contra de lo que había ocurrido en EE UU, donde la industria había sufrido una sobreexplotación del género a raíz del favor popular disfrutado por las publicaciones de EC Comics y otras editoriales, los tebeos españoles no se apercibieron del uso del miedo como elemento preponderante en sus narraciones. No podía ser de otra forma, en una época en la que el mensaje transmitido a través de las historietas trataba de ser lo más adecuado a la mente infantil, según el concepto de mente infantil que poseían los próceres editoriales del momento y, más que ellos, los (obligatorios) supervisores de cualquier producto que pudiera transmitir un mensaje. Fue en el año 1969, cercano ya el fin de la larga posguerra, cuando apareció la primera publicación española dedicada en exclusiva al terror. La editó Ibero Mundial de Ediciones, y su nombre era Dossier Negro. No solo fue la primera, sino que fue la que, con cambios de formato, de concepto y de editor, alcanzó mayor numeración (217 números). El éxito de esta publicación y el resurgir del género de terror en el cine tanto en el extranjero (con las producciones de Hammer Films triunfando a todo color) como en España (con el impagable Jacinto Molina / Paul Naschy a la cabeza), hizo que aparecieran toda una pléyade de imitadores / seguidores. Así, además de la traducción por parte de Vértice de los tebeos terroríficos de Marvel, Skywald y otros sellos yanquis (Dracula Lives!, Tales of the Zombie, Monsters Unleashed, Tomb of Dracula... en Escalofrío, Relatos Salvajes, Fantom, Espectros), varias editoriales y títulos se subieron al carro y lanzaron nuevas cabeceras: Escorpión y Pánico de Vilmar, S. O. S. de Edival, Delta de Ediciones Delta y otras muchas. Pero fue Ibero Mundial la que supo sacar partido del éxito, editando las versiones en español de las revistas de Warren Publishing, magazines en blanco y negro dedicados íntegramente al terror y que llevaban varios años triunfando en EE UU. Así, las revistas Creepy, Eerie y Vampirella tuvieron representación en Vampus, Rufus y Vampirella, verdaderas instituciones en la historia del cómic de terror patrio. Sería básicamente en este modelo de publicación donde Toutain se fijaría para su lanzamiento como editor, después de años como director de la agencia que suministraba material precisamente para estas revistas de Warren: Selecciones Ilustradas. 

 Yo fui una agencia adolescente (y después una editorial)

Josep Toutain (1932-1997) comenzó como dibujante en la España de los años cincuenta. No llegó a afianzarse como tal, y decidió embarcarse en el proyecto de dirigir una agencia de artistas que suministrara material tanto para España como para el resto del mundo, centrando su producción en historietas para Inglaterra, Francia y EE UU. La agencia Selecciones Ilustradas (SI) fue la responsable de que las revistas de Warren sufrieran en los años 70 lo que algunos teóricos han denominado la “invasión hispana”, lanzando al estrellato nombres como los de Esteban Maroto, Pepe González, José Maria Beà, Rafael Auraleón, José Ortiz y prácticamente la totalidad de los autores que significaron algo en la industria española del cómic de los 70. A finales de esa década decidió probar suerte con la labor editorial, sacando al mercado la revista 1984, versión españolizada de la del mismo título publicada en EE UU por Warren, y dedicada al género de ciencia ficción. Visto el éxito de ésta, su segundo lanzamiento fue la ya mencionada Creepy, en marzo de 1979, respetando en esta ocasión el título original y presentando tanto material originalmente publicado en EE UU como material producido expresamente para la ocasión. Se ha comentado más de una vez  el curioso hecho de que autores españoles, contratados en la agencia para producir historietas para EE UU y famosos en el extranjero, vieran finalmente publicado este material en su país pasando entonces a ser conocidos por sus compatriotas. La revista se caracterizó por el proceso de “recuperación” de autores españoles que, a pesar de ser reconocidos y publicados con asiduidad en todo el mundo, eran completamente desconocidos en España. Podríamos decir que Creepy llegó, vio y triunfó. Inmediatamente centró las expectativas de los aficionados españoles, que, si no estaban interesados en las producciones infantiles de la omnipresente Bruguera y afines, tenía que subsistir con las cada vez más escasas traducciones de superhéroes de DC y Marvel, los todavía más escasos comics que llegaban de México a través de Novaro y las reediciones de clásicos estadounidenses.

Como ya se dijo, la fórmula de Creepy se basaba en la de Vampus y Rufus, que a su vez tenían su origen en las Creepy y Eerie americanas: historias en blanco y negro, autoconclusivas, de unas 8 o 9 páginas de extensión, que solían introducir el elemento terrorífico en un ambiente cotidiano sorprendiendo al lector en la última página. Warren también se caracterizó por mostrar cierto componente sangriento y sexual en sus historietas, aumentando así el interés del potencial lector. Estas historias se embutían en un producto de 70-80 páginas, presentado por una espectacular portada a todo color que inmediatamente destacaba en el puesto de venta.Ilustración de Sanjulián inédita

De esta forma, el Creepy español, denominada en sus comienzos “La primera publicación mundial de terror”, ofreció en un principio material procedente únicamente de Warren casi en su totalidad inédito, aunque también se caracterizó por mostrar en cada número una historieta ya publicada en España pero interesante desde el punto de vista artístico. Y si algo hay que destacar de los productos que Creepy ofrecía es que, aparte de que tuvieran o no originalidad y coherencia, la gran mayoría eran historias de gran calidad plástica, muchas producto de la experimentación que los artistas españoles habían llevado a cabo en el cómic durante la década anterior. Las historias más absurdas y previsibles podían esconderse bajo una pátina de calidad gráfica indiscutible, lo que sin duda fue una de las bazas del éxito de la publicación.

Poco a poco la revista fue introduciendo material producido expresamente para ella y otras historietas que, aunque en principio no fueron publicadas por Warren estaban realizadas por autores de reconocido prestigio (y como ejemplos más significativos podrían citarse a Richard Corben y Berni Wrightson). Cambió su subtítulo por el de “El comic del terror y lo fantástico”, y comenzó a introducir historietas que no sólo estaban en el límite del amplio concepto de lo “fantástico”, sino que claramente se salían fuera del mismo. Casos como el “Axa” de Avenell y Badía Romero, “Mundo de ritos” de Martín Demingo o “Sigur el vikingo” de José Ortiz, enmarcados en un ambiente más fantástico que terrorífico; “Vida en otro planeta”, de Will Eisner, un serial de política ficción; “Viaje al infierno”, de Echevarría y Auraleón, con tintes de ciencia ficción; y uno de los grandes éxitos de la revista, “Torpedo 1936”, de Sánchez Abulí y Jordi Bernet, una historia de gángsters de los años 30 cuya popularidad trascendió títulos, editoriales y fronteras.

Tras el cierre de Warren en 1983, dejó de existir una de las principales fuentes que suministraba material a Creepy. El material llegó desde entonces de publicaciones argentinas, autores reconocidos y escaso producto autóctono, encargado a guionistas y dibujantes españoles de probado prestigio (como el ya citado “Torpedo” o “Las mil caras de Jack el Destripador” de Antonio Segura y José Ortiz). El final se acercaba poco a poco...

 Probando sangre nueva

Una de las cualidades que caracterizó a Toutain fue la promoción de nuevos valores. Ya fuera a través de concursos nacionales (varias ediciones en la revista 1984, dos ediciones en Creepy) o a partir de las muestras que le enviaban los propios autores noveles, Toutain intentó sacar a la palestra jóvenes dibujantes que significaran el reemplazo de los ya consagrados artistas de SI. De la cantidad de nombres que publicaron en Creepy por primera vez (Rafael Negrete, Raúl Martín Demingo, Jordi Díaz Castrillo, Santiago Pérez, Javier Santonja) habría que destacar tres: Miguelanxo Prado (que curiosamente debutó en Creepy con una errata en la portada, como Miguel Ángel Pardo), José María Beroy y Enrique Jiménez Corominas. Miguelanxo Prado publicó por primera vez en Creepy núm. 30, con “Mar de tinieblas”, y siguió publicando en 1984 (“Fragmentos de la Enciclopedia Délfica” y “Stratos”) y Comix Internacional (“Crónicas incongruentes”), más tarde recopilados en álbumes. José M. Beroy, tras algunas historietas cortas, publicó la serie “Dr. Mabuse” en la última etapa del primer volumen de Creepy. Y Enrique Jiménez Corominas vio su serie “Tragaldabas” publicada en la segunda época de Creepy. Como comentaba Prado en una entrevista, Toutain tenía buen ojo para descubrir nuevos talentos, pero no tenía capacidad para retenerlos en sus revistas; después no sabía que hacer con ellos. Esto no quita mérito al editor, que proporcionaba un lugar para que los “novatos” publicaran de forma profesional (¡cobrando!), sirviéndoles en muchas ocasiones de rampa de lanzamiento para su carrera. Hoy día, años después del cierre de las revistas de Toutain y de la muerte del editor, muchos añoran esa época en la que, al menos, había posibilidades de que un amplio sector del público lector leyese tu obra.

 Muerte (y resurrección)

Creepy cerró en su núm. 79 con 80 números a sus espaldas, junto a seis almanaques y un Especial Concurso. Más de seis años en el mercado. Y, según el editor, cerró vendiendo más de 14.000 ejemplares. Entonces, ¿cuál fue el motivo del cierre? ¿Desgana, cansancio, aburrimiento? Leamos la explicación del editor: «Una revista de comics con la calidad técnica de CREEPY, solamente es posible combinando la producción de series e historias propias con buen material extranjero (...) Y no hay producción extranjera (...) Solo nosotros y arrojamos la toalla.» Algo de razón debía de tener, puesto que las renovadas Zona 84 (sucesora de 1984) y Comix Internacional siguieron publicándose, los álbumes recopilatorios continuaron en el mercado durante varios años, y Creepy disfrutó de una segunda edición de sus 79 números. Y volvió de la tumba...

En 1990 Toutain se lanzó de nuevo a la publicación de revistas, con Creepy y Comix Internacional (bajo el sello Zinco). El Creepy de esta ocasión siguió prácticamente el mismo esquema que el anterior, pero publicando de entrada autores noveles (Corominas, Pérez, Santonja), e introduciendo mayor número de series y secciones ajenas al cómic. Una sección de la revista, “Los archivos de Creepy”, estaba dedicada a recuperar material clásico de Warren, lo que junto a la presencia del inefable Santiago Martín Salvador, la esporádica intervención de José Ortiz y la serie “Las crónicas del Diablo” de Esteban Maroto, daban a la publicación un regusto de “clásico” y un motivo de acercamiento para los lectores más veteranos. Pero la nueva etapa ni se acercó al éxito de su predecesora. Acabó cerrando tras solo 19 números en la calle, en un momento en que el concepto de revista tal y como se entendía en los 80 ya no era viable en el mercado. De ellas, junto con El Víbora y El Jueves en sus respectivos géneros, sólo sobrevivió Cimoc, que también hubo de cerrar a mediados de los años noventa, y los intentos por parte de otras editoriales de recuperar el concepto de revista de cómics.

  Finiquitando

Creepy fue, sin duda, importante para el mercado editorial español. Admitido su lucimiento gráfico, aunque ha habido estudiosos que criticaron la falta de contenidos de aquella época de la publicación, hay que reconocer que tanto Creepy como el resto de tebeos de Toutain significaron un revulsivo para la entonces anquilosada industria del cómic español. Y su muerte también fue parte del fin de la industria como tal.

No todas las historias publicadas en Creepy fueron buenas obras, incluso muchas de ellas no alcanzaban un grado aceptable de calidad. Algunas eran basura. Pero rara era la ocasión en la que no se encontraba, tras dejar atrás esas maravillosas portadas de Sanjulián o Enrich, algo valioso ya fuera desde el punto de vista artístico o documental, hallando en ocasiones verdaderas joyas de lo que, a pesar de todo, nos sigue gustando: el cómic de terror.


VÍNCULOS

Indización de Creepy

Indización de Creepy, segunda época

Índice de autores

Índice de series

Notas sobre la historieta de terror en España por Antonio Martín


[ Ficha: Fco. Javier Alcázar. Publicada en Tebeosfera 020628 ]