1. Sabemos
que eres nacido en la localidad murciana de Torre-Pacheco, pero tú te
sientes de Cartagena y quieres ser considerado dibujante cartagenero.
Explícanos este
peculiar sentimiento de naturalidad.
Es
lógico ese sentimiento, se da la circunstancia de que nunca he vivido en
Torre-Pacheco, mis padres sí eran de allí pero se fueron a vivir a
Valencia y cuando mi madre estaba a punto de dar a luz se volvieron para
que estuviese presente la familia en el evento (por cierto,
tampoco fue en Torre-Pacheco donde nací físicamente sino en una clínica
de Murcia ciudad), el papeleo por lo visto exigía un domicilio y mis
padres seguían empadronados en Torre-Pacheco. A los cinco años volvimos
de Valencia instalándonos definitivamente en Cartagena. Por tanto, no
tengo nada en contra del pueblo de mis padres y de mis abuelos, creo que
es lógico que me considere cartagenero, aunque oficialmente sea
diferente.
2. Y
pese a pertenecer a esa esquina de España, donde te formaste fue en
Sevilla, en la Facultad de Bellas Artes ¿Podrías describirnos tus
vivencias relacionadas con el cómic y el humor gráfico en la localidad
hispalense?
Efectivamente también tuve una época en la que me consideré sevillano,
fueron seis años los que pasé allí y volvía a Cartagena en contadas
ocasiones. Aunque no me tomé en serio la idea de quedarme a vivir en
Sevilla, podía haberlo intentado porque es una ciudad muy especial. El
ambiente artístico era (lo cierto es que ahora mismo no sé en qué
momento está) bastante diferente al resto de las facultades del país con
sus aciertos y sus errores, todo giraba entorno a la restauración,
imaginería y la pintura que fuera clásicamente sevillana (realismo
sevillano). Esto hacía que fuese un ambiente algo endogámico, algo
muy de puertas para dentro.
Por otro lado, la enseñanza clásica del dibujo de la figura humana junto
a las clases de Anatomía Aplicada me marcaron para siempre, fue como
ponerme en la mano una varita mágica que me descubriera todos los
secretos que hasta entonces parecían sólo al alcance de unos pocos, las
manos, los pies, al controlar la proporción podías controlar las
desproporciones... siempre le agradeceré a esa facultad esa parte tan
importante de mi aprendizaje.
Sin embargo, el tema de los cómics y mis descubrimientos iban paralelos
pero no revueltos, no había que mezclar lo que yo hacía cuando
volvía a casa con lo que en la facultad se realizaba. Por entonces
(aunque no dudo que el catetismo perdure), y no hablo de la posguerra
sino de 1990 a 1995 la etiqueta de
«eso
parece de cómics»
estaba muy presente, claro que si había un grupillo que era el que mejor
reflejaba las composiciones en movimiento de los modelos (ya que tenían
mejor visión espacial y no les hacía tanta falta que el modelo repitiese
una y otra vez) que también era el de los que hacían cómics, pero
¿cómo ibas a comparar eso con un retrato funesto de una Macarena con su
lagrimilla cayéndole que quita el sentío?, ¡qué atrevimiento por
Dios!. Así que había dos formas de montárselo o seguías evolucionando en
lo que crees que es tú camino (porque el profesorado que no esté a la
altura no va a reconocer otra forma de talento o de expresión artística,
que no sea pintar los azulejos de un patio andaluz entre nebulosas y una
señora vestida de faralaes que mira pensativa) o te entregabas a por un
buen expediente.
Menos mal que mi amigo Alejandro Rojas, se inventó un fanzine donde
podíamos desahogarnos hasta que dejaron no ya de darnos presupuesto,
sino de dejarnos hacer ni siquiera fotocopias.
Y
es que claro, salieron a flote muchos males de la facultad, los que
crean todos aquellos que hacen de los despachos y departamentos su
propio negocio, olvidándose de lo que iban a desempeñar cuando tomaron
posesión de su plaza. En fin, en la elaboración de aquella sin par y
fugaz revista conocí a unos cuántos buenos dibujantes a los que
desgraciadamente perdí de vista.
3. A
mediados de los años noventa participas en el curso de animación de
DIALPA TV, del cual salieron algunos de los hoy dibujantes en Sevilla (Rosell,
Lombilla, Angelito…) Refiérenos aquella aventura, qué se hizo y qué no
se hizo…
Tengo una memoria malísima para los nombres, lo más seguro es que
conozca los que nombras pero como no les vea el careto...
El proyecto de Dialpa TV me llegó en un momento de crisis
personal, estaba en el tercer curso de la carrera cuando me empezaron
las dudas sobre mi futuro con mi título en la calle y eso, si no estaría
perdiendo el tiempo y el dinero de mis padres... etc., algo que después
comprobé que le pasaba a muchos estudiantes y no precisamente estudiando
lo mismo. Mi decisión fue empezar a buscar una salida laboral y no
esperar a licenciarme para encontrarme con todos los sustos de golpe. El
proyecto de Dialpa como comprenderás llegaba en el momento justo
(después de haberme encontrado con algunas puertas cerradas en agencias
de diseño), me presenté a un examen que se hacía en varios turnos. Era
impresionante, no recuerdo bien el número exacto pero nos presentamos
cerca de 1100 personas acompañados de nuestros bártulos, en mi caso sólo
un lápiz, una goma y un rotring. Así que cuando vi como los demás
sacaban las acuarelas, témperas, botes con varios pinceles... estuve a
punto de marcharme a la parada de autobús. Recuerdo que tuvimos que
crear un personaje y también hubo una prueba de caricaturas (me tocó
dibujar a partir de una cutrísima fotocopia en b/n a Margaret Thacher).
Al final nos seleccionaron a unos 140 dibujantes, la perspectiva era
hacer un curso de dibujante animador en dicha productora con posibilidad
de trabajar luego para la empresa. De aquellos meses me quedan muchos
recuerdos gratos de convivencia con otros dibujantes.
Pasaron varios meses, para darnos cuenta de que aquel tinglado sólo era
una tapadera para recibir una puñetera ayuda europea, y que no había más
futuro después de aquello. Los profesores se fueron yendo porque se les
debían sus nóminas y ante tal panorama tuvimos que suplicar a la Junta
de Andalucía que por lo menos aquellos meses de sacrificio se vieran
reflejados en un diploma, que se nos resistía al estar en busca el
sinvergüenza del presidente de Dialpa.
Me quedo con lo bueno, desarrollé mayor soltura en el dibujo y la
capacidad de dotar de un dinamismo a mis personajes que antes no tenía.
Y sucedió durante aquel curso algo que cambiaría mi rumbo y terminó con
mis dudas al menos sobre mi meta laboral, se convocaba por primera vez
el concurso de Humor Gráfico Joven & Brillante (1993). Cuando me
notificaron que estaba seleccionado entre tantos participantes y que mi
obra saldría en un catálogo... como te lo cuento, me dije:
«¡ya
está, lo mío es el Humor Gráfico!».
A
partir de ahí empecé a hacer chistes, a estudiar cómo lo hacían los
mejores (¿cómo expresaban las ideas?, si se necesitaba mayor o menor
histrionismo, si era importante aprender a hacer caricaturas).
4. Ajá,
y en
1994, en El Repaso de la actualidad sevillana, uno de esos
periódicos elaborados por un equipo de periodistas bisoños, comenzaste a
publicar viñetas de humor ¿Cómo te enfrentaste a tus primeras viñetas de
actualidad; hay que modificar el registro humorístico cuando se trabaja
en prensa de ámbito tan localizado?
Como te comentaba
anteriormente ya tenía claro hacía donde quería dirigir mi labor
artística, un buen día un compañero de clase (cámara de Canal Sur) me
comentó que la escuela de periodismo CEADE hacía un periódico donde
trabajaban los alumnos dirigidos por dos profesionales, así que me animé
y me presenté allí. Enseguida comencé a publicar con ellos; allí
publiqué mi primera viñeta de humor gráfico. Era eminentemente local,
con poca difusión (creo que sólo se ceñían a Reina Mercedes y la zona
universitaria) y los temas de las viñetas giraban desde las colas para
las entradas del partido de la selección española de fútbol a la llegada
de la Feria de Abril. El periódico cambió de nombre varias veces en poco
tiempo (de El Repaso pasó a La Crónica de Sevilla y Andalucía
y después a Crónica de Sevilla) hasta que desapareció en 1995
y le perdí la pista.
En noviembre de 1995 salté a otro periódico, el quincenal La Voz de
tu Orilla, que era prensa barrial de Triana y Los Remedios. Estaba
encantado de poder seguir publicando, tenía clarísimo que era
imprescindible para poder aprender y coger soltura. Estaba de
enhorabuena, porque las colaboraciones anteriores tenían una
periodicidad indeterminada, era el ritmo que marcaban los alumnos y
claro... dependía del esmero de estos (El Repaso empezó como
bimestral y luego se intentó cierta regularidad mensual). Con
La Voz me
gustaba que fuese quincenal (más dibujos al mes, más disciplina de
entrega), pronto comprendí que si era capaz de hacer un chiste sobre los
intríngulis del día a día del barrio... no encontraría excesiva
dificultad a la hora de hacer algún día temas nacionales. Estaba
comenzando a crearme adicción el oficio.
Cada viñeta era diferente a la
anterior, no tenía estilo ninguno, pero estaba casi más preocupado por
los guiones, encontrar la frase exacta para el momento, que el texto y
el dibujo no fuesen una redundancia... En cuanto al dibujo alternaba los
rotuladores con el pincel y la tinta china (con trazos muy bastos
influido totalmente por Óscar y su Cojonciano).
5. Tras
obtener el CAP decidiste dejar Sevilla y regresar a Murcia, y
rápidamente te ubicaste en el periódico regional Diario 16 Murcia.
Con la carrera terminada en Sevilla ¿cómo se adivinaba el panorama
profesional murciano?
Sí, llegó la hora de la marcha. Sevilla me encantaba pero no tenía
motivos profesionales que me retuvieran, y en Cartagena me estaba
esperando una reserva en el hotel Base de Submarinos. Así que volví e
hice las cosas que había ido retrasando durante la carrera: la mili y
sacarme el ¡carné de conducir! Por otro lado, lo del D16 Murcia
llegó en 1996, durante mi último año en Sevilla, un año más de estancia
que me regalé para hacer el CAP y colaborar en el departamento de Dibujo
de la facultad. Cuando empecé en D16 Murcia (aproveché las
vacaciones de Semana Santa para hacer una ronda por los diarios
murcianos) me dejaron claro que estaban en una situación muy precaria y
no sabían cuánto más podrían aguantar, lo único que tenía que ver este
periódico con Diario 16 es que tenían algo así como alquilada la
cabecera de éste, en plan franquicia, aprovechando ese nombre pero
parece ser que sufriendo unas mordidas muy importantes en los beneficios
propios que generaban por publicidad.
El
periódico agonizaba, y yo necesitaba publicar para poder aprender, no
fue difícil el acuerdo. Así pues se fueron publicando las viñetas que
iba enviando desde Sevilla, sin ninguna exigencia, las que llegaban se
publicaban. Unos seis meses duró la experiencia.
Cuando
terminé la mili, tocaba preparar oposiciones a ESO. Por supuesto, no
dejé de dibujar, me presenté a muchos concursos internacionales y seguí
fiel también a J&B, los resultados me seguían animando. No buscaba tanto
los premios como un currículum que les llamara la atención a los medios
que enviaba mis trabajos... mientras, seguía sembrando.
A finales de 1998 me embargó de nuevo la ilusión de
volver a publicar, esta vez, semanalmente para el diario La Opinión
de Murcia (también empecé a hacer mis pinitos en la enseñanza
privada). Y en abril de 1999 se instalaba en Cartagena un nuevo grupo
editorial, El Faro, con ellos empecé ¡una tira diaria!
Evidentemente las cosas estaban mejorando y se alejaban los dos años
grisáceos que vinieron después de terminar los estudios.
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