Durante al transcurso del año han ido apareciendo algunos libros,
cuadernos u otros formatos que recopilaron tiras de autores de humor
gráfico, generalmente publicados en régimen de autoedición o con ayuda
de subvenciones, o por imprentas y editores de algún periódico u otra
empresa, o por sellos habitualmente no ligados a la historieta o el
humor gráfico. Este parece estar siendo el único modo de que un
humorista gráfico pueda sacar a la luz sus tiras en España, donde el
humor gráfico cae en la categoría de tebeo en cuanto se reúnen un puñado
de tiras en un volumen.
Desde la perspectiva temática, en estas publicaciones encontramos un
humor lejano de polémicas que prefiere cernirse sobre lo chabacano a
escarbar en lo “delicado”. Hoy, siguen siendo temas delicados en
nuestro país: la monarquía, la iglesia, las corporaciones o grandes
empresas –por más que fomenten la explotación infantil, por ejemplo-,
los propios medios de comunicación masivos –la prensa y sus modos no
está bien visto que sea criticada-, etc. Pero aún quedan aspectos de
nuestra política, sociedad y cultura que son sometidos a mofa.
César Oroz ha preferido fijarse en la inextinguible tuna o en la ralea
estudiantil para hacerse unas risas. Al menos en esta tónica discurre la
lectura de su libro Piso de estudiantes, 2 (La tira de dibujos,
S.L., Pamplona, 2004). Oroz es un autor ya veterano, lleva más de década
y media publicando sus tiras cómicas en la prensa navarra (actualmente,
en Diario de Navarra), y al menos tiene diez libros
recopilatorios de sus tiras editados, lo que demuestra su veteranía.
Los “semper suspensus” de sus tiras en la obra Piso de estudiantes
son el prototipo del antiestudiante actual, ese elemento del cual
los profesores reniegan, que los padres aborrecen y que los propios
estudiantes ríen encantados. El protagonista es un crápula disfrazado de
punk que exhibe cierta vena sociópata: guasón, sin vergüenza, ávido por
la juerga y dispuesto a todo con tal de no estudiar para no aprobar y
seguir manteniendo su actual estatus. Todo un progresista. Mientras siga
existiendo el dinero de sus padres, claro…
La característica cómica de estas historietas reside en el contraste.
Este personaje vive en un piso de estudiantes con otros compañeros, uno
de los cuales es hacendoso y “formal”, otro de los cuales representa la
antítesis del protagonista puesto que es un tuno... Y el resto
consistirá en fórmulas para eludir la limpieza del piso, para lograr
copiar en algún examen, para conseguir un buen puesto en la barra del
bar de abajo… Radicando el humor en el descoco del protagonista, que
nada respeta y se siente inmune a cualesquiera clase de poderes
(policía, profesores, regentes de negocios, sus propios compañeros…).
Quizá la mejor tira es aquella en la que dialoga el personaje central
con un profesor quien le acusa de ser un «adolescente permanente al que
la de miedo madurar y enfrentarse a la vida». Si otro argumento, se
carcajea y le llama «Amargao!»
El estilo de Oroz es muy eficaz por su contundencia gráfica, que algunos
no dudarían en calificar como “estilo feo”. Hereda la línea del
underground genuino, que parece tomar elementos de los humoristas
gráficos argentinos (Fontanarrosa, Caloi, Tabaré) y formula viñetas bien
encajadas y compuestas, con los elementos justos para los fondos y un
sabio uso de los sombreados que confieren mayor contundencia a los gags.
Deposita gran importancia en las onomatopeyas, en la rotulación muy
marcada y en la exageración mediante la deformación cuando quiere
representar un brote de energía o un acto de violencia. En suma, es el
perfecto candidato gráfico para publicaciones como TMEO que
hubiera encajado muy bien, por las temáticas que utiliza, en El
Jueves. Pero que, en realidad, hubiera encajado en cualquier
publicación como dibujante muy expresivo. Cabe preguntarse por qué ha
preferido proseguir en el humor genérico y estereotipado en prensa
local.
En otro vértice, aunque no opuesto, se sitúa la obra de Ubaldo
Papila. Ubaldo César Boyano Adanes es un humorista gráfico atípico
porque tiene gran presencia pero apenas si publica sus tiras de humor
gráfico en otros soportes que no sean electrónicos. Este es su primer
libro recopilatorio, editado por el mismo autor en Alcalá de Henares en
octubre de 2004. El librito de tiras viene avalado por algunas
presentaciones, la del periodista Roberto Mangas, las de los humoristas
Tony Cochram y Malagón, y la del estudioso y editor del humor gráfico
PGarcía.
Papila es la historia de un grupo de personajes que hacen vida en una
pensión del centro de una pequeña ciudad donde vive gente de clase
media. Los inquilinos se diferencian del resto de los ciudadanos en que
carecen de trabajo o pretenden no dar un palo al agua. Todo esto lo
expresa Ubaldo mediante un dibujo sencillo, muy inspirado por el genial
argentino Quino pero con deseos de parecerse a ciertos autores
estadounidenses de comic strips, insistiendo con la fórmula de
tira de tres o cuatro viñetas. Ubaldo reflexiona superficialmente sobre
ciertos estamentos sociales como la clase política o los funcionarios
públicos, y critica lugares comunes como la cuestión educativa o el
reparto de la riqueza. Por eso, aunque es brillante ocasionalmente («Qué
precio tan alto para la incultura» reflexiona Ben, uno de los
protagonistas de la tira, ante un cartel de “Libros a 1 euro”) en muchos
casos recurre al chiste fácil y a la reflexión socorrida. Este modelo
simplificado parece ir modelándose hacia el final del libro, todo lo
cual indica que Ubaldo esta logrando mejorar su humor y también su
estilo de dibujo, con lo que es muy posible que en el futuro obtengamos
de él una obra más consistente tanto gráfica como argumentalmente.
También siguiendo el modelo de autoedición saca cada año un libro
recopilatorio de sus tiras en prensa local el autor asturiano Adela C,
que no es otro que el publicista y guionista Ángel de la Calle, también
coorganizador de la Semana Negra de Gijón, entre otras
actividades. Los libros los viene publicando desde hace nueve años bajo
el título Mar y Mari (Creaciones Gráficas, Gijón, 2004), y
recogen las tiras que duran el verano se publican en la sección Vivir
del diario asturiano El Comercio (y también en La Voz de
Avilés). A primera vista parece un trabajo de encargo resuelto con
impericia, prisas y oportunismo: son tiras siempre protagonizadas por
dos esculturales chicas en bikini o haciendo topless, dibujadas
con escasos elementos y mediante una técnica sencilla, y con fondos que
se nutren de horizontes playeros –los más sencillotes- o de elementos de
la arquitectura local, al alcance de cualquiera si te pasas por la
oficina de Información y Turismo.
Pero no es eso solamente. Ángel de la Calle es un guionista con recursos
que disfraza su capacidad editorialista bajo un estilo lineal y unos
personajes “gancho” que son todo lo contrario de lo que aparentan. Sus
chicas son apetecibles, cierto, pero no responden al prototipo de joven
guapa y tonta, antes bien al contrario, y le sirven a De la Calle para
plantear cuestión tras cuestión que arremete contra instituciones,
políticos y fórmulas de vida sobre las que habitualmente no
reflexionamos. Unas perlas lo demostrarán: «¿…Y lo de los 700 kilogramos
de hachís que encontró la policía en un camión del ejército?»; «Las
democracias son como las jovencitas, una cosa preciosa… pero están
destinadas a que, antes o después, alguien se las cepille»; «(…) si eso
es lo que piensan los clérigos educados y sabios… odio imaginar lo que
estarán pensando los clérigos psicópatas»; «(…) no entiendo que quieran
quitar la asignatura de ética, o la de religión de los planes de
estudios… si luego resulta que todos ejercemos de moralistas o de
apóstoles (…) y nunca hacemos de lingüistas o de matemáticos»;
También estos personajes dejan lugar a la picardía, principalmente sobre
la búsqueda de hombre, el noviazgo, el sexo, etc., desde una perspectiva
femenina levemente canalla que el autor –un hombre, por más que firme
Adela C- sabe articular con inteligencia (acaso por saber que para los
hombres el sexo tiene siempre al pene como centro). Y, finalmente
hallamos también tiras sobre aspectos más mundanos, juegos de palabras
fáciles, chabacanería ocasional y el chiste de tasca llevado a la
viñeta. En general, domina el chiste inteligente en una fórmula singular
en el humorismo gráfico español, donde el autor combina personajes y
estructuras dibujadas distantes del humor que aborda, en el que cabe de
todo.
Los editores de tebeos también se arriesgan a publicar humor gráfico, o
formatos que aúnan el ensayo crítico con el humor satírico, caso del
libro de Joel Andreas que se comenta en esta misma edición de Tebeosfera
y que ha publicado el sello bilbaíno Astiberri
[>]. Esta
editorial ha publicado la obra del estadounidense Darby Conley Get
Fuzzy, que han querido lanzar con su título original a la par que su
traducción: A contrapelo. Este libro, que recoge tanto tiras
diarias como dominicales estadounidenses resulta atractivo por su
edición y formato (las dominicales se ajustan a una página, a veces con
supresión de la viñeta de presentación) y también por su contenido,
aunque es inevitable la comparación con Jim Davis y su archifamoso
–porque ya estuvo en el cine– Garfield.
Es más que eso, aunque el triángulo protagonista es idéntico: hombre
joven y bien situado, acompañado de perro leal y de gato diabólico.
Bucky, el gato de Get Fuzzy es bastante más cruel que Garfield,
pues aquel obra con intencionalidad cómica o por salirse con la suya
dentro de un orden, Bucky, por el contrario, es de naturaleza podrida y
no busca la risa en su proceder, sólo la satisfacción propia por encima
del dolor ajeno. Conley juega en cierto modo con algunas estrategias
aparte de las de Davis, que resulta ser bastante lineal en sus
propuestas (he ahí uno de sus atractivos), pero las combina con las de
los autores de Zits y de Calvin & Hobbes, por la dosis de
fantasía, el sarcasmo crudo ocasional, la ironía dolorosa…
Del lado del haber, también, está las cualidades como dibujante de
Conely, que están al mismo nivel que la técnica desplegada en su obra:
depurada, mimosa con la línea, cuidadosa con la aplicación de grises.
Del lado del debe, lo que peor funciona es el juego de palabras, acaso
por deslices en la traducción (por ejemplo: «El jamón tenía gordo»), que
a veces dificultan la comicidad. Pero, en el balance final gana la risa
y las tiras geniales superan a las flojas, sobre todo cuando se alían
perro y gato para entrometerse más en la vida de su dueño. Y es que uno
de los alicientes más interesantes de Get Fuzzy es precisamente
ese: las mascotas no viven necesariamente en su mundo, se comunican e
interactúan con el mundo real en el que su dueño evoluciona.
Merece la pena seguir las evoluciones de esta arañada familia, y eso que
Bucky sólo tiene un colmillo…
El humor en la prensa.
Por lo que respecta al humor en prensa, no se han producido grandes
sorpresas en el panorama nacional durante la segunda mitad del año, con
la salvedad de que se constata que en Cataluña, País Vasco y Galicia
siguen siendo las comunidades cuya prensa cuida más a los humoristas
gráficos. Como muestra un botón: el suplemento Lectura del diario
ilerdense Segre publicó en su núm. 246, de 9-I-2005, un dossier
de 10 páginas sobre el homenaje que Humoràlia le dedicó a Joan Manuel
Serrat debido al cáncer que padeció. Entre los autores estuvo Armengol,
Contreras, Leal, José Julio, Mayoyo, Xaquin Marín, Turcios, Forges y
muchos más.
Entre las incorporaciones, en Metro comenzó a dibujar Sendra unas
tiras simpáticas, de humor aparentemente blanco pero que tocaron alguna
fibra sensible por causa de las acusaciones de misógino que se vertieron
contra él (¿no decíamos que el humor es el humor y aquí no valen los
descréditos de lo socialmente incorrecto?). En el nuevo diario, también
gratuito, Qué!, lanzado del Grupo Recoletos el 18 de enero
de 2005 con un diseño orientado para capturar el ojo del lector habida
cuenta de la gran cantidad y tamaño de fotografías y gráficos, el humor
también tuvo cabida siendo escogido el veterano
y mordaz Alvarortega para la tira diaria. Otro diario que nació este
año, La Voz de Cádiz, lleva en
su sección de opinión una viñeta del joven Fritz, antes conocido por su
trayectoria como editor de Radio Etiopía.
En las revistas, han seguido dando la lata con humor las publicaciones
locales El Cochinillo Feroz y El Batracio Amarillo. En
este último caso pese a la condena que pende sobre la cabeza de
su editor, Gato, quien ha seguido dando la cara más combativo que nunca
mes tras mes con el diseño a gran formato que ha tomado prestado de
aquella edición fallida a escala nacional. A sus páginas se han sumado
nuevas firmas, habituales en la prensa andaluza, nacional o
internacional: Lombilla, Puebla, Grafio, Aco, Fritz, Cristiano… y cuenta
con los textos en clave satírica de Mariano Mariano, Mesamadero,
Hipólito G. Navarro y Andrés Sopeña, entre otros.
El Jueves
siguió con su tónica, atentos sus autores a la actualidad social y
política y este año particularmente incisivos con la Casa Real.
Estuvieron atentos a la competencia, que no ha logrado destronarles de
su puesto en cabeza en el sector de revistas humorísticas: al poco de
anunciarse la salida de El Virus Mutante
[reseñado en este
Tebeosfera >] contraatacó con el suplemento de verano de dimensiones
similares ¡Hay cocos, Helados y Rooolex!, producto que no
pretendía catapultarse desde ahí a los quioscos. Pero lo cierto es que
El Virus Mutante no resistió a los linfocitos de El Jueves.
Por otra parte, ante un mercado que da nuevas oportunidades al lector
infantil y preadolescente, la editorial regentada por J.L. Martín entró
a competir en este segmento lanzando una publicación para niños, un
tebeo a la antigua usanza pero adaptado al siglo XXI: Mister K
[reseñado en este Tebeosfera >], el cual ha venido gozando de
buena salud hasta hoy (aunque las cifras de ventas del comienzo de su
andadura no se han mantenido y se han estabilizado a una altura
modesta).
Otra revista, en este caso de carácter más teórico que vio la luz este
año (ahora con cadencia casi anual, debido a los problemas por los que
atraviesa la sección dedicada al estudio del humor gráfico de la Fundación
General de la Universidad de Alcalá) es Quevedos, que este año ha
lanzado dos números, 19-20 y 21. El núm. 21 es en realidad el disfraz
escogido para el catálogo de la proverbial exposición anual de la FGUA,
la XI Muestra Internacional de Humor Gráfico, este año dedicado
al Quijote como figura eje de toda la exposición, en la que han
participado lo más granado de los autores de humor mundial (y con un
prólogo impagable de Felipe Hernández Cava). Aparte de este número que
es compilación de viñetas humorísticas, el núm. 19-20 está dedicado al
estudio del humor y al repaso de la actualidad en lo que a esta materia
se refiere. Lo más destacable de este número doble es el dossier
dedicado al simposio Humor Aula
[del que dimos cuenta en edición
anterior de Tebeosfera >] y el homenaje dedicado al humorista Celedonio Otaño, injustamente olvidado por los "teóricos" del humor
españoles y que tuvo una importancia capital en el humor gráfico del
País Vasco y también de Venezuela, su patria adoptiva. El encargado de
este homenaje, Jesús Zulet, también es el comisario de la exposición que
fue preparada durante este invierno. Este número de Quevedos
incluye asimismo un interesante artículo de Osvaldo Macedo de Sousa
sobre "El Chiste". El nuevo diseño de la publicación y su interés demostrado
por la verdadera investigación sobre el humor (en sus diferentes
vertientes) le hace merecedor de más larga vida y más frecuentes
apariciones. Si los presupuestos lo permitieran...
Relacionado con la FGUA está el libro El humor en la relación con el
paciente pues su autora, Begoña Carbelo, es colaboradora eficiente
de todos los actos que en torno al humor gráfico ha realizado la
Universidad de Alcalá desde su Fundación General. Editado por Masson en
Barcelona, se trata de un manuel dirigido a los profesionales sanitarios
que responde a lo expresado en su subtítulo: Una guía para
profesionales de la salud. Está
escrito por una diplomada en Enfermería que es, además, licenciada
en Psicología por la Universidad de Alcalá.
El libro, con prólogo de Luis Rojas Marcos, popular psiquiatra y
acérrimo defensor de las posibilidades y propuestas terapéuticas del
humor, se orienta hacia los profesionales de la medicina con la
intención de convertirse en instrumento de trabajo a los efectos de
fomentar las relaciones de ayuda y facilitar la comunicación ente médico
y paciente. Propone, para ello la autora una exégesis desde otro
enfoque: un acercamiento teórico al humor desde corrientes psicológicas
y psicofisiológicas. En segundo lugar propugna el desarrollo del humor
en el ámbito de la salud, modelos y actuaciones. Por último, recomienda
tipos de prácticas y datos de referencia. Nos ha dolido la bibliografía,
donde muestra los esfuerzos de algunos profesores universitarios y de
algunos autores de textos sobre humor, pero no citan la labor de
Tebeosfera en este campo, creemos que generosa durante los últimos
años. Pese a esta última carencia, el libro es muy recomendable en el
sentido de que viene a demostrar, de nuevo, que no existe cultura humana
desprovista de humor y que éste tiene propiedades terapéuticas
indudables.
Para ir finalizando este repaso, no queríamos dejar sin comentar un
producto inclasificable, Tras el ratón, que se define como “un
cuento”. Obra de kb (Enrique Cabezón), se ha planteado como un tebeo que
fue presentado y distribuido durante la XV Semana de Cine Fantástico
de Terror de San Sebastián, editado como un especial del fanzine
Pasaje al Planeta Clandestino (del sello 4 de agosto). Su
autor sostiene que es una historieta por contener secuencias, diálogos,
textos de apoyo y, además, viene validado por una cita del historietista
José Muñoz que reza: «Las letras se desarrollaron desde los dibujos, son
su evolución, la historieta lo único que hace es reunir lo que estuvo
separado desde milenios antes». Bien, como cita puede resultar
atractiva, pero si sustituimos “letras” por “números” tiene el mismo
sentido, y nadie sostiene que el desarrollo de una ecuación de segundo
grado o la resolución de un límite sea una historieta.
Estas tesis sobre los orígenes de la historieta –que tienen mucho que
ver con la evolución del humor gráfico- siguen estando sin resolver
entre la afición y los divulgadores, cuando los teóricos ya se han
cansado de discutirlo. Apoyarse en las tesis de G. Blanchard sobre la
bande dessinée de la préhistorie que publicó Verviers allá por 1969
está un poco fuera de lugar hoy en día. La obra de kb no es una
historieta, es en todo caso un relato literario fragmentado en
cuadrículas, un ejercicio de estilo que podría calificarse de
surrealista pero no como un cómic. La historia que cuenta, si a eso
vamos, interesa como reflexión sobre la comunicación actual pero no
sobre el medio en sí.
Ya que hablamos de la “prehistoria” de la historieta,
vinculada al humor gráfico del siglo XIX, ha aparecido una publicación
centrada en ese asunto. Se trata de un texto publicado en diciembre de
2004, en el núm. 68 de Mundaiz, revista de la Facultad de
Comunicación de la Universidad de Deusto en San Sebastián, un trabajo
publicado también a modo de librito -como separata-: El bilbaíno
Víctor Patricio de Landaluze, pionero del cómic español en Cuba.
Es el resultado de una investigación que desarrollo quien
esto escribe en las hemerotecas de Sevilla y de Madrid entre 2003 y
2004, en la que se trata de ahondar en la prensa satírica española de
mitad del siglo XIX, concretamente en la que se editaba en La Habana, un
período en el que experimenta gran desarrollo, al menos la que iba
ilustrada. El estudio se orienta hacia la figura del dibujante –y editor
y escritor- Landaluze por considerar que con sus aportaciones gráficas
inaugura nuevos modelos lexipictográficos en español de comunicación que
preludian la llegada de la historieta (el “continuará”, el serial con
personajes reconocibles, el dinamismo y la estereotipia, los dream
balloons o globos de pensamiento, el narrador de tipo homo /
intradiegético que da carta de naturaleza a la historieta…), al tiempo
que ensaya un tipo de sátira y modos de humor gráfico más elaborados y
complejos que los de otros autores de su tiempo.
Conclusiones.
El hecho más destacable producido en el humor gráfico este año es el
cambio de orientación del humor demostrado con el nacimiento y rápida
caída de una publicación como El virus mutante. Durante un
período más o menos largo, al que llamamos Transición, el humor gráfico
desplegó sus alas tanto tiempo retenidas sobre la base de un deseo:
hacer humor político, practicar la denuncia de la estupidez política
antes que la humana, hacer de editorial.
Esta función, tan necesaria en nuestra prensa y en las revistas
satíricas también, ha ido diluyéndose con el tiempo al ritmo que
avanzaba el vigoroso capitalismo globalizador al que se refieren los que
aún mantienen la ilusión de un socialismo utópico. Según los medios de
comunicación se han visto amalgamados a ciertos grupos de poder cada vez
más fuertes, los humoristas gráficos han visto estrecharse sus límites
cada vez más. Así, desde la balaustrada del humorismo gráfico ha dejado
de verse a España y sus problemas con cierta conciencia y espíritu
crítico para observar a España y sus circunstancias con una socarronería
exenta de compromiso.
A
la postre, parece ser que la cuestión es divertirse. |