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VÍCTOR DE LA FUENTE Y LA TEMÁTICA DEL EXILIO

Con el fin de participar en el libro editado por Félix Velasco Víctor de la Fuente. Homenaje, Agustín Riera redactó un largo ensayo sobre la temática del exilio en la obra de De la Fuente. Por presiones de espacio, en aquel libro apareció finalmente un texto mucho más recortado, bajo el título erróneo "Víctor de la Fuente y la temática del estilo".

Aquí se ofrece íntegro tal y como lo concibió Riera, el cual solamente ha sido revisado en busca de erratas o errores flagrantes, que no en su contenido y sus expresiones. Se ha creído de justicia proceder así.

 

Imagen de De la Fuente. Clic para ampliar.

[ Personaje prototípico de Víctor de la Fuente: el guerrero nervudo y de mirada franca, y también viajero incansable, el extrañado, el aventurero obligado... el exiliado. Clic para ampliar. © 1973 Víctor de la Fuente. Extraída de El Arte del Comic, Pala SA, San Sebastián, 1974 ]


Artículo por Agustín Riera


1. El exilio

2. Haxtur

3. El Oeste

4. Arte y estilo


Una obra de arte es una visión personal de la vida. El autor tranfiere en ella su experiencia, su ser íntimo, su personalidad profunda, su visión personal de las cosas, sus ideas, sus aspiraciones, sus amores, sus estados de ánimo, sus revueltas. Y todo ello se manifiesta en su obra con un estilo, una técnica, una pasión que le caracteriza y lo diferencia de los demás.

Esta sensibilidad que se desgaja de su obra toca al lector-observador, según su sensibilidad propia, su percepción personal de las cosas. Se establece así una comunicación, una comprensión, una complicidad, una ósmosis, entre el autor, Víctor de la Fuente, y su lector-contemplador.

El exilio es la constante en la vida y la obra de Víctor de la Fuente.

Desde que nació, Víctor fue exiliado del vientre de su madre. Y luego, los exilios se sucedieron hasta convertirse en la característica principal del hombre y del artista, un « exilio » permanente.

Víctor de la Fuente fue un choque en la historieta en 1971, el año en que apareció Haxtur en la revista Trinca.

Habíamos vivido los acontecimientos de las revueltas estudiantiles de 1968 a nivel mundial, y su « recuperación » por los partidos políticos, así como el fenómeno “hippie”. El mundo estaba cambiando y en España se aspiraba a la libertad de la que parecían disfrutar otros países. Soplaba como un viento de nuevas aspiraciones y sueños de felicidad en un sistema utópico que nunca se realizaría en el futuro cercano, como la Historia lo ha demostrado.

En Estados Unidos, a principios de los años sesenta, la casa Marvel había comenzado a introducir una nueva visión de los cómics, dotando a los personajes de sentimientos y personalidades complejas. Esto culminó en 1968 con The Silver Surfer de John Buscema La otra gran empresa americana del cómic, DC, empezó también a introducir cambios en sus personajes, adaptándose a los nuevos tiempos y siguiendo el ejemplo de Marvel. Así se produjo en 1970 Green Lantern / Green Arrow de Neal Adams, donde se denunciaba el racismo, los problemas urbanos y la droga. El cómic pretendía tener significado, decir algo, y expresarlo con un arte, una maestría a la que no estábamos acostumbrados. Los tebeos, la historieta, los cómics, o, como yo lo llamo: la Literatura Gráfica, estaba llegando a su mayoría de edad, a un estado adulto, a su madurez.Primera aparición de Haxtur en Trinca, en el núm. 17. Clic para ampliar.

En España, tras la decadencia de finales de los años cincuenta y principios de los 60, algunos autores empezaban a expresarse con más profundidad, con más libertad, dentro de lo que era posible. Estábamos empezando a tener esperanza en la historieta española. Carlos Giménez nos había dado Delta 99 en 1968, acompañado del 5 por Infinito de Esteban Maroto. Con la excusa de la ciencia ficción se denunciaban, aunque aún algo tímidamente, las taras de nuestra sociedad, lo que no se limitaba, dicho sea de paso, a la sociedad franquista, pues el fenómeno era mundial. En 1969 la revista Gaceta Junior nos presentó a ‘Dani Futuro’, de Carlos Giménez, así como al ‘Shambur’ y el ‘Tiburón’ de Antonio Carrillo. Este último produjo ‘El Javanés’ en 1970.

El cine, influencia mayor en la historieta, también había estado cambiando. Obras como las de Fellini, Antonioni, Bergman, Bardem, Buñuel, Berlanga, John Huston y Sam Peckinpah influyeron en los dibujantes de historietas, quienes querían salir de los cánones establecidos, del simple entretenimiento y expresar sus ideas como autores a través de su arte.

Fue en este año, 1970, cuando salió la revista que iba a revolucionar la historieta en España, a pesar de la censura y a pesar de tratarse de una revista adicta al régimen político y religioso: Trinca.

La primera serie que nos sedujo, desde el primer número, fue ‘Manos Kelly’, de Palacios. Ya era un tratamiento nuevo en la historieta, con un grafismo y un uso de los colores diferentes de todo lo que habíamos conocido hasta entonces. Pero el choque llegó al año siguiente, cuando se publicó el primer episodio de ‘Haxtur’, de Víctor de la Fuente.

Haxtur nos dio la impresión inmediata de aportar algo nuevo, algo diferente de lo que hasta entonces conocíamos, incluso en historietas producidas en el extranjero.

Aquella imagen del guerrillero con barba y boina, una clara alusión al Che Guevara al que Víctor admiraba entonces, nos clamaba a gritos que prestáramos atención porque algo importante, trascendental, se nos estaba diciendo allí a través de una simbólica que debería tener un significado concreto y que parecía burlarse de la censura y del régimen establecido, a pesar de ser publicada por adictos incondicionales al régimen. No era una historieta más. Los que amábamos los tebeos comprendimos que allí había algo comparable a lo que en otros medios de expresión se nos estaba diciendo. Era la historieta elevada al rango de arte, al mismo nivel que la pintura, la poesía, la literatura, la música, el teatro y el cine.

La historia de Haxtur tiene diferentes niveles de lectura y de interpretación, como toda obra de arte. La simbólica de Haxtur reside en el mismo nombre del personaje. Se ha mencionado que es un dios / pastor errante, puesto que condenado al exilio. La referencia es apropiada. Pero hay más, y aún más sencillo.

Haxtur es una grafía apenas disimulada de Astur, habitante de Asturias, Asturiano, de la tribu de los Astures, como Víctor. Y en los paisajes de sus historietas encontramos la dominante panorámica de su país de origen, con sus montañas y sus paisajes que pueden asemejarse a los del fértil oeste americano. También tienen en Asturias una magia fascinante las rocas y los peñones, las piedras, incluso las que han servido a edificar castillos, fortalezas, puentes y otros monumentos gigantescos. Su región de origen se encuentra pues plasmada en su obra personal, como el canto de un poeta que recuerda y añora su tierra, su infancia, sus raíces desaparecidas. Poeta de Asturias. Poeta de España. Poeta del Hombre y su angustiosa encuesta en busca del significado del ser y de la vida.

El simbolismo se afirmó y se confirmó con la aparición de los famosos Jinetes del Apocalipsis, portadores de un mensaje de esencia divina, visto por un profano. Era un desafío ligeramente disimulado a los cánones religiosos, políticos y morales impuestos y admitidos a la fuerza hasta entonces. Política y religión se cuestionaban en España con unas cuantas páginas de historieta de calidad y llena de belleza estética. Haxtur contra los monstruosos fantasmas del pasado, dirigido inevitablemente, fatalmente, por los fúnebres mensajeros del más allá que tejen la trama del destino del protagonista.

De apariencia más bien débil, Haxtur contrastaba con el musculoso Conan que por aquel entonces también había hecho su aparición en las publicaciones de Marvel, rescatado de los pulps de los años treinta. La barba del personaje era revolucionaria, en oposición a la belleza imberbe de los héroes clásicos del tebeo. Estábamos ante algo nuevo, diferente, con significado profundo. La historieta estaba empezando a reflexionar, a atreverse a manifestar una oposición a la opinión establecida. Es cierto que las circunstancias se prestaban a ello. Ya antes, y en circunstancias muy diferentes, se pueden notar estos hechos con historietas españolas como las realizadas por Manuel Gago, El Guerrero del Antifaz y El Pequeño Luchador, o Iranzo, con La familia Pepe, Rayo Kit y El Capitán Coraje. Pero los tiempos habían cambiado y el autor era capaz de expresarse de manera más clara. La historieta quería ser adulta, con significado artístico e intelectual, y no simplemente una obra de consumo para la distracción del ocio. La historieta española quería ponerse, y se puso, al nivel de las obras del extranjero.

Yendo aun más allá, se mostraba también al individuo desgarrado ante una sociedad alienante y una condición humana trágica e ineluctable. Es la temática del exilio.

El que deja su lugar natal es comparable a un árbol que ha crecido durante largo tiempo en un sitio donde la tierra es rica y el clima cálido. Se ha sacado ese árbol de la tierra y se ha replantado en una tierra deficiente y en un clima frío. Al principio quizás parezca que se ha arraigado de nuevo, quizás hasta produciendo fruto. Sin embargo, muchas veces ocurre que sus hojas se marchiten y que el árbol muera. Otras veces, el árbol continuará vivo y dando fruto, pero éstos ya no tendrán el mismo sabor, quizás ni siquiera el mismo color, porque ha sido sacado de su morada natural. El exiliado se ve obligado a vivir en un medio muy distinto al suyo: nuevas costumbres, nuevos idiomas, nuevas mentalidades, clima diferente... y, con el tiempo, esa sensación que va manifestándose poco a poco, la desilusión, la nostalgia, el sentimiento de frustración. Y, sobre todo, la evidencia de ser un extranjero, de ser considerado como un extranjero, de ser víctima de la discriminación, del racismo. Y empieza uno a suspirar por su país, por su región, por su pueblo, por su calle, por los paisajes con los que se había familiarizado, con los que se había identificado. Víctor de la Fuente es el eterno exiliado y lo será siempre. Por eso tiene autoridad para hablarnos de este tema a través de su obra.

En Haxtur, la transposición del héroe desde un mundo concreto (el de la guerrilla en la selva, tema revolucionario por excelencia) a un mundo onírico / fantástico, lleno de simbolismos y de alusiones mitológicas, con el consiguiente desarraigo del individuo, es también la temática del exiliado. Es la temática fundamental de Víctor de la Fuente, el exiliado permanente. Es, al mismo tiempo, la temática fundamental de la humanidad, del hombre, quien desde el principio de su existencia fue exiliado del Paraíso original y al que tiende a volver, aunque sólo sea en sueños. Nostalgia del Paraíso perdido y aspiración al retorno a la naturaleza, la pureza, la belleza, la felicidad.Primera aparición de Mathai-dor en Trinca, en el núm. 40. Clic para ampliar.

Los Jinetes del Apocalipsis lo condenan a errar en el tiempo y en el espacio, en busca de un destino que inexorablemente le conducirá a la muerte, como todo mortal. Este mismo hecho de personaje de historieta que muere da su significado a la creación del personaje que es el portador del mensaje del autor. Como todo personaje propio de Víctor, como todo exiliado, privado de sus raíces, Haxtur es un errante. Por eso son importantes y numerosas las viñetas en las que Haxtur camina, corre o va a caballo. Es el caso también de las series del Oeste. El exiliado no puede conocer el reposo ni la felicidad. Soporta su sino con aguante, si no con resignación. Su escapatoria es la acción en la aventura o su admiración de las bellezas salvajes que le rodean. Esa es su razón de vivir. Como en el caso del artista, cuya razón de vivir es su arte y su relación con otros exiliados (caso de Mathai-Dor, de Amargo, incluso de Sunday). Pero si el personaje preferido de Víctor es Haxtur es porque en él reside la personificación más exacta del artista, puesto que es la más personal, la más individualista, la que tiene un principio y un fin. No en vano son los Jinetes del Apocalipsis quienes rigen su Destino, puesto que ellos simbolizan el fin en todos los aspectos.

No impide que al final de la historia, cerrando el ciclo, se pone la pregunta fundamental, como al principio de la historia: “¿Por qué?” y toma una dimensión excepcional. Ha terminado la encuesta y no hay respuesta a la interrogante del personaje, como no la hay para el artista.

Notamos lo que no es un capricho del dibujante: Haxtur porta la espada a la derecha, pero no es zurdo. Es a la derecha que el héroe llevaría la pistola si estuviéramos en una historia del Oeste. Su posición refuerza el sentido simbólico de la espada. La derecha simboliza el poder y el apoyo. Es además un símbolo de la guerra, pero también símbolo de guerra espiritual, puesto que la Biblia llama a la Palabra de Dios, ‘la espada del espíritu’. En el caso de Haxtur, la espada representa el instrumento con el que el héroe puede enfrentarse al Mal bajo todos sus aspectos. El instrumento representa la rebelión armada, pero también las ideas y cualquier objeto que pueda servir para defender sus ideas, como la expresión artística en cualquiera de sus manifestaciones. Sólo al final de la historia, tanto Haxtur como su doble dejarán sus espadas clavadas en tierra, cuando ya no será posible seguir peleando a causa de la muerte inevitable, lo que muestra la forma cruciforme de las armas, como señalando unas tumbas. Permanecerán allí como un Memorial del combate que han llevado a cabo, mientras caminan, decididos y valientes, hacia su destino.

Víctor de la Fuente ha expresado en Haxtur sus convicciones, su reflexión sobre el hombre y el mundo, sobre el sentido de la vida, sobre su relación con el Creador. Ha expresado con fuerza y sentimiento su condición de exiliado, su angustia, su amor de la vida y de lo bello.

Se impone un análisis detallado de esta obra, LA OBRA por excelencia de Víctor de la Fuente, la única obra que consiguió realizar hasta el fin. La obra por excelencia del EXILIADO.


1. El exilio

2. Haxtur

3. El Oeste

4. Arte y estilo


[ © 2003 Agustín Riera, para Tebeosfera 030430. Todas las imágenes son © 2003 De la Fuente / sus editores ]