PASQUAL FERRY:
TRAYECTORIA
Pascual
Ferrándiz Arroyo nace en Barcelona un 24 de Marzo de 1961. Su
primera incursión en el mundo del cómic la realiza de la mano de
Francisco Ibáñez, lo que le auguraba una pronta carrera como
colaborador de Bruguera. En un viaje a Nueva York que gana en un
concurso consigue entrar en las oficinas de Marvel Comics, lo
que le decidirá a introducirse en el mundo del cómic y
acrecentará más si cabe su pasión por los superhéroes, lo que
nadie terminará de entender jamás. Por aquel tiempo Pascual
Ferry se encontraba trabajando como animador, intercalando y
entintando planchas, en el estudio de Albert Rué, quien
le dará la oportunidad de afianzar su propio estilo y supondría
un impulso definitivo hacia la profesión de dibujante de cómics.
Su primera historieta aparece publicada en el prozine Zero,
editado por Miguel Fernández, Toni Garcés y Eduard Bosch, donde
coincide, entre otros, gente como Josep María Beroy, Ricard
Castells o Miguelanxo Prado, Pedro Espinosa, Jordi Sempere o
Mena.
Primeros trabajos de Ferry, de
izquierda a derecha: Jonathan Seul, Gerard Paris,
historieta para TBO, ilustración del personaje
Elektra para Comics Forum. Líneas más abajo, Agorafobia.
Será aquí
donde nacerá su amistad con Beroy, que les llevará a compartir
estudio junto con el guionista Carlos Monte (Montecarlo). A lo
largo de los cuatro años siguientes, y tras su primera
publicación profesional en Rambla (como guionista debutó
en Rampa Rambla), Ferry publicará cientos de páginas en
la práctica totalidad de las revistas de cómics del momento, más
algunas de otros medios. Entre ellas, El Papus, Más Madera,
Madriz, Cairo, Butifarra, El Jueves, A tope, H Dios O, TBO,
Pulgarcito, o Rock Inn (y años después en El Jueves, Puta
Mili, El Tebeo del Periódico, Cimoc). En este período
experimentará con estilos, escenarios y temáticas diversos,
siempre dentro del género de la historieta corta (Jonathan
Seúl, o, más adelante, El bosque encantado de Konosserl),
que demostrará dominar a la perfección.
Será en esta época cuando colaborará para la editorial
Interimagen de Josep María Beá, siendo la mano ejecutora (dicho
sea en el mejor de los sentidos) de gran parte de sus
publicaciones, en especial del célebre libro / ensayo La
Técnica del Cómic, para el que realizará numerosas
ilustraciones y tiras cómicas (Fifí). Es 1985 y la falta
de trabajo lleva a Ferry a vender a Antonio Martín la idea de
realizar una adaptación al cómic de la serie de animación
Dragones y Mazmorras, que publicará Forum (Planeta–DeAgostini)
y en la que colaborarán, además, Sempere, Espinosa, Beroy y el
guionista Francisco Pérez Navarro (la mejor / peor mitad de
Jordi Sempere). También durante estos años publicará en
HdiosO la serie Hombres Grises, Vidas Cutres, así
como en la revista El Jueves, con guiones de Xavi Roca, o
esporádicamente en Totem (Gerard París, 1987), a la
espera de comenzar la publicación de su primera historia larga.
Será en 1988 cuando Josep Toutain se dejaría convencer para
publicar un arriesgado Crepúsculo en
Zona 84.
De esta
manera comenzará una colaboración con Toutain Editor primero y
con Norma Editorial, durante el progresivo declive de aquella.
Norma era, en palabras del propio Ferry “(...) una opción
clara para que tu trabajo fuera más conocido y para vender los
derechos de tu obra al extranjero.(...)”. Así, las historias
de Ferry aparecerán publicadas por entregas en las revistas
Zona 84 y Cimoc (para la que realizaría, como primer
contacto con Norma, la historia corta Boy) y
posteriormente editadas en libro. No obstante, La Ruta de La
Medusa tendría que esperar dos años a que Glénat (y no Norma
decidiera publicarla, corregida y aumentada, y Marius Dark:
La Torre nunca llegó a editarse. Estas historias,
progresivamente más complejas – y confusas resultaron cada vez
más desconcertantes para un público que comenzaba a centrarse
exclusivamente en el anestesiante cómic norteamericano. El éxito
inicial de Crepúsculo auspiciaría además la aparición de
Agorafobia, un álbum publicado por Editorial Complot
que recogería los ciclos de historias cortas
Augusto Bondelare (Cairo), Los decadentes
(publicado previamente en Más Madera) y Pendiente de
un hilo (Madriz), realizados entre los años 1984 y
1986.
Tras el
relativo fracaso de La Ruta de la Medusa (condición
imprescindible para que llegara a ser, años después, una obra de
culto), Ferry anuncia una colaboración con el guionista
Montecarlo (Taka de Tinta) para realizar un proyecto
conjunto: Max Orbe (1991), con la intención de venderlo
en el extranjero. Finalmente, sólo una historia ve la luz, y el
proyecto quedará abortado. El abatimiento y el descreimiento en
las posibilidades del cómic y en las suyas propias como autor se
refleja en Marius Dark, una obra catártica y un tanto
terminal, muy alejada del optimismo y la ilusión traslucidos en
las anteriores. De esta época datan también su segunda serie de
Jonathan Seúl, para El Suplemento de el Periódico,
que no disfrutaría de una vida muy larga.
Hastiado de
esta situación, Ferry decide introducirse como sea en el mercado
de los superhéroes. Marius Dark había aparecido publicado
en la revista Heavy Metal, y esto lo descubre ante el
mundo anglosajón. En 1993 realiza para Marvel UK la miniserie
Plasmer, teórico punto de partida para el lanzamiento de una
serie regular que nunca verá la luz. Sin embargo, el contacto ya
está hecho. En 1994, Ferry continuará con trabajos de menor
entidad: colaboraciones en la sección de críticas de cine de
El Jueves, con guiones de Xavi Roca, y en el semanario
Puta Mili, con guiones de Toni Guiral. En 1995, mientras
prepara un proyecto, Vague, para la línea Laberinto de
Forum, recibe la llamada de Marvel USA para realizar la
adaptación al cómic de Independence Day, proyecto que
rechazará para trabajar en la “Oficina–X”. A partir de
este momento, Ferry comenzará una colaboración ininterrumpida
durante cinco años con Marvel, realizando números de relleno
para numerosas colecciones. En un principio, Ferry, acostumbrado
a meditar detenidamente cada una de sus obras, le cuesta adaptar
su estilo a los nuevos requerimientos, y no termina de destacar,
recibiendo siempre encargos en series de segunda fila o abocadas
a la cancelación: Heroes for Hire, en 1998, o Warlock,
en 1999. En esta última, cancelada en 2000, realiza sin embargo
su trabajo más inspirado hasta el momento, y comienza a llamar
la atención de la crítica, lo que le llevará a DC, y a una
colaboración habitual con el guionista Joe Kelly que perdura
hasta la actualidad (Superboy, 2000, Action Comics,
2002–2004, Adam Strange, 2004). DC le ofrece la
continuidad y la oportunidad de construir una carrera coherente,
y en 2002 decide firmar un contrato en exclusiva con la
compañía. Hecho que cambia en 2005, cuando sorprende a todos
firmando un contrato de exclusividad para Marvel por tres años.
Las cuatro
cubiertas de Plasmer, miniserie de Pasqual Ferry para Marvel UK
Para Ferry,
dibujar a los personajes con los que soñó de niño es un sueño
hecho realidad. Disfruta en el género, y eso se nota: su dibujo
actual está años luz por delante del que realizó para sus
primeros trabajos en este campo, y, aunque sigue sin alcanzar
las cotas de interés de su obra más personal, demuestra la
capacidad para reinventarse a sí mismo de un autor cuya carrera
profesional aún puede deparar muchas sorpresas.
LA MUSCULATURA DEL
DIBUJO. PERSPECTIVA, SOMBRA, ANATOMÍA Y MÁS
“(...) considero que todo premio y alabanza que reciba
el dibujo de Ferry es de por sí justificado y merecido.
Es un dibujante que evoluciona y mejora por páginas y su
grafismo siempre reserva sorpresas. (...)” (Lorenzo
Díaz a punto de destrozar Crepúsculo).
Pascual Ferry destacó, dentro del hervidero de
ideas y estilos que suponía la industria del cómic de los 80,
por su temprana madurez en lo gráfico. Esforzado guionista y más
que solvente autor completo, será no obstante su estilo
sintético, a medio camino entre el realismo y la caricatura y
presidido por un trazo enérgico, tan plástico como descriptivo,
el que llamará la atención del público.
Será un estilo que Ferry desarrollará a medias
con José María Beroy,
con quien compartirá, además, amistad, estudio e influencias
gráficas y temáticas.
Intereses e influencias: la escuela catalana
Pasqual Ferry se encuadra dentro de la escuela
de jóvenes autores catalanes
nacida al amparo del prozine Zero, e integrada a su vez en lo
que podríamos denominar segunda generación de dibujantes
del moderno cómic español. En ella encontramos a los autores que
comenzaron su andadura profesional a mediados de los ochenta, a
la que también pertenecen Fernando de Felipe, Daspastoras,
Garcés, Espinosa, Sempere y otros. Este grupo bebería de las
fuentes del cómic adulto, el realizado por la primera
generación (la de aquellos que comienzan su carrera antes de
la Transición: Beá, Giménez, Fernando Fernández, Alfonso Font,
Víctor de la Fuente, etc.), cuya formación artística se había
gestado en otros campos, como la pintura o la ilustración.
Precisamente la conexión estilística con José
María Beroy -que llegaba al punto de hacer en ocasiones
indistinguibles los dibujos de ambos- supondría en una primera
etapa un ligero handicap para Ferry, ya que el hecho de que
Beroy fuera el primero en publicar haría que automáticamente
Ferry entrara dentro de la categoría de “seguidor”.
“My first love in comics was Franquin, Mezieres, especially and
Moebius, who impacted me greatly.
Schuitten, Chaland, Steve Ditko, whose work made we want to
draw superheroes.
Buscema, Garcia Lopez , Kirby (...),Wayne Boring, And Spanish
pencilers like Carlos Gimenez, Beá, Font, Albert Rué...
(Declaraciones de Ferry en una entrevista realizada a raíz de la
publicación de
Adam Strange,
2004).
Sin embargo, las influencias mutuas (los
desarrollos paralelos de su técnica gráfica, en realidad) son
constantes en la obra de estos autores, y si el Ferry de
Crepúsculo puede remitir al Beroy de Dr. Mabuse (o a
la inversa), lo mismo puede decirse de su también coetáneo y
colega en Zero Jordi Sempere
(1963), autor con el que coincide en Más Madera, Cairo
y TBO, y también en estética en sus historietas
humorísticas.
De cualquier manera, esta serie de referencias cruzadas es común
a todos los autores de esta época (por estética, composición e
incluso diseño de personajes podríamos hablar también del Rafa
Vaquer de Johnny Roqueta, etc.), y proviene de un
redescubrimiento ilustrado de la bande dessineé franco
belga (Tardi, Chaland, pero también Franquín o Uderzo) pasado
por el filtro estético del cine, la animación (la occidental y
la japonesa) y, sobre todo, el renovado cómic americano de
mediados y finales de los ochenta.
Animé, manga y diseño. La sensualidad del trazo
“El manga
es el verdadero protagonista estético de los comics en estos
tiempos y quizás de muchas más cosas. Lo veo muy avanzado
con respecto al cómic que se hace en el resto del mundo...”
(Pascual Ferry sobre el manga)
Si algo destaca en Ferry, como en otros
representantes de la escuela catalana (además de Beroy, y
los demás citados anteriormente, habría que incluir a Tha) es la posesión de un trazo limpio y elegante,
que embelesa al lector y lo transporta a través de las páginas.
Un trazo enérgico, que unifica, y hace que los paisajes, las
figuras, la misma página se nos muestren construidos.
Esta sensualidad del trazo, unido a su
tendencia hacia una cierta caricaturización estilizadora de la
figura humana ha llevado al nuevo público (el que sólo conoce al
Ferry americano) a encuadrar su estilo dentro de las corrientes
amerimanga que se han apoderado del cómic de superhéroes
estadounidense, y que llevan diez años amenazando con matarnos
de aburrimiento.
Sin embargo, el carácter auto referencial de
esta tendencia (la amerimanga) poco tiene que ver con
Ferry, autor culto en lo visual y auténtica esponja de recursos
provenientes de las fuentes más diversas. El manga, del que
siempre se ha declarado auténtico admirador (Otomo, Shirow,
Toriyama), será asimilado por el estilo de Ferry sin
adaptaciones ajenas, al lado de las influencias autóctonas,
europeas y –principalmente– americanas.
No obstante lo anterior, será su trabajo en la
animación lo que tendrá una mayor repercusión en su construcción
del dibujo, tanto en lo estructural como en el acabado.
De hecho, hoy en día, Ferry continua profesando pasión por la
animación –Hasao Miyazaki- y el cine, para los que ha trabajado,
siempre infructuosamente, como en la nunca comenzada Neones.
La otra gran influencia en el modo que tendrá
Ferry de enfocar el cómic provendrá, curiosamente, del otro
campo ajeno a éste en el que ha trabajado: la publicidad y el
diseño gráfico. Ferry será un autor para el que la historia será
tan importante como el propio envoltorio en el que se presenta,
y así, sus obras estarán siempre escrupulosamente diseñadas:
portadas, contraportadas, separadores entre capítulos,
rotulación y grafismo... cada álbum llevará el sello Ferry, con
su particular diseño.
Luces y sombras: Expresionismo y tiniebla
Las influencias compartidas de Ferry y Beroy
serán más visibles en el gusto de ambos por la estética del cine
expresionista alemán de principios de siglo. Así, la ciudad de
Octubre reflejada en Crepúsculo se nos describe con las
atrevidas angulaciones y fuertes contrastes del expresionismo
alemán de Wiene, Murnau, Wegener o, fundamentalmente, Lang,
y dará origen a una serie de arquitecturas tenebrosas y afiladas
en sus siguientes álbumes. Esta relación es aún más palpable en
La Ruta de la Medusa, donde Octubre
es ya un decorado sacado de una moderna Nosferatu.
Fuga, Arquitectura y Perspectiva. La representación del interior
La arquitectura y la escenografía jugarán un
papel fundamental en la construcción de la atmósfera de las
historias. En Crepúsculo, la metropolitana Octubre nos
ofrece postales urbanas típicamente americanas, con sus
rascacielos y grandes fugas que nos remiten al New York vertical
fotografiado por Horst Hamann, pero siempre a través del
deformante ojo de un Dr. Mabuse (Lang, de nuevo, y con él, Beroy),
o del propio Ridley Scott de Blade Runner.
Pero será en los interiores donde la tendencia
escenográfica de Ferry se haga más presente, como puede
apreciarse en el piranesiano sótano del Tío Lone, descrito en
Crepúsculo, o en la taberna de Aquiles de Sebastian Gorza,
que, con su imagen de tiempo congelado, nos remite nuevamente a
los grabados expresionistas.
En los álbumes de Ferry, tan importante como la
construcción de la historia lo será la construcción de los
espacios. No son las gomosas y casi vivas arquitecturas de Tha,
ni las arquitecturas / paisaje de Schuiten, McKay u Otomo.
Son dibujos trabajados, llenos de detalle, abigarrados incluso,
que Ferry edifica con una meticulosidad que resta naturalidad,
pero que provoca en el lector una fascinación morbosa por esas
perspectivas agudas, forzadas, dibujadas hasta el mínimo
detalle. A lo largo de las páginas componen Octubre –y de
otras, como la deliciosamente construida Max Orbe- Ferry
nos presenta todo un catálogo de espacios interiores,
fotografiados desde angulaciones extremas, distorsionadas,
perfectamente imbricados en la propia arquitectura de la página.
Entre 1988 y 1992, Pasqual Ferry producirá la
que será su etapa artística más madura y personal, y que, aun
hoy en día, sigue permaneciendo como la esencia del Ferry
canónico, y a la postre, su mejor obra. En este período nos
encontramos con historias oscuras, generalmente misteriosas,
ambiciosas, a menudo confusas pero siempre fascinantes, donde lo
mágico y lo esotérico se dan la mano con lo cotidiano. Una
mezcla siempre a punto del desequilibrio que provoca en el
lector una malsana sensación de inquietud y morbosa curiosidad.
Gran parte de la responsabilidad de esta fascinación que las
historias de Ferry provocan descansa en su inusitada capacidad
para el dibujo. A lo largo de las cuatro obras que componen
Octubre –y de alguna otra, como la abortada Max Orbe–
Ferry deleita con su estilo sintético, de formas angulosas y
tintes tenebristas, que aúna, bajo la sensualidad de su trazo,
las múltiples influencias y técnicas de su autor.
Veamos, a través de estas obras, quién es
Pasqual Ferry.
NOTAS
Josep Mª Beroy García (Barcelona, 1962) comenzará su
andadura profesional en el fanzine Zero de Garcés,
junto con otros autores noveles como
Daspastoras, Ricard Castells, Miguelanxo Prado o Pascual
Ferry. Con este último compartirá estudio, y ambos
publicarán más adelante sus primeras historias cortas en
Rambla y la revista de lanzamiento de jóvenes
talentos Rampa Rambla. En algunas de estas
historias colaborarán, firmando Ferry los guiones. Más
adelante, Beroy comenzará su colaboración con la revista
Creepy (1985), para la que también realizará
historias cortas, publicando como serial Doctor
Mabuse, posteriormente recopilada en álbum (Toutain
Editor, 1986). Con esta obra conseguirá en 1987 el
premio al Mejor Autor Novel en el Salón del Cómic de
Barcelona. Tras éste vendrán 666 / 999 (Toutain
Editor, Barcelona 1986), inicialmente publicado en
Zona 84, y La enfermedad del sueño (Toutain
Editor, Barcelona 1988), también prepublicado en Zona
84 a lo largo de 1987,
aunque con nuevas páginas en su edición en tomo. Con la
desaparición de Toutain, pasará a trabajar para Norma
Editorial, con la que publicará Ajeno (1990),
prepublicado en Cairo, Zoo: Las aventuras de
Tristán Karma (1991, Premio Especial del Jurado del
Festival de la Bande Dessinée de Sierre 1991), publicado
previamente en Cimoc (1990), al igual que
Versus (1992 / 1994), con guión de Josep María
Polls. A éstos seguirá la serie Detectives Audaces
en el suplemento infantil del diario El País,
para el que realizará en esta misma época 13 portadas.
En 2002, tras años de inactividad en el mundo del cómic,
Beroy cruza el charco, siguiendo la ruta de Carlos
Pacheco, Juanjo Guarnido, Jesús Merino y también Ferry y
realiza los primeros números de la serie Deadman
(DC Comics), ofreciendo un trabajo algo desfigurado por
el entintado de Dan Green (que intentaría corregir
entintándose personalmente en algunas páginas), pero
interesante pese a todo.
Jordi García Sempere (n.1963), asociado desde 1981 al
guionista Francisco Pérez Navarro publicará
intermitentemente en las revistas Cul de Sac
(1982), Cairo (serie Nostradamus, 1988),
Más Madera (serie Nacido para triunfar,
1985), y otras más esporádicas para el Jueves e
Historias de la Puta Mili, entre otras. Entre
1988 y 1990 publicará La familia Rovellón en el
renovado TBO de Ediciones B, siendo las primeras
entregas posteriormente recopiladas en libro. En 1991
publicará para Ikusager el libro Los trotabosques. El
sendero de las fuentes mágicas (Colección El Ojo
núm. 8), junto con Pedro Espinosa y con guión de Toni
Guiral. En 1995 publica la historieta “Angus y el
Dr Smoking” para el Especial Saló del Còmic
de Forum (Planeta-deAgostini). Con Forum colaboraría
asimismo como ilustrador desde finales de los ochenta y,
principalmente, a lo largo de los noventa, realizando
tiras, chistes gráficos, calendarios, generalmente bajo
la firma Sempéreznavarro. Entre 1996 y 1997 publicará la
tira cómica “El púlpito” en U: El hijo de Urich
(Camaleón Ediciones).
En 2002,
Dolmen Editorial recopila en tomo la serie Total Hero,
realizada para el suplemento semanal de ABC, con
guiones de F. Pérez Navarro y Anna Ruíz. También para
Dolmen Editorial ha realizado ilustraciones e
historietas cortas, trabajando actualmente como
diseñador gráfico. En 2003 dibuja, junto con Albert
Xiqués Historia de Piera (Ayuntamiento de Piera),
con guión de Josep Busquet.
A
la pasión de Ferry por el cómic de superhéroes,
declarada incluso en su época Toutain, se suma el
influjo que tuvieron en toda una generación de artistas
las primeras obras de Frank Miller, o la renovación de
mediados - finales de los ochenta a cargo del propio
Miller –Ronin / The Dark Knight Returns-,
Alan Moore –y su inevitable Watchmen- o del
Arkham Asylum de Dave Mckean. Influencia ésta que ha
llegado incluso a autores mayores, como es el caso
–reconocido- de Andreas Martens (1951). Al respecto de
esto, Beroy comentaba en una entrevista:
«Cuando ves alguien que te gusta mucho, que narra como
tiene que narrar, y te atrapa con lo que te cuenta
intentas saber en qué te diferencias de él y en qué te
puedes parecer. (...) Ves cómo dibuja Mazzuchelli y te
das cuenta de que debes dibujar mejor, ves cómo narra
Miller o Moore e intentas mejorar tu método narrativo.
Me gusta mucho lo americano, pero no soy un fan seguidor
de todo.» (Krazy Comics núm. 5, febrero de 1990).
leer sig. pág. >
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