Serie de historietas humorística mexicana de corte costumbrista y picaresco, una de las más populares de aquel país durante más de 60 años.
En 1948, Gabriel Vargas fue retado a realizar una historieta en la que el personaje fuera una mujer tan popular como Jilemón Metralla. El reto se convirtió en una apuesta de diez mil pesos y así fue como apareció en las paginas de Pepín la historieta “El Señor Burrón o vida de perro”, primera de una serie que le daría fama y popularidad. Los integrantes de la familia Burrón eran: Doña Borola Tacuche, una ex niña rica que se casa con Regino Burrón, un peluquero que es feliz con su trabajo, sus hijos, Regino Chico, Macuca y Fosforito, un niño que adoptan ya que su padre Don Susano Cantarranas -un borrachín mujeriego- no se puede hacer cargo de él.
Tal fue la popularidad de la serie que en 1952 comenzó a publicarse bajo su propio título, en la revista La Familia Burrón, cuaderno de 34 páginas a todo color. La obra en su conjunto retrata la sociedad mexicana de su tiempo, la vida de la vecindad en la gran urbe y la lucha de los pobres por salir adelante. Vargas recreó en sus personajes a los tipos mexicanos rurales o urbanos típicos (campesinos, caciques, funcionarios, merolicos, rateros, niños, etc.) para, paulatinamente y al ritmo de los tiempos cambiantes, incorporar personajes con intereses nuevos; el personaje Borola, por ejemplo, se fue convirtiendo en una defensora de los derechos de las mujeres. Vargas usaba para sus historietas un florido lenguaje popular que no dio cobijo a palabras malsonantes, algo de lo que su autor se jactaba. Entre las expresiones populares bien conocidas por los mexicanos que se acuñaron en estas historietas se encuentran: “A mover el bigote”, “está de rechupete”, “está bien chipocludo”, “pégale en los oclayos”, “vete de volada a comprar las tortillas”, “mira nomás qué cuchitril” y “estuvo a todo mecate”, entre otros. En estas historietas también fueron invitados los personajes fantásticos, extraterrestres, animales parlantes, brujas, demonios, y hasta vampiros. Estos últimos se horrorizan de lo mala que es la humanidad, pues cuando se presentan entre ella son objeto de las más crueles humillaciones.
En 1978, Gabriel Vargas fundó su propia editorial y continuó publicando su serie, en la cual siguió trabajando hasta el fin de sus días: en agosto de 2009 publicó su último episodio, el numero 1.616. Según Rafael Barajas: “Si se cuentan los capítulos aparecidos en las dos ediciones, la primera a partir de los años cuarenta y la segunda en los años setenta, hay más de tres mil historias de la familia Burrón. Hubo un tiempo en que todo México leía sus historias. Los oficinistas en el trabajo, las amas de casa, los niños en las escuelas, los maestros, los pasajeros del camión” (Comentario publicado en Ciudadanía-Express).
La familia Burrón fue recopilada en una colección de doce tomos por la Editorial Porrúa. En España no se conoció edición.